Esa voz en el teléfono. No es extraña, acompañó varios momentos de mi vida.
Volver al futuro: 1990, otra vida (propia y ajena), en el hall del Teatro Gran Rex. La puerta de la sala se abre y suena esa misma voz. Cristalina y con chispa. Sonaba “Strange Angels” y estaba sobre el escenario en plan “delicada instrumentista y cantante de música etérea”. Atrás en el tiempo había quedado el deslumbrante espectáculo audiovisual Home of the Brave, visto con ojos grandes y atentos de adolescente en una sala de cine de la calle Carlos Pellegrini que ya no existe. Ya en este siglo, otra clase de performances sobre las tablas de un teatro público de Buenos Aires, monólogos sore los seres humanos y el espacio, luego de una residencia artística en la NASA. Siempre, esa voz.
Corte. Es 2022, se terminó la pandemia y es una tarde de vorágine diaria, de la que ella misma habla en un tramo de esta entrevista. Laurie Anderson responde desde su casa. Estará presente en Filba, sábado y domingo que viene, en dos actividades que pueden resumirse como “una conversación” y “una lectura”. Ella dice: “No sé mucho sobre esta conversación, amo improvisar, siempre conduce a nuevos lugares de creación ¿Qué leeré? ¡Todavía estoy tratando de decidir! Esta fue una de mis motivaciones para que decida ir a Buenos Aires: leer algunas cosas nuevas. ¡Así que ya veremos!”
—Hablemos de Buenos Aires. Estuviste 3 veces anteriormente, en 1990, 2005 y 2008… ¿Cuál fue tu impresión de la ciudad, cómo la pasaste? ¿Recuerdas algo en particular de aquellas visitas?
—Recuerdo a las personas que conocí, especialmente al traductor Daniel Goldberg, quién corrigió la traducción que estaba usando, dijo que era “rígida e impersonal” y la rehizo. Es un músico, compositor y guitarrista maravilloso, nos hicimos buenos amigos, viajamos y trabajamos juntos y, en general, nos convertimos en cajas de resonancia el uno del otro.
De mi primera visita recuerdo especialmente unos delicados vasos de cristal verde, finos como el papel. Nunca había visto un objeto de vidrio tan bonito. Nunca había comprado vasos ni platos ni nada por el estilo y lo hice en Buenos Aires... (risas) Me duraron unos diez años; cada vez que uno se rompía, hacía el más dulce sonido de campana que pude escuchar alguna vez.
—Participaste en el proyecto Words & Music: May 1965, un disco con grabaciones de archivo de Lou Reed. ¿Podrías contarme cómo encontraron esa cinta? En términos musicales hay una marcada influencia folk y de Bob Dylan en particular ¿Te sorprendió encontrar ese lado “folk” de tu esposo?
—Fue milagroso encontrar esta grabación que Lou hizo en el sótano de la casa de sus padres: la hizo cuidando los derechos de autor de un hombre pobre. Por eso anuncia “letra y música de Lou Reed” antes de cada canción. Y ahí están, son las primeras versiones de sus canciones más icónicas. Habrás oído que canta “es un día tan veraniego” (“it’s such a summer day”) que luego se convirtió en “es un día tan perfecto” (“it’s such a perfect day”) y que “Men of good fortune” no se parecía en nada a la versión posterior, aunque el título fue el mismo. La sorpresa de esta versión, en el relevante lugar gris de la cinta, era que la narradora era una niña ¡Lou era realmente shakesperiano! Podía hacer muchas voces totalmente convincentes. El resultado, para mí, es que se trata de la voz naciente de un joven poeta. Algo que para mí es realmente conmovedor.
—Durante la pandemia se dijo que tal vez la humanidad saldría “mejor” luego de semejante crisis. No parece que haya sido así… ¿Qué opinas? ¿Cómo viviste ese tiempo tan particular?
—Oh, es una pregunta realmente compleja... Esta semana ha sido muy difícil para mí: lamentablemente, una larga amistad acaba de romperse y, al pensar en cómo pudo haber sucedido, me doy cuenta de que mi amigo estuvo muy aislado durante la pandemia y eso seguramente lo cambió. También perdí a otros tres buenos amigos que murieron en esos primeros días. Para mí, bueno, ese momento fue... Amo la soledad. Así que viví en el campo con los árboles y las ardillas, trabajando a un ritmo más lento y sin ir a fiestas, que no me gustan. De todos modos, ahora estoy tratando de preservar algunas de esas cosas que compuse y proyecté porque, como la mayoría de las personas del mundo, estoy siendo arrastrado nuevamente a la lucha diaria...
—¿Qué pensas de los NFT en el arte? ¿Te interesa, crees que es válido? En ese sentido o más o menos, Bob Dylan grabó una sola copia de “Blowin in the wind” y la subastó… ¿Crees que eso es un futuro posible para la comercialización de la música?
—El proceso del arte que se convierte en dinero en sí mismo, me resulta fascinante. La forma en que las pinturas se convirtieron en inversiones, condujo a los NFT como moneda. Supongo que es inevitable hacer y vender canciones “únicas”, pero dado que el punto es la propiedad, tiene más sentido discutir esto en términos financieros. Y no sé lo suficiente sobre eso, francamente. Y afortunadamente.
Laurie Anderson en FILBA Internacional 2022
Laurie Anderson en Primera Persona. Sábado 1 de octubre a las 20 hs. en Sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta. Gratis. Diálogo con la escritora, dramaturga y performer Agustina Muñoz.
Lectura de cierre del festival. Domingo 2 de octubre a las 20 hs. en la Terraza del Centro Cultural Recoleta. Gratis. No se suspende por lluvia.
* Las entradas se retiran el mismo día de cada actividad, a partir de las 12.30 h en la boletería del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930, CABA). Máximo: 2 por persona. Más información, aquí.
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