(Desde San Sebastián.) Llega el final de una nueva edición del Festival de Cine de San Sebastián y, como sucede en la mayoría de estos grandes eventos, empiezan las especulaciones respecto de quiénes ganarán los premios de la competencia oficial. Quizás los de aquí no sean galardones tan relevantes para el mercado internacional como podría ser triunfar en Cannes, Venecia o, en menor medida, Berlín, pero suelen tener especial trascendencia en América Latina, ya que son más los films del continente que participan aquí e, históricamente, se han llevado muchos premios, inclusive algunas Conchas de Oro.
De las películas latinoamericanas que están en la competencia, la que más chances parece tener de quedarse con algún galardón es la colombiana Los reyes del mundo, de Laura Mora, la historia de cinco chicos de la calle de Medellín que emprenden un peligroso viaje con la intención de irse a vivir a un pueblo alejado de la ciudad. Es que uno de ellos heredó una casa –que le fue otorgada como reparación a su fallecida abuela desplazada de su territorio–, y convence a los otros de acompañarlo en la aventura. Pero llegar allí, primero, y conseguir para ellos ese “lugar en el mundo”, después, no les será fácil a estos adolescentes. Esa será la dura y por momentos violenta historia que contará la directora de Matar a Jesús.
Quizás El suplente, de Diego Lerman, pueda colarse entre las galardonadas con su ya comentada historia de un escritor que empieza a dar clases de Literatura en una escuela secundaria de un peligroso barrio del Gran Buenos Aires, con Juan Minujín como candidato posible por su rol protagónico. Más difícil –por la naturaleza un tanto más arriesgada de su propia factura– parece tenerla Pornomelancolía, filmada en México por el argentino Manuel Abramovich, en la que sigue a una estrella porno gay local a lo largo de su vida, tanto pública como privada.
Otro film con componente latino, aunque en menor medida, es The Wonder, una historia irlandesa que dirigió el realizador chileno de Gloria, Sebastián Lelio. Si alguien tiene chances de llevarse un premio allí es la excelente actriz Florence Pugh, quien interpreta a una enfermera que, en 1862, es enviada a un pueblo de Irlanda a investigar el caso de una niña que hace cuatro meses no come y algunos ya la consideran una santa. La sólida y tradicional película de época es una interesante crítica a la religiosidad más extrema y en cómo puede afectar a los más inocentes o a los que menos pueden defenderse.
Fuera del “mundillo latino” está el potente cuarteto de títulos españoles, que pisaron fuerte dentro de una competición que no tuvo el brillo de otros años. Los locales, en ese sentido, sí se hicieron notar, y todas las películas tienen sus potenciales chances. La consagración de la primavera, de Fernando Franco, es una humana e inteligente mirada a la relación de Laura, una chica recién llegada a Madrid, con David, un joven que tiene parálisis cerebral y al que ella le ofrece sus servicios como asistente sexual, aunque no tiene experiencia ninguna en la materia. Si bien el suyo es un rol secundario, el actor que interpreta a David, Telmo Irureta, podría ser uno de los premiados de la noche.
La maternal, de la directora Pilar Palomero (realizadora de Las niñas), observa el mundo de las madres adolescentes siguiendo el caso de una intensa chica de un barrio humilde de Madrid que queda embarazada a los 14 años y es enviada a un centro de acogida de madres solteras en la que conoce a otras chicas en similar situación. Allí, la protagonista deberá aprender a lidiar con los importantes cambios que se están produciendo en su vida. En tanto, Girasoles silvestres, del más veterano, Jaime Rosales, sigue la complicada vida sentimental de una joven con dos hijos que se involucra con distintos hombres. Si alguien tiene chances fuertes de llevarse un premio aquí es la protagonista, Anna Castillo.
Suro, película catalana del vasco Mikel Gurrea, es un inquietante thriller sobre una joven pareja recién casada que se va a vivir a una casona de campo. Una vez allí, tendrán que lidiar con los problemas y contradicciones internas que les genera tener trabajando en su finca –pelando árboles de alcornoque para producir corcho– a un grupo de inmigrantes ilegales que entran también en conflicto con los trabajadores locales. Se trata de un drama fuerte que habla de un tema muy de esta época (la gente que deja la ciudad para irse a vivir al campo) pero que tiene algunos problemas de resolución.
Fuera del mundo latino hay películas cuya calidad probablemente pase inadvertida por el jurado. El drama independiente Runner, de Marian Mathias, es demasiado pequeño y sutil como para ganar premios, pero este festival suele dar sorpresas, por lo que todo puede suceder. Lo mismo se puede decir de Walk Up, del maestro coreano Hong Sangsoo, cuyos films de cámara –este se centra en un grupo de personas comiendo y bebiendo en los distintos pisos de un edificio– no suelen ganar los premios más grandes en los festivales, aunque siempre se llevan alguno de los secundarios, en buena medida en función del prestigio del realizador.
Si quieren shockear a público y prensa, los miembros del jurado podrían tomar la decisión casi política de premiar a Sparta, la película de Ulrich Seidl sobre un pedófilo austríaco suelto en Rumania, que fue censurada y quitada de la programación en el reciente Festival de Toronto tras acusaciones de maltrato que los padres de los niños actores hicieron contra el director. La más académica Il Boemo, de Petr Vaclav –un drama sobre música clásica con algunas similitudes con Amadeus– podría optar por algún premio, lo mismo que la china A Woman, de Wang Chao, un sólido melodrama femenino centrado en las experiencias de una mujer a través de varias décadas.
Por la cantidad de títulos mencionados es más que evidente que no hay grandes favoritos a llevarse la Concha de Oro, por lo que casi cualquier cosa puede suceder el sábado 24. Más claro parece ser el Premio del Público, cuyas votaciones se publican día a día en la revista del festival, y hasta ahora la líder es Argentina, 1985, de Santiago Mitre, que también compite en la sección Perlak. No será un galardón de la misma trascendencia, pero quizás el público de Donostia pueda darle a la película argentina sobre el Juicio a las Juntas el premio que se le negó en el Festival de Venecia.
SEGUIR LEYENDO