“Mirada”: fiesta, arte y reflexión del teatro iberoamericano

Finalizó en Brasil una nueva edición del Festival de Teatro que reúne innovadoras propuestas de América Latina, España y Portugal. Aquí, un recorrido por las propuestas más interesantes

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Desde Santos, Brasil. El Festival de Teatro MIRADA de América Latina, España y Portugal comenzó en la ciudad de Santos, Brasil, el pasado viernes 9 de septiembre. A lo largo de más de una semana de presentaciones ha traído espectáculos muy interesantes de Iberoamérica y algunas muestras sobre las tendencias de la escena latinoamericana.

Santos es una ciudad con playa, pero no comparable a las ciudades turísticas más conocidas de Brasil. Es la ciudad del Santos FC, el equipo de Pelé, cuyo presente no es necesariamente justo con esa historia. La zona costera tiene una arquitectura modernista muy propia de la década de la década del ‘70, una zona histórica colonial donde se ha ido conformando un pequeño circuito cultural, y en toda la ciudad se aprecia la presencia de azulejos como revestimiento de los frentes de casas o edificios. Desde los más artísticos de inspiración morisca hasta los simplemente lisos, estos azulejos dan cuenta de la herencia de la colonización portuguesa.

La recorrida por las calles también habla de política. Como ocurre por estos días, hace cuatro años durante la última edición presencial de MIRADA, faltaban pocas semanas para las elecciones presidenciales. En el espacio público, como en los escenarios, se notan cambios importantes. En aquel momento quien caminaba la ciudad apenas notaba que había una campaña política. Algunas pocas esquinas estaban ocupadas, casi siempre por militantes de Bolsonaro, hombres jóvenes muchas veces vestidos de fajina y luciendo su corpulencia. Las escasas intervenciones de otros grupos repartiendo volantes eran grupos personas que se desplazaban juntos. Nadie llevaba remeras identificatorias y menos aún desplegaban banderas. En estos días la sensación es absolutamente diferente. Si bien en los balcones se ven banderas de Brasil (el Bolsonarismo se apropió de ciertos símbolos como la bandera y la camiseta de la selección de futbol) en las calles se ven muchos jóvenes repartiendo volantes, muchas de ellas mujeres, portando grandes banderas partidarias y hablando con los transeúntes en busca del voto.

"La luna en el Amazonas" (Rolf Abderhalden)
"La luna en el Amazonas" (Rolf Abderhalden)

“Perdimos el miedo” me dijo Vitor, quien tenía puesta la camiseta de Brasil con el número 13, que es el de la lista que encabeza Lula como candidato. El día jueves al mediodía, en el enorme comedor del Sesc, entidad que organiza este festival y por donde circulan centenares de personas a diario, un hombre sacó una pequeña bandera con el rostro de Lula y la frase “Mi voto es secreto”. Gran parte de las personas que estaba allí almorzando aplaudieron y para luego estallar en un típico canto de acto político “oe, oe, oe, Lulá, Lulá”. Obviamente la candidatura del ex presidente ha repolitizado la vida cotidiana frente a una elección que, a pesar de las encuestas, nadie cree definida.

Otros cambios: la urgencia como marca en la escena local

Hace 4 años, cuando las obras que se presentaban habían comenzado su proceso de creación al menos un par de años antes, el teatro brasileño se permitía reflexionar sobre algunas cuentas pendientes en su historia: el proceso de colonización, la esclavitud, la identidad negra, el racismo y la identidad sexo genérica; el buen vivir, las culturas ancestrales, la cuestión ambiental y la situación de las regiones excluidas. Hoy, con obras pensadas durante el gobierno de Bolsonaro, la teatralidad reclama urgencia, habla de un presente inmediato, de la violencia política y policial, de la frustración de las personas jóvenes e incluso se animan a bucear en la relación entre el agro negocio y la industria cultural, como modo de construir hegemonía de parte de un sector dominante de la economía y la política brasileña.

Los problemas de la colonialidad y el racismo están presentes, pero desde la denuncia de lo que parece ser un presente que ya no da tiempo a la reflexión y que reclama un cambio inmediato. En esa dinámica algunas dramaturgias terminan siendo innecesariamente explícitas, explicativas y sobre abundantes. Esto no obsta que en la mayoría de los trabajos los dispositivos escénicos y el talento de las y los artistas haya sido una de las notas a destacar.

Foto: Rick Barneschi
Foto: Rick Barneschi

Con distintas miradas y abordajes la juventud es protagonista central de la mayoría de estas puestas: Cárcel o como las mujeres se convirtieron en búfalos habla de la violencia policial sobre los jóvenes negros y pobres, quienes son víctimas de la injusticia y de un sistema carcelario brutal; Erupción, el levantamiento aún no ha terminado relaciona los levantamientos de los jóvenes del presente –especialmente la toma de escuelas por parte de estudiantes paulistas- con los históricos levantamientos de líderes negros y de comunidades indígenas, o de trabajadoras semi esclavizadas en el siglo XX; Fiesta de inauguración, que parte de aquello que se esconde y se devela en cada capa de construcción o destrucción sobre la tierra, las casas, los edificios, imagina irónicamente infinitas inauguraciones de nuevas historias que no son sino una, la de olvido y silencios de las voces de las mayorías; en clave tradicional la puesta del clásico Un enemigo del pueblo se despliega en un tiempo de urgencia ambiental frente a un gobierno local que desprecia la importancia de la Amazonía para la vida humana y el respeto de las comunidades que están afincadas allí desde hace siglos.

En las tres primeras, especialmente, el talento de muchos jóvenes artistas se hace evidente. La presencia de diferentes disciplinas, danza, música, canto, actuación, incluso acrobacia, permite que los espectáculos se inscriban en esta teatralidad contemporánea, como algunos gustan de llamar. En la excelente obra Fiesta de inauguración los actores hacen un gran uso de los espacios no convencionales de un edificio del siglo XIX en un barrio colonial, para construir la dramaturgia como recorrido. Todo estos recursos muestran un enorme potencial en el teatro brasileño del presente. Tal vez la urgencia no haya permitido algunos ajustes dramatúrgicos, como en los casos de “Erupción” y “Cárcel”, pero esto no es, a todas luces, un gran problema.

"Un enemigo del pueblo" (Ronaldo Gutiérrez)
"Un enemigo del pueblo" (Ronaldo Gutiérrez)

El grupo “Teatro da vertigem” presentó un anticipo del trabajo que llevan en proceso en los últimos dos meses, Rodeo. Es un trabajo que surge de la investigación sobre el ambiente rural brasileño, especialmente en las regiones sudeste y centro-oeste. El rodeo brasileño, especialmente los más grandes, son espectáculos grandilocuentes vinculados a la tradición estadounidense, con animadores festivos, payasos, incontables desfiles de las fuerzas vivas, desfiles de animales, ropajes de colores vivos, todo con una dinámica casi televisiva. Muchos de estos encuentros, donde además se come, se bebe y se participa desde las tribunas, están sostenidos por las principales empresas del agro negocio, que están interviniendo fuertemente en las expresiones culturales. Desde estos eventos culturales construyen una imagen que permite despegarse de las críticas que reciben por el crecimiento de la devastación ambiental y la concentración de los recursos económicos. Incluso, como explicó el director del proyecto Antonio Araujo a Infobae Cultura, han llegado a transformar la tradicional música sertaneja, en el género agro sertanejo, con temas como “Agro es top”, “País del agro”, “El rey del agro”. Este género está comenzando a dominar los rodeos, con alabanzas a la producción agrícola concentrada, al éxito comercial y a la riqueza de las personas.

La conversación posterior con el público, sin embargo, generó un debate interesante sobre la relación entre los grupos de las grandes urbes y la cultura tradicional de los sectores rurales, enfocada en cómo el público de este sector pudiera verse reflejados en la propuesta artística y cómo podría traducirse en la creciente tensión política. ¿Es acaso el proyecto empático con el sujeto rural que se forma parte del público de esos rodeos? ¿Puede ser tomado como una burla hacia ellos? Ese debate instala también una mirada sobre las formas de “colonialidad” de las grandes urbes sobre las regiones rurales del interior de Brasil.

"País do agro", de Adson & Alana

Portugal, país invitado

Pocas cosas más acertadas para abrir un festival de teatro iberoamericano que una obra que se anime a poner en escena, de manera dialéctica y en primera persona, las tensiones entre el colonialismo en la historia y la colonialidad en el presente. En un trabajo por momentos desopilante y por momentos impúdicamente interpelador a un público de corte intelectual “progresista”, la compañía portuguesa Teatro Experimental de Porto y la chilena Teatro La María proponen pensar críticamente un problema a dos lados de los océanos y a dos lados de la historia.

A partir del viaje de Fernão de Magalhães (Hernando de Magallanes) y los 500 años del descubrimiento de estrecho que lleva su nombre, se plantea una mirada sobre la historia, no en tanto relato de hechos sino como forma de dar sentido a presentes: habitantes de territorios, instituciones, políticas públicas tanto en Chile como en Portugal (y a través de ambos en relación con España). Lo que fue colonialismo portugués (o lo que no fue) y las culpas a expiar, es en el presente lo que quedó y se reproduce en las actuales elites de ambos países. Todo contado con humor crítico, desopilante y corrosivo. Una línea secundaria se permite ironizar con la propia comunidad artística al mencionar lo que se debe o no decir para ganar fondos concursables europeos, esos que demandan corrección política.

Las presentaciones llegadas desde Portugal hablan de una variedad de registros estéticos y poéticos interesantes, donde se despliegan performance, danza, uso del registro audiovisual, del trabajo sonoro, del teatro de objetos o el formato clásico de texto (como ocurre con Orgía Pasolini una propuesta a la que tal vez hubiera necesitado otro tipo de intervención sobre un texto riquísimo del gran artista italiano pero que, para quien no conoce la estructura trágica de su obra y su propia vida, podría parecer un relato de violencia inusitada). Entre estos registros diversos una de las presentaciones Os filos do mal (Los hijos del mal) trae en formato de teatro documental, muy similar a los reconocidos trabajos de la argentina Lola Arias, la historia de hijas, nietas o bisnietas de cómplices u opositores a la larga dictadura depuesta por la Revolución de los claveles el 25 de abril de 1974. Las historias familiares, las sensaciones personales, los objetos, los exilios, las canciones, todas traídas desde la perspectiva personal aportan a construir un mosaico interesante sobre la historia reciente portuguesa.

"La caminata de los elefantes"  (Filipe Ferreira)
"La caminata de los elefantes" (Filipe Ferreira)

Entre las presentaciones más destacadas de la delegación lusitana en el Festival MIRADA estuvo A caminhada dos elefantes (La caminata de los elefantes) del grupo Formiga Atómica, un trabajo maravilloso sobre la vida, sobre la idea de la muerte, los finales, el devenir, los ciclos históricos. Si la inteligencia se encuentra con la belleza es imposible que algo salga mal en el arte. Esto pasa en esta obra de Inês Barahona y Miguel Fragata, quien además la interpreta. El texto se permite el uso de la primera persona para hablar al público infantil sobre la muerte (aunque los adultos también podemos hacernos cargo de las dudas y los temores que los niños pueden exhibir sin tanto pudor como nosotros).

Una manada de elefantes que el ambientalista sudafricano Lawrence Anthony había salvado, doce años después de aquel episodio, justo el día de su muerte, caminó hacia su casa y se quedó allí dos días enteros. La idea del largo ciclo de la historia, los ciclos vitales y el ciclo de las vidas particulares, además de la anécdota de la caminata, es contada a partir del teatro de objetos. La manipulación, el uso de las luces y las proyecciones, la construcción de un código interno sencillo y claro, además del humor y la complicidad con el público son centrales para que todos compartan el espíritu amoroso del trabajo. Otra vez el teatro que llaman infantil como para desmerecerlo, muestra que es teatro con mayúsculas y no merece ser minimizado.

Una producción atravesada por la pandemia

De las muchas presentaciones de los diferentes grupos que se presentaron en MIRADA hay una primera sensación que permite espiar a través de algunas puertas que parecen abrirse.

"Fuck me" (Diego Astarita)
"Fuck me" (Diego Astarita)

Varios espectáculos estrenados antes de la pandemia llegaron a MIRADA con una solidez dramatúrgica y expresiva que les permitió destacarse. Allí encontramos las argentinas La mujer que soy, un trabajo que desde la cercanía física del público genera una sentida cercanía personal y emocional, que aun queriendo juzgar obliga a la empatía con las mujeres que allí intentan convivir, y también a preguntarse ¿Cuánto puede el cuerpo enamorado?; Fuck me un desafío de danza contemporánea y performance sobre el cuerpo roto de una bailarina, para pensar desde el propio arte hasta dónde se puede exigir, cuánto es lo perfecto; Tijuana, una propuesta notable sobre el trabajo precario, la frontera, la desprotección, que fue construido minuciosamente por el grupo mexicano Lagartijas al sol; o la última autoficción del uruguayo Sergio Blanco, Cuando pases sobre mi tumba, que estrenada hace 3 años en Montevideo y con un gran recorrido internacional, es una pieza de relojería escénica sobre la tensión entre querer morir y proyectarse más allá de ese final.

Frente a ello nos encontramos con trabajos surgidos de manera virtual durante la pandemia, en un intento de mantenerse vivos por parte de las y los artistas, aprovechando o no las herramientas digitales; o iniciados en los últimos meses ya de manera presencial, y estrenados con esa misma potencia de la necesidad de actuar. Estos trabajos, como el mencionado Estrecho / Estreito o el más que interesante Fronteira / Frontera estrenado aquí por los grupos Teatro de los Andes (Bolivia) y Clowns de Shakespeare (Brasil) son muestras de una dinámica posible de integración de discursos, estéticas, estilos e idiomas, que pueden desarrollarse aun más en esta post pandemia, con los recursos aprendidos en este tiempo de encierro.

Hamlet
Hamlet

Este último trabajo sobre la idea de la frontera y la migración, propone una mirada donde lo personal de los artistas está entramado en la historia de la conformación de las fronteras y también de las nacionalidades, sobre la tensión entre mono nacionalidad y plurinacionalidad, entre Estado y territorio, entre identidad cultural e idiomática e identidad civil. Tal vez el problema, y ahí aparece la virtualidad y la emergencia para seguir actuando, es que las estéticas por momentos no logran mixturarse y aparecen dos espectáculos en uno, que no siempre están integrados, que por momentos se reiteran, que de lo festivo pasan a lo dramático sin demasiada transición. Esto no resta méritos a ambos dispositivos, ya la intervención en el espacio y con el público de Los clowns de Shakespeare, ya la tensión escénica y espacial, con la potencia escenográfica que acostumbra a desarrollar el Teatro de los Andes. Seguramente luego del estreno, casi sin ensayos, podrán encontrar la resolución a este encuentro que se siente maravilloso y productivo para ambos grupos. Tal vez estemos frente a una nueva manera de producir y una nueva forma de madurar los proyectos escénicos. No los sabemos, son apenas intuiciones que el tiempo confirmará o descartará.

Una mención aparte merecen las presentaciones de dos importantes grupo de Perú. A la ya destacada puesta de Hamlet del grupo Teatro La Plaza, protagonizada por artistas con síndrome de down, se sumó este viernes Discurso de promoción del colectivo más antiguo entre los presentes, el Grupo Cultural Yuyachkani. Su creador, el maestro Miguel Rubio es una de las personas más admiradas entre los muchos artistas aquí presentes. En este trabajo utilizan muchos de los recursos habituales en sus puestas, la música, lo festivo, las máscaras, la relación con el público, para reproducir un festejo escolar a propósito del bicentenario de la independencia peruana. La reflexión sobre el modo en que la misma es contada, como pudimos ver en Estrecho / Estreito de manera explícita o más lateralmente en Erupción, Fiesta de inauguración o la ecuatoriana Quimera, es traída para mostrar como este relato modela el orden, las elites, los excluidos y así le da sentido al presente. Lo festivo en Yuyachkani siempre trae la mirada crítica sobre nuestro andar. Y nos sirve como resumen, fiesta, arte y reflexión sobre nuestro estar siendo latinoamericano estuvieron presente en MIRADA. Esto no es poco como síntesis para contar lo que fueron 10 días a puro teatro.

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