Marisa Monte, una de las voces más trascendentes de la música popular del continente, llega a la Argentina para presentar su nuevo espectáculo Portas -así se titula su último disco, publicado en 2021, el primero con nuevas canciones en diez años. Este viernes en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires y el domingo 25 en el Teatro El Círculo de Rosario, la cantautora brasileña pondrá en escena un show audiovisual de alto impacto que Infobae Cultura presenció en Río de Janeiro, en mayo de este año. Las delicadas canciones se combinan con las obras de la artista de Porto Alegre Lúcia Koch (de la serie Fundos), proyectadas en una “caja” escénica, y el efecto visual potencia la sensación de profundidad que la música de Marisa Monte en sí misma, ya tiene. “Ponemos en escena una selección brasileña de artistas”, dice por videollamada desde Río de Janeiro.
La artista que sonríe en la pantalla es carioca por naturaleza, pero hace décadas que pasó a ser ciudadana del mundo e integra la lista VIP de los músicos brasileños globales (de Caetano Veloso y Gilberto Gil a sus 80 años a la estrella pop Anitta, de 29). Viene de girar por Europa en el verano boreal y a partir de estas fechas en Buenos Aires, seguirá por Montevideo, Santiago de Chile y una vuelta a su tierra, para una serie de shows en Río de Janeiro y un gran cierre en San Pablo, el 17 diciembre. Punto. Diciembre en Argentina, Brasil y buena parte del mundo será de fútbol, fútbol, fútbol con el mundial en sus tramos decisivos. Por eso el show de Marisa Monte que cerrará el “Tour Portas 2022″ se realizará el sábado 17 de diciembre en el gigantesco Parque Ibirapuera, el pulmón verde de la megalópolis paulista, como parte de Arena Brasileira, una programación especial que combina música en vivo y los partidos del mundial en pantalla gigante. Será en el día anterior a la final, que obviamente, todo Brasil espera que protagonice su seleção. La gloria o Devoto.
Antes de iniciar el diálogo con Infobae Cultura, en la previa de su viaje a Buenos Aires, la cantante y compositora de varias de las mejores canciones que Brasil dio al mundo en este siglo XXI, pide disculpas por el idioma de sus respuestas y aclara: “Después de que aprendí a hablar italiano, el español se convirtió en una confusión para mí. Y cuando trato de hablar español, sale italiano y es de terror. Yo hablaba un portuñol bueno que todos hablamos, pero ahora es una confusión. Prefiero hablar portugués, hablaré despacito prometo”, dice.
—¿Cómo ha resultado esta gira, teniendo que en cuenta que fue regreso a los escenarios para actuar delante del público? La pandemia había cortado con todo eso.
— Creo que estos shows tienen una carga emocional diferente, porque todos estuvimos encerrados en casa durante dos años. Mucha gente me ha dicho que era la primera vez que salía para ver un concierto. Vuelven la vida cultural y los encuentros... Noto alivio, saudades, alegría de volver un poco a la normalidad. Este reencuentro genera una sensación túnica, porque ha habido una interrupción y esto un regreso. Nunca había estado tanto tiempo en mi vida profesional, dos años, sin tocar en vivo. Entonces es también un reencuentro con mi propia historia y con la carga emocional que transmiten las canciones. Está siendo muy bonito. Creo que es un momento de expansión para todos, nuevamente. Es un momento de calentar las relaciones y de nutrir los corazones, las mentes con la poesía, con creatividad, con las imágenes, con la imaginación, con una existencia superiormente interesante a la vida cotidiana, tan dura, dolorosa y angustiosa que nos tocó vivir. Es un momento deseado por todos. Es un encuentro muy feliz entre la música y el público.
— El show, además del atractivo audiovisual, tiene un detalle simbólico que me pareció interesante. Los músicos de la banda, todos hombres, visten de negro y permanecen en discreto segundo plano del que eventualmente salen. Y al frente estás vos, sos la “jefa”. La imagen al menos sintoniza con un clima de época, donde la mujer ha dado un paso al frente en nuestros países ¿Lo ves así?
—He estado haciendo música durante 35 años, y debo decir que éste sigue siendo un medio mayoritariamente masculino y trabajo prácticamente solo con hombres. En la parte técnica, en los sellos discográficos, en las editoriales, en los estudios de grabación... Tal vez en la música clásica, quizás encuentres un poco más de presencia femenina, pero en la música popular es difícil tener opciones de instrumentistas mujeres. Entonces, las pocas opciones alternativas en mis giras siempre han sido para sumar mujeres en la producción, y especialmente en la producción ejecutiva. Y de alguna manera me siento muy bien, trabajando con hombres y con liderazgo femenina, de una manera muy horizontal en un tipo de intercambio muy respetuoso. Sí, me llevo muy bien con todos ellos. Y nos quedamos en el bus un mes entero, durmiendo juntos. Sé mucho sobre el universo masculino a través de mi trabajo y creo que de alguna manera eso es un feminismo la práctica, ¿sabes? Es un feminismo de igualdad y protagonismo, pero de una manera suave. No hay autoritarismo, se da un intercambio muy franco y honesto.
Y después están mis composiciones, mi visión del mundo. Mi voz es la voz de muchas mujeres. Ellas se identifican mucho. Lo habrás visto, en mi público el 60 % son mujeres y percibo esa energía. Soy una mujer que lidera a los hombres de una forma femenina. Sin querer ser brusca ni autoritaria, esas condiciones del “macho” tradicional que conocemos en nuestros países... Creo que los hombres que trabajan conmigo están muy evolucionados en esa percepción, son hombres piolas. En mi trabajo de la música vivo en un ambiente masculino, pero no machista. Es diferente. Creo que tengo una estructura de carrera artística muy distintiva: soy dueña de mi obra y esa es una autonomía muy valorada por las mujeres. Soy protagonista con suavidad, con delicadeza, con compañerismo. Tengo grandes compañeros músicos. Es feminismo en la práctica, no en la teoría. Lo vivimos.
— Las imágenes de la artista plástica Lúcia Koch ilustran las canciones en este show ¿Cómo se da esta relación y que te atrae especialmente de su obra?
—Siempre he buscado dialogar con las artes visuales. Si ves mi trabajo, las giras, hay muchas colaboraciones con importantes artistas visuales brasileños y esta vez en el disco, todo el lenguaje visual es de una mujer artista, Marcela Cantuária, una pintora increíble que desarrolló todas esas pinturas donde aparezco. Ella es una gran artista joven y para el espectáculo elegí a otra mujer, que es Lúcia Koch. Ella crea ambientes arquitectónicos en un juego de escala, con cajas, bolsas y fotografías. Trabaja con filtros de luz que tienen mucha incidencia. Pensé que su obra, que nos incluía dentro de un entorno limitado, y a través de las proyecciones, podíamos ampliar y abrir ese campo a la imaginación, al sueño. Prácticamente cada canción tiene un trabajo diferente, fotografías con mapeo en el escenario. Son puro sueño, naturaleza, todo lo que teníamos como recurso imaginario en ese momento de aislamiento para mejorar nuestra calidad existencial. En ese momento de soledad y miedo, pérdidas e incertidumbres, quise promover este diálogo entre el mundo interior y el mundo exterior, entre el aislamiento y la creatividad, con el arte como una puerta a la imaginación.
En escena, estamos encajonados pero con todo el sueño sucediendo adentro, en ese ambiente apartado y físicamente limitado. Siempre tenemos imaginación, siempre tenemos el sueño. Creo que el arte fue un recurso muy importante para todos en ese período, ¿verdad? La imaginación, la música, la literatura, lo fueron.
—Sos una artista global, has vivido en Estados Unidos, pero tus canciones y tu carrera en general están fuertemente ligados a tu país, Brasil, y tu idioma, el portugués ¿Por qué?
—Estoy buscando mi propósito de vida: envejecer y ser feliz. Nunca quise buscar lo más fácil. Nunca quise buscar lo más fácil. Creo que mis opciones de carrera o de vida nunca sucedieron en función de mi carrera. Al contrario, mi carrera estuvo contenida en mi vida. Fue encajando en los distintos momentos de vida, en las necesidades de mi alma. Estoy muy agradecida por lo que conquisté a través de mi música. Hablo muy bien portugués, esto está. Un portugués nato, eso creo que es lo mejor que tengo. Puedo cantar en español, ya lo hice. Ya canté en inglés, italiano y francés. Hablo esas lenguas, español menos... Pero nunca quise vivir afuera, cantar exclusivamente en otras lenguas. Nunca quise tomar esa elección de vida.
—¿Pero te habrán ofrecido muchas veces grabar en inglés, por ejemplo?
—Muchas veces, muchas veces. Pero nunca fue mi ambición, la mía es solo ser feliz y hacer lo mío. Carmen Miranda es un gran ejemplo para mí, porque es una artista que fue muy grande en Brasil. Cuando se fue, hizo una gran carrera en los Estados Unidos. Era la mujer mejor pagada de Hollywood en su época y era profundamente infeliz. Sin familia, no tuvo hijos... Tuvo un gran sacrificio personal y murió joven de corazón. Entonces, para mí, esto es un ejemplo de algo que nunca quise para mí. Siempre he querido las relaciones con mi familia, mi vida, mis amigos, mi ciudad, mi cultura, mi alma y las necesidades de mi alma. Siempre he orado mucho, no me dejes caer en la tentación, líbranos del mal ¿Entiendes? La tentación es muy grande y las ofertas han sido muy grandes. Pero siempre logré mantener el rumbo y estoy muy agradecida por lo que logré a mi manera. Preservé mis relaciones afectivas con mis hijos, con mi familia. Tengo una estabilidad emocional que para mí es más importante que nada. La vida es una y nadie se alegrará por mí, no haré feliz a nadie, si yo no soy feliz. Entonces necesito ser un artista que, en la vida, reparta alegría a la gente. Así es como siempre lo entendí. Y nunca tuve esta ambición de ser famoso en todo el mundo. Creo que es genial poder caminar por la calle en Buenos Aires y no ser reconocido, porque no tengo la vanidad personal para ser famoso.
* Marisa Monte se presentará en Buenos Aires, el viernes 23 en el Teatro Gran Rex, y en Rosario, el domingo 25 de septiembre en el Teatro El Círculo. Más información: “Tour Portas 2022″.
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