Julio Chávez estrenó este jueves su ópera prima Cuando la miro, un filme que escribió y protagoniza junto a Marilú Marini visitando hondamente el lazo entre un hijo y su madre en la que define como “una película de vínculo y de texto”.
Con el peso de la historia puesto en Javier (el artista plástico que encarna) y la decisión de este de filmar a su madre, Elena (Marini), a quien indaga acerca de su vida y la relación entre ambos, Chávez indica que “el libro, el lenguaje y la película en sí pide dos artesanos en un sentido de algo, de coser un asunto con un hilo casi invisible”.
Para el reconocido intérprete y dramaturgo que en el filme además exhibe su faceta como artista plástico con la profusa obra que creó a partir de su personaje, asegura que lo que quiso contar con el largometraje “es la experiencia profunda, compleja y en un punto que no se deja aprehender, de lo que es la observación cuando uno realmente decide mirar sin más interés que dejar un registro y que eso se manifieste”.
“Los vínculos profundos contienen un aparente conocimiento y donde uno tiene en su poder el misterio de lo que la otra persona es, pero cuando decidís mirar no se te manifiesta solamente en lo que conocés. Y ni qué hablar si nos miramos a nosotros mismos cuando supuestamente nos conocemos más que nadie”, reflexiona el artista.
Sobre ese entramado sutil y hondo a la vez se despliega Cuando la miro, a partir de un guion que su mentor urdió junto a Camila Mansilla y con el que comenzó esta aventura de dar un paso hacia la dirección cinematográfica.
“A esta altura ya debería estar pensando qué voy a hacer cuando me jubile y, sin embargo, estoy estrenando mi ópera prima, tengo un nuevo interés e inauguro un camino que ya sabré cuántos kilómetros tiene. Agradezco poder ser principiante de algo pero pudiendo utilizar tantos años de vida, teniendo la edad que tengo”, desliza el artista, de 66 años.
En el mismo sentido, el intérprete que en el medio brilló en títulos como La parte del león, Un oso rojo, El Custodio, El Otro y El Pampero, abunda: “Después de tanta lucha, de tanto enojo y de tanta pelea con el mundo, disfruto de poder tener la serenidad de mirar. Si no tuviera la doma no hubiese podido asumir el rol fundamental de Javier, que es mirar y mirar, y eso para un actor, para una actriz, es muy difícil”.
El lanzamiento del largometraje coincide con un presente teatral, ya que protagoniza y dirige una tercera versión en 15 años del unipersonal Yo soy mi propia mujer, laureada obra escrita por Doug Wright, en una versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino que los viernes, sábados y domingos sube a escena en el Metropolitan porteño.
Tras el estreno formal de Cuando la miro en cines locales, la película viajará a festivales internacionales, como el de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (del 22 al 29 de octubre) y el del Cinema Ibero-Latino Americano di Trieste (del 12 al 20 de noviembre) adonde será acompañada por Chávez.
—¿Con qué expectativas llegás al estreno de tu debut en el cine y a ese panorama de críticas y festivales que se abren en el horizonte?
—Tengo una sensación muy particular de querer acompañar la película como autor, como actor y, sobre todo, como director. Y ahí empiezo a desear para este hijo lo mejor de lo mejor de lo mejor, pero es importante tomar conciencia del tipo de criatura que decidiste construir, porque la ambición debe estar construida con la misma mente con que se construyó la película y que funcione con el mismo criterio con el que fue hecha.
Por otro lado, siento que todo eso es aprendizaje, y me preparo también para lo que venga. Sin por supuesto querer compararme con Luis Buñuel, hay una anécdota de cuando estrenó Un perro andaluz y fue al cine con los bolsillos llenos de piedras para defenderse de cuando lo defenestraran, pero lo aplaudieron, y él escribe que el problema es que no sabía entonces qué hacer con las piedras. Me gusta esta anécdota, mucho.
—Decías que Cuando la miro es una película de vínculo y de texto. También es una película de actores y tal vez le diste a Marilú Marini su demorada gran actuación en cine…
—Cuando la miro es una película que pide dos artesanos en un sentido de algo, de coser un asunto con un hilo casi invisible, tal como el libro y el lenguaje lo piden. Y para ello mi primera opción fue Marilú por physique du role y por el vínculo que ella tiene con el público que resuena un poco como alguien cercano-lejano, propio y ajeno, misterioso. Y eso lo necesitaba el rol de Elena. Que la actriz pudiese construir lo que ella pudiera contener como objeto.
—Así como la opción de dirigir apareció en pandemia, ¿alguna vez pensaste en no ser el protagonista del filme?
—Jamás. Para mí Javier iba a ser yo y no hubiera aceptado que otro coma del plato ese, de ese postre (risas).
—El hecho de que Javier sea artista plástico y algunas de sus elecciones de vida tengan que ver con tu propio camino ¿fue de alguna manera una necesidad personal?
—No, es una necesidad artística, un ejercicio artístico, que lo que se entiende como personal sea sublimado desde lo artístico. Digamos que es un ejercicio artístico sobre algunas penas de la vida, que son –como dice el título de un libro, por Una pena observada, de Lewis Clive Staples– “penas observadas” y son construidas porque tengo el ejercicio del arte para conmigo. Pero además diría que no tengo necesidades personales, porque todo lo personal que vivo está atravesado por una manera de pensarlo y de transitarlo.
—Pero sí es central que el protagonista sea artista plástico como lo sos vos…
—Totalmente. Y el gusto que me he dado en construir la obra pictórica de Javier, que fue un ejercicio extraordinario. Es una producción que hice en la película y la construí para la película a partir de esos muñequitos mirantes que están mirando obras de arte. Es muy necesaria la posibilidad de decir, idealizar y construir, y eso me dio la posibilidad de contar con muchas maneras de pensar sobre un asunto.
—¿Tenés reparos con que a partir de también ser director de cine ya no te llamen para actuar en películas?
—Lo que espero es que no me ubique en un lugar de persona intratable y ese es un riesgo que conozco. Los espacios de legitimación son un tema y yo saqué entradas para varios lugares porque soy autor de teatro, soy artista plástico, soy actor, soy director. Y me encanta poder cubrir esos roles por separado o juntos o como venga pero no pienso hacer ningún tipo de selección estricta y espero que tampoco la haga al medio. De todos modos son decisiones y riesgos y eso arma la historia y será la historia de mi vida y listo, y está muy bien.
Fuente: Télam S. E.
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