“Viridiana”, un clásico irreverente de Luis Buñuel que se burló del franquismo y la Iglesia

Uno de los más grandes cineastas del siglo XX concibió, en su exilio mexicano, una comedia aparentemente ingenua que en verdad ridiculizaba la dictadura española y, oh sorpresa, se llevó el premio mayor en Cannes. La película integra un ciclo en desarrollo en el Malba

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Foto: Película 'Viridiana' de Luis Buñuel
Foto: Película 'Viridiana' de Luis Buñuel

A todas luces, una idea loca. Así le deben haber advertido los amigos a Luis Buñuel cuando les dijo: “Quiero filmar una película en España, un film disruptivo, que dé vuelta la moral y los valores cristianos y, ya que estamos, gane la Palma de Oro en Cannes”. Ante la mirada absorta de todos, debe haber agregado: “¡Joder!”. Es que, todos sabrán, Buñuel, uno de los más grandes cineastas del siglo XX, era español. Y había decidido filmar Viridiana, uno de los clásicos del siglo XX y que se proyecta en el ciclo de cine inaugurado en el Malba durante septiembre entre otros films del director.

Sin embargo, hacía décadas que vivía en México, exiliado de su tierra por republicano, por izquierdista, por ateo y por surrealista. Pero la guerra civil la habían ganado las tropas así llamadas “nacionales” con Francisco Franco a la cabeza, un general fascistizante que había arrasado Guernica con la ayuda de los bombarderos de Hitler, el jefe nazi del Tercer Reich. Con el triunfo de Franco, elevado a la categoría de “generalísimo”, había comenzado una época de fusilamientos, desapariciones, oscurantismo católico y un régimen que gobernaba para los ricos de siempre.

Luis Buñuel desde muy joven había sido un protagonista de las vanguardias, nacionales como la ultraísta en España (Borges había sido ultraísta durante su estancia ibérica) y, luego, surrealista en París. Pero surrealista lo que se dice surrealista. Había filmado las cintas emblemáticas y fundacionales Un perro andaluz (en colaboración en el guión con Salvador Dalí y cuya imagen de una mano sosteniendo una navaja que disecciona un ojo abierto sigue siendo una de las grandes escenas del cine) y La edad de oro. Eran las primeras manifestaciones irreprochables de surrealidad, tal como demandaban André Breton y su grupo surrealista. La aprobación de Breton implicaba algo así como la norma IRAM 9000 del movimiento.

Pero la guerra llegó, luego terminó, se produjo el exilio.

Luis Buñuel
Luis Buñuel

Tuvo un breve paso por los Estados Unidos, Hollywood y Nueva York, antes de ser contratado por los estudios mexicanos para que dirigiera películas. Películas industriales, al principio de esos tiempos, en los que llegó a ser director de la argentina Libertad Lamarque en Gran Casino. Ciertamente, no son las películas disruptivas que había concebido siendo muy joven las que filmaba en México, pero hasta en aquellas dirigidas a un público popular aparecían detalles, marcas de agua se diría, de la firma de Buñuel en ese cine.

Ya en 1950 filmó la gran Los olvidados, sobre el bajo mundo de las calles mexicanas y que respondía a un cine que no temía que la realidad confronte con el poder. Ganó el premio al mejor director en Cannes. En 1958 dirigió Nazarín, que también ganó en Cannes. Entonces en 1961 pasó Viridiana.

Buñuel había decidido regresar a España, aún si gobernaba el “generalísimo”. Y filmar una película. Dejó en manos de los productores españoles que presentaran el guion a la censura, donde tallaban fino curas católicos autodenominados cinéfilos.

El film contaría la historia de Viridiana, una novicia que, antes de consagrar sus votos, es requerida por su rico millonario para que lo visite. Una vez allí, les suceden desgracias que requieren la llegada de Jorge, el primo de Viridiana, junto a unos indigentes a quienes la novicia decide tomar a su cargo, tan bondadosa y eclesial, ella. El argumento del film de Buñuel constituía una franca fábula religiosa, como esas que enseña el Evangelio. Fue aprobada. Todos contentos.

Tres posters de "Viridiana"
Tres posters de "Viridiana"

La increíble aventura de Buñuel comenzaría entonces.

La actriz protagonista sería Silvia Pinal, una mexicana de una belleza beatífica y de quien las cámaras se enamoraban por completo, casi tanto como cualquiera que anduviera por un set que ella también ocupara. Buñuel estaba enamorado, platónicamente, de Pinal -es legendaria la fidelidad y amor que mantuvo con su esposa de siempre. En tanto, Pinal era la novia de Gustavo Alatriste, un empresario maderero, burgués recién llegado, etcétera, que había conquistado a la actriz. Cuando Buñuel le preguntó a Pinal por qué un burgués de la madera aceptaría producir (es decir, brindar los fondos monetarios a la causa cinematográfica), ella contestó: “Es que él me ama”. Se debe convenir en que se trata de una buena razón.

Aprobado el proyecto, Buñuel viajó a su pueblo para ver a su madre, pero después de la guerra, los muertos, el exilio de su hijo, el Alzheimer, había puesto a dos personas irreconocibles frente a frente. Buñuel debía rodar.

Fernando Rey sería el tío que invita a Viridiana, pero la encuentra tan bella y tan parecida a su fallecida esposa que el deseo lo mueve violentamente. Su fantasía es violarla, pero no se atreve. Sin embargo, cuando Viridiana anuncia el regreso al convento, el tío le revela, falsamente, que ya no puede ser monja, ya que él mismo la había poseído mientras dormía. Viridiana parte, pero el hombre se suicida. Ella regresa, con culpa por el desenlace de la situación, y para redimirse y a su tío, abre las puertas de la residencia a mendigos y olvidados de dios de toda laya. Bueno, la que arman. ¡La que arman! Blasfemo es poco. Mientras tanto, se dan los modos para representar La Última Cena cual si Jesucristo estuviera allí. Mientras tanto llega Francisco Rabal para darle un giro a la situación.

Tableau vivant de 'La última cena' en Viridiana, de Luis Buñuel
Tableau vivant de 'La última cena' en Viridiana, de Luis Buñuel

Ahora, los pícaros de Buñuel y sus productores mostraron una copia de trabajo a la censura franquista, que aprobó, luego de decidir que no era tan buena como para ir a Cannes.

¿Quién aparece entonces? Pues un torero, ni más ni menos. Domingo Dominguín, leyenda de España, amante de Ava Gardner, aventurero de la noche sin fin y padre del cantante Miguel Bosé. Todo el mundo parte para Francia, mientras Dominguín lleva en el baúl la única copia finalizada del film, que llegará a tiempo a Cannes.

Mientras es proyectada, Buñuel no está entre las butacas, sino en un departamento, encerrado. Escuchando la radio. Que anuncia la Palma de Oro (compartida) para Viridiana. ¿Y ahora qué hacer? Entre Juan Antonio Bardem (conocido comunista) y Dominguín convencen a Muñoz Fontán, director nacional de Cinematografía, de aceptar la Palma en nombre de España. Pobre Muñoz Fontán, ¡para qué!

Luis Buñuel y Silvia Pinal en el rodaje de "Viridiana"
Luis Buñuel y Silvia Pinal en el rodaje de "Viridiana"

Todo estaba incendiado. L’ Osservatore Romano demandaba excomulgar al director y productores y elenco de la blasfema película. Franco despidió al pobre Muñoz. Silvia Pinal y Gustavo Alatriste viajaron a México con la copia final, única, del film, mientras en España cada copia era incinerada y prohibida hasta 1977, luego de la muerte del generalísimo.

Pidió ingresar al país donde había nacido y que lo había expulsado. Lo logró. Fue a visitar a su madre, pero ya con Alzheimer no lo reconoció. Claro, ya las autoridades hispánicas de la censura habían recibido su proyecto de manos de los productores españoles.

Suele ser común que se exhiban los making off de las películas. Uno sobre Viridiana debería llamarse: “El making off más loco del mundo (de una película gigante)”. Es una idea para una productora, eh. Mientras tanto, no se pierdan de ver en pantalla grande Viridiana en el Malba.

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