La belleza de la semana: “Los lisiados de la guerra”, de Otto Dix

Exponente de la Nueva Objetividad, un estilo derivado del expresionismo alemán, el pintor padeció la censura del regimen nazi. Sus pinturas sobre las secuelas de la Primera Guerra Mundial y sus figuras bohemias de la Berlín de entreguerras son el testimonio de una época

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“Los lisiados de la guerra” (1920), de Otto Dix, se presume que fue destruido por los nazis
“Los lisiados de la guerra” (1920), de Otto Dix, se presume que fue destruido por los nazis

Testigo del periodo más convulsionado de la historia moderna de Alemania, aquel que va desde la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda y la división del país tras su derrota, el artista alemán Wilhelm Heinrich Otto Dix (1891-1969) plasmó en sus pinturas y grabados la agitación de su tiempo con un interés particular por los ambientes oscuros y los tipos humanos que emergen de ellos. Sobre las figuras humanas angustiadas y explotadas que caracterizan sus cuadros de entreguerra, el pintor, grabadista y acuarelista señaló alguna vez que para conocer a los hombres hay que poder verlos en estado de desenfreno.

Dix alcanzó esa mirada en la Primera Guerra Mundial, en la que combatió de principio a fin como artillero. Se había alistado con entusiasmo, abrazando las ideas de Nietzsche, pero muy pronto las esperanzas de renovación a través de la destrucción infundidas por su lectura del filósofo se desvanecieron. La experiencia que vivió en las trincheras, la horrible brutalidad del frente de batalla, donde fue herido varias veces, le devolvieron una visión mordaz de la humanidad.

Apenas terminada la guerra, Dix retomó sus estudios en la Escuela de Dresde, cuna del expresionismo alemán. En 1919 fundó el Grupo Secesionista de Dresde, de similar orientación, aunque su propio arte y el de otros colegas como George Grosz pronto daría nacimiento a un estilo que se conoce como Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit). Observadores atentos de la decadencia y la desigualdad social subyacente de la sociedad alemana de posguerra, estos pintores intentaron bajar a tierra los ideales abstractos y espirituales del expresionismo para retratar las secuelas y la miseria social derivada de la crisis económica durante la República de Weimar, además de caracterizar el giro de las actitudes públicas hacia lo práctico y funcional.

Selbstbildnis mit Staffelei (Autorretrato con caballere, 1926)
Selbstbildnis mit Staffelei (Autorretrato con caballere, 1926)

En Los lisiados de la guerra, Dix demuestra su capacidad para observar el mundo con un ojo clínico y registrar su miseria y dolor con una precisión sin reservas. El contundente realismo del cuadro es a la vez acompañado por una estética grotesca y exagerada, que convierte a sus figuras en meras caricaturas. Dependientes de prótesis, bastones y muletas, estos veteranos se han mecanizado tanto como la guerra que se cobró su carne. Sin embargo, aun cuando describe los trágicos resultados del conflicto, Dix impregna la obra de un humor cáustico: los veteranos pasan por delante de un zapatero (identificado por la bota en el escaparate y la palabra Schuhmacherei), un servicio del que, gracias a la guerra, ahora tienen una necesidad limitada.

La retórica alemana de entreguerras se aferró a la idea de que Alemania, a pesar de sus graves pérdidas y lesiones, seguía siendo el país glorioso que había sido antes de la Primera Guerra Mundial. Contra esa creencia, Dix utiliza la sátira social para representar a estos soldados heridos en Los lisiados de la guerra como símbolo de la desintegración y la desilusión engendradas por la guerra y a la vez como metáfora de los peligros del orgullo nacional del país. La composición de las figuras recuerda también a los frisos de la antigua Grecia, acaso como un llamado a la reflexión sobre las diferencias entre los héroes clásicos y los héroes modernos.

"Los lisiados de la guerra" (1920), grabado (MoMA)
"Los lisiados de la guerra" (1920), grabado (MoMA)

Los lisiados de la guerra fue expuesto en la Primera Feria Internacional Dadá de Berlín en 1920, donde se libró de la polémica debido a que junto a él se exponían otras obras más controvertidas. El cuadro terminaría desapareciendo poco después de que el regimen nazi lo mostrara como parte de la Exposición de Arte Degenerado de 1937, con la intención de ridiculizar las expresiones artísticas de vanguardia. No extraña que su mirada perturbadora fuera incómoda y ofensiva para el nazismo, que aspiraba a un arte grandilocuente. En 1933 había sido despojado de sus honores como veterano de guerra y de su puesto de profesor universitario. También se confiscaron 260 obras suyas de las colecciones públicas, algunas de las cuales fueron destruidas.

El cuadro nos llega hoy a través de una versión en grabado de punta seca alojada en el MoMA de Nueva York y de una reproducción fotográfica del cuadro que circula por internet. Poco se sabe en realidad sobre su paleta de colores, pero se puede notar el trazo preciso que acentúa la angulosidad de las figuras y sus movimientos mecánicos. Además, el artista creó un espacio lleno de figuras y formas intrínsecamente planas, que recuerdan los decorados de la película El gabinete del Dr. Caligari, del mismo año.

Jugadores de cartas (En Die Skatspieler) (1920)
Jugadores de cartas (En Die Skatspieler) (1920)

Los lisiados de la guerra integraba una serie de pinturas del mismo nombre, de la que también es parte Jugadores de cartas (En Die Skatspieler), donde representa a tres veteranos con rasgos muy distorsionados que resaltan sus cuerpos dañados por la guerra. Los rostros deformados y sus miembros amputados y protésicos son puestos en primer plano, enmarcados por periódicos y naipes. Estos ex soldados desfigurados aparecen como composiciones de carne humana y partes del cuerpo artificiales, mostrando el precio devastador de la guerra. Más o menos por la misma época, Dix desarrolló un ciclo de 50 grabados y aguafuertes sobre la guerra en el que se advierte la influencia del maestro gótico y precursor del expresionismo, Matthias Grünewald (1470-1528).

Dix también es reconocido por sus retratos de artistas y personajes de la bohemia cultural alemana, además de sus característicos retratos de prostitutas y femme fatales de la noche berlinesa. Su visión de estas figuras nocturnas tuvo tanto éxito en la década de los años veinte que enseguida hubo diversos profesionales de la clase media y mecenas de las artes que quisieron ser retratados por el artista a cambio de una generosa suma. En todos los casos, hay en sus retratos cierto efecto satírico, producto de la propia percepción del artista: “Tenía la sensación de que había una dimensión de la realidad que no se había tratado en el arte: la dimensión de la fealdad”, declaró.

"Retrato de la periodista Sylvia von Harden" (1926)
"Retrato de la periodista Sylvia von Harden" (1926)

A diferencia de la belleza, la fealdad para Dix sugería verdades ocultas sobre la vida. Sin embargo, en sus propias manos esta resulta seductora. Dix desarrolló una técnica que imitaba a los antiguos maestros que admiraba. Inspirado por la obra de Durero, Lucas Cranach y Hans Baldung Grien, comenzó a pintar en capas siguiendo un método desarrollado en el siglo XVI. Prefería los paneles de madera como soporte y utilizaba múltiples capas de esmalte. Además, incorporó la alegoría, los temas bíblicos y favoreció el tríptico como formato por sus asociaciones religiosas. Todas estas innovaciones hicieron de Dix una figura única a mediados de la década del veinte.

Tras perder su puesto de profesor, su familia luchó por sobrevivir. Se trasladaron al lago de Constanza, donde Dix pudo trabajar con cierta serenidad en medio del tumulto de esos años. Entre 1936 y 1945, se dedicó a la pintura de paisaje y a las obras con temas alegóricos, deslizando una crítica sutil al regimen nazi.

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