Brutal e impiadoso, el trabajo en el mundo de las altas finanzas es un material fascinante para el cine y las series de televisión. A lo largo de la historia se han hecho muchas ficciones con sus problemas y tensiones, con ejemplares clásicos como Wall Street o recientes pero ya célebres como La gran apuesta o El lobo de Wall Street, en cine. En series hay ejemplos actuales, como Succession o Billions, que han mostrado los costados más oscuros de las grandes empresas y sus manejos, tanto económicos como humanos. Sin embargo, Industry presenta un ángulo relativamente diferente, una puerta de entrada y un tono que son inusuales para este tipo de retratos. Uno que, si se quiere, tiene más cosas en común con el mundo de Psicópata americano.
No, no hay asesinos seriales –al menos, no por ahora– en este show británico creado por Mickey Down y Konrad Kay, dos ex empleados de un banco de inversión inglés con una muy breve carrera en el mundo del cine. Pero sus protagonistas son tan ambiciosos, crueles y despiadados que bien podrían asesinar a alguien en pos de conseguir sus objetivos. A su modo, lo han hecho, ya que algunas de sus decisiones y presiones han matado –y no es solo una metáfora– a algunos colegas y rivales. Como si quisieran exorcizar los demonios de sus respectivos fracasos en el mundo de las finanzas, Down y Kay encontraron en Industry una forma de ficcionalizar experiencias que se sienten muy reales. Acaso, demasiado reales.
“La propuesta puede no parecer demasiado cinematográfica –explicaba Kay a The Playlist–. Es, en cierta medida, ver a gente sentada frente a monitores y hablando por teléfono. Pero si vas más allá de eso, con lo que te encontrás es con personajes con distintos niveles de poder, una micropolítica de relaciones que puede ser de maestro/aprendiz, de rivalidad o de traición. Es algo muy útil para el drama porque los personajes e incluso los jefes pretenden que no hay jerarquías, pero sí están y dominan la manera en la que la gente interactúa entre sí. Es un show sobre la naturaleza transaccional de las relaciones en el lugar de trabajo y esas líneas borrosas que existen entre colegas y amigos”.
Industry, que ya promedia su segunda temporada en HBO y HBO Max, toma el universo, la tensión y los nervios implícitos en el trabajo cotidiano en un banco que maneja cifras millonarias, y lo muestra a través de la mirada de un grupo de jóvenes que ingresan al lugar (la ficcional compañía se llama Pierpoint & Co.) como pasantes. Y su primera temporada estuvo dedicada a ver cuáles de ellos lograban traspasar esa frontera, quiénes tenían las cualidades, la ambición y los contactos como para ingresar formalmente a la empresa como jóvenes brokers. No todos lo harán y la segunda temporada estará centrada en los que, dentro o fuera de las paredes de la empresa, lograron sobrevivir a este demandante e intenso universo.
La serie tiene una particularidad que la hace única. Se ocupa de una manera tan técnica de los negocios de Pierpoint que puede alienar al que no tenga experiencia en la materia o un título universitario en Ciencias Económicas. Pero al combinarlo con las ambiciones, los problemas personales y las relaciones entre los personajes, si bien uno puede perderse en medio de términos incomprensibles, siempre sabe qué es lo que está en juego. Es que el centro real de Industry no pasa por los millones de dólares que cambian de mano sino en lo que cada uno de los protagonistas hace al respecto y cómo eso se refleja en su vida.
“Siempre trabajamos con la idea de que el público es mucho más inteligente de lo que se cree –explica Down–. Pero dicho eso, la mayor parte del léxico que se usa suena como si fuese un idioma diferente. Sin embargo, incluso si no se entiende del todo la jerga, igualmente se pueden captar las acciones generales y el contexto que hacen que tal o cual situación sea complicada de resolver. Si tenemos suerte, la gente no se perderá demasiado”.
El otro eje de la serie es mostrar cómo este grupo de jóvenes, y algunos de sus jefes y clientes, viven por fuera de las paredes de la empresa. Es un tipo de trabajo que nunca realmente acaba y para Harper, Yasmin, Rob, Gus y los otros, esas presiones se mezclan con una vida privada plagada de excesos de todo tipo que muchas veces interfieren (para bien o para mal) en su órbita laboral. Sexo por conveniencia, acosos de todo tipo, drogas en cantidades industriales y un recorrido por los mejores restaurantes, bares, fiestas y lujosas casas londinenses son parte importante en sus vidas. Algo que parece ser un respiro de su estrés cotidiano, pero en el fondo no lo es. Es parte integral de su trabajo y olvidarlo puede ser un error fatal.
La segunda temporada arranca después de un año de literal “distancia social” durante el cual todos siguieron trabajando desde sus casas y, en el caso de Harper Stern (Myha’la Herrold), desde un hotel. Sin hablar demasiado del tema, la temporada se hace cargo de las consecuencias del COVID-19, tanto desde lo humano como desde lo empresarial, ya que Pierpoint no pasa por su mejor momento y a muchos empleados les cuesta bastante volver a compartir el espacio de la oficina. La “novedad” de la temporada es la aparición de Jesse Bloom (Jay Duplass), un billonario dueño de un fondo de inversión que conoce a Harper casualmente en el hotel en el que ambos se están quedando, y le presenta una posible alternativa laboral. Eso derivará en un conflicto de fidelidades con su empresa y, más específicamente, con su mentor allí.
Harper es una chica afroamericana que llega a Inglaterra desde los Estados Unidos y esconde –cual Don Draper, el protagonista de Mad Men– algunos secretos y mentiras respecto a su pasado. Pero su ambición es tan grande como su deseo de sobrevivir en ese mundo lleno de jóvenes británicos de clase alta educados en las mejores universidades, un universo totalmente diferente al suyo. Y para hacerlo no le queda otra que ponerse “a su altura”, en el peor sentido de la palabra. Y eso la transforma en algo bastante parecido a una criatura depredadora, capaz de las traiciones más impensadas, pero también de ataques de pánico que pueden incapacitarla.
Su “mejor enemiga”, con la que tiene una tensa relación que pasa por muy cambiantes etapas a lo largo de las dos temporadas, es Yasmin Kara-Hanani (Marisa Abela), heredera de una fortuna familiar, una chica en apariencia muy confiada en sí misma que habla varios idiomas y que sabe manipular muy bien tanto a sus jefes como a sus clientes, muchas veces a través de la seducción y el sexo. Pero en algún momento de esta temporada, a partir de algunas decisiones que toma, su confianza se quebrará. Y ese es un poco el recorrido que deberá hacer, uno que implica lidiar también con sus propios privilegios. “Ella pasó toda la pandemia en casas de verano de familias ricas, consumiendo drogas y comprándose cosas online, completamente alejada de lo que pasaba –explica Kay a The Daily Beast–. Y su vuelta a la realidad laboral es más compleja de lo que pensaba”.
Otra figura importante en la vida de Harper –y de creciente peso en la segunda temporada– es Eric Tao (Ken Leung), un veterano “vendedor” de Pierpoint, jefe y mentor de muchos recién llegados. Eric conecta muy bien con Harper ya que tampoco viene de la aristocracia o la clase alta británica sino que es un inmigrante, un self made man que comparte la manera agresiva en la que la chica se conduce profesionalmente y hasta la empuja a ser cada vez más despiadada. Pero esto, previsiblemente, en algún momento se le puede venir en contra.
Se sabe, muchas veces los alumnos pueden terminar compitiendo mano a mano –o acaso superando– a sus maestros. “Eric es un tipo endurecido que, tras 30 años en el negocio, descubre a esta persona a la que moldea, pero con la que tiene una relación tempestuosa –explica Down a TVLine–. Es como un viejo cowboy que todavía no está listo para colgar su sombrero y ella es la joven pistolera que avanza gracias a él, pero con quien en algún momento tendrá que chocar”.
Si Industry no alcanzó la popularidad de, por ejemplo, Succession, es porque aquella serie se permite un tono un tanto más cómico, con personajes que, aún con sus privilegios y crueldades, nos terminan cayendo bastante simpáticos. Eso es más difícil aquí, es una de sus barreras más infranqueables. Harper y Yasmin pueden ser muy buenas en lo que hacen –cada una con su estilo–, pero la manera brusca y egoísta en la que se conducen genera distancia con los espectadores. Es cierto que la propia cultura en la que se insertan –y el hecho de ser mujeres en un mundo machista– las lleva a tener que recurrir a todo lo que tienen a su alcance, incluyendo su propio cuerpo, para ser tenidas en cuenta. Y eso las lleva a ser igual de tóxicas en sus comportamientos que sus pares masculinos. “Mucha gente nos dijo tras la primera temporada que era difícil empatizar con los personajes –comenta Kay– y eso es cierto. La segunda tratamos de hacerla más profunda y subjetiva para que aún cuando no compartas sus motivaciones al menos puedas entenderlas”.
La serie, especialmente la segunda temporada, tiene el ritmo y la tensión de un thriller, con algunos de sus negocios hechos contrarreloj (ver sino los que cierran el segundo y tercer episodio) narrados como si fueran escenas de acción o persecuciones automovilísticas. Y si la primera temporada sirvió para presentar a los personajes y al insular mundo en el que se mueven, ahora Industry se permite manejarse como una serie de suspenso, aunque con compra y venta de empresas funcionando como una moderna forma de las artes marciales, de esas que colocan patadas en zonas inesperadas que dejan a los rivales atontados o directamente fuera de combate.
“Hubo muchos cambios entre las dos temporadas –explica Down–. En la primera no teníamos tanta experiencia con Konrad en escribir ocho horas de televisión y nos faltaba un motor en la historia que la hiciera avanzar. Era mucho ambiente y la trama recién arrancaba en el quinto episodio. Ahora tenemos en el equipo a guionistas más experimentados con los que logramos una estructura con más impacto, sin perder por eso el realismo del mundo bancario que queremos mostrar. La diferencia es que ahora todas esas negociaciones están mejor ensambladas con las vidas personales de los protagonistas. Y cada episodio tiene un clímax en sí mismo que, si tenemos suerte, generará un gran impacto en los espectadores”.
Los nuevos capítulos de la segunda temporada de Industry se estrenan los lunes por la noche por HBO y la plataforma HBO Max.
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