Olivier Messiaen tenía 32 años cuando fue capturado por los alemanes. Era soldado en la batalla en que los nazis vencieron a las tropas francesas y anexaron el territorio. Lo apresaron en Verdún y lo deportaron al campo de concentración “Stammlager 8A”, en Görlitz, Alemania. Messiaen era músico —era organista en la Iglesia de la Santa Trinidad— y en ese campo compuso una obra vanguardista con los instrumentos que tenía disponibles: piano, violín, violonchelo y clarinete.
En 1941, en un hecho que se conoció como el milagro de Stammlager, Messiaen estrenó el “Cuarteto para el fin del tiempo” ante 5.000 personas, un público conformado por reclusos y guardias. El cuarteto describe el Apocalipsis, tanto desde la manifestación aterradora como celestial. Messiaen murió en 1992. Su figura era tan influyente que la noticia de su fallecimiento salió con un largo perfil en el New York Times. “El método peculiar del Messiaen siempre le ha permitido componer páginas brillantes”, escribió el crítico Donal Henahan.
Treinta años después, la obra de Messiaen se escuchó por primera vez en la Argentina, gracias a la iniciativa de Maximiliano Bertea, un músico argentino que reside en Berlín. El lugar elegido para tocar el cuarteto fue el paradigmático Centro Clandestino de Detención La Perla (ubicado en la provincia de Córdoba), donde, entre 1976 y 1978, los represores torturaron y desaparecieron a más de 2.500 personas. Bertea (piano) estuvo acompañado por Belén Almada (violín), Eduardo Spinelli (clarinete) y Martín Devoto (violoncello). Tocaron el fin de semana pasado delante de unas 400 personas, muchas familias, ex detenidos y también personas que nunca habían estado en La Perla.
“Fue muy movilizante”, dice Bertea en dialogo con Infobae Cultura. “La música es un buen abrigo para entrar a un lugar como este”, continúa.
El viento en las ramas
Este viernes, 26 de agosto, Bertea vuelve a intervenir el espacio, pero ahora junto a la escritora María Teresa Andruetto. Esta vez, la presentación será en el sector “La cuadra”, uno de los espacios más emblemáticos en “La Perla”, donde los detenidos pasaban la mayor parte de su cautiverio, que tiene una complejidad acústica que impone la necesidad de un sonido más cercano e íntimo. “Tratamos de no decir nada que tenga una alusión obvia ni directa”, dice Bertea.
Él va a interpretar la “Música callada” del compositor catalán Federico Mompou y ella va a leer una selección de poemas de Edith Vera, una poeta y maestra que fue perseguida y cesanteada —era directora de un jardín de infantes— por los militares en 1979. “Hay un vínculo espiritual entre Messiaen y Mompou”, sigue Bertea, “y los poemas de Edith son de una profundidad muy candorosa”.
—¿Qué te llevó a hacer las presentaciones en La Perla?
—Recurro a lo que decía Isadora Duncan: si pudiera explicarla, no la bailaría. Soy cordobés, pero no tengo familiares desaparecidos, no conozco otros centros detención y sin embargo aquí estoy en La Perla.
Así escribe Edith Vera
¿Vamos a recoger hierbas por el mundo?
Haremos un herbario
con hojas y flores,
aún con aquellas que parecen
un murmullo apagado en la arena.
¡Qué bello será tener praderas,
pueblos, montañas, islas,
el silencio de una almendra caída
y el silbido de vientos lejanos
descansando en el cálido abrigo de la falda!
Soñé que era caballo
blanco como las nubes blancas
galopando en mi pecho, campo de alfalfa.
¿Hacia dónde iría?
¿Qué vientos azotaban sus crines?
Se elevó tomando el camino
de los caminos..
Que tenga el oído atento a la injusticia
Que no tenga los ojos cerrados ante el horror
Que mis hombros sean fuertes para ayudar al débil
Y que tenga el corazón de abejas para que mi lenguaje sea sustancioso panal
Eso nomás, vida, eso nomás.
Las presentaciones de Maximiliano Bertea fueron declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Nación, y cuentan con el auspicio de Artes y Espacios de la Memoria del Gobierno de Córdoba y las Secretarías de Extensión Universitaria y de Asuntos Estudiantiles de la Universidad Nacional de Córdoba.
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