Charlie Watts fue, sin dudas, la columna vertebral de The Rolling Stones. Con marcado bajo perfil, su pulso firme y su inigualable swing permitieron que el resto del grupo desplegara toda su energía, tanto en el estudio como sobre el escenario. Sin embargo, siempre que pudo, experimentó con otros géneros no tan alejados del rock y, sobre todo, volvió a su primer amor, el jazz. A un año de su fallecimiento, recordar su exigua pero interesante discografía fuera de su sociedad con el tándem Jagger-Richards es una buena manera de conocer su verdadera esencia y virtuosismo, más allá del talento que demostró con “la banda de rock más grande del mundo”.
Watts fue influenciado de pequeño por artistas como Charlie Parker, el pianista Jelly Roll Morton y Chico Hamilton, el baterista del saxofonista Gerry Mulligan, por quien quedó cautivado con su forma de tocar las escobillas. Dio sus primeros pasos en un conjunto llamado Jo Jones All Stars, pero viró al rhythm and blues al observar que se convertía en el sonido dominante de la escena londinense. “Cuando me pidieron que lo tocara, no sabía qué era. Pensé que se referían a la música de Charlie Parker tocada más despacio”, confesó. En 1961 el músico Alexis Korner lo invitó a incorporarse a su banda Blues Incorporated y en 1963 se unió finalmente a los Rolling Stones.
A lo largo de los años, todos los miembros de los Stones utilizaron los pequeños hiatos del grupo para dedicarse a sus carreras solistas, pero mientras que Mick Kagger, Keith Richards y Ronnie Wood no se alejaron demasiado del sonido característico del grupo, Watts optó por volcarse al jazz con diferentes proyectos, más allá de que también experimentó con otras variantes del blues.
Rocket 88
A fines de los 70 formó Rocket 88 con el tecladista Ian Stu Stewart (el Stone bajo las sombras que hizo de road manager y tocaba en las grabaciones), Alexis Korner y el saxofonista Dick Morrissey. En esencia, era una banda de boogie woogie –un subgénero del blues con un ritmo bailable- al que se sumaban diferentes músicos para zapar. Por sus filas pasaron, entre otros, Jack Bruce (bajista y vocalista de Cream), el cantante Chris Farlowe y el tecladista Zoot Money. Su único álbum, homónimo, salió en 1981 y es el registro de un concierto en Hanover (Alemania) de 1979 capturado con el estudio móvil de los Rolling Stones, que oscila entre composiciones propias de Korner y Bruce y versiones de clásicos del blues, en especial del pianista Pete Johnson, autor de la canción que dio el nombre al grupo, “Rocket Boogie 88″.
El nombre de Charlie Watts es uno más ante semejante formación, al igual que el sonido de su batería, que sostiene a los demás como lo hace con los Stones, pero con una cadencia diferente, como si se sintiera liberado de los compases de 4/4 que marcan el ritmo del rock and roll.
The Charlie Watts Orchestra
La década del 80 es una de las más oscuras de los Rolling Stones. La relación entre Jagger y Richards llegó a su punto más bajo y ambos priorizaron sus carreras en solitario, en especial el frontman, que tuvo éxito con la versión de “Dancing In The Streets” de Martha Reeves & The Vandellas que grabó con David Bowie para el Live Aid en 1985.
Watts también aprovechó ese momento de incertidumbre y reunió treinta y dos músicos para armar una verdadera big band de tres bateristas, siete trompetistas, dos bajistas, diez saxofonistas, cuatro trombonistas, dos vibrafonistas, un pianista, un clarinetista y un cellista para una serie de conciertos pequeños donde recorrió algunos clásicos de la era del swing y del bop, entre ellos “Stomping at the Savoy”, de Benny Goodman, “Lester Leaps In” de Lester Young, “Scrapple From The Apple”, de Charlie Parker y “Flying Home”, de Lionel Hampton. Fue su manera de materializar su deseo de tocar en una orquesta de jazz, que quedó inmortalizado en el LP Live at Fulham Town Hall (1986) atribuido a The Charlie Watts Orchestra. “Diría que es un poco autoindulgente formar la big band más grande del mundo, pero los sueños suelen ser extravagantes, ¿no?”, confesó en las notas del álbum.
The Charlie Watts Quintet
En 1989, Jagger y Richards dejaron a un lado sus diferencias y The Rolling Stones editaron Steel Wheels, que fue presentado con una ambiciosa y exitosa gira mundial, la última del bajista Bill Wyman. Dos años más tarde, volvieron a tomarse un descanso para dedicarse a sus proyectos personales. Durante ese impasse, el baterista optó por una propuesta más modesta y formó The Charlie Watts Quintet con el saxofonista Peter King, el bajista Dave Green –un amigo de la infancia con quien dio sus primeros pasos en la música–, el pianista Brian Lemon y el trompetista Gerard Presencer, todos prestigiosos instrumentistas de la escena del jazz británica.
Con esa formación rindió homenaje a Charlie Parker con dos álbumes, From One Charlie, de 1991, y A Tribute To Charlie Parker With Strings, de 1992. El primero estaba integrado por composiciones del pionero del bebop con otras de King y venía acompañado de Ode to a High Flying Bird, un libro infantil que escribió e ilustró el propio Watts en 1964. El segundo, grabado en vivo en el mítico club de jazz de Ronnie Scott con una sección de cuerdas, revisita las canciones del clásico disco del saxofonista y suma una selección más amplia de canciones en las que Bernard Fowler, corista de los Stones, presta su voz y comparte algunas historias sobre la vida de Parker.
En 1993, regresó al estudio con el quinteto, Fowler y la orquesta Metropolitan de Londres para grabar Warm & Tender, su primer álbum de standards de jazz vocal. Aquí saca a relucir la sobriedad de su estilo en los tempos lentos, tocando las escobillas con una delicadeza que nadie podría imaginar que pertenece al baterista de la banda de rock más importante de la historia.
La secuela de ese trabajo llegó tres años después, en 1996. Long Ago & Far Away es aún más exquisito que su antecesor, con Fowler brillando en la interpretación de clásicos indiscutibles, como “In A Sentimental Mood”, de Duke Ellington, “I’ve Got a Crush on You”, de George e Ira Gershwin e “In the Still of the Night”, de Cole Porter.
Colaboración con Jim Keltner
En 2000, tras la gira presentación de Bridges To Babylon, Sus Majestades Satánicas volvieron a tomarse una pausa y Charlie usó ese tiempo libre para incursionar en la música experimental. Se unió al baterista Jim Keltner –conocido por su participación como sesionista de John Lennon, George Harrison, Ringo Starr y The Traveling Wilburys y que había colaborado en ese último disco de los Stones–, y juntos grabaron Charlie Watts Jim Keltner Project, un álbum de batería, sonidos electrónicos, samples e instrumentaciones no convencionales. Las pistas llevan el nombre de un baterista legendario, como “Art Blackey”, “Max Roach” y “Airto”, y constituyen un retrato sonoro de cada uno de ellos. A pesar de que el eje de esta placa es la percusión, Watts evita los solos (como siempre lo hizo) y dota a cada canción con la esencia de cada homenajeado con resultados extraordinarios. Un pequeño detalle: “Elvin Suite” cuenta con la guitarra de Keith Richards y en “Tony Williams”, el que toca el teclado es Mick Jagger.
Charlie Watts And The Tentet
En 2004 salió a la luz una presentación de Charlie Watts And The Tentet en vivo en el club de jazz de Ronnie Scott en junio de 2001. Watts At Scott’s es el impresionante testimonio de una de las pocas performances del baterista junto a una banda de diez músicos donde interpretó piezas de Thelonious Monk, Ellington, Miles Davis y “Faction”, una versión con aires latinos de “(I Can’t Get No) Satisfaction” arreglada por el saxofonista Gerard Presencer.
The ABC&D Of Boogie Woogie y encuentro con The Danish Radio Big Band
En 2009, aprovechando la casi nula producción discográfica de los Stones, Charlie Watts se unió a los pianistas Axel Zwingenberger y Ben Waters (que también se hace cargo de la voz) y a su eterno amigo Dave Green para volver a tocar boogie woogie bajo el nombre de The ABC&D Of Boogie Woogie. Al año siguiente grabaron un álbum en vivo, Live In Paris, que recién salió en 2012 y que contiene una selección de clásicos, improvisaciones y canciones originales tocadas con elegancia y virtuosismo.
En el medio, Waters lo invitó junto con Jagger, Richards, Bill Wyman y otros artistas como Jools Holland a PJ Harvey a participar del tributo a Ian Stewart Boogie 4 Stu.
El año 2010 fue bastante activo para el baterista. Además de tocar con The ABC&D Of Boogie Woogie, Zwingenberger también lo convocó junto con Green para ser parte de The Magic of Boogie Woogie, un álbum con diecinueve tracks, la mayoría a cargo del pianista, pero también con canciones del repertorio de grandes exponentes del género, como Meade Lux Lewis y Albert Ammons.
Por otro lado, Presencer lo convenció para que se presente en el Danish Radio Concert Hall de Copenhague con The Danish Radio Big Band, el prestigioso ensamble de la Danish Broadcasting Corporation, fundado en 1964 y que ha tocado con músicos de la talla de Miles Davis y Stan Getz. En su momento, el concierto fue transmitido por la radio nacional danesa, y en 2017 el sello Impulse!, hogar de John Coltrane, lo editó en un disco titulado simplemente Charlie Watts Meets The Danish Radio Big Band. El álbum contiene una interpretación en dos partes de “Elvin Suite”, de su colaboración con Keltner, dos standards (“I Should Care”, popularizada por Frank Sinatra, y “Molasses”, de Joe Newman) y tres temas de los Stones en clave jazzera (“Paint It Black”, “You Can’t Always Get What You Want” y otra vez (“Satis)Faction”).
Bonus tracks: Charlie Watts como invitado
Como el magnífico baterista de rhythm and blues y rock que era, Watts colaboró en unos pocos álbumes donde buscó pasar desapercibido, aunque siempre manteniendo la solidez y frescura del beat que definían su estilo. El primero es Jamming with Edward!, editado en 1972 por Rolling Stones Records. Se trata de una serie de zapadas que el baterista, Mick Jagger y el bajista Bill Wyman grabaron junto con el tecladista Nicky Hopkins y el guitarrista Ry Cooder durante las sesiones de Let It Bleed en 1969 mientras esperaban a Keith Richards, que se había ausentado del estudio sin una explicación aparente. En las notas del LP, el cantante lo calificó como “una hermosa pieza de mierda que registramos una noche en Londres mientras esperábamos a que nuestro guitarrista se levantara de la cama”. Más allá de las críticas que recibió incluso de parte de la misma banda, es Watts quien mantiene la lógica de estas improvisaciones y, en retrospectiva, las termina llevando a buen puerto.
En 1970, el sello Chess le propuso acompañar a la leyenda del blues Howlin’ Wolf en el álbum que grabó en Inglaterra, The London Howlin’ Wolf Sessions, que salió en 1971. Participó junto con Wyman, los tecladistas Ian Stewart y Steve Winwood y Eric Clapton. Al tocar con una de las mayores influencias de los Stones, se hace evidente el don que tenía Charlie para interpretar esta música, a pesar de su predilección por el jazz. Watts está presente en doce de los trece temas de la placa. Quien ocupa su lugar en la canción que resta es nada menos que Ringo Starr.
Charlie Watts también participó en ocasiones como invitado en canciones de otros artistas. No tiene demasiadas colaboraciones, pero las que hizo ameritan atención.
Brian Knight fue el cantante de la primera banda que formó Brian Jones. Cuando este fundó The Rolling Stones, el vocalista armó Blues By Six, un grupo de blues más tradicional que tuvo brevemente en sus filas al baterista. En 1981, Knight grabó su segundo LP, bautizado A Dark Horse, y lo llamó a Watts para tocar en dos temas, “Trouble In Mind” y “Cabin In The Sky”.
A principios de los 80, Bill Wyman convocó a varios músicos de primera línea para una serie de conciertos benéficos y en 1985 los llevó a un estudio para registrar un álbum de reversiones de grandes éxitos del blues. Así nació Willie And The Poor Boys, un supergrupo en el que participaron, entre otros, Watts, Jimmy Page, Chris Rea, Paul Rodgers, Terry Williams y Kenny Jones (bateristas de Dire Straits y Faces respectivamente).
Un año más tarde, The Blues Band, el grupo de los ex Manfred Mann Paul Jones y Tom McGuinness, llamó al baterista de los Stones para su versión de “Bad Penny Blues”, de Humphrey Lyttelton, el instrumental que inspiró a Paul McCartney a componer “Lady Madonna”. Está incluida en su álbum These Kind of Blues.
En 1992, aportó dos canciones al tributo al saxofonista y clarinetista Sidney Bechet. Grabó “Blues In The Cave” y “Laughin’ In Rhythm” junto con sus viejos colaboradores, el bajista Dave Green y el pianista Peter Lemon, y los saxofonistas Evan Parker y Lol Coxhill.
En 1996, el guitarrista de Queen Brian May le pidió a Charlie que participe de “Reaching Out”, un sencillo a beneficio de un centro de terapia musical en el que agrupados con el nombre de Rock Therapy pusieron su voz los cantantes Sam Brown, Andy Fairweather Low, Paul Rodgers y Lulu. Una década después, grabó “Cornerstones”, con Wyman para el álbum instrumental de Peter Frampton Fingerprints.
El baterista dio su último concierto con los Stones el 30 de agosto de 2019 en Miami en el marco del No Filter Tour. La gira fue suspendida por la pandemia de COVID-19, y cuando la retomaron en 2021, él anunció que por problemas de salud no sería parte de ella. Fue reemplazado por Steve Jordan, colaborador de Keith Richards en su banda The X-Pensive Winos. Finalmente, falleció el 24 de agosto a los 80 años.
La música que tocó Charlie Watts en sus propios proyectos y colaboraciones deja al descubierto su versatilidad y delicadeza como baterista. Por casi sesenta años, estuvo enfocado en construir ese muro infranqueable que es la base rítmica de The Rolling Stones, pero cuando tuvo la oportunidad, regresó al jazz, al boogie woogie y al rhythm and blues más tradicional. Muchas de esas grabaciones están en las plataformas digitales y otras están en YouTube gracias a fanáticos que las rescataron del olvido. Watts siempre prefirió pasar desapercibido y eso también se refleja en su trabajo en solitario. A un año de su partida todavía hay toda una faceta de él por descubrir y revisitar. Solo es cuestión de ponerse a buscar.
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