André Rieu llega a Sudamérica: cómo son los deslumbrantes shows con los que el Rey del Vals conmueve a multitudes

Se presentará con su orquesta en Uruguay, Chile y Argentina por primera vez después de la pandemia. Infobae asistió al nuevo gran espectáculo en Maastricht, ciudad natal del violinista neerlandés. Música, humor y danza para todos los públicos

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Una imagen de André Rieu durante los conciertos de verano en Maastricht, su ciudad natal.
Una imagen de André Rieu durante los conciertos de verano en Maastricht, su ciudad natal.

Cae la tarde sobre los árboles que abrazan la plaza Vrijthof. Es sábado y llegan murmullos y tintineos de copas desde las mesas familiares; hay cena temprana al estilo europeo en las terrazas de los restaurantes y no se trata de cualquier cena: la comida forma parte de un banquete mayor, que incluye un concierto muy esperado. Vestida de lino blanco, la mujer se acerca sigilosa, con algo de curiosidad y coquetería. Primero intenta hablar en alemán, luego pasa al inglés. Brillan sus ojos: su ídolo André Rieu está a apenas unos pasos, saludando al público desde las escaleras del teatro que da a la plaza donde tocará el violín y dirigirá a su orquesta en unos momentos.

“Cuando cumplí 15 años, me prometí que un día iba a venir a verlo a Maastricht”, dice Jennifer, hoy al borde de los 40. Llegó en auto desde Munich junto con su madre para disfrutar del tradicional concierto de verano de Rieu en su tierra natal, un hábito suspendido por la pandemia y que en estas semanas volvió a tener lugar con el éxito de siempre y una dosis adicional de emoción. “Es un sueño cumplido”, se despide, mientras se aleja para seguir al artista y a sus músicos, quienes una vez más repiten el ritual: es tiempo de dar la vuelta por la plaza y saludar al público que está en las calles antes de empezar el show.

André Rieu y su orquesta ingresan al ritmo de "76 Trombones"

Imagine, lector, cuál sería para usted la mejor fiesta familiar posible. Intento ayudarlo: piense en la música que escuchó durante toda su vida, en momentos de humor, en baile en las calles y también en zonas improvisadas; en un gran vestuario de época. Imagine un gran espacio en el que hay nieve artificial, cotillón sofisticado, pirotecnia alucinante. Ahora suponga usted que una gran orquesta integrada por hombres y mujeres de diversos orígenes tocarán y cantarán para usted y los suyos fragmentos de óperas famosas, valses de Strauss y temas populares de todos los tiempos y todas las culturas.

Piense en esa música y también en teclados, en cuerdas, en vientos y en percusión. No pierda el tiempo en diseñar una ingeniería extravagante para que todos puedan estar cerca de quienes ejecutan los instrumentos: el sonido y la perspectiva estarán cuidadísimos y varias pantallas de calidad insuperable y gran tamaño serán dispuestas allí donde sea necesario para que nadie se quede sin ver hasta los más mínimos gestos de los músicos y del gran director, bastonero central y protagonista de un guión que, por momentos, se acerca al stand up.

Pues bien, exactamente así es como funciona un espectáculo de la orquesta de André Rieu y así serán los shows que en el próximo mes de octubre el gran músico holandés conocido como el Rey del Vals traerá en el marco de su gira mundial Happy Together a este rincón del mundo, cuando se presente junto con otros 60 artistas en Argentina, Chile y Uruguay, en una cita que marcará el reencuentro con su público.

De regreso al sur

El último show que el violinista de 72 años brindó en Argentina fue en el 2018 en el Estadio Luna Park. En 2019, Rieu estaba en Santiago de Chile cuando comenzó el estallido social de octubre de ese año y debido a los acontecimientos se vio obligado a terminar abruptamente su gira. Cuentan que durante estos años de pandemia, la enorme mayoría de quienes habían comprado entradas para el show suspendido no reclamaron devolución. Ellos también lo están esperando.

El castillo de André Rieu visto desde un drone.

La buena noticia es que la demora no hizo más que generar expectativas por lo que será la nueva cita con el dueño de tantos corazones. Infobae estuvo presente en los recientes conciertos de Maastricht, la ciudad de Países Bajos en la que Rieu nació en 1949 (el próximo 1 de octubre cumplirá 73 años), la misma en la que aprendió a escuchar y tocar música a iniciativa de su padre, él también director de orquesta; la que vio nacer a Marjorie, su esposa, y a sus hijos Pierre y Marc y la misma en la que aún vive (en un magnífico castillo de 27 habitaciones ubicado a diez minutos del centro, una reliquia arquitectónica completamente funcional y cuya construcción original data del siglo XV).

Para quienes se quedaron pensando, efectivamente el nombre de la ciudad, Maastricht, es también muy conocido porque fue allí que en el año 1992 se firmó un tratado clave que rige el comportamiento de los países que integran la Unión Europea.

La "Conquista del Paraíso", de Vangelis, en el concierto de Maastricht

En Maastricht, en casa

De arquitectura medieval, Maastricht es una de las ciudades más antiguas de Holanda y es famosa por su universidad. Atravesada por el río Mosa, las construcciones se distribuyen generosamente en ambas riberas, unidas por varios puentes desde los cuales la vista es absolutamente magnética.

Cuenta con cerca de 123 mil habitantes y cada uno de los shows de Rieu en la plaza moviliza a unas 12 mil personas, contando entre ellas a quienes pagan por sus asientos numerados dentro de la plaza central en la que se desarrolla el concierto y también a aquellos que, en lugar de estar ubicados frente al escenario, eligen cenar en algunos de los restaurantes de los alrededores para luego ver el concierto en pantallas gigantes, celebrar la llegada del ídolo y bailar con sus parejas, sus familias o sus vecinos en cuanto arrancan los valses y de ahí, hasta el final, a puro pop reversionado.

Esto ocurre cuando Rieu hace subir al escenario a artistas especiales, alguna vez fueron los Village People, esta vez le tocó el turno a Dorona Alberti, cantante y actriz nacida en Maastricht, quien llevó adelante agitadas versiones de I Will Survive y Life is Life que motorizaron todas las formas de baile posibles.

Se calcula que en las presentaciones del verano boreal (en diciembre, invierno europeo, también se presentará Rieu con su orquesta pero en un estadio cerrado) se movilizan hacia la ciudad unas 180 mil personas, lo que representa una cifra extraordinaria a la hora de pensar en la economía local. Por esos días no hay tienda que no tenga una foto de André en sus vidrieras, a la manera de estampita; su nombre -razonablemente- funciona como una suerte de abracadabra del turismo en Maastricht.

Las cifras de ventas de Rieu son realmente arrasadoras: 40 millones de discos y DVD vendidos. Premios: 500 discos de platino y 270 de oro. Lo de los videos se explica porque lo fascinante del espectáculo no es solo lo que se escucha sino también lo que se ve. Unas 600.000 personas asisten a un promedio de 90 espectáculos anuales en todo el mundo.

Una imagen de André Rieu en su adolescencia, practicando con su violín,
Una imagen de André Rieu en su adolescencia, practicando con su violín,

El ingreso de Rieu y su orquesta es un clásico y potente anuncio de lo que el espectador verá durante el tiempo que dura el espectáculo. Al compás de la famosa marcha estadounidense Setenta y seis trombones, de Meredith Wilson, los músicos desfilan camino al escenario entre risas, celebraciones y aplausos. El tema concluye con todos ya ubicados en sus espacios. Rieu se acompaña de un violín Stradivarius construido en Italia a fines del 1600.

Es cierto que el grueso del público es gente mayor, pero también se ve gente más joven, muchos de ellos acompañando a padres y abuelos o tal vez recordando aquella música con la que crecieron. Hay imágenes fuertes, conmovedoras: ancianos con bastón o andador que bailan mientras se trasladan; una mujer que pasa llevando a su esposo en silla de ruedas pero en lugar de llevarlo con él mirando hacia adelante lo hace teniéndolo de frente, mientras tararean al unísono el tema del momento. Grupos de amigas cincuentonas que se ponen a bailar como si volvieran a la adolescencia, parejas de todas las edades que se deslizan al ritmo del vals mirándose a los ojos.

Dos viejitos de ojos claros riendo sin parar cuando cae la nieve sobre sus cabezas mientras suena el Schneewalzer, que es el vals de la nieve y es cuando Rieu desde el escenario convoca a todos a levantarse con su “A la una, a las dos y a las tres: ¡Yeaaaah!”.

Definitivamente, en un show de André Rieu el espectáculo no está solo arriba del escenario.

La Plaza Vrijtjof de Maastricht, durante el concierto de André Rieu y su orquesta. (Foto: Marcel van Hoorn).
La Plaza Vrijtjof de Maastricht, durante el concierto de André Rieu y su orquesta. (Foto: Marcel van Hoorn).

Durante el transcurso del show, aparecerán varias veces juntos tres tenores (siguiendo la tradición que inauguraron Plácido Domingo, Pavarotti y José Carreras) y también tres sopranos, así como habrá momentos para los solos. Una solista canta un clásico ucraniano llamado Nitsch Jaka, cuya traducción sería “Noche de luz de luna” y el tema llega luego de la presentación que hace Rieu, en la cual le cuenta al público que la cantante, Anna Reker, poco después del ataque inicial de Rusia que desató la guerra en Ucrania en febrero, le pidió interpretar esa nostálgica canción tan representativa de su cultura. Reker es de origen ucraniano.

La versión del Hava Nagila que hacen es muy divertida y no solo porque se trata de un tema popular judío que llama a bailar y es conocido porque se escucha en todas las fiestas judías de la historia sino porque la solista, una clarinetista virtuosa, practica uno de los personajes más simpáticos de la orquesta. Y es que los músicos, además, de alguna manera actúan. Sus guiños, sonrisas y miradas a cámara complementan el guión del hombre que lleva la batuta de la orquesta que no casualmente lleva el nombre Johann Strauss.

Andre Rieu - Vrijthof 2022 Donau

Los valses son el centro de la fama de Rieu y también de su espectáculo. En cuanto empieza a sonar Danubio azul, las parejas se levantan como resortes de sus asientos y convierten todo espacio en un salón de baile como aquellos que se veían en las películas de Sisí emperatriz. Salir a la pista con un vals es volver a la fiesta de quince, al casamiento, a eventos queridos y fijados en la memoria. Es, también, un momento de miradas encontradas y compromisos reafirmados en parejas de diferentes edades y géneros y al compás de la libertad de la música.

Hay temas clásicos en italiano (Maria, Mari), en alemán (Da Ge Ich zu Maxim’s); hay arias célebres como Nessun Dorma de la ópera Turandot de Puccini, el “Coro de soldados” del Fausto de Gounod y hasta el O Fortuna, comienzo de Carmina Burana de Orff. O La virgen de los ángeles, el himno que cierra La Forza del destino de Verdi. También temas como la Danza del sable de Kachaturian, Salomé de Stolz, la Conquista del Paraíso de Vangelis o adaptaciones de canciones románticas populares como La rosa, que inmortalizó Bette Middler en la película del mismo nombre.

André Rieu es un fenómeno de la industria musical, con 40 millones de discos y DVD vendidos en todo el mundo.
André Rieu es un fenómeno de la industria musical, con 40 millones de discos y DVD vendidos en todo el mundo.

En cada lugar que se presentan, apuntan a tener color local. En Argentina (los espectáculos serán en el Movistar Arena, ver más detalles al final de la nota) seguramente habrá invitados. Diez años atrás fue Libertango, de Piazzolla, con Carlos Buono -integrante de orquestas legendarias como las de Salgán y Mariano Mores- en el bandoneón. ¿De quién será el turno esta vez? Habrá que esperar a octubre.

Una curiosidad: André Rieu y la orquesta Johann Strauss viajan además con su personal técnico, entre ellos, el cocinero que se ocupa de los alimentos de músicos y cantantes. El motivo es simple: cuidar hasta el más mínimo detalle que pueda afectar la salud de alguno de los integrantes o, incluso, la de varios de ellos.

Unos minutos con André Rieu

Infobae, con André Rieu, al final del concierto. Un encuentro brevísimo y amable.

El acuerdo había sido conversar un momento con el músico al final del show. Ya bien entrada la noche, después de las tres horas intensas de espectáculo, después aún de los minutos que lleva el recorrido final entre aplausos y saludos de los que estaban en la plaza de Maastricht y también de quienes estaban afuera, en las mesas o en las calles, André Rieu volvió junto con todos sus músicos al teatro, allí donde se concentraron previamente, y habló con la prensa en las mismas escalinatas en las que inició la jornada musical, a la hora del crepúsculo.

Con su melena leonina y un rostro que a muchos les recuerda a Mel Gibson (aunque a la hora de las comparaciones, su carisma pareciera generar en sus fans lo mismo que Sandro despertaba en sus “nenas”), llega regalando sonrisas a todo el mundo. Cualquiera pensaría que luego de semejante despliegue el artista no tendría resto para nada más que para descansar. Sin embargo, visto de cerca, la energía claramente le ganaba al cansancio y mientras respondía -brevísimo y conciso-, transmitía a su entorno la satisfacción que solo deja un buen final de tarea.

¿Cuándo se le ocurrió pensar que si sumaba el humor y el llamado a la danza podría acercar a la gente a la música clásica?

—No fue en ningún momento en especial; se trata del modo en que uno se conecta con la música y la gente. Por mi parte, no creo en la distinción entre música alta y música popular: todo es música y para mí lo más importante en cada show es que cada uno de los que vinieron se vaya de aquí con una sonrisa en su rostro.

Así es un final de show cuando se presenta Rieu con su orquesta

¿Cómo reemplazaron el vínculo físico con el público durante la pandemia?

—No tocamos durante todo este tiempo, recién ahora estamos recuperando las fechas perdidas por la suspensión de los shows. No había manera de reemplazar la relación física con el público; usted acaba de verlo, la relación de la gente con nosotros es única e irremplazable. A cambio me escribían una gran cantidad de cartas y mails en los que nos pedían que nos mantuviéramos fuertes.

Siempre habla del poder sanador de la música. ¿Por qué cree que ocurre eso?

—La música es sanadora, es un hecho, es verdad. ¿Usted cree acaso que la gente que hoy estuvo aquí va a ir mañana al médico? Naaaaa. (Risas)

*INFORMACIÓN SOBRE FECHAS, ESCENARIOS Y ENTRADAS.

ARGENTINA: 17 y 18 de Octubre en el Movistar Arena, quedan pocas entradas. Última función y despedida, 19 de Octubre. Las localidades se encuentran a la venta en esta página.

URUGUAY: 8 y 9 de Octubre en el Antel Arena.

CHILE: 11, 12, 13 y 14 de Octubre en el Movistar Arena

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