Las obras de Florencio Molina Campos ya forman parte de la cultura nacional. Sus pinturas, esos hombres y mujeres a caballo, esas formas costumbristas pero a la vez graciosas con la pampa de fondo, son fácilmente identificables por cualquiera. Incluso no solo quienes habitan la llanura pampeana ni los pueblos bonaerenses, sino todo el país, a lo largo y a lo ancho. Por este motivo es el artista plástico más popular de la Argentina.
“Las tiradas de almanaques para Alpargatas que comenzaron en 1930 implicaron la impresión de 18 millones de láminas, lo que generó una circulación inaudita de su obra y les dio a muchos la posibilidad de disfrutar de piezas de arte que, aun no siendo originales, vieron nacer un tipo de coleccionismo que se denominó “la pinacoteca de los pobres”, escribió Ana Clara Pérez Cotten el año pasado en una nota publicada por Infobae.
Hoy, que se cumplen 131 años de su nacimiento, muchas de sus obras permanecen sumergidas en una nebulosa: se desconoce el paradero y, por supuesto, el estado de conservación. La Justicia inició una investigación, pero aún faltan respuestas. Se trata de 130 obras pertenecientes al Museo de Moreno de Molina Campos, que siguen en riesgo de preservación y esperan sortear el laberinto burocrático que hoy impide que sean exhibidas al gran público.
En esa nota publicada en 2021 por Infobae Cultura, su único nieto, Gonzalo Giménez Molina, quien no pertenece a la fundación desde 2008, dijo: “Quiero que todos los argentinos y quienes visitan nuestro país puedan disfrutar de su obra. Mi abuelo pintó al hombre de campo en un intento de enaltecer su figura, y que hoy su obra esté mal conservada, que sea inaccesible o que tenga que competir con otros atractivos turísticos es triste y desafortunado para su legado”.
Primero un poco de historia. En 1969, diez años después de la muerte del artista, se creó la Fundación Molina Campos con sede en Buenos Aires. A partir de entonces, llegó de Estados Unidos una donación de casi 50 cuadros y luego se sumaron varias donaciones de particulares. Así se reunió una gran colección y comenzó la construcción del museo. Es el Museo Molina Campos en la ciudad de Moreno, inaugurado en 1979.
La elección de aquella sede tenía un por qué: en la ciudad bonaerense Molina Campos tenía el rancho Los Estribos, un lugar al que iba los fines de semana. Y si bien el museo se habilitó, hace veinte años que está cerrado. En 2020, la Fundación quiso vender el edificio para comprar una casona en San Antonio de Areco. El argumento es que el estaba muy deteriorado y no tenía las condiciones adecuadas para mantener semejante colección. En San Antonio de Areco ya hay un museo dedicado al artista como parte de su gran oferta cultural criolla; lo sostiene la Fundación Las Lilas.
Sin previo aviso, la Fundación Molina Campos retiró los cuadros del museo de Moreno y puso el cartel de “Se vende”. A partir de entonces, el Municipio dictó una serie de ordenanzas para evitarlo pero no logró su objetivo. Sí pudo recuperar el rancho de Cascallares, en donde vivió Molina Campos, y planea transformarlo en un centro cultural. El destino de las 130 obras es desconocido. Ahí es cuando intervino la Inspección General de Justicia y le inició un sumario a la Fundación, que se negó a entregar un inventario. Esto es imprescindible para poder declarar Patrimonio Cultural a esa colección, según el proyecto de Ley 3447-D-2021 de la Cámara de Diputados de la Nación.
Según el sumario del 14 de junio, la Fundación tenía “un comportamiento errático en cuanto al cumplimiento de sus obligaciones legales y contables”, y explican que “la Fundación no da respuesta alguna sobre la información y documentación” ni sobre “la cantidad de cuadros que posee, la valuación económica de la obra (...) desconociendo esta autoridad pública el paradero de las obras del artista”. Por eso la IGJ le solicitó al Ministerio de Justicia que intervenga la Fundación. En el último día hábil de la semana pasó, luego de dos meses de demora, se habría nombrado finalmente a un interventor.
La preguntan por las obras que dependen de la Fundación Molina Campos sigue presente. ¿Dónde están esos cuadros que fueron sacados del museo de Moreno? ¿En la sede de la Ciudad de Buenos Aires o acaso tomaron la Ruta 8 y llegaron a San Antonio de Areco? No hay respuestas para esas preguntas. “Los sucesivos extravíos solo podrían interpretarse como un artilugio para ocultar información”, se lee en el sumario de la IGJ.
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