Martín Di Girolamo, en el mundo de la memoria fugaz

En el Centro Cultural Haroldo Conti, el artista plástico presenta “La opacidad de lo evidente”, compuesta por 13 esculturas que traen a la realidad dolorosas imágenes compartidas en los medios

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"Ahed (Palestina)", resina epoxi (150 × 240 × 169 cm), de 2019, se encuentra en el centro de la sala
"Ahed (Palestina)", resina epoxi (150 × 240 × 169 cm), de 2019, se encuentra en el centro de la sala

A veces el arte contemporáneo lanza jabs a la mandíbula. Se expresa sin mediaciones, no necesita explicarse a partir de frases pomposasamente cerradas y se escinde del mundo que busca generar significados. A veces, simplemente es directo y las interpretaciones teóricas sobran, y así sucede en La opacidad de lo evidente de Martín Di Girolamo, que se presenta en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

La muestra está compuesta por 13 obras de resina epoxi que recurren a imágenes que quizá nos sean reconocibles, por su condición de virales, por haber aparecido en alguna cobertura mediática, o compartida en redes sociales por su poder estético y efectividad para sintetizar algún conflicto bélico, por ejemplo, y se complementan con un breve texto explicativo sobre el suceso retratado.

Esta convivencia entre la obra y su origen iconográfico puede generar dos maneras de ingresar a ellas: a partir de la propuesta estética contundente y la factura del artista o poniéndolas en juego con esta contextualización, que, a su vez, puede delimitar el campo de observación independiente de cada pieza y reforzar la idea de sentido único, algo que se encuentra dentro del “contrato” al presentarse en un espacio de la memoria. Queda entonces a elección de cada visitante transitar alguno de ellos, pero en esta calle de doble sentido, el resultado es, por lo menos en lo físico, el mismo: un jab a la mandíbula.

Algunas de las fotografías sobre las que trabajó el artista
Algunas de las fotografías sobre las que trabajó el artista

Con respecto a la selección de las imágenes a reproducir, en un intercambio con Infobae Cultura, Di Girolamo comenta: “Es mi forma de trabajar de siempre. La operación, es identificar o detectar eventos o personas de la realidad y hacer una transcripción escultórica para luego re contextualizarlos”.

“Ese mecanismo permite tener otra mirada sobre esos eventos o personajes que llegan a nosotros de manera virtual a través de las redes o páginas web. Los tiempos de contemplación/reflexión y el compromiso y la experiencia corporal son distintos cuando se está frente a una escultura u objeto que es extraído de su ámbito ‘natural’ para ser exhibido en un espacio diferente”.

Sin dudas, el artificio funciona, ya que las obras contienen una potencia dramática que, al presentarse despojada de su ambiente original logran una serie de lecturas entrecruzadas que atraviesan diferentes problemáticas de la vida postmoderna.

"María (Frontera de México con EEUU)", resina epoxi, esmalte, óleo (90 x 70 x 90 cm), de 2019
"María (Frontera de México con EEUU)", resina epoxi, esmalte, óleo (90 x 70 x 90 cm), de 2019

La exhibición surge a partir de la convergencia de dos muestras Stage Diving, que fue presentada en 2017 en el Museo Caraffa de Córdoba y en 2019 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, y de Get Out, que estuvo en 2020 en la galería Maman.

“Cuando terminó la cuarentena surgió la idea de ensamblar ambas muestras y presentarlas como una sola. Get Out fue la continuación de Stage Diving como si fueran los capítulos de un libro. Cada muestra constaba de 8 piezas, pero de las 16 que resultaban de la suma, finalmente quedaron 13 piezas, porque todas funcionaban bien en su propio ‘capítulo’ pero al juntarlas había ‘personajes’ que no terminaban de encajar, por eso, finalmente, coincidimos con Fernando Farina, que es el curador de la muestra, que quedarían las que están exhibidas”, explica.

La opacidad de lo evidente se articula a partir de una serie de triángulos imaginarios con puntos en común que, a su vez, se superponen para formar conexiones con otras. Así, comienza con Siria, en la que dos niños escapan entre los escombros en el contexto de la guerra civil, formando una recta con María (Frontera de México con EEUU), que muestra a una madre que huye junto a sus hijas después de que varios agentes fronterizos lanzaron gases lacrimógenos contra los inmigrantes, ambos sucesos de 2018, y que a su vez se encuentran en su vértice con Ahed, una obra que presenta a la activista palestina, Ahed Tamimi, que siendo una preadolescente, en 2012, se hizo conocida tras abofetear a un soldado israelí luego de que este disparara en la cabeza con una bala de goma a su primo de quince años.

"Siria", resina epoxi, escombros, de 2019
"Siria", resina epoxi, escombros, de 2019

En la obra se representa otro evento, uno de 2015, en el que Ahed muerde la mano de un soldado israelí que trata de arrestar a un joven palestino. La pieza es la única que se encuentra en el centro de la sala, lo que se justifica tanto por su tamaño y composición de cinco personas, siendo la más compleja de las 13. Este primer triángulo nos habla del territorio, pero no como extención geográfica, sino como espacio de pertenencia y como esa tierra es de nadie en las pugnas del poder.

“El gesto de Di Girolamo al seleccionar estas escenas, decidiendo restituir al menos una parte de todo lo que han perdido, es reparador y amoroso”, escribe Eva Grinstein en el texto de sala y agrega que “reconstruye los cuerpos en esos momentos justos, en el grito, en el forcejeo, en los efectos de diversas catástrofes sobre rostros o torsos. Ahora no es posible no mirarlos, parece decir”.

Por su parte, el artista, autor de la estatua de Cerati que el Gobierno regaló a Costa Rica por su independencia, sostiene que “en los últimos años he puesto la mirada en la violencia de un sistema y sus víctimas en un intento reparador, como de rescate”.

"Cut off 1" y "Cut off 2"
"Cut off 1" y "Cut off 2"

Consultado sobre si su interés en la representación del mundo es una suerte de denuncia y sobre cómo es la búsqueda de la belleza en ese contraste, Di Girolamo sostiene que “podría leerse también, si se quiere, como una suerte de denuncia, aunque lo que se me juega, más que denunciar, es intentar un camino en el cual las crueldades en el mundo no se terminen naturalizando, por lo menos, no tan fácilmente. Generar un espacio de reflexión alrededor de las piezas que no tenemos cuando consumimos esas imágenes en una noticia en la web. Siempre trabaje con lo explícito, en cualquier tema que toque, tratando de sacar a la luz el lado conflictivo que existe más allá de la propia explicités”.

“Por otra parte, en el arte siempre me interesó la dimensión humana y sensorial. En ese universo pueden entrar tanto señalamientos críticos con representaciones escultóricas como ensayos puramente formales y estéticos como se ven en las pinturas geométricas que vengo pintando en los últimos años (desde el 2013 más precisamente)”, dice.

La mirada de uno mismo es otro de los ejes de la muestra a partir de otro triángulo que pone en juego la representación estética canónica y sus efectos, como Selfie, en la que una mujer con problemas alimenticios se retrata frente a un espejo o los Torsos (I y II) que uno al lado del otro, muestran las huellas de las balas de goma en un hombre panzón en una manifestación, mientras a su lado otro se levanta la camiseta para revelar sus abdominales perfectos.

Torsos I y II
Torsos I y II

Así, Di Girolamo nos presenta lo bizarro y lo mundano, el absurdo de la violencia que se presenta tanto en las fuerzas policiales como en la construcción de lo simbólico a través de las industrias culturales, construyendo caminos dentro de estos triángulos que permiten generar asociaciones permanentes.

Es el caso Cut off 2, que recrea la imagen de Bibi Aisha, mujer afgana mutilada por su marido que apareció en la tapa de Times en 2010, que se encuentra espalda con espalda con Cut off 1, en la que se representa a un hombre que pasó por diferentes cirugías para parecerse a Red Skull, personaje del cómic del universo del Capitán América. A su vez, frente a la de Aisha se encuentra Performer (Chile), una joven que extiende los brazos en un salto producido en una manifestación feminista en el medio de una procesión religiosa. Y por otro lado aparece Fabián, enfrentado al torso adónico, expone la historia de Fabián Tomasi, el entrerriano fallecido en 2018 que se convirtió en un símbolo de los estragos que provocan los agroquímicos en el cuerpo.

La exhibición está compuesta por piezas por monocromas y policromadas. “El color aparece cuando necesito dar información que va más allá de las formas. Por ejemplo, en la obra María, los personajes tienen remeras de colores con imágenes de Walt Disney, y eso acentúa el contrasentido que define el conflicto. En los Torsos por ejemplo no hay color, porque creo que actuaría como distractivo y no sumaría nada a la obra, sino que, por el contrario, le restaría”, dice.

Dos visitantes obeservan a "Fabián"
Dos visitantes obeservan a "Fabián"

Sobre el final del recorrido surge Zeliha (Turquía), la emblemática imagen de la niña que le tapa los ojos a su muñeca, y culmina con Stage diving 2. “Me gusta cómo dialogan todas entre sí. De hecho, pienso las muestras como una unidad donde cada una necesita en cierta forma de las otras para completarse, y no como una sumatoria de obras. Pero si tengo que elegir una, me gusta mucho el clima creado con el bebe yaciendo muerto en la playa de sal. La siento contundente”, cierra.

La opacidad de lo evidente es un ejercicio dialéctico en un mundo de memoria fugaz, donde los acontecimiento de hoy, quedan debajo de los escombros de los de mañana. Es una muestra física en un amplio sentido y no solo por mostrarnos la brutalidad y sus efectos sobre los cuerpos, que al descontextualizarse, al sobrepasar la pantalla negra, se vuelven carne, se hacen presentes y no podemos, aunque querramos, eliminarlos con un golpe de pulgar.

Es una muestra física porque todos aquellos cuerpos, tópico tan en disputa en la actualidad, son fruto de algún tipo de crueldad y porque, sabemos en nuestro propio organismo, que no son muy diferentes a tantos otros que sí forman parte lo cotidiano, pero que por justamente son un jab a la mandíbula los evadimos mirando hacia otro lado, como si fueran otra imagen más de la virtualidad.

Fotos: Irina Bianchet

*La opacidad de lo evidente de Martín Di Girolamo, se presenta hasta el 2 de octubre en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Av. del Libertador 8151, CABA. Entrada gratuita. Martes a jueves de 13 a 19 HS / Viernes, sábados y domingos de 13 a 21 HS.

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