Tras el atentado a Rushdie, otros autores atacados o asesinados por su pensamiento

El atentado contra la vida del escritor Salman Rushdie es solo el último caso de una larga lista de ataques contra autores que, por diferentes razones, fueron incómodos para el poder estatal, los fanáticos religiosos u las organizaciones criminales. Estos son solo algunos de los casos más emblemáticos:

Si viajamos en el tiempo, uno de los casos más conocidos se remonta a la antigua Roma. Político, filósofo y escritor, Cicerón fue ejecutado en el 43 a.C. tras ser una crisis que comenzó tras el magnicidio de Julio César. En aquel momento, el autor buscó una amnistía de los conspiradores y luego, a través de una serie de 14 discursos, conocidos como las catorce Filípicas, atacaba a Antonio, cónsul y responsable del testamento del César, tratando de enemistarlo con Octavio, heredero del trono que había regresado a Italia. La jugada no le salió muy bien, ya que Octavio y Antonio forjaron una alianza, por lo que ya sin la protección del heredero, el cónsul ordenó su asesinato, así como que su cabeza y sus manos se expusieran en la tribuna del Foro que servía de púlpito, para que todos las vieran.

Más acá en la cronología, el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca es considerado el autor de mayor influencia y popularidad de la literatura del país ibérico del siglo XX. Un mes después del golpe de Estado fascista que desencadenó la Guerra Civil española en 1936, se encontraba en la casa de su amigo el también poeta Luis Rosales, cuando la Guardia Civil se lo llevó detenido.

Fue ejecutado, se presume, en el camino que une a los poblados de Víznar con Alfacar, en su Granada natal, ya que su cuerpo nunca se recuperó y se encuentra en una fosa común. De acuerdo a un historiador, lo mataron por “ser espía de los rusos, estar en contacto con estos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual”, aunque salvo por su elección sexual, nada de lo demás pudo ser comprobado.

En 1952, en Moscú fueron ejecutados en secreto bajo órdenes de Jospeh Stalin en el sótano de la prisión Lubyanka trece de los más destacados escritores, poetas, artistas, músicos y actores yidis de la Unión Soviética, como el escritor David Bergelson y los poetas Itzik Feffer y Leib Kvitko.

Durante la Revolución Cultura de Mao Zedong, 550 mil intelectuales fueron condenados a “reeducación mediante el trabajo” a las zonas más agrestes de China. Dos décadas más tarde solo quedaban con vida 100 mil. En el medio, muchos murieron por su difícil y humillante nuevo estilo de vida y otros fueron ejectuados.

Algunos de los casos más conocidos se produjeron en agosto de 1966. El escritor Lao She, por ejemplo, apareció flotando en un río de Pekín luego de ser arrestado por la guardia del gobinero. Li Da, autor y director de la Universidad de Wuhan, fue torturado hasta la muerte y Fu Lei, célebre traductor de Voltaire y Balzac, apareció ahorcado en su casa, junto a su esposa. Todos eran considerados autores “derechistas” que reproducían los valores de la vida burguesa y, por lo tanto, enemigos del comunismo.

El cineasta, ensayista y escritor Pier Paolo Pasolini fue asesinado en 1975 bajo circunstancias que aún no pudieron ser aclaradas. El artista italiano fue encontrado en un balneario de Ostia con múltiples fracturas óseas, tras haber sido atropellado varias veces por su propio auto, y su cuerpo estaba parcialmente quemado. En un primer momento se detuvo a Giuseppe Pelosi, un estafador que manejaba su auto, quien se declaró culpable, pero con el tiempo sostuvo que su declaración había sido realizada bajo coerción. Pero Pelosi también falleció de manera misteriosa antes de que pudiera aclarar el asunto.

Pasolini, homosexual declarado y de pensamientos de izquierda, tenía una personalidad incómoda para el poder, y venía de despertar polémica con su última película, Saló o los 120 días de Sodoma, por las que recibió amenazas de muerte. La noche antes de su muerte, en una entrevista con Stampa Sera criticó al fascismo, por lo que las razones esgrimidas por la policía tras su muerte, una supuesta propuesta homosexual a Pelosi, nunca fueron conclusivas para la opinión pública.

Aquel mismo año, el poeta salvadoreño Roque Dalton fue ejecutado como parte de una internta del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), ya que existía un enfrentamiento entre una facción considerada de ”pequeños burgueses pensantes”, que buscaba una lucha prolongada, con la “operativa” encabezada por Edgar Alejandro Rivas Mira, que priorizaban una “conducción política y militar”. Dalton fue detenido junto al sindicalista Armando Arteaga y luego de un juicio sumarísimos, ambos fueron ejecutados y abandonados en una zona de restos volcánicos de San Salvador.

En mayo de 1976, un grupo de militares irrumpió en la casa del escritor argentino Haroldo Conti, lo golpearon e interrogaron durante seis horas, robaron sus pertenencias y se lo llevaron secuestrado. Dos semanas después, el cura Leonardo Castellani, amigo de Conti, asiste a un almuerzo con Jorge Rafael Videla, al frente del gobierno de facto, al que también asistieron Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Horacio Esteban Ratti, y le pregunta por el paradero del autor, pero no obtuvo respuestas. En julio, Castellani ve a Conti en la cárcel de Villa Devoto. Sobrevivientes dijeron que luego estuvo en el centro de detención El Vesubio. En 1980, Videla le confirma a algunos periodistas españoles que Conti estaba muerto.

El 25 de marzo del 1977, Rodolfo Walsh, periodista, autor de Operación Masacre y miembro de Montoneros, partió temprano con varios ejemplares de la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, cuando un grupo de tareas de la ESMA que lo vigilaba le dio la orden de alto. Walsh se detuvo, pero también tuvo tiempo de sacar un arma y disparar. Hirió a uno de los espías mientras recibía disparos de bala en su cuerpo. Fue llevado a la ESMA. Luego desapareció.

Un mes después, Héctor Oesterheld, guionista de El Eternauta y también militante de Montoneros, fue secuestrado por un grupo de tareas en La Plata. Por entonces ya habían desaparecido y asesinadas sus hijas: Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18).

Antes del intento de asesinato a Rushdie hubo otros casos de autores que sufrieron ataques o fueron asesinador por ser considerados “enemigos del islam”, producidos a partir de la última década del siglo pasado.

Durante los ‘80, el escritor egipcio Farag Foda alcanzó notoriedad por pronunciarse contra la islamización de las sociedades musulmanas, a través de libros y artículos periodísticos en los que defendía el laicismo y la democracia liberal. En junio de 1992 un consejo de la Universidad de al-Azhar emitió un comunicado en el que se lo acusaba de blasfemia y el 8 de ese mismo mes fue ejecutado a tiros por dos miembros del grupo terrorista Asamblea Islámica, al-Yama’a al-Islamiyya, en su oficina.

Dos años después, el también egipcio Naguib Mahfuz fue apuñalado en el cuello por un integrista. Desde el ‘96 había sido catalogado como “hereje” por grupos radicales islámicos y sentenciado a muerte, por lo que hasta su fallecimiento una década después mantuvo una vida de encierro, con algunas salidas siempre bajo protección policial.

En 2006, Anna Politkóvskaya, escritora y periodista rusa nacida en EE.UU., fue asesinada a balazos en el ascensor de su casa en 2006 tras volver del supermercado. Politkóvskaya se formó como activista por los derechos humanos y ganó reconocimiento gracias a su investigación sobre las masivas violaciones de los derechos humanos cometidas por las tropas rusas durante la segunda guerra de Chechenia.

Uno de los casos más resonantes se produjo el 7 de enero de 2015, tras un atentado que terminó con la vida de 12 personas, en su mayoría de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, entre los que se encontraban algunos de sus ilustradores más destacados como Chab, Cabou, Honoré, Tignous y Wolinski.

Aquella mañana, dos hombres enmascarados y armados ingresaron al seminario y dispararon a mansalva al grito de “Al·lahu-àkbar” (’Alá es [el] más grande’), tras la publicación de una caricatura del profeta Mahoma.

Entre los múltiples muertos a manos del narcotráfico mexicano, uno de los casos más resonantes fue el Javier Valdez en 2017, periodista premiado internacionalmente por sus investigaciones sobre el narco y el crimen organizado en el país norteamericano.

En 2018, el editor, poeta y bloguero bangladesí Shahzahan Bachchu, un defensor de la tolerancia religiosa y el ateísmo, fue emboscado en una farmacia en el centro de Bangladesh (India) tras recibir por años amenazas de muerte de los extremistas sunitas.

Hace poco más de un año, el 5 de agosto, después de que los talibanes asumieran el control en Kabul en Afganistán, el historiador y poeta Abdullah Atefi fue secuestrado, torturado y ejecutado. Atefi era reconocido por su tarea como educador de posición pacifista. También el año pasado, pero durante una manifestación pacífica en Myanmar (Birmania), al menos cinco escritores fueron asesinados por el Ejército de la Junta gobernante, entre ellos los poetas Myint Myint Zin y K Za Win.

SEGUIR LEYENDO