Juana Molina y las grabaciones encontradas de Eduardo Mateo, una historia de amor

La cantautora y actriz porteña revela detalles del hallazgo de los masters del disco “Musicasión 4 ½”, grabado por la banda uruguaya El Kinto, que ahora reedita a través de su sello Sonamos. “Cuando ví que una cinta que decía ‘El Kinto’, casi me da un infarto”, confiesa

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Juana Molina en su casa del Norte del Gran Buenos Aires (Foto: Mario Agustín González)
Juana Molina en su casa del Norte del Gran Buenos Aires (Foto: Mario Agustín González)

Quizás, la magia existe. O tal vez el destino tenía un regalo muy especial para Juana Molina. A sus manos llegaron cintas con material inédito perteneciente a su álbum favorito y la necesidad de darlo a conocer fue tan fuerte que el descubrimiento la llevó a fundar Sonamos, su propio sello. Editado en 1971, Musicasión 4 ½ fue un disco de culto que reunió a Eduardo Mateo con su banda, El Kinto, a Horacio Buscaglia, a Rubén Rada y a otros artistas del underground uruguayo que bajo la producción de Carlos Píriz capturó el espíritu de una serie de shows de fines de los 60 que fueron fundamentales para la música popular del país oriental, en especial para el nacimiento del candombe beat que conquistó el Río de la Plata en la década del 70.

“Fue un disco que llegó fortuitamente a casa cuando salió y que escuché solamente yo”, confiesa la cantante y compositora en charla con Infobae Cultura. Medio siglo después, ella es la responsable de que este legendario LP esté de vuelta disponible en una reedición especial en vinilo, de esas que no abundan en este lado del mundo, con sonido restaurado, fotos desconocidas, un libro lleno de información y testimonios de los protagonistas y, lo más importante, un álbum adicional con mucha música que se creía perdida. “Fue como un círculo que se cerró”, reflexiona.

—¿Cómo aparecieron las cintas con el material inédito de Musicasión 4 ½?

—Llegaron a través de Mario González, que es mi socio en el sello, que se las dio Joaquín Píriz, el hijo del productor e ingeniero de sonido Carlos Píriz, que grabó todo esto en su momento. Él se guardó las cosas que a él le importaban y otras quedaron en la casa de su familia. Cuando él se separó de su ex mujer, todo eso quedó ahí arrumbado en un altillo por años. Cuando la madre de Joaquín se mudó, tuvo que deshacerse de un montón de cosas porque se iba a un lugar más chico. Lo llaman a Mario, sabiendo que él es un coleccionista, y le dicen que tenían un montón “de esos discos uruguayos que te gustan a vos”. Esto fue en plena pandemia, Mario no tenía auto, no había taxis, y le costó muchísimo conseguir a alguien que lo acompañara. Cuando se estaba yendo de la casa con un montón de cosas, vio unas cajas en la puerta listas para partir y distinguió los lomos de unas cintas. A él no le importaba qué había, preguntó, y se las dieron. “Hay montones, porque nosotros grabábamos los álbumes en cinta para conservarlos”, le dijeron, “pero no vas a encontrar nada que no esté repetido en los discos”. De golpe, cuando llegó a su casa, atestado de cosas, ve que en una cinta dice “El Kinto”. y casi le da un infarto.

Urbano Morae y Eduardo Mateo, parte de la legendaria banda uruguaya El Kinto
Urbano Morae y Eduardo Mateo, parte de la legendaria banda uruguaya El Kinto

El Kinto fue la banda que formó Eduardo Mateo en guitarra y voz junto con Rubén Rada en percusión (luego reemplazado por Mario Chichito Cabral), Luis Sosa en batería, Walter Cambón en guitarra y Antonio Lobito Lagarde en bajo, quien al poco tiempo dejó su lugar a Urbano Moraes. En sus tres años de existencia, entre 1967 y 1970, llegó a convertirse en una banda de culto que dejó una marca muy profunda en la música popular uruguaya, ya que fueron pioneros en fusionar el candombe y otros ritmos latinos con la música beat, que tendría su explosión en los 70 con grupos como Tótem, de Rada y Cabral, y Opa, de los hermanos Fattoruso. La banda apenas grabó un simple de tres canciones y una serie de registros en los estudios Sondor, de Montevideo, que fueron utilizados como pistas de playback en el programa de televisión Discodromo Show, donde se presentaban asiduamente. Eran grabaciones sencillas hechas de forma rápida y con una tecnología precaria, pero de buena calidad. Píriz tuvo el buen tino de conservar ese material que estaba destinado a ser borrado y, a través suyo, salió bajo el título Circa 1968 en 1977. Se pensaba que ese LP era todo lo que había grabado el quinteto hasta la aparición de las cintas que acaba de lanzar Sonamos, el sello de Juana Molina y Mario González.

Mario llegó a esa música a los 12 o 13 años, cuando un amigo más grande, que era músico, le hizo escuchar ‘El Boliche’, de Eduardo Mateo y él se volvió loco. Para mí era muy raro encontrar a alguien que supiera de qué hablaba cuando yo decía ‘Musicasión’, por eso, digamos que con la única persona que él podía compartir eso gratamente era conmigo”, cuenta la ex protagonista de Juana y sus hermanas. “Nos encontramos, y cuando escuchamos lo que había no lo podíamos creer. Empezamos a ver qué podíamos hacer, y a Mario se le ocurrió la idea de fundar un sello, aprovechando que también se cumplía el vigésimo aniversario de mi álbum Segundo. Esto fue en 2020, estábamos en la mitad de la pandemia, y era muy difícil producir, así que decidimos sacar primero Segundo y luego editar Musicasión 4 ½”.

Juana Molina a través de su sello Sonamos, reeditó "Musicasión 4 1/2" de Eduardo Mateo y el Kinto
Juana Molina a través de su sello Sonamos, reeditó "Musicasión 4 1/2" de Eduardo Mateo y el Kinto

Las Musicasiones fueron una serie conciertos colectivos que se hicieron entre junio y septiembre de 1969 en el teatro El Galpón, de la capital uruguaya, concebidos por Eduardo Mateo y el actor, poeta y músico aficionado Horacio Buscaglia. El Kinto fue el grupo anfitrión, pero participaron muchos otros músicos, que tocaban entreverados con segmentos de improvisaciones teatrales, proyecciones y recitados, como los que hacía Buscaglia, que él autodenominó “mojos”. Fueron cuatro espectáculos diferentes –Musicasión 1, 2, 3 y 4- distribuidos en catorce funciones que tuvieron como antecedente los Conciertos Beat de 1966. La presente reedición incluye dos temas que provienen de esos recitales, interpretados por un trío liderado por Mateo con Denoir y Rada de invitados.

En 1971, aprovechando la explosión del candombe beat, Píriz consideró oportuno recuperar de su archivo las grabaciones de los músicos que habían participado en las Musicasiones –que en principio se había hecho para una transmisión televisiva–, y creó un álbum que reflejara el espíritu de aquellos míticos shows. Lo único que se hizo especialmente para ese lanzamiento fue una nueva tanda de “mojos” de Buscaglia. “Es un disco muy raro, muy atípico y muy representativo de lo que estaba pasando en ese momento en Uruguay, que para el mundo era una aldea, al igual que Buenos Aires”, explica la hija del cantante Horacio Molina. Musicasión 4 ½ salió a través de De La Planta, el sello que había fundado Píriz en el 69 y que estuvo detrás de los principales discos del movimiento beat rioplatense.

Ficha técnica de la grabación de El Kinto en los estudios ION de Buenos Aires
Ficha técnica de la grabación de El Kinto en los estudios ION de Buenos Aires

—¿Cómo llega Musicasión 4 ½ a tu vida?

—Cuando salió, yo era una niña. Tengo una copia de Musicasión 4 ½ firmada por Eduardo Mateo que le dio a mi papá durante la grabación de su primer álbum solista, Mateo solo bien se lame¸ en el que él hizo coros. Nosotros teníamos acceso a la discoteca, y yo oía todo lo que había, y lo que me gustaba lo iba poniendo en un apartado. Musicasión 4 ½ estaba en mi casillero. Yo me considero muy afortunada de haber recibido esa información musical de chica, porque creo que uno se forma en la niñez. Después ya uno elige más, pero en esa etapa la formación es más inconsciente. La música de Mateo me atraviesa, porque, como todas las cosas que me gustaban de pequeña, me nutrió más allá de que me haya influenciado o no. Es una de las cosas que más escuché, no todo, porque escuché durante muchos años solo Mateo solo bien se lame, donde realmente creo que está su esencia. De más grande conocí los otros discos y canciones, como “El Boliche”, que son mucho más complejas y difíciles, con esa manera de cantar que él terminó teniendo, inconfundible, aunque muy diferente a la prolijita y angelical de ese primer disco.

Musicasión 4 ½ estaba descatalogado hace rato, pero se puede escuchar en las plataformas de streaming. ¿Qué hay de diferente en esta reedición que encaraste con Mario González?

—Lo que está en Spotify, que pertenece al sello Sondor, es la versión autocensurada que salió en el 77, en plena dictadura. Diane Denoir, por ejemplo, estaba prohibida, había sido incluida en una lista negra por su militancia política, y por eso ella no está en esa versión del disco. Por otra parte, los “mojos” de Buscaglia no son los mismos. En cuanto al sonido, lo que estaba disponible viene de una copia que se hizo para CD en 1998 extraída de un disco, entonces el sonido es malo, agudo y sin profundidad. Lo que nosotros encontramos es una copia de seguridad del master original, sin censura, de 1971. Eso no lo tiene nadie. Es increíble la diferencia. Carlos Píriz, que es un tipazo, alguien muy especial y un convencido de sus ideas, graba como nadie. Tiene mucha sencillez, usa pocos elementos y sabe dónde ponerlos. No sé cómo hace, pero su sonido siempre es cálido, claro, profundo y reconocible. Es uno de los mejores técnicos que conozco. Yo lo admiro muchísimo, no solo por cómo trabaja, sino por las cosas que eligió grabar. Las cintas que tenemos, además, fueron restauradas y remasterizadas por Daniel Osorio, alguien que sabe mucho de masterización de vinilos. Me gusta mucho trabajar con él porque comprende que el sonido perfecto puede llevarse el alma de la grabación.

Carlos Píriz en los Estudios ION de Buenos Aires,1970 (foto de archivo)
Carlos Píriz en los Estudios ION de Buenos Aires,1970 (foto de archivo)

—¿Cuál fue la reacción de Píriz cuando le mostraron lo que habían descubierto?

—Nosotros teníamos mucho miedo, porque, si bien él se había desentendido de esas cintas, la verdad es que eran suyas. Pensamos que era la primera persona con la que teníamos que hablar, ya que era el responsable de que eso existiera. Fuimos a verlo y no le dio importancia al hecho, no se sorprendió, y tenía clarísimo de qué se trataba. Su respuesta fue: “Yo creo que tengo cosas que les pueden servir para ese disco”. Salimos saltando en una pata.

—Sin dudas, lo mejor de esta nueva edición de Musicasión 4 ½ es el disco adicional.

—Tiene quince canciones inéditas, es mucho. Algunas no están terminadas, pero son bases que son increíbles. La que más me impactó fue “Rosa”, que abre el segundo LP. Me enamoré mucho de ese tema, e insistí mucho para que fuera el primero, porque empieza con piña o con una caricia, según como lo sientas, directo al alma. Es una cosa de locos. Lo escuché 154 millones de veces y es muy terrible, porque es muy cortito y termina en fade out. Píriz terminaba la mayoría de los temas así, que para mí es como un sacrilegio, pero se usaba muchísimo en esa época. No sé si tengo alguna canción que termine en fundido. Cuando escribís y grabás, me gusta inventar un final, el que sea, porque me da una sensación de paz. El fade out, en cambio, me da angustia. Por ahí un día cambie de opinión, es lo que me pasa ahora.

Aquí, las grabaciones encontradas del famoso disco de El Kinto
Aquí, las grabaciones encontradas del famoso disco de El Kinto

Además del álbum original del 71, que era un incunable –por la inclusión de “Mejor me voy”, de Diane Denoir y Mateo, con referencias políticas en el texto de la contratapa y en algunos de los recitados de Horacio Buscaglia-, esta reedición para el 50º aniversario incluye temas nunca antes escuchados de El Kinto (entre ellos “Solo me he de quedar”, que Rada grabó en su primer álbum), pasajes instrumentales que probablemente se utilizaron en alguna de las Musicasiones, mojos descartados de Horacio Buscaglia, una canción de Horama –proyecto musical de Mateo, Buscaglia y Verónica Indart– y pistas del LP inconcluso de Urbano Moraes, que él ni siquiera recordaba haber grabado. “Urbano daba por perdidas esas canciones. Había una que él me había dicho: ‘Yo no sé qué es esto que me estás mostrando, no me acuerdo’. Y el día que nos encontramos en Montevideo para escuchar el test pressing del álbum, de golpe, en la mitad de la escucha, le baja la melodía, la letra, todo y se puso a cantarla, casi se vuelve loco”, relata Juana.

—¿Cómo vivieron los protagonistas la reedición del LP?

—Fue muy lindo todo el proceso. Al principio había una reticencia porque los estafaron mucho con el correr de los años. Se reeditaron miles de veces sus discos, y ellos no vieron nunca un centavo. Acá se hizo todo superprolijo, y por eso están recontentos. Para ellos también es como un reflote. Ahora somos todos tíos, sobrinos y hermanos, nos amamos, nos vemos y hablamos por teléfono de vez en cuando. En Uruguay fue la movida discográfica del año, y el álbum, editado por Little Butterfly Records, ya se agotó… y en Japón, también. A nosotros, en realidad, nos parecía que era algo importantísimo en la historia de la música, más allá del éxito o el fracaso que pudiera tener comercialmente. Es una alegría para todos que haya salido, sobre todo el vinilo dos, que es algo que no se puede creer que exista, finalmente.

Eduardo Mateo, leyenda de la música popular uruguaya
Eduardo Mateo, leyenda de la música popular uruguaya

—Más allá de la altísima calidad del sonido del álbum, la edición es muy cuidada, llena de fotos inéditas y notas escritas por vos, por Carlos Píriz, Rubén Rada y Urbano Moraes, y detalles históricos y técnicos de Musicasión 4 ½ a cargo de Guilherme de Alencar Pinto, biógrafo de Mateo y autor de Razones locas: El paso de Eduardo Mateo por la música uruguaya. ¿Cómo encararon la reedición para que el resultado final sea un objeto de valor?

—De cómo tenía que ser el LP se ocupó más Mario, que él es el que sabe de vinilos porque es dueño de una colección muy grande y sabe mucho de reediciones. Tiene mucha cancha en saber qué data hay que poner en una reedición, cómo se presenta, qué tipo de historia se cuenta, qué es lo que interesa, qué es lo que busca la gente, sobre todo los críticos y los melómanos. Algunas fotos del interior las sacó mi papá en su momento. Yo me encargué de hablar con cada uno de los músicos y con cada una de las personas que tenían algo que ver con el disco. Con Mario también hice la curaduría de las cintas, porque había mucho material. No había tanto que fuera de Musicasión ni de la época, sino cosas que eran como más aisladas, que estaban buenas, pero que nos pareció que no tenían que ir en este lanzamiento.

—¿Qué van a hacer con todo ese material que quedó afuera?

—La idea es hacer una especie de antología enciclopédica en una caja de cuatro CD en la que esté todo ordenado cronológicamente y por grupo, como una cosa más de consulta. Todo lo de El Kinto y de los otros artistas, los Conciertos Beat, lo que quedó de las Musicasiones y todo lo que existe, que por ahí no es tanto para poner el disco y sentarse a escucharlo.

—Tanto tu álbum Segundo como Musicasión 4 ½ salieron a través de tu propio sello, Sonamos. ¿Cómo te sentís con la autogestión?

—Todavía estoy aprendiendo muchísimo. Es realmente algo de lo que yo no sabía nada. Musicasión lo hicimos con más seguridad que Segundo, hicimos las cosas mejor. El resultado de Segundo es buenísimo, pero salimos a la venta antes de que estuviera fabricado, porque nos habían prometido una fecha que al final se pospuso varias veces, y fue muy difícil atajar todos esos penales de la gente que tuvo que esperar hasta cinco meses para recibirlo. Nos ocupamos de que hubiera una atención personalizada con cada uno de los compradores, para que nos entendieran. Con Musicasión tuvimos más cuidado y hasta que no estuvo el disco embalado y listo para partir, no lo pusimos a la venta. Solo se consigue en nuestro sitio (https://sonamos.com.ar/), porque es la única forma de ofrecerlo a un precio accesible. Es un disco muy caro de hacer, entonces lo estamos vendiendo como para recuperar lo invertido y poder mantener el sello. Con distribuidores e intermediarios se encarece mucho, y no queremos que se venda a precios que no se pueden pagar. Buscamos que las cosas estén realmente bien hechas. Por ejemplo, nosotros lavamos los vinilos con una máquina, los revisamos uno por uno y descartamos los que tienen fallas. Si está mal hecha la matriz, la mandamos a hacer de nuevo.

Juana Molina retratada en su casa de la zona Norte del Gran Buenos Aires (Foto: Mario Agustín González)
Juana Molina retratada en su casa de la zona Norte del Gran Buenos Aires (Foto: Mario Agustín González)

—¿Qué música te gustaría sacar con Sonamos?

—No tenemos un perfil muy definido todavía. El único patrón es la calidad. La idea es editar mis discos, cosas viejas y también nuevas, pero tienen que ser proyectos que yo pueda defender con mucha seguridad. Vamos a inaugurar la publicación de discos contemporáneos de artistas argentinos con Panal, de Carola Zelaschi, que me gustó muchísimo y tiene la característica distintiva de ser instrumental, algo no tan común últimamente.

—Carola Zelaschi es una de las artistas que elegiste para tocar en una fecha especialmente curada por vos en el marco del festival Primavera Sound, que se va a hacer entre el 7 y el 13 de noviembre de este año. También van a tocar Lucy Patané, Cande Zamar y la banda Galindez. ¿Qué podés decir de ellos?

—Cada uno de los artistas que elegí tiene lo suyo. Lucy Patané es de lo más original que ha aparecido en los últimos años y, además, tiene una fuerza imponente en el escenario y no para de crecer. Cuando toca en grupo, lo hace con Carola en la batería. De Candelaria Zamar me gustan sus canciones, especialmente las de su último álbum, Una linterna. Su música va por un carril distinto al de Carola y Lucy, tal vez más introspectivo, bien arreglado y muy bien cantado. Galindez es un grupo que conocí en un after de un show mío en Santa Fe. Estaba con unas amigas charlando en el camarín y de golpe empecé a escuchar una música que me hizo salir a la sala e ir a bailar. No suele pasar eso con muchos músicos, así que pensé en la idea de que esa noche hicieran bailar un rato al público. Bailar es fundamental en la vida.

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