Sebastián Camacho y la osadía de respirar a través de la pintura

El artista colombiano presenta en la Galería Gachi Prieto de Buenos Aires “Vivir juntos, solos”, una muestra figurativa en la que rescata comportamientos y emociones de los días de encierro

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Uno de los tres "Bruno" que forman parte de 'Vivir juntos, solos', la muestra de Sebastián Camacho, en la Galería Gachi Prieto
Uno de los tres "Bruno" que forman parte de 'Vivir juntos, solos', la muestra de Sebastián Camacho, en la Galería Gachi Prieto

Existir pasa tan por lo mínimo que apenas lo notamos. Lo elemental se nos puede presentar en una tabla periódica educativa que, para muchos, no es más que un atiborramiento de siglas y números. El hidrógeno ocupa el primer lugar, y el oxígeno, el octavo. Se nos enseña entonces, por ejemplo, que el agua se conforma con dos partículas de uno, y una del otro. Vualá.

En la muestra Vivir juntos, solos de Sebastián Camacho, que con curaduría de Carlos Herrera se presenta hasta el 13 de agosto en la Galería Gachi Prieto, los elementos aparecen, como en la vida misma, ocultos en los cuadros a partir de su función en lo cotidiano y en especial centrado en un mecanismo tan ínfimo y esencial: la respiración.

Respirar es eso que ocurre mientras estamos ocupados haciendo otras cosas, bien podría haber escrito Lennon y el fondo de la canción no hubiera cambiado. Pero para el polifacético artista colombiano (Bogotá 1982), que reside en Buenos Aires, capturar ese instante no solo marca su “reencuentro con la pintura al óleo”, luego de lo que denominó “ejercicios” en acuarelas y toda una serie de papercut arquitectónicos, en los que delata el carácter minucioso y paciente de su obra: “Tengo un ejercicio artístico bastante caprichoso y anárquico, me amarro a procesos muy largos y por lo regular me dejan agotado”.

Pieza de la serie arquitectónica de papercut en la que Camacho trabajó antes de las pinturas
Pieza de la serie arquitectónica de papercut en la que Camacho trabajó antes de las pinturas

La exhibición está conformada por una serie de seis pinturas, que como bien explica el artista a Infobae Cultura, surgieron en 2021 y aunque asegura que no se realizaron durante la pandemia, el puente se extiende a ese pasado.

“Busqué empezar a decantar que fue ese periodo medio raro, tratar de entender ese paréntesis en nuestras vidas. Todavía no hay una distancia prudente, pero me parece importante en todo caso empezar a masticar y a producir pensando en eso”, dijo. Sin embargo, no considera que aquel encierro haya afectado su manera de trabajar: “Si bien había como una obligación de estar haciendo algo, los que pintamos casi que vivimos en una cuarentena permanente, estamos encerrados, solos, por periodos largos, entonces casi que estábamos como en un estado natural”.

Pero las evidencias que nos remiten a ese tiempo sin tiempo están allí, entre lo mundano y lo sagrado. Si nos remitimos a las tradiciones, al simbolismo propiamente dicho, la desnudez de los pies -ya presentes en las estatuas de la Grecia antigua- remiten a la resistencia humana al dolor, dotando al hombre de una conexión con lo divino. Sócrates, de acuerdo a Platón, caminaba descalzo. Esa perspectiva fue, si lo planteamos en términos del siglo XXI, apropiada culturalmente por el cristianismo y sus infinitas representaciones del hijo de Dios, santos, etcétera. Y así.

"Pies", de Sebastián Camacho, óleo sobre lienzo (80 x 80 cm)
"Pies", de Sebastián Camacho, óleo sobre lienzo (80 x 80 cm)

Los miembros inferiores surgen en tres obras de Camacho y en una, Pies, se representan con las marcas que unos soquetes apretados dejaron sobre la piel; quizás los estigmas de una rutina ausente, de ese pasado directo que se extiende, aquello que por más que se revele casi invisible no significa que no haya dejado su rastro. Las marcas de la vida, a fin de cuentas.

Por supuesto, a los usos útiles, ese prescindir del calzado está relacionado con la separación del afuera en lo cotidiano, con cierta alienación que se descontractura como se observa en otras dos piezas, Julia y Julián, que delatan una manera de señalar el comportamiento y, a la vez, las emociones. Hemos sido despojados de gran parte de nuestras ataduras, de nuestras corazas para el combate cotidiano, parecen decirnos, estando ella sin pantalones y él, a pecho descubierto.

Un visitante observa el detalle de "Julia"
Un visitante observa el detalle de "Julia"

Julia toca una melódica, apoyada sobre los brazos de un sofá, frente a una maceta con violetas donde, a la vez, aparece una burbuja de vidrio para riego por goteo, sistema que fue creado para plantas de zonas áridas, a fin de aprovechar al máximo un recurso limitado y que fue “domesticado” en pos de la comodidad.

Casualidad o no, la esfera con H2O, la sumatoria de dos elementos, se conecta con el hilo que convierten a las obras en una serie, la cuestión respiratoria tanto por el elemento que producen en este proceso, el oxígeno, como por el movimiento espaciado del espasmo respiratorio, otra vez, mínimo, otra vez, silencioso.

Las personas aparecen todas con bolsas en la cabeza, pero a su vez están realizando acciones de inhalación y exhalación, ya que mientras ella juega con un instrumento musical, en el caso de Julio se lo observa un tanto despatarrado sobre el sofá con un cigarro en la mano, expectante quizá o meditabundo, no se puede asegurar ya que la información es la del cuerpo.

La muestra estará abierta hasta el 13 de agosto
La muestra estará abierta hasta el 13 de agosto

Respirar, como el goteo, es un trabajo que en el bullicio de la vida puede pasar desapercibido, pero que, ante estas circunstancias instrospectivas, de Vivir juntos, solos, se revalorizó; a fin de cuentas aquel encierro de tiempo sin tiempo, atacó a este mecanismo inconsciente y esencial. La vida, hasta entonces un caos de estímulos, se redujo a dos elementos de una tabla periódica que nadie recuerda y a sus posibles combinaciones.

Por otro lado, la cobertura de los rostros invisibilizan los estados emocionales y a su vez ponen el centro en aquello que no se ve, otra vez lo mínimo e indispensable, esa respiración que la figuración no representa y que aquí surge a partir de los movimientos: mientras en Julia la bolsa se expande; en Julio, se contrae.

"Julio" de fondo, y en la pantalla de un smartphone
"Julio" de fondo, y en la pantalla de un smartphone

En las tres pinturas llamadas Bruno este movimiento queda al desnudo. Por un lado porque allí se pueden ver las expresiones del protagonista, el hijo del artista, como el proceso que convierte al oxígeno en dióxido de carbono en los distintos movimientos del envoltorio.

Las despersonalizaciones de Julia y Julio se conectan temáticamente con otras obras de Camacho, que pueden verse en la trastienda de la galería de Palermo. En varias acuarelas y un óleo de gran formato, el artista produjo una serie de retratos que plantean “una relación distinta con el espectador porque el que se acerca a estas pinturas no está pensando, qué estado emocional tenía cuando lo pinté”, comenta.

Las piezas surgen a partir de fotografías, al igual que los cuadros de Vivir juntos, solos, y son de un realismo absorbente. “Más que una serie es como una imagen que me persigue, no sé porque no me la puedo sacar de la cabeza, pero también sé que es como una suerte de arquetipo que hay en la historia de las imágenes, como la Betty de Gerhard Richter, por ejemplo, o La gran bañista de Ingres”, dijo.

Una acuarela de Camacho junto a "Betty" de Gerhard Richter y "La gran bañista" de Ingres
Una acuarela de Camacho junto a "Betty" de Gerhard Richter y "La gran bañista" de Ingres

Para Camacho estas piezas son “ejercicios de pintura”, en los que intentó “asumir casi que una suerte de retrato carnet, como el de los DNI, pero solo desde la espalda, por lo que hay un también un ejercicio de documentación” y, a su vez, busca “habilitar otro tipo de independencia en el que cada uno responde como a una identidad específica”.

El artista lleva al lienzo capturas de la realidad, a veces de imágenes que ve en redes social y otras sacadas por el mismo. En ese sentido, comenta: “Todos tenemos un modelo independientemente del tipo de obra que hagamos en la pulsión que nos lleva a hacer el ejercicio artístico. Responde a algo que precede la manifestación, tenemos en la cabeza una idea de imagen. Ahora esa idea se manifiesta de distintas maneras, hay gente que trabaja desde los sueños, otros desde la emoción y yo utilizo la fotografía como un módulo que me permite contener y modificar al mismo tiempo esa construcción y sobre todo para desarrollar una suerte de distancia en relación”.

En Vivir juntos, solos Sebastián Camacho propone fragmentos de una realidad centrándose en los elementos primordiales de la vida, pero a la vez indaga en comportamientos y emociones, en aquellos usos que nos fueron despojados y en lo que construímos a nuestro alrededor como campo protector para atravesar el momento. Propone, en ese sentido, una experiencia pictórica de “distancia en relación”.

*‘Vivir juntos, solos’, muestra de Sebastián Camacho, hasta el 13 de agosto en la Galería Gachi Prieto, Uriarte 1373, Palermo, CABA. Entrada libre y gratuita, de martes a sábados, de 14 a 19 hs

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