Ernesto Alterio en ‘Santa Evita’: “Fue un desafío abordar un personaje con semejante perversión”

El actor hispano-argentino asume representar la compleja personalidad del coronel Moori Koenig, personaje central en la trama macabra que sobrevino a la muerte de Eva Perón y el destino de sus restos

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Trailer Oficial de la miniserie "Santa Evita"

El actor Ernesto Alterio retornó tras más de quince años a la pantalla chica argentina con Santa Evita, la miniserie basada en la exitosa novela de Tomás Eloy Martínez disponible en Star+, en la que encarna una muy perversa y atribulada versión de Carlos Moori Koenig, el coronel encargado de secuestrar y ocultar el cuerpo embalsamado de Eva Duarte tras su temprana muerte en 1952.

“Es un tipo de proyecto que me da la posibilidad de revisar la historia del país, que es en definitiva mi propia historia, y poner el cuerpo, que es algo muy bueno que tiene mi profesión, porque la siento como un vehículo de conocimiento de la humanidad y sus cuestiones”, aseguró Alterio sobre su participación en la producción dirigida por Rodrigo García y Alejandro Maci.

Guionada en dupla por Marcela Guerty y Pamela Rementería, Santa Evita significó la vuelta del intérprete, hijo del reconocidísimo Héctor Alterio y radicado en Madrid con su familia desde la última dictadura cívico-militar, a una tira de sello local tras su protagónico en Vientos de agua, realizada por Juan José Campanella en 2006.

Así, Alterio saltó desde un relato –para el que trabajó junto a su padre– centrado en una historia de inmigración entre Argentina y España en los 30 a otro situado no tanto tiempo después pero sí en un escenario muy diferente, en el que el ex presidente Juan Domingo Perón (Darío Grandinetti) y su esposa, Eva (Natalia Oreiro), ya habían marcado un punto de inflexión en la vida política y social del momento.

En ese recorrido la serie sigue de cerca el ascenso de Evita como símbolo de la justicia social y el lamentable devenir de sus restos, pero el de Alterio es un personaje también fundamental en esta propuesta que descubre, desde la ficción, la obsesión y el control enfermizo que Moori Koenig sentía y practicaba sobre ella.

Atormentado por el deseo y el odio a lo largo de décadas, Moori Koenig se transforma de esa manera en un eje paralelo de Santa Evita, que le ofrece a la narrativa un segundo motor en su premisa intrigante y perturbadora.

—¿Cómo construiste este personaje?

—Siempre sentí que tenía la oportunidad de hacer algo muy único, es un personaje bien complejo, con una peripecia en el sentido clásico, con un recorrido muy amplio. Primero aparece con 35 años, en el cénit de sus facultades, y termina con 65 años y completamente alcoholizado y psicótico, así que me ofrecía mucho para explorar. Hubo todo un trabajo que tiene que ver con la época, para situarme bien en el contexto histórico y ver cómo incidía eso en mi personaje. Y también fue tratar de entender la cabeza de ese tipo alrededor de las misiones que le encomiendan, que en principio es ayudarla a Eva cuando está en vida, que era tener que ayudar a alguien que detestaba ideológicamente pero ante quien empieza a sentir una extraña atracción; y más tarde ocuparse de su cuerpo.

—Ahí la trama toma un giro importante.

—Claro, ahí se vuelve realmente siniestro, y agrava el conflicto dentro de mi personaje porque es alguien muy religioso, y le encargan hacer algo que va contra las leyes de Dios. Fue un desafío abordar eso, cómo hacer atractivo a alguien que es tremendo y que tiene ese grado de perversión, y también llegar a entenderlo e incluso hasta compadecerlo.

—¿Hubo algo en especial de esta narrativa que mezcla la ficción y los hechos reales que te haya interesado a la hora de acercarte al proyecto?

—Para mí ese es uno de los puntos interesantes que tiene la serie, que pone la pelota en ese terreno que parte de hechos y personajes históricos para hacer una construcción ficcional. A mí me interesa mucho porque también creo que tiene que ver con la propia naturaleza del mito, en el sentido de que es algo construido por las personas y por las historias que se arman alrededor de ese mito, que tiene algo de inabarcable, de que no termina nunca de completarse, desde Jesucristo hasta Maradona.

—La adaptación mantiene ese juego, pero además hay una intención clara de reinterpretarla con una mirada de género. ¿Cómo pensás que se traduce eso en la serie?

—Creo que cae en un momento del mundo donde la cuestión de los derechos de las mujeres está muy sobre la mesa, que es un tema en el que se ha avanzado mucho pero todavía queda mucho por hacer. Y es algo que me interesa mucho de la serie, lo que tiene que ver con la posesión, con el cuerpo de la mujer como objeto. Es un tema que nos conviene a todos pensar, y es algo que aparece a través de mi personaje. A lo largo de la historia el cuerpo de la mujer fue utilizado como trofeo de guerra en los conflictos, y eso está muy patente en la serie.

"Santa Evita" (Télam)
"Santa Evita" (Télam)

—Si bien te criaste en España, mantuviste un vínculo familiar y laboral con Argentina desde siempre. ¿Qué te ofrece contar con esa suerte de doble mirada?

—A nivel personal es muy especial, y me pasa con todos los proyectos que he venido haciendo en Argentina. Es como ponerme dentro de la historia del país, y conocerla a nivel emocional y físico, y de alguna manera me completa, va arrojando luz a zonas oscuras. Me pasó cuando hice Vientos de agua, porque en ese proyecto hice el recorrido que hicieron mis abuelos, aunque ellos vinieron desde Italia y mi personaje de Asturias, pero era el mismo recorrido que hicieron ellos en cuanto a lo inmigratorio. En esa serie, mi personaje llegaba en el pasado hasta cerca del momento en que justamente empieza Santa Evita. Lo mismo me pasó con Infancia clandestina, que ocurre en los 70, o con Las viudas de los jueves, en el 2000. Es un privilegio tener esa posibilidad.

—También en esa línea, si bien este es un episodio muy particular de la historia argentina, la presencia de la serie en el streaming le permite alcanzar a audiencias de todo el mundo. ¿Cómo creés que puede resonar en otras regiones?

—Yo creo que la serie tiene puntos de conexión a muchos niveles, que pueden apelar a muchas generaciones en muchas latitudes. La figura de Eva resuena a nivel mundial, y es interesante poder conocerla más. Siento que afuera se conoce más el musical de Evita, una visión más llana, y la serie deja ver bien la dimensión de lo que hizo. Por otro lado es un thriller trepidante, y eso es un punto fuerte de enganche, funciona muy bien en ese sentido, y además se convocaron personas de primer nivel en todos los departamentos. Me parece que es un producto de mucha calidad que va a tener interés en todos lados.

Fuente: Télam S. E.

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