Una casa en San Cristóbal, sobria desde afuera: una explosión de color y texturas en el interior. Allí, Marta Minujín nació y creció hace 79 años y hoy tiene su museo-taller y es desde donde realiza sus intervenciones en las redes sociales, y el lugar elegido para presentar su nuevo libro, Marta Minujín en Nueva York.
La obra, escrita en español e inglés y publicada por Editorial axp, se divide en dos secciones: la primera, un recorrido temático y conceptual de la relación de la artista con la ciudad estadounidense y otra, copiosamente ilustrada, pone en imágenes las obras, físicas y en video, como los happenings que realizó desde los 60 hasta el 2018, cuando presentó Menesunda Reloaded en el New Museum.
Así, se presentan El Batacazo, censurada en Buenos Aires en el ‘65 y que llegó a la Galería Bianchini un año después; Minuphone, en la Galería Howard Wise (’67); Minucode, presentada en la Art Gallery Cente en el ‘68 y que en la actualidad se encuentra en una sala del MoMA; Interpenning (’72), en el Modern Arts; Nicapening (’73), Sotheby Parke-Bernet, Naciones Unidas; Kindnappening (’73), en el Modern Arts; Imago Flowing (’74), en Central Park, la emblemática Deuda Externa (’85), junto a Andy Warhol en The Factory, hasta la nueva versión de la Menesunda.
Pero la ocasión no solo sirvió para lanzar esta obra, que tendrá en 2023 una versión con sus diarios íntimos al estilo Tres inviernos en París por RHM, sino también para anunciar la donación de Catedral del pensamiento vacío, una obra que, muy al estilo Minujín, invitará al público a ingresar a ella, a hacerla suya. Arte para ser parte.
La cabeza de cemento dorado, de 30 metros de largo y 20 metros de altura, que corresponde a su serie escultórica de los ‘90 en la que “desmiembra” las piezas para presentarlas en diferentes planos, no posee aún fecha de presentación ni locación asignada, aunque se manejan dos posibilidades.
La primera en el Parque Thays, en Recoleta, espacio verde de 4500 m² que ya aloja otra obra de la artista, Venus Fragmentándose, y en donde también se encuentra Torso Masculino de Botero. La segunda, en Costanera Norte, en el área donde se encuentra Cristóbal Colón, cerca del Aeroparque Jorge Newbery.
Un 2023 imparable
Minujín desborda energía. Al dialogar con ella, no se necesita ser especialista en neurociencia para ver que su sinápsis cerebral no se rige por las reglas de nosotros, los simples mortales. Puede saltar de un tema a otro y, aunque todo pueda parecer inconexo, sobre el final del concepto se revela la totalidad. Así vive, así crea. Nunca descansa.
El 30 de enero de 2023 cumplirá 80 años y lejos de una reunión cerrada, para los íntimos, que quizá también se produzca, prepara un megaevento que promete robarse la atención mediática. Su Casamiento con la eternidad se celebrará en el Malba, en una especie de revival a su Casamiento con el arte de 2013. Pero no asistirá vestida como novia, de punta en blanco, sino con ese colorido característico que ya es todo un trademark inconfundible y es, como dijo a Infobae Cultura, en una muestra pasada: “El flúo es el color de mi alma”
En febrero, dos de sus obras informalistas de los ‘60 formarán parte de una muestra itinerante de artistas mujeres de todo el mundo co-curada por Agustín Pérez-Rubio en la prestigiosa galería Whitechapel de Londres.
Por otro lado, su relación con Nueva York tendrá un nuevo capítulo, ya que a Minucode se sumará, a partir de marzo, la instalación Simultaneidad en Simultaneidad (1966), en la exhibición colectiva Señales: video y democracia electrónica, en el Museo de Arte Moderno (MoMA).
Durante la presentación, recorrió las obras que irán para una muestra antológica curada por Darsie Alexander desde noviembre en el Museo Judío de Nueva York, que incluirá sus “cuadros de colores”, dijo a Infobae Cultura.
“En los ‘60 escuchaba rock mientras trabajaba, después me pasé a la música clásica y ahora escucho las noticias. De todos lados, la BBC, la radio, la televisión, y entonces voy persiguiendo la realidad, agarro las ondas en el aire y con eso creo. Convierto todo lo que pase en algo creativo, no dejo que me afecte, sino que lo uso”, explicó.
“Cuando comenzaron los rumores (de la pandemia), tipo noviembre-diciembre, ya percibía que algo se avecinaba. Entonces empecé a trabajar”. Luego, llegó el momento de Pandemia, que se presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes, para posteriormente pasar a Vacunación, realizada en “tonos de azul para homenajear a los enfermeros y a los médicos”, pieza que también le gustaría presentar en el museo más importante del país antes de que comience su periplo viajero que en 2024 la llevará, junto a las otras, al Reina Sofía, en Madrid.
Por su parte, adelantó que para la Pinacoteca de San Pablo presentará “una muestra lúdica compuesta por sus obras más inmersivas”.
Espiando la casa-museo-taller
La casa-museo-taller es un viaje inmersivo a su obra, lo que resulta lógico. No faltan los colchones flúos, toda una marca que comenzó a producir en París a inicios de los ‘60 con El hombre antes del hombre, donde incluyó un colchón en una estructura de cartón; también habitan en las paredes toda una serie de fotografías a gran escala de hitos como la serie con Warhol o las realizadas con los dobles de Margaret Thatcher y Angela Merkel.
En una sala se proyecta lo que fue la presencia de Big Ben Lying Down en el marco del Manchester International Festival (MIF), que forma parte su serie La caída de los Mitos Universales, que reúne varias piezas de tamaño monumental de carácter iconoclasta, que comenzó en 1978, cuando presentó El Obelisco acostado en la primera Bienal Latinoamericana de San Pablo, momento que también se encuentra retratado en el establecimiento.
Aquella acción funcionó como lectura de la dictadura militar, de ahí la idea de acostar “esa masculinidad brutal, no pensándolo como hombre-mujer, sino como esa potencia invasora en los otros”, había dicho la artista.
Otro gran momento de su carrera que puede observarse son las fotografías del Partenón de libros, que en 1983 tomó la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires, poco después del fin la dictadura, en el que reunía, justamente, publicaciones que habían sido censuradas por la junta de gobierno de facto. Después de cinco días en exposición, dos grúas inclinaron ligeramente el edificio hacia un lado, permitiendo así a los espectadores llevarse libros a sus casas.
El proyecto tuvo una segunda versión en 2017, durante la dOCUMENTA 14 de Kassel, en Alemania. Esta nueva réplica a escala real del templo de la Acrópolis de Atenas incorporó en su arquitectura unos 100.000 libros prohibidos provenientes de todo el mundo.
En otra sección, un sin fin de sus esculturas fragmentadas, que unen desde monumentos como el Obelisco, la Estatua de la Libertad y la Torre de Pizza con personajes históricos como Buda y, por supuesto, aquellos que hacen referencias a los mitos griegos, tal como la citada Venus Fragmentándose del Thays o Desde Grecia hasta el Renacimiento y hasta hoy con amor de 1984 que se encuentra al costa de la Colección Amalita en Puerto Madero y que tiene una versión en el hall de la estación Retiro de la línea E de subte, por citar algunos ejemplos. La lista de obras y recuerdos podría seguir ad infinitum.
Hace unos pocos días, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires presentó la instalación Autorretrato Mediático, una escultura que permite ingresar dentro de la cabeza de Minujín. Allí, a su vez, hay un código QR que lleva a una aplicación -también disponible online- que revela el color del alma y que, como en una especie de Happn espiritual, permite ver en un mapa de la ciudad a otras personas con el mismo tinte áurico.
La pieza, que había sido parte de Implosión!, que se desarrolló en la Fundación Santander, nos invita a tratar de entender que sucede dentro de la mente de la artista argentina más popular en el país e importante en el mundo. Y, como ella suele decir, la respuesta solo puede ser una: ¡Arte, arte, arte!
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