“Argentina futura. Un horizonte deseable y posible”, estrategias para el desarrollo a largo plazo

En la introducción del nuevo libro editado por el programa “Argentina Futura”, su coordinador propone un gran debate social y político para elaborar un plan integral sobre los años y las oportunidades que vienen

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El futuro no se puede predecir con certeza. Pero sí puede en buena medida explorarse, debatirse y construirse. Este libro es una exploración del futuro deseable y posible para la Argentina. Deseable porque partimos de fuertes convicciones democráticas, igualitarias, de justicia social. Posible porque este libro no es una expresión de deseos, sino el análisis de un camino que la Argentina puede recorrer en varios años, avanzando paso a paso. Desde el punto de vista de lo que podemos desear, seguro que hay futuros más esplendorosos y perfectos. Pero nosotros partimos de la realidad de la Argentina de 2022 para proponer lineamientos que podríamos seguir en algunos temas durante una década o incluso más.

Nuestro país tiene hoy una enorme oportunidad. El escepticismo y la desazón, que tienen una larga historia cíclica en el país y que ahora se potencian en el mundo a partir de la experiencia durísima de la pandemia, han tenido un triunfo extraordinario. Necesitamos promover grandes debates en Argentina acerca de las estrategias de desarrollo de largo plazo, las políticas de largo alcance que son imprescindibles para aprovechar oportunidades que permitan un salto cualitativo en nuestro desarrollo nacional, cómo aprovechar posibilidades del contexto global, cómo utilizar recursos estratégicos, cómo fortalecer las capacidades tecnológicas, cómo transformar la matriz productiva. Hay acciones y decisiones. Hay planes, proyectos de ley y obras de infraestructura. La Argentina precisa que el debate social y político aborde cómo aprovechar esta oportunidad para construir un país productivo, próspero, justo, inclusivo, más igualitario y más democrático.

Realmente, existe esa oportunidad. Este libro es un aporte para que la asumamos subjetiva y colectivamente. Incorporemos esa oportunidad a nuestros conocimientos, a nuestros debates, propuestas y diferencias. Porque si no se logra que el país sea consciente de esa posibilidad, inexorablemente se perderá.

Las grandes disyuntivas argentinas

En los debates sobre el futuro argentino hay controversias explícitas e implícitas que necesitamos repasar y sistematizar. Aquí expresamos algunas tensiones para contribuir a mostrar algunos balizamientos del rumbo argentino futuro.

Para lograr el bienestar de su población la Argentina necesita crecer con inclusión. Esa afirmación, que parece ser trivial, plantea al menos tres tensiones relevantes. En primer lugar, todas las demandas ambientales y vinculadas al cambio climático deben articularse con esa necesidad de crecimiento. Si se proyectara el PBI argentino que no generara hoy ningún tipo de contaminación, una parte inmensa de la Argentina se incorporaría a la pobreza. Por eso, para resolver el crecimiento y su compatibilidad con la sostenibilidad ambiental es clave –como hacen todos los países- diseñar en el tiempo la transición ecológica y la transición energética.

En segundo lugar, cuanto más crece la economía argentina más aumenta la necesidad de importaciones. No hay manera de crecer sin utilizar divisas. Eso se debe a que los procesos productivos requieren insumos y bienes intermedios producidos en otros países. Por lo tanto, todo proceso de crecimiento va a tener una “restricción externa”, la necesidad de dólares para importar. En la historia de las últimas décadas, cuando faltan divisas, los procesos de crecimiento se transforman en estancamiento o recesión. Para lograr resolver ese problema es imprescindible aumentar las exportaciones y avanzar en una sustitución inteligente de importaciones. Inteligente significa que sólo se sustituyen procesos donde en la balanza final la Argentina gana (y no pierde) divisas.

En tercer lugar, si para crecer hacen falta divisas será imposible lograrlo si todas las divisas que el país genere se destinan al pago de la deuda externa. Por lo tanto, para lograr el crecimiento la Argentina requiere sostenibilidad del endeudamiento. Todo ello es factible si la Argentina consolida un proyecto de desarrollo soberano, con crecimiento inclusivo. Tenemos enormes capacidades productivas para desplegar como país, con oportunidades muy importantes de incrementar sustancialmente las exportaciones.

Ahora bien, si el crecimiento beneficiara a un pequeño sector de la población no mejorará el bienestar general. Para beneficiar a toda la sociedad el crecimiento debe estar acompañado de una serie de políticas económicas distributivas que permitan generar empleos, mejorar los ingresos, bajar la inflación y reducir la pobreza. Así como de políticas educativas y de formación que fortalezcan las capacidades de nuestros trabajadores y trabajadoras en un marco de igualdad de oportunidades. Todo ello requiere de lineamientos de políticas públicas para los próximos años.

Este libro mira al futuro. Un debate sobre la historia económica argentina requiere varios tomos. Aquí nos detenemos en una sola figura, clave para construir el futuro: la idea del péndulo argentino propuesta por Diamand en 1983. El vaivén periódico entre políticas ortodoxas y heterodoxas ha tenido un efecto peculiar en la evolución del PBI y del PBI per cápita en Argentina en comparación al resto de la región. Como sociedad, nos ha ido peor que a otras de la región. Retomar el problema del péndulo no implica colocarse en algún lugar equidistante entre esos dos enfoques de la economía, de la política y de la pregunta por el desarrollo. Es muy evidente cuáles han sido los períodos en que ha mejorado la producción, el trabajo y el bienestar de los habitantes del país. Los datos son elocuentes. Quienes partimos de una convicción de desarrollo con inclusión, de incremento de la producción, de distribución equitativa, quienes partimos de convicciones democráticas e igualitarias, debemos contribuir a la elaboración de una mirada de largo plazo para la Argentina. Necesitamos lineamientos que permitan un desarrollo integral.

La cuádruple sostenibilidad

En este libro hablamos de un desarrollo económico, social, ambiental y políticamente sostenible. Un desarrollo que supere las crisis recurrentes, que permita que esta sea la última crisis endógena de la Argentina. Económicamente sostenible implica que el propio proceso de crecimiento no genere desequilibrios tales que amenacen estructuralmente su propia continuidad. Socialmente significa que no sea un crecimiento que genere exclusión, sino que sea para el bienestar del conjunto de los y las habitantes del país. Ambientalmente sostenible implica una perspectiva innovadora del desarrollo que permita luchar contra el cambio climático, porque no habrá bienestar si no cuidamos al planeta, nuestra Casa Común. Políticamente sostenible implica generar los consensos culturales para que las variaciones del sistema político democrático no amenacen los principios básicos del desarrollo integral.

El cambio de paradigma que esto implica es significativo. Frente a un problema determinado (pobreza, desempleo, estancamiento, etc.) la propensión es a resolverlo de la manera más rápida posible. Este libro abre la pregunta de si en algunas situaciones no habrá que escoger entre resolver problemas de manera rápida o de manera duradera. Sin duda, hay problemas que no pueden esperar ni un día, como el hambre o la desnutrición infantil. Pero si aplicamos el criterio de perentoriedad sobre todos los problemas nacionales podremos tener medidas efímeras, cortoplacistas, más que cambios estructurales, de largo plazo.

Es necesario un Plan de Desarrollo Integral. Este libro aspira sólo a promover propuestas y debates para que el futuro pueda ser construido y planificado, a la vez con flexibilidad y firmeza. Un paso y un estímulo para construir ese Plan integral. La planificación es una condición necesaria para alcanzar los objetivos que la Argentina necesita. Requiere una activa participación de los distintos sectores del gobierno, de los diferentes niveles del Estado y del protagonismo de la sociedad. El llamado a aprovechar la oportunidad de la Argentina Futura es una convocatoria a asumir el protagonismo en este proceso.

El contexto global está marcado por la incertidumbre. El cambio climático, la pandemia, las guerras, la caída mundial de los indicadores de desarrollo humano, la inflación generalizada y los abruptos cambios políticos. La incertidumbre es la marca de la época. De un modo más profundo y persistente que en el pasado.

¿Por qué y cómo definir un proyecto de largo plazo para la Argentina en ese marco? Primero, junto con la incertidumbre, hay tendencias globales. Por ejemplo, respecto de procesos productivos, en temas energéticos, ambientales y muchos otros. La Argentina tiene que conocer los diferentes escenarios y construir la suficiente flexibilidad para posicionarse en función del interés de los argentinos y argentinas en contextos cambiantes. Segundo, la Argentina tiene que comprender que hay problemas económicos, sociales y políticos propios del país que necesitamos resolver para enfrentar mucho mejor cualquiera de esos escenarios. Hay una dimensión endógena, que explicaremos en el primer capítulo, que hay que abordar y resolver. Tercero, si bien el mundo es cada vez más interdependiente, incluyendo las grandes desigualdades de poder existentes, la globalización no ha sido acompañada de instituciones globales con capacidad de regular a los actores y organizaciones más poderosas.

En esta etapa la globalización ofrece más libertad para el mercado y los capitales financieros, y más incertidumbre para la inmensa mayoría de la población.

Un trabajador mira sobre una
Un trabajador mira sobre una plataforma de perforación de petróleo y gas de esquisto en Vaca Muerta en la provincia patagónica de Neuquén. Argentina. Foto de archivo Ene 21, 2019. REUTERS/Agustin Marcarian/File Photo

Quizás surjan más adelante instituciones supranacionales de otras características, con capacidad de regulación. Pero mientras tanto los estados nacionales son las únicas instituciones que pueden actuar para reducir y amortiguar la incertidumbre. Sólo el Estado, y eventualmente el Estado en articulación con otros como es el caso de los bloques regionales, puede asegurarles a sus ciudadanos y ciudadanas que no pasarán hambre, que tendrán una vivienda, que accederán a la educación o la salud. El Estado tiene la responsabilidad de reducir las incertidumbres. La integración regional y la cooperación internacional son herramientas fundamentales en esa tarea.

Sin las leyes y políticas del Estado, el mercado sería todo. El mercado jamás otorga derechos. Los derechos son ley y la ley es soberana. De allí la enorme prensa que hace décadas tiene la idea de que los estados han desaparecido. Porque son los únicos que puedan pensar en intereses generales, en tensión o contrapuestos a las lógicas del mercado. Por eso allí donde el mercado multiplica la incertidumbre, el Estado debe asumir la tarea de construir futuro. De garantizar futuro. De que el futuro sea un derecho. Y que no sea un derecho degradado, sino que el protagonismo social y político pueda devenir ley para instaurar el horizonte de lo deseable y lo posible.

En la lógica del capitalismo financiero y trasnacional, uno de los problemas recurrentes es la tesis de que toda empresa, siempre, busca invertir allí donde hay menos costos y, por lo tanto, menos derechos. Ese problema existe, pero ningún país lo ha encarado con éxito a través de la destrucción de los derechos sociales y laborales. Hay otra forma de abordar esa dificultad y es garantizando una población con alto nivel educativo, con garantías de paz y jurídicas, con una macroeconomía previsible, con un Estado eficaz con instituciones sólidas, con una ciencia y tecnología robusta con capacidad de generar innovaciones productivas y sociales. Frente a la lógica predatoria del corto plazo, es necesario construir y reconstruir una lógica instituyente de largo plazo que jerarquice el bienestar de las grandes mayorías con respeto a todas las minorías.

El cortoplacismo no es exclusivo del mercado. En contextos de crisis puede atravesar a todos los intereses y demandas sectoriales. Pero con la sumatoria de esas de demandas no se construye un proyecto. Porque un proyecto de país coloca por encima el interés general, o de inmensas mayorías, antes de cada sector particular. ¿Cómo se sale por arriba del laberinto de los intereses sectoriales? Es necesario construir criterios de bienestar general y generar recursos para aquellos actores o niveles institucionales que quieran impulsarlos.

La construcción de una Argentina productiva, socialmente justa, con un Estado eficaz, con previsibilidad económica, social e institucional constituye el mayor desafío que tiene el país. No se trata de que haya buena voluntad de todos. Se trata de generar condiciones que guíen los intereses particulares en esa dirección del desarrollo integral. Si quien apuesta al corto plazo gana, no hay salida del laberinto.

Las propias reglas de juego deben propender a que quien absolutice el interés sectorial en contra del interés general salga perdiendo.

En un país repleto de urgencias y de presiones esto es más fácil de escribir que de hacer. Pero por eso mismo es clave construir los criterios por los cuales hay urgencias, como la indigencia, que son de máximo nivel y otras que no pueden ocupar el mismo lugar. Tiene que haber prioridades y estar organizadas en el tiempo.

La Argentina necesita conversar, debatir y planificar su futuro. Este libro es un aporte para potenciar ese debate. Lejos de un punto de llegada, busca aportar a dinamizar ese proceso.

El futuro está actualmente en debate en todo el mundo. Las instituciones que se dedican a estudiar y planificar el futuro incorporaron nuevos temas y ganaron visibilidad. El futuro es inexorable. O se construye colectiva y democráticamente, o las lógicas individualistas y predatorias se van a imponer.

El argumento de este libro parte de la reconstrucción de lo que ha significado la lógica pendular en la Argentina y sus consecuencias. Sin superar la lógica pendular no hay proyecto político ni económico sostenible en la Argentina. El libro propone una narrativa divergente. ¿Qué sucedería si continúa la lógica pendular y qué podría suceder, en cambio, si el país se esfuerza en salir de ese atolladero, en encauzar un camino con el mayor apoyo posible de diferentes sectores, y en desarrollar las estrategias para sostenerlo y profundizar así nuestro régimen democrático, nuestra justicia social y generacional?

Los dos escenarios planteados llevan a situaciones futuras muy disímiles, que son analizadas en el Capítulo 1 conformando un escenario en donde persiste la lógica pendular y otro que logra superarla, apoyándose en la construcción de un camino con acuerdos que sostengan las distintas transiciones que se requieren en la Argentina.

A primera vista el planteo podría resultar algo esquemático, en el sentido de que no se identifican escenarios intermedios. Pero si coincidimos en el diagnóstico sobre la lógica pendular, los escenarios intermedios no resultan realistas. No es posible un desarrollo integral de la Argentina, con mejores condiciones de vida para su población, con la mejora de sus capacidades productivas, si no se da una superación de aquella lógica. Esta es la idea fundamental que la contraposición de escenarios planteada busca remarcar.

Este análisis descarta la posibilidad de que se supere la lógica pendular con la instauración de un régimen de ajuste pro mercado que destruya o debilite gravemente los derechos sociales. Porque Argentina tiene una larga tradición de luchas sociales y de reivindicaciones por la igualdad. Es una sociedad productora de derechos, incluso en las condiciones difíciles que le toca atravesar. Sus fuerzas sociales y sus tradiciones políticas no van a aceptar sin más el empobrecimiento y el debilitamiento de la calidad de la vida social y de la vida democrática.

(Crédito: Gentileza UNSAM)
(Crédito: Gentileza UNSAM)

Luego de plantear estos escenarios, en los sucesivos capítulos se trabaja sobre la visión de futuro del escenario deseable, desplegando sus argumentos y lineamientos para alcanzar el desarrollo integral. Este escenario deseable y posible retoma el valor por la igualdad y la inclusión social en la Argentina en un contexto de ampliación de las oportunidades productivas y de fortalecimiento de nuestro papel en el orden global. Los capítulos 2 a 8 analizan estas transiciones en cuanto a la macroeconomía (Capítulo 2), la producción (Capítulo 3), el territorio (capítulo 4), el trabajo, la salud y la educación (capítulo 5), la cuestión ambiental (capítulo 6), la democracia y la dimensión cultural (capítulo 7), y la transformación del propio Estado (capítulo 8).

Alcanzar este escenario requiere la construcción de un nuevo contrato de derechos y responsabilidades. Eso presenta enormes desafíos. El primer desafío es que los derechos garantizados por la Constitución Nacional y en las leyes se cumplan de manera ecuánime. En una sociedad constitutivamente desigual se trata de un desafío constante del poder público y de la sociedad. Podemos referirnos al acceso a la educación y a conocimientos, o podemos referirnos al acceso a la justicia y la seguridad, o a la libertad de expresión. Por definición, la desigualdad de poder (económico, de género, territorial, de edad o étnica) se traduce en la desigual posibilidad de acceder a derechos.

El otro desafío, quizás aún más difícil, es que cada persona y sobre todo cada grupo asuma sus responsabilidades plenas. Responsabilidades que derivan de los nuevos contratos y acuerdos generados, porque sin asumir las reglas de la convivencia, la construcción de un proyecto nacional común sería una quimera. Preferimos tomar distancia de una visión edulcorada de que cada grupo de interés podría hacer prevalecer el interés general o encontrar la articulación perfecta entre su propio interés y el de la comunidad. En toda sociedad hay desigualdad, hay conflictos de intereses y hay grados de antagonismo. Y en toda sociedad democrática las fuerzas sociales y políticas que buscan el bienestar general o de las grandes mayorías tienen la responsabilidad de lograr el respaldo en el proceso electoral. Por eso, el nuevo contrato también requiere de nuevos consensos culturales y políticos acerca del futuro. Para que la sociedad no celebre, sino que condene, a quienes escapan de sus obligaciones éticas y jurídicas.

Hemos construido esta visión pensando en un horizonte de diez a quince años. Lejos de ser un texto cerrado, es un aporte para el trabajo colectivo de ampliar la imaginación social, cultural y política. Porque pensar el futuro permitirá tomar decisiones no sólo en el presente, sino en el camino que llevará a un desarrollo integral de la Argentina.

Hay grandes problemas y enormes oportunidades. Nuestra convicción es que el largo plazo es urgente.

* El libro “Argentina futura. Un horizonte deseable y posible” es de libre descarga en este link.

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