(Desde Nueva York) Un festival de fotografía latinoamericana expone a partir de este jueves en las calles de El Bronx (norte de Nueva York) decenas de instantáneas que, como si fueran ventanas con vistas a la región, permiten a los vecinos y visitantes “conectar” con sus países y conocer las realidades sociales de los demás.
El Latin American Foto Festival, organizado por el Bronx Documentary Center (BDC), trae por quinto año consecutivo al vecindario de Melrose –en el sur de El Bronx, con gran presencia latina y afroamericana– los proyectos de fotógrafos, unos conocidos y otros emergentes, en torno a temas como la cultura, el deporte y la migración.
Parte de las fotos están resguardadas del clima en las instalaciones del centro fotográfico, como Buscando la esperanza al final del camino, un trabajo sobre la ruta migratoria entre Honduras, México y Estados Unidos, del fotógrafo Yael Martínez, asociado a la agencia Magnum, junto con el cineasta Sergio Ortiz Borbolla.
Pero muchas de las tomas lucen en las calles. Por ejemplo, en el exterior de una escuela aledaña está la investigación visual Danzantes de la Historia, de José Cabezas, con la que retrata la tradición salvadoreña de la danza de Los Historiantes para dar “dignidad” a su gente y evitar que “caiga en el olvido”, dice a Efe.
Cabezas, fotógrafo de la agencia Reuters en El Salvador y que ha dedicado su tiempo libre durante diez años a ese proyecto para “abstraerse” de la ola de violencia, explica que su país “es más de lo se ve en las noticias”, y por eso quiso huir de los estereotipos de pandilleros para realzar que “la vida sigue, a pesar de todo”.
Unos bloques más allá hay otro proyecto expuesto en el vallado de un parque infantil, entre edificios de viviendas sociales donde resuenan los chillidos alegres de los niños y los ritmos de salsa y reguetón de varios padres sentados a la sombra; familias que podrían encontrar sus raíces en esas mismas fotos.
Se trata de Alma aislada, de la chilena Tamara Merino, fotógrafa de National Geographic, que evoca el concepto portugués de “saudade”, un estado emocional de nostalgia y melancolía, a través los retratos de los afrobrasileños, descendientes de antiguos esclavos en Brasil.
Algunos viandantes se voltean y paran a observar las fotografías de gran tamaño, y ese uno de los objetivos del festival: que los visitantes “conecten con sus países”, ya que “muchos hace años que no han vuelto”, señala María de la Paz Galindo, coordinadora comunitaria de BDC, que ha traducido sus descripciones al español.
Ocurre con Sueños y gloria, de Sofía Torres Prida, que a lo largo de cuatro años ha retratado a los titanes del béisbol de República Dominicana, entre ellos Osvaldo Virgil, y escuchado unas historias de vida marcadas por valores que “trascienden el deporte” y que se alejan de ese “estatus de celebridad”, asegura.
Torres Prida dice que está encantada de exponer el lado humano de esos deportistas que son un “orgullo dominicano” y a la vez conocer a otros fotógrafos participantes, quienes como ella están siendo llamados a lo largo de la jornada de inauguración a explicar su trabajo y técnica a un grupo de estudiantes del BDC.
Y es que el ente sin ánimo de lucro tiene la educación como uno de sus pilares, según sostiene el fundador del centro, Michael Kamber, ganador del World Press Photo, que pasó años cubriendo conflictos por el mundo hasta que en 2011 volvió al barrio que lo vio crecer para contribuir y cubrir las necesidades de su comunidad.
Kamber, que saluda afectuosamente en español a los vecinos que toman el aire y las vendedoras ambulantes, habla de esa misión frente a una muestra de fotos de las décadas de 1980 y 1990 de Nuevayorkinos, un archivo digital que preserva materiales de familias latinas y caribeñas de la Gran Manzana, fundado por Djali Brown-Cepeda.
“Hay millones de personas en El Bronx y solo hay cuatro programas de arte en las escuelas. Los chavales son como esponjas. Aquí pueden encontrar y aprender algo que les motiva”, dice el director del BDC, que ante la acogida de sus programas educativos ha ampliado su espacio con un nuevo local y un laboratorio fotográfico.
Para dar a conocer el festival, que estará disponible al público hasta el 31 de julio, el centro organiza en sus alrededores este sábado una “block party”, una fiesta de vecindario típica de Nueva York, en la que dará visitas guiadas en inglés y español y ofrecerá entretenimiento y juegos para todas las edades.
Fuente: EFE.
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