La cocina del departamento de la calle Pellegrini es puro alboroto. Son los preparativos del cumpleaños de Mercedes Sosa, y su nieta Araceli disfruta de esa previa de la celebración junto a su abuela. Llegan las mesas, las sillas, la comida, y en la cocina están haciendo las empanadas. Hay risas estruendosas y comentarios ácidos. Mercedes está contenta. La escena le viene a la memoria a la nieta de la Negra Sosa, cuando se acerca un nuevo cumpleaños. “Extraño todo eso”, dice Araceli Matus, quien participará este sábado de un homenaje a su abuela en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Se recordará el aniversario del nacimiento de la voz máxima de América latina, el 9 de julio de 1935, con un recital de su nieta, y con la inauguración de una muestra de fotos realizadas por Juan Pupeto Mastropasqua.
Araceli tocará, a partir de las 19, en el Auditorio Astor Piazzolla, las canciones de su disco solista Matuseándose, álbum que fue nominado a los Premios Gardel en la categoría Mejor artista nuevo. Desde su aparición, la artista sorprendió a la crítica especializada. La selección de las canciones, el atinado gusto por priorizar letra, musicalidad y expresividad, marcan un olfato que heredó de su abuela, Mercedes. El disco terminó de grabarse en 2021 en los estudios del Parral, con la producción y los arreglos de Norbi Córdoba (bajista y ladero musical del Chango Farías Gómez) y editado por el prestigioso sello Años Luz. “Estoy muy orgullosa de lo que hicimos. Nunca pensé que iba a sonar así”, dice.
—¿A nivel personal este disco acompaña una nueva etapa en tu vida?
—Como es algo que vengo pensando hace tantos años, no sé si es un recomenzar. Es un proceso anterior a la muerte de mi papá, al que le solía pedir ayuda. A lo mejor, me ocupo de tantas cosas que son complejas y difíciles que cantar solamente porque se me da la gana es bien vital.
En el disco debut aparecen autores como Caetano Veloso, Vitor Ramil, Hugo Fattoruso, Rubén Blades, Eduardo Mateo y temas de su autoría, como “Confinado” y “Primero de enero”, compuestas junto con su amigo brasileño el músico Junior Carrico. Ella continúa en el camino de la música como su abuela y su abuelo Oscar Matus (quienes fueron los impulsores del Nuevo Cancionero en 1963, junto con Armando Tejada Gómez), pero a su modo. “Tengo 45 años y escuchó los mismos discos que cuando tenía veinte años, con lo cual, es cierto que uno puede ir cambiando, pero la concepción de la música que a mí me interesa hacer y que hago es más o menos por donde estoy, por lo menos desde el canto. En cuanto al folklore argentino en mi familia ya está tan representado por mi abuela, mi abuelo, los sobrinos, Claudio, Coqui y Adrián, que esa parte está cubierta. A mí me gusta mi voz en otras cosas”, dice Araceli, influenciada por la música brasileña y uruguaya.
En el arte de tapa se la puede ver de perfil, la nariz aguileña, aindiada, la tez de color cobre, los párpados cerrados, las cejas arqueadas, la melena negra de un lacio largo, como el de su abuela Mercedes Sosa en su juventud, y el detalle de unas flores blancas sobre el pelo. Matuseándose no parece el disco de una debutante, sino de una artista madura que sabe lo que quiere y lo plasma con sinceridad, en músicas y arreglos delicados, en un andamiaje instrumental cuidado al detalle y en una forma de cantar muy personal, con un medio tono, íntimo y sosegado.
Araceli estudió piano, guitarra, entre otros instrumentos, se recibió de musicoterapeuta y se tomó todo el tiempo necesario para lanzar su debut discográfico y que su voz quedara registrada en un disco. Tuvo muchas oportunidades. Para el álbum Cantora (2009), Mercedes Sosa la había invitado a cantar un tema, pero le dijo que no. Hoy se arrepiente de la decisión. “Tendría que haberle dado el gusto a mi abuela, pero en ese momento no lo pude ver”. Esa canción que iban a grabar juntas aparece en su debut discográfico, “Alguem cantando”, de Caetano Veloso. “Ahora la grabé y la canto siempre que puedo”, dice Araceli. Otro tesoro musical que aparece en el disco es la zamba de su abuelo “Mi canto es distancia”, el único tema folklórico del álbum. “La amaba desde los ocho años y siempre la quise grabar. Recién lo pude hacer ahora”.
—¿Pensás que a tu abuela le hubiera gustado este camino musical que elegiste?
—Mi deseo y fantasía es que mi abuela estaría contenta con este disco. Mis padres y mi abuela siempre fueron muy respetuosos con mis decisiones. Considero que está bien lo que hice hasta ahora. Y, bueno, por ahí vamos.
Con su hermano Agustín trabajan ad honorem en la Fundación Mercedes Sosa para cuidar su legado y difundir su obra. Son los que reciben proyectos que tienen a su abuela como protagonista. Algunos son pedidos insólitos. Desde un café de Colombia que quiere llevar su nombre hasta realizar el holograma de Mercedes para un escenario. Otros son trabajos de no ficción, como el documental Bio de Nat Geo, o la serie que está produciendo Rodrigo Vila, director del documental Mercedes Sosa. La voz de Latinoamérica. “Proyectos sobre Mercedes surgen todo el tiempo. Una vez por semana nos reunimos con mi hermano Agustín para hablar de mi abuela. Es mucho, no damos abasto”, dice la artista que trabaja dando clases como docente.
—Ahora la vas homenajear haciendo las canciones de tu disco, donde hay temas tuyos también.
—Primero me daba un poco de vergüenza participar de este homenaje en el día de su cumpleaños, porque sí, no fue mi idea, me lo propusieron, y después dije ¿por qué no? Al fin y al cabo es el cumpleaños de mi abuela. Me parece que la forma de homenajear a las personas que queremos es haciendo lo que queremos, y estoy muy bien con mi disco y estas canciones.
—¿Tuviste devoluciones del público o de los músicos sobre el álbum?
—Nadie se animó a decirme nada malo. Todas las personas me dicen que está bueno, que es algo personal. Sí, he tenido comentarios de que la versión de “Pedacito de Cielo” es rara, o muy grave, y esos comentarios a mí me gustan porque me hacen pensar. Si les parece muy rara la versión, me gusta más todavía, porque soy contrera.
Su padre Fabián Matus tenía 17 años cuando se fue de su casa a vivir con su novia Haydeé Ferreira embarazada de mellizos. Araceli nació el 11 de noviembre en 1976 en la Maternidad Pardo. Pesaba un kilo y medio. Su hermano mellizo Nahuel Ernesto vivió unas pocas horas. Los padres de Araceli se separaron al poco tiempo, pero se mantuvieron unidos a lo largo de los años. “Mi madre lo cuido hasta el último día”, dice Araceli. Su padre Fabián murió de cáncer de pulmón en 2019. Diez años antes había muerto su abuela Mercedes, un 4 de octubre de 2009.
Araceli tiene tres hermanos. Agustín por parte del padre, y Víctor Heber y Andrea, por parte de su madre. Su crianza, como la de todo hijo de padres separados, se repartió entre esos nuevos hogares de familias ensambladas. Su madre la hizo hincha de Boca Juniors y le contagió su amor al piano. A los 7 años, empezó a estudiar con Pichona Sujatovich. Mucho de lo que aprendió, además de su paso por el Lavardén, se lo debe a las giras o los viajes que compartía con su abuela. En el libro de Fabián Matus, con la colaboración de Maby Sosa, Mercedes Sosa. La Mami, Araceli recuerda una escena de aquellos viajes con su abuela. “A veces me despertaba a las cinco de la mañana y me decía: “vamos a ver a tu abuela Emma”, que estaba en Tucumán. En esa época ir a Tucumán era mucho, pero a veces hacía ese viaje en doce horas. Subirme al auto con ella era lindo porque la gente que está habituada a viajar conoce los mejores lugares para comer o descansar un rato. Íbamos por Córdoba y frenábamos en el parador de los camioneros. Obviamente, ellos la conocían. Ella comía ahí, charlaba con todos, la gente del lugar nos daba el baño de la casa. Disfrutaba mucho viéndola charlar”.
Con los años, la complicidad fue creciendo y las conversaciones con su abuela giraron alrededor de la música. Araceli la acompañaba a las giras y, también, a las grabaciones de sus discos.
—¿Mercedes te daba consejos cuando compartían la música?
—Teníamos muchos momentos de escuchar música juntas y de hablar de lo que pensábamos y sentíamos de esa música que escuchábamos. Su manera de mostrarme todo lo que se puede hacer desde la audición de la música a mí me sirve hasta el día de hoy. El canto y la música era una forma de comunicación y de compartir entre la familia en general y entre mi abuela y yo, cuando estábamos solas. Como abuela, claro que me daba consejos, y al ser mi abuela, junto con mis padres, era mis referencias. Todo lo que me decían lo iba a tomar, incluso para discutir, o todo lo contrario. Era alguien muy especial mi abuela. El canto y la música era una forma de trabajo y, al mismo tiempo, estaba todos los días en nuestras vidas. La música cuando te da placer te da libertad. Esas son las cosas que he vivido con mi abuela.
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