Darío Argento, el Rey del Terror del cine italiano, dialoga con sus propios demonios

El gran cineasta recorre su vida, motivaciones y las ideas esenciales de su cine a partir de dos obras de reciente publicación, la autobiografía “Paura” y los cuentos de “Horror, historias de sangre, espíritus y secretos”

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Darío Argento tiene quince años y acaba de ser desaprobado en una materia del colegio secundario. Para su padre, ser un estudiante impecable es lo más importante que hay, es inflexible con ese tema. Cuando llega a su casa duda un poco y finalmente decide no extender demasiado la noticia. Se lo dice sin pensar en las consecuencias. Una vez que termina, su padre se queda en silencio. Tiene un libro en la mano y un cenicero cerca, lleno de colillas. Argento, algo incómodo, rompe el silencio:

-Papá, ¿qué tengo qué hacer?

-No tenés que rendirte, respondió acomodándose los anteojos en la nariz.

Ahora, recuerda un Argento de 81 años coronado como el Rey del Terror del cine italiano: “Era su frase, “no rendirse”, y lo fue siempre. Aun hoy estoy muy agradecido por habérmelo repetido en cada ocasión desfavorable, por habérmelo inculcado.”

"Paura" ( Letra Sudaca), autobiografía
"Paura" ( Letra Sudaca), autobiografía de Dario Argento

La anécdota la cuenta el escritor Ricardo Piglia (que escribió varios guiones para cine –Comodines, por ejemplo- y televisión –la adaptación de Los Siete Locos, por ejemplo). Dijo: “Los directores de cine son raros: les contás la idea para una escena y ellos te preguntan por el color de las cortinas que van a estar de fondo.” Lo que quiere decir Piglia, con cierto humor, es que un director de cine piensa distinto, aspira a la totalidad: su cabeza y su ojo están puestos en una zona de paranoia donde todos los signos visuales (por ejemplo: el color de una cortina insignificante) tienen un sentido, un alcance, se vuelven una experiencia. En ese sentido podemos pensar en el legendario director de cine Dario Argento (Roma, 1940) como alguien que se volvió un director imprescindible por prestarle muchísima atención a lo que se veía en pantalla (desde el color de las cortinas –su paleta de colores muy intensa- hasta las caras en primerísimo planos que supo capturar como nadie) pero también a todo lo que funcionaba como magma interno y movilizaba una obra que se quedó impregnada en la retina y memoria de espectadores de varias generaciones y distintas partes del mundo (incluso la escritora japonesa Banana Yoshimoto le dedicó un libro). Buscar el miedo, entonces, fue una manera dialogar con su tiempo y, a esta altura del almanaque, volverse un clásico con todas las de la ley: Suspiria, Inferno y Phenomena, por nombrar unas pocas, están en cualquier canon cinéfilo serio. Es por eso que la aparición de la autobiografía Paura (“miedo” en italiano) y los cuentos de Horror, historias de sangre, espíritus y secretos, ambos publicados por Letra Sudaca, funcionan en dos aspectos: como una manera de profundizar en su universo visual y narrativo y, por otra parte, descubrir el modo en el que se construye un territorio particular, personal y único.

"Horror, historias de sangre, espíritus
"Horror, historias de sangre, espíritus y secretos" (Letra Sudaca)

Si hay un punto expansivo en el que se unen Paura y Horror es en Lovecraft (el otro es Edgar Allan Poe). Lo invoca Argento de este modo: “El gran Howard Phillips Lovecraft escribió que la emoción más antigua del alma humana es el miedo y que el miedo más fuerte es hacia lo desconocido.” Es así como Argento en sus cuentos investiga la irrupción de espacios (puede ser un castillo, un museo, un edificio, otro país) y arquitecturas (algo que en su cine es primordial) donde los protagonistas se encuentran con lo inesperado que violenta una existencia, lo que está fuera de programa. Es en ese instante donde emerge y brota el espanto. Escribe en la pág. 13 de Horror: “Los tormentos del alma humana ejercen sobre mí cierta fascinación.” Ahora bien, ¿de dónde proviene esta fascinación? De tratar de comprender el funcionamiento de las psicología de las personas: “El pensamiento de Freud, de sus historias, están presentes en todas mis películas. Para mí Freud tiene un doble valor: por un lado, me fascina intelectualmente y, por el otro, lo considero un verdadero artista.” Desde este posicionamiento, Darío Argento trata de buscar la profundidad de los actos humanos: “Cualquiera que haya visto una película mía sabe que el artista en mis guiones es el que debe purgar la culpa, por lo que termina sistemáticamente en problema. Es como si en mis historias le hiciese pagar a Freud por lo que me hizo pero al mismo tiempo le agradeciese”, cuenta en Paura.

Sucede que el de Darío Argento es un cine, de algún modo, idealista, hecho de visiones, de pesadillas y muchísimas lecturas. Y a la vez se trata de un proyecto que está blindado contra un tipo de realismo llano y cualquier perspectiva de costumbrismo: “El mundo de afuera, el caos que gobierna el destino de los hombres, nunca contaminó mi imaginación. Porque lo que siempre pongo en escena es el universo fantástico que está al reparo dentro de mi mente, protegido por una barrera inaccesible, un lugar en el cual –lo establecí desde el inicio- la gris realidad no entraría”, explica en Paura, pág. 119.

Dario Argento Festival de Cine
Dario Argento Festival de Cine de Berlin, 2022

Cuenta Argento al comienzo de su libro de cuentos: “Brujería, horror, thriller. Me pasé la vida contando historias que tienen como tema estas tres sugestiones. Pero siempre en el cine, con las visiones. Entonces se me ocurrió que podía contar historia de brujería, horror y thriller sobre la página […] Son cuentos surgidos de mi parte oscura, de mis sueños prohibidos, de las fantasías más morbosas y profundas de mi ánimo.” Autoexploración de sí mismo, una necesidad de ir hacia zonas poco cómodas de su psiquis, en cualquier caso Horror representa seguir encontrando un tono reconocible y significa una extensión de ese universo cinematográfico del director. Cuenta un personaje en el relato Villa Palagonia: “Estoy en los sótanos de la villa. Hace algo de frío. Hay olor a moho y humedad. Gotas de sangre y sudor caen sobre mi cuello. Me duelen los codos y las rodillas. Me muevo a tientas. Avanzo tambaleándome hasta que llego a una especie de bodega desierta. Una ventana minúscula con una reja oxidada, situada casi a la misma altura que el techo altísimo, ilumina malamente el lugar. En el centro se levantan cruces y lápidas. ¡Un cementerio!”

Esta relación de Argento con su propia zona oscura es parte de un sistema de trabajo. Escribe en Paura: “Durante años en las en entrevistas, dije que no conocía realmente a Darío Argento. O también que somos dos: mi parte oscura y yo, y estas dos mitades nunca se encontraron.” Y sobre el final dice algo revelador para descifrar su obra: “Yo no pienso que necesites exorcizar los demonios que llevás dentro. Si no todo se vuelve más banal y llano. En cambio, uno debe hablar con los demonios que tiene dentro, porque son interesantes. Te cuentan cosas muy interesantes. Muy bizarras. Que normalmente en la vida no escuchás. Con tus amigos no hablás de tu mitad oscura. Por eso es bello. Yo no quiero exorcizar mis malos pensamientos.”

El director Dario Argento y
El director Dario Argento y los miembros del reparto Asia Argento, Ilenia Pastorelli, Andrea Gherpelli y Maria Rosaria Russo llegan a la alfombra roja para promocionar la película 'Occhiali neri' (Gafas oscuras) en la 72ª edición de la Berlinale

Tiene todo el sentido que ahora salgan los cuentos de Darío Argento porque la literatura fue uno de sus primeros amores. Le cuenta a Lucio Ferrante en una entrevista al final de Paura: “Mi relación con la literatura nace cuando era prácticamente un niño. Tendría un año y mi madre le decía a todos sus parientes y amigos ‘Darío será escritor’. Lo decía siempre. Parece que la vida le ha dado la razón, porque me he convertido en escritor, pero principalmente soy un hombre de cine.”

Esa infancia que recuerda Argento estuvo plagada de privilegios: su familia tenía un estudio fotográfico y por ahí pasaba todo el mundo del cine de ese entonces. Aquel del que surgieron Pasolini, Fellini, Antonioni, Sergio Leone, entre otros. Aquella época en la que el neorrealismo y luego el spaguetti western produjeron una nueva cosmovisión en el cine (una huella que llega bien lejos: Tarantino & Co. le viven rindiendo tributo). Esa época dorada que, por ejemplo, también hizo que Manuel Puig, año 1956, dejara su país para irse a estudiar Centro Sperimentale di Cinematografia que era donde se producía lo mejor del cine mundial y “Hollywood era una mala palabra”. En ese contexto creció Darío Argento, que no fue un buen alumno de secundario. Pero no sólo educó su paladar con el cine de su país: Paura está plagado de alabanzas a la nouvelle vague, que mientras él crecía estaba naciendo y desarrollando todo su potencial artístico. Esa fue su educación sentimental. Pero el camino al cine no fue tan directo. Al igual que François Truffaut, Argento empezó haciendo crítica de cine en diarios. Luego de una carrera exitosa como periodista (pudo entrevistar a John Houston, Fritz Lang, The Beatles, entre otros, para los diarios Araldo dello Spettacolo y Paese Sera) comenzó a escribir guiones y fue Sergio Leone (“conocerlo me cambió la vida”) quien le abrió esa puerta y de pronto hizo pie en el cine. De ahí a dirigir una historia que nadie quiso filmar, pero a él le apasionaba había un solo paso: ese fue el origen de El pájaro de las plumas de cristal, su debut como director en 1970. Todo esto se encuentra, de forma encriptada, en la obra de Argento: “Cada vez que se hace cine, las experiencias personales entran profundamente en el tejido narrativo de lo que se cuenta, generalmente mucho más de lo que el mismo director cree.”

Quentin Tarantino y Argento en
Quentin Tarantino y Argento en el Festival de Cine de Roma ,en 2021

El arco narrativo de Darío Argento en el cine va del giallo al terror. Es decir, comenzó con el thriller (y altísimos grados de violencia y perturbación) pero fue derivando cada vez más hacia diversas formas del horror y el miedo. Una propuesta que se intensificó de distintas maneras para tratar de llegar a un nivel de pureza estética. Por ejemplo, cuenta lo siguiente: “En muchísimas de mis películas las cabezas de los personajes se separan del cuerpo, explotan, son cortadas por la mitad o hechas puré. Muchos generalmente me preguntas el porqué de esta elección, pero no tengo una respuesta precisa. Cortar la cabeza, en psicoanálisis, significa renunciar al pensamiento: esto, si yo fuese particularmente perezoso, explicaría el ritmo irracional y de ensueño de mis películas. Si corto una cabeza dejo de pensar, y todo es lícito.”

Leer Paura (se pronuncia paúra) y Horror... son maneras de entender sensaciones primitivas: el temor, el miedo, las palpitaciones por lo peor. Lo que no deja de ser la pregunta sobre esa dicotomía eterna: el bien, el mal. ¿Existe realmente o está todo dentro de la mente del ser? Dice Argento: “A mí me gusta representar el bien, pero el bien se aprecia más cuando al lado está el mal.”

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