Julia Moscardini, Paula Meijide, Lucia Boffo, Julieta Kitman y Luciana Morelli expresan, con sus distintas personalidades y abordajes, parte de lo mucho y bueno que está produciendo la última generación del jazz vocal en la Argentina. Sus nuevos registros como líderes reafirman la tendencia y auguran nuevos desafíos.
Julia Moscardini. Mood índigo. Independiente
El talentoso e introvertido Billy Strayhorn se unió a la banda de Duke Ellington en 1939, con solo 22 años. Pero recién en 1941 se animó a mostrarle su composición Take the A train. Todo indica que el temor de Billy era que la melodía sonase como la típica canción del repertorio de Fletcher Henderson, por entonces gran rival de Ellington. El título y la letra surgen de las indicaciones que el joven Strayhorn recibió para concretar su primer encuentro con el Duke en Nueva York. “Toma el tren A”, decía.
Más de ocho décadas después aquel tema de la melodía inolvidable vuelve a ser convocado en contextos y geografías distantes y de la mano de Julia Moscardini, parte esencial de la nueva generación de cantantes en la Argentina.
Está claro que en este Mood indigo, su segundo trabajo como líder luego del Stablemates del 2020, Moscardini asume un riesgo no menor; como lo es el de abordar de manera personal un repertorio tan original y además tan versionado a lo largo de muchísimos años. Es justo decir también que esas dudas quedan despejadas tras los primeros acordes del Take the A train, el primer corte de este disco disfrutable.
Acompañada por Ernesto Jodos en piano, Sebastián Loiácono en saxo tenor, Jerónimo Carmona en contrabajo y Carto Brandan en batería; Moscardini transita con soltura las melodías clásicas del Duke, con especial lucimiento en su “Lush life” pleno de sutilezas, el enérgico swing de “It don’t mean a thing” y la profunda melancolía de “Come Sunday”, fragmento autónomo de la gran obra de Ellington Black, Brown and Beige.
Paula Meijide. Guitarristas Vol 1. Los años luz discos
La voz cálida y sentida de Paula Meijide atraviesa la canción con la suavidad de una caricia. La sutileza marca el rumbo. Rock, blues, aires de country o simplemente jazz, todos géneros que hizo suyos con igual pasión en momentos diferentes de su vida. Luego de Bleary Blue y Live in Summer, sus dos discos editados en el incierto 2020; Meijide regresa ahora con un nuevo y singular trabajo; Guitarristas. Vol1, su sexto disco de estudio con un puñado de canciones propias y en cada una de ellas acompañada por un músico distinto.
Siete temas para siete guitarritas. Desde el blusero “Desert of Love”, uno de los puntos altos del disco junto a Miguel Botafogo, hasta “Time for us”, con Juanchi Baleirón de Los Pericos o “Driving Down”, junto al talentoso Miguel Tarzia; Meijide no solo se evidencia como una expresiva intérprete capaz de abordajes siempre creativos, sino también como una compositora de variados recursos, con temas de fuerte expresividad y agradables melodías.
Claro que la elección no estuvo tan clara desde un principio para Meijide. “Cuando comencé a componer los temas de este nuevo disco, sentí que quería grabarlos con un trío de jazz, pero con guitarra. Empecé a pensar quien sería ese guitarrista. Pero no me decidía, porque además tengo la suerte de tener muchos amigos muy talentosos y sabía que cada uno de ellos podría aportar cosas muy buenas, muy creativas. Y por eso finalmente me decidí a grabar un tema con cada uno”.
Además de los mencionados, Paula convocó para este trabajo editado por el sello Los Años Luz, a otros guitarritas venidos desde distintas geografías musicales; como Juan Miguel Valentino, un perseverante cultor de la música de Wes Montgomery; a Ramiro Penovi y Patricio Carpossi, enrolados en las filas del jazz y a Dizzy Espeche, quien supo integrar una banda de adolescencia junto a Meijide y que luego compartió grabaciones y escenarios con Charly García, Gustavo Cerati, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta.
Lucía Boffo. Nómade. Ears&eyes records
A muchos kilómetros de su Ushuaia natal, Lucía Boffo sale al ruedo con su nuevo trabajo solista, Nómade, grabado entre el extremo sur argentino y la histórica Berlín, donde reside desde 2019. “Alejarme de todo lo conocido me resultó liberador. La distancia me abrió la posibilidad de observarme en un contexto nuevo. Instaló una suerte de silencio y de soledad que me permitieron escuchar la música que sonaba dentro mío y que no se parecía en nada a lo que estaba haciendo antes. Pues tampoco yo era la misma”, dice.
Mientras continúa sus estudios de en canto Jazz y composición en el Instituto de Jazz Berlín (JIB), en la Universidad de las Artes de Berlín (UDK), la cantante fueguina mantiene una activa agenda en Alemania, participando en distintos proyectos, como los de Armando Carrillos Zanuy Septett, Nanalu Music, Ramiro Zayas Grupo, Humboldt Big Band y el dúo que armó con el experimentado Quique Sinesi.
“En este disco, dice Boffo, urdimos una serie de capas, mezclas de sonidos analógicos y digitales junto a mi productor Daniel Schnock, superponiendo elementos, generando escenarios para que estas historias pudieran ser contadas. En este trabajo, como en la vida, se mezclan Ushuaia y mi primer acercamiento con la música, Buenos Aires, mi formación como cantante de jazz, Berlín y este nuevo yo en plena construcción”.
A través de un puñado de canciones propias, Lucía Boffo expresa en este, su primer disco solista, un variado abanico de textos y melodías. Están allí el rítmico “Quiero que me encuentres”, el intimista “Los ojos”, el confidencial “Mensajes transatlánticos” o la delicada sutileza de “Cerremos el telón”. Un entramado de sentimientos y sentires que en la fuerte expresividad de su voz conforman historias de esas que no dejan indiferentes.
Julieta Kitman. Flowin. Independiente
El progreso del jazz parece siempre desafiado por la pesada herencia de sus predecesores y a un mismo tiempo en la necesidad de no dejarse encasillar por aquella historia irrepetible. En ese contexto los standards, aquellas melodías que el tiempo no pudo oxidar; siguen siendo una opción para la búsqueda y el aporte creativo.
Así lo reafirma Julieta Kitman en este Flowin’, segundo disco de su carrera luego de aquel debut con Travelin’ Light en 2014, y en el que vuelve a un puñado de temas paradigmáticos de épocas distintas, conectando de manera personal el “Jitterbug Waltz” de Fats Waller con el “Ruby my dear”, que Thelonious Monk dedicó en los años 40 a un amor adolescente.
Con arreglos de Tomás Fares, quien además aporta su piano a la grabación, Kitman se mueve con soltura entre las variadas melodías, luciendo su swing en el “Devil my care” de Bob Dorough, mostrándose altamente convincente en el “Everything I’ve Got (Belongs to You)”, que Richard Rodgers y Lorenz Hart compusieron en los 40s para el musical Jupiter y mostrando su veta más intimista en el “Skylark” de Hoagy Carmichael.
Acompañan a Julieta Kitman en este nuevo registro Tomás Fares en piano, Diego Wainer en contrabajo, Javier Martínez Vallejos en batería y Guido Baucia en saxo tenor.
Luciana Morelli. Lo abismal es el agua. Ears&eyes records
Desde 2020 Luciana Morelli lidera en Suiza un grupo en el que explora las raíces argentinas y su conexión con el jazz y la música improvisada. Ahora, como parte de esa búsqueda, el sello ears & eyes edita en el país Lo abismal, el agua, interesante propuesta de la cantante, que al frente de un sólido cuarteto, entrega un puñado de canciones propias que hablan de viajes, sueños y desarraigos.
El agua alcanza su meta fluyendo sin interrupción. La frase se repite y se desvanece envuelta en un susurro en la canción de Luciana Morelli, la joven cantante argentina que desde Suiza postula su arte con la misma natural fluidez del elemento. Y así lo refleja en su Lo abismal, el agua, nombre que refiere a un hexagrama del I-Ching, el libro de las mutaciones, con el que expresa su propio cambio a través de un puñado de composiciones, nacidas de sus viajes, de sus sueños, experiencias y proyectos.
Desde Basilea, donde fue becada para una maestría en Jazz, la cantante profundiza aquí la búsqueda de sus raíces argentinas y donde la impronta jazzera muestra un inevitable protagonismo. “Estas canciones, dice Luciana, fueron escritas en un punto de no retorno. En una marea de cambios. En la búsqueda de lo inesperado entre la incertidumbre y la euforia. Todo un proceso que me llevó a emigrar de Argentina a Suiza. Y cada canción es un episodio de esta historia”.
Cancionero de historias que además se sustentan en un notable acompañamiento, con el clarinetista suizo Philipp Hillebrand, el mejicano Mauricio Silva Orendain al piano, el baterista brasileño Paulo Almeida, de valiosa experiencia en el grupo de Hermeto Pascoal y el inquieto Sebastián de Urquiza en contrabajo y voz. Un joven y talentoso seleccionado multinacional, constituido en un ensamblaje perfecto para la sutil poética de Luciana.
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