El arte y la literatura siempre estuvieron muy próximos en el Río de la Plata, y desde al menos un tiempo atrás, sus puentes se abrieron para formar un espacio de cruce por el que transitan libremente especies anfibias y peregrinas de escritores que forjan imágenes y artistas plásticos o visuales que también usan la palabra. En una época que dejó atrás la autonomía del arte y la de la literatura, ni unos ni otros se conforman con un lenguaje único ni una sola manera de mirar o contar. Por eso también se puede jugar en clave humorística con la idea del engaño o el adulterio, como lo plantea Infieles. De escritores que pintan o pintores que escriben, la muestra inaugurada en el Museo del libro y de la lengua, que desde la semana próxima llevará el nombre de Horacio González, su impulsor. Hasta el mes de noviembre, se exhiben obras de 35 artistas y autores que exploran más allá del terreno propio, entre los que se cuentan algunos de los nombres más destacados de ambas disciplinas.
De Silvina Ocampo –la figura más añeja de esta muestra– a Micaela Piñeiro –la más joven–, pasando por León Ferrari, Osvaldo Lamborghini, Luis Felipe Noé, Ricardo Carreira y hasta Charly García –de quien se exhibe un libro del fotógrafo Helmut Newton que intervino con marcador–, Infieles abarca casi 90 años de confluencia artística, aunque se detiene especialmente en las últimas décadas. Toda una etapa que el escritor César Aira, presente en la sala con un acrílico sobre tela que expuso una vez en Belleza y felicidad, ayudó a definir desde sus ficciones y ensayos entrelazados con el arte más contemporáneo. También están reunidos otros heterodoxos como Roberto Jacoby, Jorge Gumier Maier, Dani Umpi, Fabio Kacero, Washington Cucurto y Fernanda Laguna. “Nos dimos cuenta de que el más fiel a la muestra es Dani Umpi, porque es músico, escribió novelas y a su vez es artista plástico. Fernanda es otra artista clave de esta suerte de antología, tiene mucha obra tanto en la poesía y en la prosa y en la parte plástica”, le dice Esteban Bitesnik, uno de los curadores de la muestra, a Infobae Cultura.
Dividida entre la planta baja y el subsuelo del museo, donde se agrupan los músicos que participan, Infieles ofrece múltiples recorridos a través de una escenografía y una ambientación con cortinas que transmite el concepto de transgresión propuesto por los curadores. Los cuadros están acompañados con textos de los mismos artistas, pero además se exhiben partituras y letras de canciones, videos de Kacero, Carreira y Leticia Obeid y dos instalaciones de Renata Schussheim y Nacho Marciano. Algunas incursiones quizás sorprendan a los visitantes, como los casos del ex director de la Biblioteca Nacional Horacio González, en su faceta de historietista, o Gabriela Cabezón Cámara, de quien se incluye un ave dibujada en lápiz de color y grafito sobre papel. “Ella nos contó que desde chica le gusta pintar, pero nunca se había dedicado fuerte. La reclusión en pandemia la llevó a retomar esa práctica y ahí nos dimos cuenta de que tenía unas obras ya terminadas y la invitamos a participar”, dice Bitesnik. Durante la visita se podrá ver y escuchar la entrevista que el museo le hizo a la escritora y varias más realizadas con otros de los participantes.
Una pintura de Daniel Santoro, de su serie Teoría y praxis en el bar, acaso resume el espíritu de fraternidad que envuelve a todo este ambiente creativo. Sobre el lienzo asoman reconocibles las figuras de María Moreno, la actual directora del Museo del libro y de la Lengua, Juan Sasturain (Director de la Biblioteca Nacional), Horacio González, Ricardo Piglia, Luis Gusmán, Germán García y David Viñas, sentados en torno a las mesas de un bar que Bitesnik presume podría ser el de la librería Gandhi. “Como dice Roberto Jacoby en Las tecnologías de la amistad, en la reunión es donde surgen las cosas y donde se explotan las ideas. Siguiendo el arco temporal, es lo que después toma La internacional argentina, como se ve en Tertulia N° 250 de Mariano Galperin, que da cuenta de esas reuniones de los miércoles donde confluyen artistas y escritores de distintos ámbitos, que pueden ser gérmenes de ideas posibles para obras futuras”, dice el curador.
Precisamente fue en la librería de Villa Crespo donde surgió la idea de desarrollar esta exposición, un lugar que se vincula de cerca con la editorial Mansalva, que publica a varios de los artistas y escritores convocados para Infieles. Así como el ejemplo del sello que dirige Francisco Garamona, se puede notar la influencia de Eloísa Cartonera y sus libros coloreados, o de publicaciones contemporáneas como las revistas Otra parte, Mancilla, El Flasherito y Jennifer, que recogen la experiencia previa de Ramona, esa creación de Jacoby que inauguró un tipo de escritura crítica que intersecta cierta forma del periodismo con diversas inclinaciones artísticas. “Hace décadas que la crítica y los estudios culturales abordan un objeto de estudio desde una mirada transversal. Cuando se analiza una novela no se mira solamente desde lo literario, sino que también entran otras artes y saberes. Cuando leemos a Guillermo Iuso ¿desde dónde lo leemos? ¿desde la plástica? También lo podemos abordar desde la literatura”, plantea Bitesnik, quien además adelanta que habrá diversas actividades durante los próximos meses, de mesas redondas con escritores, críticos y artistas a música en vivo.
*Infieles. De escritores que pintan o pintores que escriben. En exhibición hasta noviembre en el Museo del libro y de la Lengua (Av. Las Heras 2555, CABA).
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