El bandoneonista Néstor Marconi, figura central del universo del tango de varias décadas, festeja 60 años de trayectoria con un concierto al frente de su quinteto en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner. Arrancará con el trío que compone con su hijo Leonardo en piano y con el contrabajista Juan Pablo Navarro -con quien integra un dúo hace años- con el clásico “Taconeando”, que Marconi dice “es bien tradicional pero siempre me gustó porque tiene material para ser de vanguardia”. Al trío luego se sumará Pablo Agri en violín con improvisaciones y solos de cada uno en una versión propia de “Los mareados” y luego se incorporará Esteban Falabella en guitarra para formar un quinteto y hacer composiciones de Marconi como “Tiempo cumplido”, “L’atelier”, “Tango Leo”, dedicada a su hijo. No faltarán, asegura, clásicos como “El día que me quieras” entre muchas composiciones.
Intérprete elegante, destacado y virtuoso, compositor, arreglador y director de orquesta, Marconi tiene también la particularidad de ser uno de los últimos nexos entre la época de oro del tango de las orquestas de los años 50 -tocó con muchos de sus mayores exponentes- y las nuevas generaciones que se acercaron a la música porteña desde la década del 90 al presente. En este sentido fue crucial su trabajo al frente de la Orquesta Escuela Emilio Balcarce, con la que junto a otros músicos de su generación puso a disposición de los jóvenes todo el saber de la herencia del tango, y también de la Juan de Dios Filiberto de Música Argentina y de la Orquesta de Tango de Buenos Aires.
En 1962 y con 20 años, el músico nacido el 15 de junio de 1942 en Álvarez, cercanías de la ciudad de Rosario, que primero se dedicó al piano y a los 11 años tomó el bandoneón, se sumó a la orquesta de José Basso, de paso por la ciudad santafesina. Así inició un periplo lleno de hallazgos y que lo llevó a tocar, estar y compartir, con algunos de los más grandes de la música porteña: Aníbal Troilo, Ástor Piazzolla, Enrique Mario Francini, Armando Pontier, Héctor y Atilio Stampone, Pedro Laurenz, Leopoldo Federico, Osvaldo Tarantino, Roberto Goyeneche, Floreal Ruiz, entre muchos. ”Estuve con los grandes de aquella época, arranqué con la orquesta de Basso, en el 73 empecé como solista con el Vanguartrío, que era una propuesta casi explosiva, me ubiqué haciendo el enlace entre generaciones conmigo mismo, siempre tratando de aprender, escuchando y mirando a todos”, cuenta Marconi a modo de repaso rápido y dando respuesta a esa función de polea de transmisión de una herencia gigante que le tocó jugar en el tango.
”Jamás negué nada, de D’Arienzo a Piazzolla, si se quiere, porque eso es lo que les digo a los jóvenes talentosos: que escuchen todo porque en el tango como en la música clásica, salvando las distancias, tenés que conocer a Vivaldi para llegar a Stravisnski, pasando por Mozart y Beethoven. Tenés que conocer todo y después, claro, hacer tu camino”, agrega en palabras que sostiene con su propia trayectoria y composiciones que se sostienen en la herencia y también proponen nuevas sonoridades. “Para mí Piazzolla abrió un gran camino que hubo que seguir transitándolo sin repetirlo; es algo que les digo a los jóvenes, que tienen que empaparse de lo que hizo Ástor, Troilo, Federico y después buscarse a uno mismo, porque ellos dejaron un camino para seguir transitando”, destaca el músico que además de tangos compuso suites y obras orquestales y tocó con destacadísimas agrupaciones clásicas como las orquestas del Colón, Gotemburgo, Oslo, Toulouse, Vancouver, Montreal, entre otras.
”Para mí todo fue importante: tocar, escribir, componer, orquestar, enseñar, lo sigo haciendo y lo seguiré haciendo mientras pueda”, asegura en un sucinto recorrido de 60 años. Hablando sobre el bandoneón, un instrumento forjado en tradiciones distintas pero que se encontró a sí mismo en Buenos Aires, Marconi señala que “acá es donde se le terminó de dar forma y técnica musical al instrumento”. ”Es como adoptar a una criatura de meses y criarla y quererla, te transformás en el padre aunque el padre biológico sea otro, con el bandoneón es igual: acá se le dio el acento, la forma, la técnica y creció en paralelo con el tango, fue simultáneo, tango y bandoneón fueron de la mano”, asegura.
Ahora, destaca, “podés tocar cualquier otra música con el bandoneón pero hacés dos notas y aparece el tango”. Siguiendo con el recorrido por el instrumento agrega: “Técnicamente se ha progresado muchísimo, desde Arolas a nuestros días y todo eso sucedió acá. Tuve alumnos alemanes en Granada, España, que se asombraban de la expresividad del instrumento, porque para ellos siempre fue un armonio que acompañaba villancicos, pero fue acá donde el bandoneón encontró su medida y sus posibilidades expresivas como instrumento”. Tampoco niega las distingas etapas que le tocó atravesar y cómo esto repercutió y elabora un trayecto desde que arrancó hasta la actualidad. ”Hubo un impasse, me resulta difícil precisarlo, pero cuando yo aterricé en Buenos Aires en el 62 era una locura la manera de trabajar, hacíamos doblete todas las noches entre dos boliches y los sábados y domingos bailes populares en clubes como River o Independiente, después vino un bajón y, me parece, la repercusión que tuvo el tango afuera nos volvió a contagiar”, acota.
Agrega que, también en los últimos años hubo un cierto cambio de perspectiva, “porque antes estaba la discusión de qué era y qué no era tango, pero pasó en el jazz y en la música brasileña también, cosas que en un momento se decía que no eran después fueron y la gente las terminó aceptando”. ”Por suerte, estamos en un momento en que ‘Adiós Nonino’ es tan popular como ‘La cumparsita’, donde cada uno tiene la libertad de proponer lo propio, así sea rupturista o vuelva al pasado, porque es eso lo que a uno le gusta, pero siempre desde una perspectiva propia”, añade.
Asimismo, discute la idea de la masividad y popularidad del tango y habla en cambio del alcance mundial que adquirió. ”Quizás ahora no es tan masivo localmente pero mundialmente sí. Troilo salió una vez de la General Paz, fue a Estados Unidos y no se enteró, él estaba enfocado acá, decía, medio en broma, que más allá de la General Paz no había nada pero después el tango empezó a pasear por el mundo y yo que tuve la suerte de viajar te puedo asegurar que hay muchísimos e insólitos lugares donde se escucha y se baila tango”, afirma.
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