David Cronenberg está sentado en un balcón donde una gaviota revolotea sobre él. “Lleno de plástico, ese pájaro”, razona con malicia. El director canadiense de 79 años ha estado fascinado desde hace mucho por lo que hay en nuestros cuerpos y lo que ponemos en ellos. Su más reciente filme, Crimes of the Future, que se vio en el festival de Cannes y fue estrenado esta semana en Estados Unidos, surgió en parte por su interés en la omnipresencia de los microplásticos.
Cronenberg cuenta escribió el guion de la película en 1998. Al sentir que se había vuelto más relevante con el tiempo, lo desempolvó para hacer su primera película en ocho años y, dice, no le tuvo que cambiar una palabra. Retrata a una pareja de artistas de performance, Saul Tenser (Viggo Mortensen) y Caprice (Léa Seydoux). En un futuro cercano en el que los plásticos han cambiado la biología humana, ellos remueven con maestría órganos tumorosos de Tenser en performances quirúrgicos. Es coprotagonizada por Kristen Stewart como una burócrata que se vuelve superfan después de ver un performance.
Un órgano removido y exhibido es una metáfora correcta para Cronenberg, cuyas películas anteriores, como Videodrome (Videodromo) y The Fly (La mosca), lo convirtieron en un maestro de terror corporal. El director subasta simultáneamente un NFT de unas piedras de riñón suyas. Mortensen, quien protagonizó A History of Violence (Una historia violenta), Eastern Promises (Promesas del este) y A Dangerous Method (Un método peligroso) califica a Crimes of the Future como la película más autobiográfica de Cronenberg hasta la fecha. “Cada vez, cuando vemos una de sus películas”, dijo Mortensen, “veo más”.
Para Cronenberg, las capas de Crimes of the Future eran una forma de demostrar la naturaleza de ser un artista y la manera en la que nuestro ambiente cada vez menos natural está transformando nuestros cuerpos, ni qué decir de las gaviotas. No es una evolución que lo aterroriza, más bien lo emociona. El director se maravilla de que los científicos estén analizando maneras de hacer comestibles los plásticos, y que incluso que podrían buen sabor. “Eso ya está pasando”, dijo. “No es ciencia ficción”.
—A medida que ha envejecido ¿la relación con su cuerpo ha cambiado?
—Claro. Por lo general me consterno, pero no es tan malo. Es muy interesante, es una parte de la vida que has esperado y de la que has leído y bla, bla, bla, y ahora lo estás experimentando. No ha sido tan malo como podría ser, dejémoslo así. Tengo 79 años, pero no me siento para nada de esa edad.
—¿Se cuida?
—He levantado pesas desde que tenía 16 años. No para ser un fisicoculturista, sino para estar en forma. No fumo, no bebo. No tengo ninguna agenda política o sociológica. Simplemente no he estado atraído a esas cosas, quizá eso ayuda.
—¿Piensa en lo que pone en su cuerpo?
—No de manera obsesiva.
—Buena parte de su trabajo se trata de la conexión o desconexión entre el cuerpo de uno y el mundo que lo rodea. En los años que ha estado desarrollando películas, la tecnología ha alterado cada vez más nuestros cuerpos, incluso si no se trata de un videocasete en nuestro torso (como en Videodrome).
—Me acaban de hacer una cirugía de cataratas. Eso es increíble. Básicamente destruyen los lentes en tus ojos, los succionan y luego ponen lentes de plástico que se desdoblan y se convierten en tus ojos. He estado viendo a través de mis lentes toda mi carrera como cineasta. Y ahora la razón por la que uso gafas para sol es porque tengo más luz porque mis cataratas ya no están. Todo es más brillante. Los colores son diferentes, bastante diferentes. Bromeé con mi director de fotografía que tendrá que cambiar el color de toda la película ahora que tengo lentes diferentes en mis ojos. Eso es algo bastante íntimo. La tecnología en tus ojos. Tengo aparatos para audición, soy totalmente biónico. Hace años todo esto habría sido problemático. Mi carrera habría terminado mucho antes, porque si no puedes escuchar y no puedes ver es difícil hacer películas ¿sabes?
—¿Se imagina que lo que podemos hacer a nuestros cuerpos, y qué será juzgado como aceptable, aumentará con el tiempo?
—Definitivamente, ahora nos damos cuenta de que beber agua de una botella de plástico deposita microplásticos en nuestro torrente sanguíneo. Incluso antes de eso, se ha considerado que cerca de 80% de la población humana tiene microplásticos en su piel. Así que nuestros cuerpos son diferentes a los de todos los humanos que ha habido antes en la historia. Eso no se irá.
—¿Pronostica batallas por objetos como computadoras implantadas en nuestros cerebros?
—Hay un galardonado con el Premio Nobel llamado Gerald Edelman que dijo que nuestro cerebro no es para nada como una computadora. Es mucho más como un bosque, porque hay una lucha por dominación en tu cerebro con tus neuronas que está cambiando constantemente. Lo que teme la gente con el ARN mensajero es algo nuevo y por eso dicen que Bill Gates está insertando microchips en nuestro cuerpo, ¡es fantástico! Es algo innovador. Las CRISPR (secuencias de ADN en bacterias) son fantásticas. Ahora ¿se puede usar para el mal? Sí, como la bomba atómica. Pero también se pueden lograr cosas bellas con ello.
—Al representar Crimes of the Future ¿siente como que está poniendo un órgano en exhibición?
—(Ríe) Estoy presentando mis piedras de riñón al público. Estoy diciendo “Esto salió de dentro de mi cuerpo”. ¿Qué más íntimo que eso? Digo, esa es la metáfora. Esa es la metáfora del performance de la cirugía en la película. Un artista poniendo ahí fuera sus pensamientos, sentimientos y visiones más íntimos y lo que sea. Definitivamente eres vulnerable. Eres increíblemente vulnerable.
—Esta es su primera película en ocho años. ¿Qué siente sobre la manera en la que el paisaje fílmico ha cambiado?
—Una de las cosas que me hizo volver a realizar películas fue Netflix y la idea del streaming y las series de streaming. Traté de hacer una. Pensé “esto realmente no es hacer películas, pero sigue siendo cine”. Es un tipo diferente de cine, definitivamente diferente. Pensé “bueno, este es un juego totalmente diferente y a pesar de eso sigue siendo cine”. Digo, mi idea de cine. Creo que los cines están muertos. Creo que serán una cosa de nicho para las películas de superhéroes. No he ido al cine en décadas. Simplemente prefiero verlas en casa. Y los sets de televisión en casa se han vuelto tan buenos y el sistema de sonido se ha vuelto tan bueno que reto a aquellos que dicen que no puedes tener una verdadera experiencia cinematográfica en casa. Estoy en completo desacuerdo.
—Crimes of the Future explora, en parte, qué tan lejos Saul Tenser está dispuesto a ir por su arte. ¿Usted piensa en la muerte?
—Siempre he pensado sobre la muerte. No creo que puedas ser humano sin pensar sobre la muerte. Incluso cuando era niño tenía una mascota que murió ¿qué pasó?, ¿dónde está ese gato? Te das cuenta de que no solo vas a morir, sino que tus padres van a morir. Todavía puedo recordar el momento cuando tuve esa discusión con mis padres. Así que siempre es una pregunta. A mi edad no diría que es más una pregunta, excepto que tienes muchos amigos que están muriendo ahora, que son exactamente de tu edad. Cada vez que veo los periódicos hay un tipo que conocí –William Hurt, por ejemplo, o Ivan Reitman– y ellos eran más jóvenes que yo. No hay mucho que puedas hacer al respecto, fuera de reconocer que sí, vas a morir. Más allá de eso ¿qué puedes decir? Siempre pienso en las novelas que dicen para un autor vivo “Nació en 1943”. Es como si el guion estuviera esperando por ti. Está esperando por ti para ser completado. Y digo: “Maldición, no voy a morir. No te voy a decir cuándo voy a morir”.
Fuente: AP
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