De cómo el fenómeno “Stranger Things” reivindica la música de Kate Bush

Una canción de la cantante británica, ícono alternativo del pop de los años 80, suena en la cuarta temporada de la popular serie y se convirtió en inmediato hit del streaming. Mejor que eso, pone en valor retrospectivo la obra de una talentosa artista que rompió estereotipos de su tiempo

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Kate Bush se volvió popular
Kate Bush se volvió popular para nuevas generaciones por una canción suya que aparece en la serie "Stranger Things"

Las razones por las cuales los artistas que tuvieron su momento de esplendor más de 30 años atrás hoy son noticia o tendencia en redes (que no es lo mismo, pero en muchos casos sí) son pocas: se cumple un aniversario redondo de alguna de sus obras más exitosas, anuncian alguna gira que podría ser la última, o se murieron. Es cruel, pero en tiempos de clickbait furioso, es así. Por eso es especialmente raro que en los últimos días Kate Bush se haya convertido en TT, que sus canciones estén obteniendo millonarios e inesperados picos de reproducciones en las plataformas digitales, que los medios y las redes se inunden de menciones, citas y artículos como este. Porque si bien su cuarto disco, The Dreaming, este año podría celebrar cuatro décadas desde su salida, no parece haber grandes festejos a su alrededor; porque su última gran aparición fue hace ocho años, con una serie de conciertos en Londres, y desde entonces no ha vuelto a presentarse en vivo; y porque afortunadamente no se murió.

Kate Bush, un nombre que, al menos en la Argentina, hasta hace una semana solo podían tener más o menos presente en algún lugar recóndito de la memoria quienes fueron testigos de la época dorada de la Rock & Pop, o quienes conservan la radio del auto y sus gustos musicales clavados en FM Aspen.

Pero no.

El motivo por el cual Kate Bush hoy es noticia (y sí, tendencia en redes sociales) es tan curioso como fascinante: una de sus canciones más conocidas suena en la nueva temporada de una de las series de televisión on demand más populares del momento y se convierte, como 37 años atrás, en un hit global. ¿La industria ya le puso nombre a este fenómeno de hits olvidados que vuelven a ser hit después de décadas? ¿Podría decírseles re-hit? Muy bien: gracias a Stranger Things, “Running Up That Hill”, de Kate Bush, se convirtió un re-hit.

Videoclip de "Running up that hill", de Kate Bush, una gema de los ochenta revivida en estos días por la serie "Stranger Things"

Resumidamente: Stranger Things es una exitosísima serie norteamericana de ciencia ficción y suspenso protagonizada por adolescentes y ambientada en los años 80, que se emite por Netflix; el pasado 27 de mayo se estrenó la primera parte de su muy esperada cuarta temporada, en cuyo cuarto episodio, en una escena escalofriante y magnífica, una de sus protagonistas logra evitar ser abducida por el maligno y tenebroso “Otro Lado” gracias a su canción favorita, que es... ¡”Running Up That Hill”, de Kate Bush! Eso bastó para que, en menos de una semana, el tema alcance la cima de reproducciones en iTunes, supere los 120 millones de pasadas en Spotify, y en YouTube, donde el clip original de la canción acumula más de 50 millones de vistas, el canal oficial de Kate Bush rebalse de comentarios de adolescentes fascinados y fascinadas. Resultado: una nueva generación acaba de descubrir a (y caer rendida ante) una de las artistas pop más trascendentes de los años 80.

Que en Stranger Things suene música de los 80 es natural. Solo en la cuarta temporada se escucha a Baltimora, Talking Heads, Extreme, The Cramps y también a Kiss y los Beach Boys. Y en temporadas anteriores han sonado Joy Division, New Order, The Bangles, Vangelis, Dolly Parton, The Clash... La música es parte esencial de la trama, y nada de lo que allí se escucha (muchas veces en casetes que entran y salen de radiograbadores y walkmans) es casual ni indiferente. Lo curioso, en todo caso, es el efecto que genera en quienes oyen esas canciones por primera vez. No es, desde luego, un fenómeno nuevo: el cine está lleno de ejemplos en los que una banda de sonido rescata del olvido canciones o artistas. Lo particular de la época es que hoy la reacción de la audiencia puede medirse en tiempo real: si una canción despierta curiosidad, no hay que esperar meses para corroborarlo en las cifras de ventas porque en cuestión de horas, las plataformas arrojan cifras millonarias. Es lo que pasó con “Running Up That Hill”.

El personaje de Max (Sadie
El personaje de Max (Sadie Sink) reproduce una y otra vez "Running up that hill", de Kate Bush, en su walkman de los años 80

¿De qué habla esta canción tan poderosa, capaz de ahuyentar a uno de los monstruos más nefastos del “Upside Down”? De firmar un “pacto con Dios” para ser la persona amada y así comprender lo que ella siente. “¿No querés sentir cómo se siente? ¿Querés saber por qué no me duele? ¿Querés oír sobre el trato que estoy haciendo? Vos, somos tú y yo. Y si tan sólo pudiera hacer un trato con Dios, y hacer que cambiara nuestros lugares. Estar corriendo arriba de este camino, estar corriendo arriba de esta colina”... Parece compuesta especialmente para una serie de misterio y situaciones sobrenaturales protagonizada por adolescentes conflictuados y en estado de ebullición. Y sin embargo...

“Running Up That Hill” fue lanzado el 5 de agosto de 1985 y resultó el corte más exitoso de Hounds of Love, quinto disco de Kate Bush. Para entonces, Catherine Bush (nacida en el condado de Kent, Inglaterra, el 30 de julio de 1958) ya era una artista de trascendencia global porque, entre otras cosas, había logrado ser la primera mujer en llegar al tope de los rankings de ventas de discos del Reino Unido, y la primera cantautora que alcanzó el número 1 en las listas de la revista norteamericana Billboard. Y lo había conseguido con una música muy experimental, introspectiva y personal que combinaba una voz soprano de registro amplísimo con letras provocativas inspiradas en clásicos de la literatura como en vecinos de su cuadra, que hablaban de homosexualidad, sueños tortuosos, guerras nucleares y cine.

Encima, en una época en la que las radios inundaban el mundo de música disco y en los tugurios del Primer Mundo resonaban las esquirlas del punk rock y ya se hablaba de pospunk como todo un género, incluían melodías enrevesadas, folk, piano clásico, arreglos corales, aires orientales, psicodelia, violines, las primeras baterías electrónicas... Una rareza preciosa que atrajo a estrellas del rock mainstream como David Gilmour, Peter Gabriel y Prince, resultó la contracara etérea y reflexiva de la arrogancia sexy de Madonna, fue parte del aluvión de chicas que incorporaron la mirada femenina a un rock siempre machista (una lista que no se agota en Sinéad O’Connor, Suzanne Vega, Annie Lennox, Cyndi Lauper, Siouxie...) e inspiró a nuevas generaciones de artistas mujeres dispuestas a seguir empujando los límites de la música popular anglo, como Tori Amos, Björk y Fiona Apple, entre muchas otras.

Kate Bush en los ochenta
Kate Bush en los ochenta

La carrera de Kate Bush, sin embargo, no se desarrolló del modo que podría haberse esperado para una estrella pop como la que llegó a ser. No hizo interminables giras durante décadas ni protagonizó escándalos. Formó una familia, grabó algunos pocos discos preciosos... En 2014 regresó a los escenarios por primera vez después de varias décadas con 22 funciones a sala llena en el Teatro Hammersmith Apollo, en Londres, una ambiciosa cruza de música, danza y teatro cuyo registro puede escucharse en Before the Dawn, álbum en vivo publicado en 2016. En 2018 lanzó una serie de cajas de CDs y vinilos con versiones remasterizadas de todo su catálogo más algunas rarezas e inéditos. En 2019 publicó un libro con sus letras, bajo un título que habla bastante de ella: How to Be Invisible (“Cómo ser invisible”). Este año fue nominada como miembro potencial del Salón de la Fama del Rock & Roll. Y esta semana se puso de moda.

Kate Bush no es una
Kate Bush no es una artista de mucha exposición, su última aparición en los escenarios fue hace ocho años

Como para Max (el personaje de Stranger Things que encarna la actriz Sadie Sink), las canciones de Kate Bush fueron un refugio para millones de adolescentes de los 80 que se sentían “raros”. Más de 30 años después, los hijos y las hijas de aquellos adolescentes “raros”, chicos y chicas que se identifican con Max y sus amigos, descubren que las viejas canciones pueden ser refugios tan o más contenedores que una nueva serie de Netflix. El ciclo de la vida, reflejado en la industria del entretenimiento, a veces puede deparar buenas cosas.

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