Todo empezó con Hugo Urquijo: en el 2014 participé de un espectáculo que se llamaba Con un tigre en la boca, donde me tocó ponerle voz y cuerpo a poemas de Juano Villafañe. A partir de allí me quedé muy conectado e identificado con su escritura y entablamos una amistad. Sus poemas son muy pasionales, poderosos, expresivos: llenos de obsesiones, imágenes, y con una cuota de cinismo que me fascina. Muy teatrales. Desde entonces me quedé con ganas de volver a trabajar sobre ellos, pero no encontraba la forma, ni el momento de hacerlo.
En el 2020, plena pandemia, me llegó a casa su último libro: El corte argentino, y en un primer vistazo me encontré con el poema que da inicio a nuestra obra: “Y que haría yo si no preguntarte antes de pasar de nuevo por la esquina”. Encontré la excusa perfecta: imaginaba que comenzando un espectáculo con ese poema podía dejar en claro cuál sería el código escénico. Me enamoré al instante y comencé a estudiarlo como ejercicio. Sentí una conexión inmediata, como con toda su obra. Son poemas para decir en voz alta, para ponerles el cuerpo. A los pocos días, muy decidido, le pedí permiso para ponerme a trabajar sobre una posible dramaturgia sobre toda su obra y con total generosidad me dijo “Hacé lo que quieras, son tuyos”.
Me obsesioné durante meses combinando sus textos nuevos con anteriores, que ya conocía muy bien. Lo que primero imaginaba como un unipersonal fue derivando en un diálogo entre dos personas: el poeta y su amada imposible. Para esa altura ya me había transformado en un alter ego de Juano: un actor sin nombre, sin personaje, que era invadido, como un médium, por sus palabras. Convoqué a Trinidad Vassia, una sensible actriz cordobesa, y empezamos a leer por Zoom unas primeras versiones, que distan mucho de la final, pero en las que desarrollaba la idea de una conversación a través de poemas, buscando una lógica propia. Estudiamos y descartamos mucho material.
Varios meses después, ya en el 2021, comenzamos a ensayar en vivo. Al equipo se sumaron Silvina Aspiuazu (compositora musical), Nicole Williams y Sol Pacheco (actrices). A lo largo de casi un año de trabajo nos permitimos explorar las distintas posibilidades de llevar la poesía a escena lo más pasionalmente posible, dándole vida y música a las palabras. Así fue apareciendo la obra: un poeta sensible y neurótico que se confiesa ante el público a través de la evocación de sus recuerdos y su rumiación alrededor de las relaciones que marcaron su vida amorosa. El poeta (Juano, alter ego) recorre la historia de su gran amor: largas conversaciones en bancos de plazas, noches de excesos, infidelidades, peleas, reconciliaciones. Reminiscencias que el personaje principal comparte con los espectadores, y que se vuelven corpóreas a los ojos de éstos: un viaje sonoro y visual sin un rumbo definido, interpelando al espectador desde la emoción que generan palabras, sonidos e imágenes.
Nuestro principal objetivo es generar un material despojado de toda idea de que la poesía en escena puede ser solemne y acartonada, por eso trabajamos sobre cierto riesgo escénico, deconstruyendo y reformulando las normas del “espectáculo poético”. El inicio y el final dan cuenta de una historia circular, una serie de obsesiones y heridas que el personaje no logrará abandonar nunca, para de ésta manera poder seguir contándolas y permanecer vivo en el escenario.
*Gustavo Pardi, actor y director de La Conversación infinita. Obra que se presenta los domingos a las 20 hs en la sala Tuñón del Centro Cultura de la Cooperación de Av. Corrientes 1543.
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