Eugenio Cuttica: “Los artistas viven de rodillas frente al sistema que los rodea”

El artista argentino, que reside en EE.UU., dialogó con Infobae Cultura sobre su visión del arte, los “artistas falsos”, el marketing, la “actitud fraudulenta” de lo contemporáneo y los museos como “depósitos de cachivaches”, entre otros temas, en el marco de su muestra “Serendipia”, que se presenta en un hotel de San Telmo

Eugenio Cuttica presenta “Serendipia” en el Hotel Anselmo de San Telmo

Eugenio Cuttica camina con su bastón entre los jardines del Hotel Anselmo, de San Telmo. Se lo nota cómodo, no como si fuera un visitante, sino como si estuviera en su propia casa, y de alguna manera lo es, ya que el artista suele hospedarse allí cada vez que visita Argentina. En este espacio también presenta Serendipia, una muestra de 20 obras de los últimos años con pinturas de gran tamaño y sus clásicas esculturas, en las que surgen los elementos fundamentales de su obra: una humanidad difuminada, fantasmal, ante una naturaleza de colores vivos, intensos, y en la que la cultura asiática se articula como parte de sus propios pensamientos, espirituales y filosóficos.

En la exhibición, la protagonista principal es Luna, esa niña de 9 años que acompaña a Cuttica desde hace décadas, como referencia de la femeidad en estado de pureza, así como de la infancia, la inocencia y el deseo de trascender. Entre ellas se encuentran Luna y espada y El mercader, el sacerdote y el guerrero, piezas surgidas a partir de la invasión rusa a Ucrania. En ese sentido, hoy -a partir de las 12, Av. Alvear 1345- se realizará una subasta de cuadros en la sede de Recoleta del Jockey Club, y todo lo recaudado será en beneficio de los artistas ucranianos que vieron sus talleres destruidos durante los bombardeos.

En este encuentro con Infobae Cultura, Cuttica reflexiona porqué desde hace un tiempo escapa y reniega del sistema de galerías y críticos, como también sobre el arte contemporáneo y los que llama los “artistas del marketing”, entre otros temas.

En su carrera, Cuttica ha expuesto desde el Parakultural, en los ‘80, hasta el Bellas Artes, donde en 2015 se presentó la restrospectiva La Mirada Interior, que reunió a 100 mil visitantes. “Yo no tengo miedo”, dice, quien fuera asistente de Julio Martínez Howard y Antonio Berni, y quien desde hace casi tres décadas reside en Southampton, Nueva York, donde además tiene uno de sus dos talleres; el otro, en el distintivo edificio Central Park, de Barracas.

"El arte es una actitud no es una escultura una pintura, es una actitud hacia lo que sea", dijo

¿Cómo articula su producción entre dos países?

— Siempre traigo obra, pero también trabajo aquí. La pandemia trajo beneficios secundarios. Uno de ellos es el trabajo por computadora y teléfono, cosa que a mí me benefició increíblemente, porque puedo manejar los dos talleres en simultáneo. Miguel Angel decía que se puede pintar sin tocar la tela, porque es una actividad mental y tenía razón. Yo lo he comprobado porque inventé un sistema en el que voy construyendo con un asistente el 80% del cuadro, que es una mera construcción y después yo le doy la piel al cuadro. Paul Éluard decía que la piel es lo más profundo, la piel es lo que nos protege y es lo más sensible que tenemos: la comunicación con la realidad del afuera. Entonces en un cuadro pasa exactamente igual, yo hago la piel del cuadro y esas son las pinceladas que marcan la diferencia entre arte y no arte.

En ese sistema, ¿hace un dibujo a distancia y lo pasa?, ¿cómo es?

— Trabajamos todo por Photoshop. Es muy interesante, porque por ejemplo tengo un asistente desde hace 10 años, él vino cuando tenía 16 y trabajamos casi telepáticamente.

Es un poco como sucedía en los viejos talleres de Renacimiento, pero con la tecnología de por medio.

— Es exactamente lo mismo. Giotto o Rafael han llegado a tener centenares de asistentes y es como se trabaja ahora. Larry Rivers tuvo exactamente 150 asistentes y facturaba 1.000 millones de dólares en todo el mundo por año. O sea que es como una empresa de arte en su caso, yo humildemente y sencillamente estoy aprendiendo.

Sería una Pyme de arte.

— Yo estoy aprendiendo, así es como se trabaja en el resto del mundo.

Es un tema que es debatible, porque el arte tiene cierta romantización, tanto del artista, como la obra única y sobre todo la mano del artista.

— En la pintura da la particularidad que existe el prejuicio, porque si Almodóvar hace una película y él no revela el fin de 32 milímetros, nadie va a decir que no es una película de Almodóvar. Si él no es el director de fotografía, o sea, los encuadres lo hace otro, igualmente nadie va a decir que no es un Almodóvar. Ahora, ¿por qué sucede con la pintura?

"Guerrero y Luna en rojo"

¿Y de dónde surge ese prejuicio?, ¿de cómo se comunica el arte al público en los medios o el cine, por ejemplo, o está relacionado con el propio sistema del arte?

— Los artistas pintores es como que tienen un kiosco y su dimensión y su extensión llegan hasta donde alcanza su mano. No es así, históricamente no ha sido así jamás. Pero es un mito que los mismos artistas ayudan a mantener. La verdad es que el arte es una actitud no es una escultura una pintura, es una actitud hacia lo que sea. Se puede ser plomero o se puede diseñar un sistema sanitario de una ciudad; las dos son plomerías pero a distinto grado de sofisticación. La creatividad es saber usar el pensamiento creativo, el hemisferio en desuso, que es la parte derecha del cerebro, que los artistas mantienen en actividad y eso es el arte, se puede aplicar a lo que sea. Por ejemplo, hay gente que trabaja en negocios y hay gente que practica el arte de los negocios, los que practican el arte de los negocios, los conozco, algunos de ellos son los millonarios. Ellos quieren estar cerca de artistas, rodeados de artistas, porque los artistas tienen una misma forma de pensar.

Claro, tanto lo que contó sobre su manera de trabajar y, a su vez, todo el sistema de la institucionalización de un artista está compuesto por bastantes artista de los negocios, ¿no?

— Bravo. Esto le va a molestar a muchos de mis colegas, la mayoría tienen pensamientos de izquierda, pero el arte como lo conocemos, el arte de autor, el arte individualizado que lleva una firma es un fenómeno del capitalismo. Antes los artistas eran empleados de un único poder, el de la Iglesia en el medioevo, luego vino el Renacimiento, que es la exaltación del individuo. Y el arte tal cual lo conocemos ahora y la banca han surgido simultáneamente. Picasso decía que hacer dinero es hacer arte. Nadie puede decir que Picasso no era un buen artista, sin embargo, dejó una herencia de 3.500 millones de dólares; o sea, las dos cosas no son incompatibles. Se puede ser muy buen mercader y se puede ser muy buen sacerdote.

Usted tiene una posición sobre el sistema del arte de bastante distancia, no trabaja con galerías, por ejemplo, que son aquellas que permiten justamente que un artista pueda distribuirse o venderse con mayor facilidad.

— Yo no me llevo bien con las galerías. En las apariencias puede parecer que permitan la distribución, pero en general son las que obstaculizan la carrera de un artista.

¿En qué sentido?

— En el sentido de que lo cajonean para tener exclusividad con él, hablan mal del artista a otros galenistas para que nadie lo tome y lo van empobreciendo para después poder explotarlo mejor.

¿Esa es su experiencia?

— Sí, claro, eso le pasa a todos. Los artistas viven de rodillas frente a los galeristas, art dealers, curadores, marchands, que es el sistema que rodea al arte y que trata de quitarle al arte su poder energético a beneficio de su bolsillo. Yo estoy a favor de cierto arquetipo de la sociedad capitalista que permite que tengamos arte, porque he viajado a la mayoría de los países socialistas donde el arte es un sistema de propaganda y el arte no existe, simplemente porque no existe el mercado de arte porque no existe el dinero. Entonces no hay arte. Estoy a favor de eso, pero también soy crítico a las deformaciones que produce el sistema capitalista.

"Luna y la glicina"

Usted recién me nombraba a Picasso, que tuvo la extraordinaria capacidad de cambiar el rumbo del arte moderno a partir de su obra. No todo el mundo puede ser Picasso y no todo el mundo puede ser un artista destacado, en el medio están los mortales, que son la mayoría.

— No, permitime que te corrija. Todos los niños son artistas y todos hemos sido niños. Un artista adulto es alguien que se peleó con todos para que su niño no sea arrastrado por la corriente de la Matrix. Es decir por no ser pensado por el lenguaje; es un tema lingüístico. El artista escucha la voz de su propio lenguaje contra todo y se pelea contra todos, o sea que el artista adulto es un niño que ha sobrevivido. Es decisión de cualquier persona ser un artista, siempre y cuando conserve su niño artista interior.

Claro, pero al mismo tiempo hay una cuestión técnica que se puede educar, mejorar, pero por algo no todos alcanzan cierto estatus en la producción artística, sea dibujo o música, cualquiera.

— Vuelvo a lo que hemos conversado anteriormente, el arte es una actitud metal, no es saber dibujar. Eso es virtuosismo vacío. El virtuosismo no es arte. Arte es estar atento al conocimiento que otorga la voz interior adelante de las influencias del mundo exterior. Y se puede aplicar en cualquier cosa, está unido a las filosofías orientales: meditar y hacer arte es lo mismo.

Esto que dice está relacionado con sus creencias budistas, entiendo. En ese caso, ¿qué hay de desapego budista con producir y comerizializar?, ¿cómo se unen ambas ideas?

— Bueno, el desapego es una sola de las consignas que conforman la filosofía budista. ¿Qué mayor desapego puede haber en hacer algo, que es un ente energético, que surge del alma, comercializarlo y tal vez no verlo nunca más? Es el mayor desapego de todos los que existen.

Y dentro de la creación, de la manufactura del cuadro, ¿cómo funciona?, ¿cree que hay diferencias con un artista que no tiene esa filosofía para acanzar el éxito?

— Bueno, sí, la mayoría de los artistas y la gente en general le tiene mucho miedo al éxito. Prefieren hacer todo lo posible por fracasar, apegarse a la obra como si fuera un familiar o un descendiente es un error. En el sentido griego, un artista es una antena que capta la inteligencia del universo y tiene la posibilidad de magnetizar a los demás, es nada más que un vehículo y en eso los griegos tenían razón. El artista es alguien que se deja atravesar por ese magnetismo, por lo tanto las obras se podría decir que no son de él. Si uno se aferra a estos principios, todo funciona bien y el éxito es inevitable. Es decir matar la identidad de ego y abrazar la identidad de la conciencia, eso consiste en ser un artista.

El artista, radicado en EE.UU., confronta al sistema del arte

El ego y artista son casi sinónimos, Eugenio.

— Eso es falso. Hay mucha cantidad de prejuicios y falsedades. El artista hace de algo que es material inerte, pigmento, aglomerante, tela y madera, un ente energético que tiene la capacidad de transformar la realidad, que quien lo cuelga en su vivienda, lo ve todos los días y es un ente vivo que le recuerda al habitante de esa casa, qué es lo importante. Esa es la función del artista en la sociedad. Somos como los brujos de una tribu.

Es mentira que los artistas tienen un gran ego, para llegar a ese punto de manufactura, para transformar la materia inerte en una pulsión vital es necesario olvidarse de sí mismo. Como decía (NdR: Discépolo y Mores en “Cafetín de Buenos Aires”) “la poesía cruel de no pensar más en mí”. Es todo lo contrario, el artista cuando hace una obra que va a trascender se olvida de sí mismo, se lastima, no siente el dolor, no siente el hambre, porque se desliga de lo terrenal y de su cuerpo, es puro espíritu mental. Así que eso es un mito, el ego del artista, puede ser que algunos artistas tengan un ego descontrolado, pero eso son los artistas fraudulentos, los falsos artistas. Los verdaderos artistas son sacerdotes, en el mejor sentido de esa palabra.

Usted como budista y artista sabe que después de la construcción de la obra y de esta entrega desinteresada que comenta suceden toda una cuestión de situaciones que tienen que ver un poco con lo que hablábamos antes, con el mercado, con el elogio y con el aplauso, que llevan a construir ese ego del artista.

— Sí, pero volvemos otra vez a lo mismo, de los artistas falsos. Los que buscan los privilegios que otorga la sociedad a sus artistas sin pasar por el trabajo, sin pasar por la educación, sin pasar por el esfuerzo tremendo que significa ser un artista y buscar solamente los privilegios. Está lleno de ese tipo de pseudoartistas, te diría que son la mayoría. Yo estoy hablando de los artistas de maestría, de los verdaderos, los demás son simplemente una operación de marketing.

¿Cómo puede hacer una persona que va a un museo o una galería para diferenciar un artista del marketing de uno verdadero?

— Me encanta esa pregunta, bravo, porque hay una gran confusión con respecto al arte. En realidad el epifenómeno que rodea el arte verdadero trata de utilizar la necesidad de conexión con lo sagrado y lo divino que tenemos como seres humanos desde que nacemos y hacer una operación de sustitución para hacernos olvidar esa necesidad por el arte. Arte significa etimológicamente Ars herramienta y Theos, que es Dios: es la herramienta para llegar a Dios. Los templos de la mayoría de las religiones tienen arte y no es que el templo hace el arte que está en su interior, sino que el arte hace el templo. O sea, le sustraen el poder espiritual que tiene el arte para utilizarlo en su religión. Siempre el arte ha sido la conexión con Dios. Entonces, hay todo un sistema de gente que antepone la abundancia de su bolsillo en detrimento de esta necesidad que tiene toda la gente y van apartando a través de la cultura de la Matrix el producto de esa necesidad hasta que la gente ignora, qué es lo que necesita y andan como la niebla, a ciegas, buscando algo que ya ni siquiera saben qué es. Entonces se transforman en adictos: A es no, dictó es decir. En otras palabras, la gente busca algo que ya no lo puede ni siquiera decir con palabras y eso produce adicciones, a la química, al trabajo, al amor idílico romántico, distintos tipos de adicciones que le convienen a una sociedad de consumo. O sea, nos transforma en seres en conexión con su propio ser en consumidores; es todo una operación que se lleva a cabo y que la mayoría, el 99% de las personas, cae en esa trampa. Una persona que hace arte o que sigue los preceptos del arte verdadero, necesitamos muy poco, muy pocas cosas para vivir, lo tiene todo. Se siente lleno, se siente plena, se siente en estado de éxtasis y eso no le conviene al sistema en el que estamos viviendo.

Y para apreciar el arte, ¿cómo hace?

— Primero y principal cuando se viaja la gente va a museos, es extraño esto. Solamente van a museos en su momento de turismo probablemente para contarle a los amigos que han estado en el Museo del Louvre, por ejemplo, pero no es por un interés genuino, es una operación del ego. Entonces lo que aconsejo a la gente es que vayan al Louvre, no está mal ir. Pero hagan una visita y miren y sientan y piensen las obras, estén atentos a la movilización que les provoca observar las obras de arte y después, en una segunda visita, alquilen los auriculares, donde le van a decir la edad de pintor, a qué movimiento adhiere, etcétera, etcétera, que esa es la información que no nos deja sentir. Primero sientan, después el intelecto. Si lo hacen de esa manera van a saber quiénes son artistas verdaderos y quiénes, no.

¿Funciona para todos los museos?

— Lo recomiendo para todos los museos, para todas las muestras de arte, para todas las visitas a galerías, para todas las visitas a talleres. Simplemente para todo. El arte que no conmueve no es arte; el arte que no tiene la capacidad de transformar la realidad del que lo ve no es arte.

La muestra, con entrada gratutia, estará abierta hasta el 16 de junio

Eso entra en conflicto con el arte contemporáneo, desde el ready made hasta acá.

El ready made es el enemigo del arte. Le roba el prestigio a un lugar de validación pagado por los contribuyentes porque no tiene prestigio propio. Le roba el prestigio del edificio donde van a ser exhibidos y entonces una silla o una caja de zapatos con una cáscara de banana se cobra 30 mil dólares y le da ganancias exponenciales a las autoridades que utilizan ese poder de programar muestras en lugares oficiales, repito, pagados por la gente, para exponer banalidades y en vez de ganar un 30, un 40, un 50% pueden ganar el 20.000 por ciento. Lo hace cualquiera y lo pueden trasladar, no tiene que pagar seguro sobre esas cosas, inventan un nombre, van cambiando los artistas y ese es el negocio multimillonario al que ellos se dedican a costa de la conexión espiritual de la población.

Detrás del arte contemporáneo hay explicaciones, existe una teorización, una larguísima bibilografía. No todo arte es apreciado en su tiempo, eso pasó siempre.

— Esa es la forma de invadir las mentes de la población y dañar profundamente el poder cognitivo de las personas y de los ciudadanos, diciéndoles “ah, pero si a vos este arte te abochorna, si este arte no te gusta es porque sos un ignorante”; entonces la gente por miedo a ser tratado de ignorantes se calla en la boca y otorgan. Ese es el sistema de invasión de este tipo de especulaciones a beneficio de unos pocos y a costa de todos.

Una teorización exclusiva.

— Claro. Entonces los que se dedican, los funcionarios que ocupan esos lugares que deberían ser sagrados porque ahí se alberga el tesoro de una sociedad, ahí se alberga el acervo de una sociedad, sin embargo no, los museos se transforman en un depósito de cachivaches. Esto es totalmente transgresor, nadie se anima a decirlo, yo no tengo miedo, me sigue yendo muy bien, tengo muchos enemigos por decir estas cosas, pero esta es la verdad y la verdad es una sola. Sé que hasta te puede conmocionar en tus creencias porque esto que estoy diciendo, que es una actitud fraudulenta, está diseminado y es como una religión que lo ha invadido todo.

Está cerca entonces de lo que piensa la crítica mexicana Avelina Lésper.

— Sí, es la mejor crítica, no solo de habla hispana, sino del mundo en este momento.

Uniendo lo que comentaba antes del capitalismo con su definición sobre una parte del arte contemporáneo, pregunto si el hecho de que hoy adoremos cachivaches o una banana pegada con cinta en una pared no tiene que ver un poco también con el estado en general del mundo actual, del consumismo y la necesidad de lo efímero, de lo instantáneo.

— Por supuesto que sí, de eso se trata la Matrix, de dominar a la humanidad sin que la gente se de cuenta que está dominada; es desarrollar a nivel mundial la peor de las esclavitudes, que es la esclavitud del esclavo que ignora que es un esclavo, es la esclavitud perfecta.

Una esclavitud platónica que siquiera se pregunta sobre de dónde viene la luz.

— Exactamente. Cuando todo está cubierto, cuando se castra cualquier artista incipiente que pueda demostrar lo contrario, cuando se lo hace deliberadamente para mantener su negocio, esta pátina lo invade todo como si fuera el agua para los peces. Los peces ni siquiera sospechan lo que es el agua, no saben lo que es porque nunca han podido salir de ella.

Qué le recomendaría a un artista que comienza para poder llegar a una situación donde pueda vivir de su arte, que ya es algo difícil de por sí, trabaje con o sin una galería, ¿qué es lo que usted cree que se podría llegar a hacer dentro de este mundo?

— Bueno, este es un problema lingüístico, somos lenguaje y casi todos estamos pensados por el lenguaje. Lo que aconsejaría un artista es llegar a la verdad filosófica, llegar a ser un desmitificador. Estar siempre del lado de la verdad ulterior, no tener miedo decirlo y estar del lado de la libertad, de la belleza, que es una religión en sí, porque es el reflejo del bien y del amor. Si siguen esas cuatro palabras la quinta palabra que produce estas cuatro, que es arte, la herramienta para llegar a Dios, se produce y el éxito como artista es inevitable.

Aún no ingresando dentro del sistema del arte.

— Aún no ingresando, porque la gente sabe todo. El arte tiene un poder de atravesar todo, de hacer recordar a alguien todo lo importante en un segundo. Y esa persona vuelve a sentir, vuelve a ser amigo de sí mismo, deja de estar dividida. Deja la psicosis imperante y encuentra una tregua, encuentra un alivio, a la disfuncionalidad reinante en todos los órdenes. Cuando sucede eso la gente nunca se olvida de ese artista.

La gente presiente, a pesar de que yo no explique todo esto, le llega por otra vía esta verdad filosófica. La sensación que tiene es tan placentera que nunca la puede olvidar. Entonces el arte tiene la capacidad de atravesar todo y llegar a donde no se puede llegar jamás con ninguna política de marketing. Por eso los que hacen arte de marketing censuran a los artistas de maestría porque les arruinan el negocio. Y porque, con un poco de aire, le ayudaría al pez a saber lo que es el agua.

*Serindipia, de Eugenio Cuttica en el Hotel Anselmo, Don Anselmo Aieta 1069, San Telmo, con entrada gratuita hasta el 16 de junio.

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