Desde Cannes. La película Triangle of Sadness, del sueco Rubén Östlund, ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, la segunda en la carrera del director que ya ganó este mismo premio con The Square, en 2017. El film, dividido en tres episodios, es una sátira sobre los ricos y famosos que viajan a bordo de un caótico crucero de lujo en el que todo sale mal por lo que terminan sacando lo peor de sí mismos.
En una premiación que incluyó dos galardones compartidos, el Gran Premio del Jurado se lo dividieron entre Stars at Noon, de Claire Denis y Close, de Lukas Dhont (más sobre esos films, abajo). El premio a la mejor dirección recayó en el realizador coreano Park Chan-wook por su ambicioso y romántico thriller Decision to Leave mientras que el premio al guión se lo llevó la película egipcia Boy From Heaven, de Tarik Saleh.
Otros galardones importantes fueron para los hermanos Dardenne, cuya carrera fue celebrada con el Premio Especial 75 aniversario de Cannes. El Premio del Jurado fue compartido por EO, del veterano realizador polaco Jerzy Skolimovski, y Le otto montagne, película filmada en Italia por los directores belgas Felix Van Groeningen y Charlotte Vandermeesch.
Lo mejor pasó en la segunda semana
En una edición que estuvo entre las más flojas de los últimos tiempos, al menos la competencia del Festival de Cannes mejoró un tanto la puntería en las últimas jornadas. No suele ser lo habitual ya que usualmente el primer fin de semana es el más fuerte. Pero esta vez lo mejor apareció, curiosamente, cuando las calles se empezaron a vaciar con el cierre del Mercado (en el que se compran y venden películas para su distribución internacional, entre otras cosas), cuyos invitados y acreditados suelen ser mayoría en las enormes salas del Palais.
Close, de Lukas Dhont –el cineasta belga que ganó la Cámara de Oro aquí en 2018 con su película Girl sobre una adolescente trans–, vuelve a plantear el tema de la sexualidad en esa etapa de la vida en esta historia acerca de dos amigos que están saliendo de la infancia y que descubren que los sentimientos que tienen por el otro pueden ser un poco más fuertes que una amistad. Y eso los pone en conflicto más con ellos mismos que con sus comprensivos padres y compañeros de escuela. Se trata de un drama familiar muy humano y sensible, doloroso por momentos, que se mete a fondo en lo confuso que puede ser el deseo sexual en esa etapa de la vida y los miedos que conlleva.
Otra de las películas que hicieron levantar la puntería a la competencia en su última etapa fue Broker, del japonés Hirokazu Kore-eda, que se llevó el premio a mejor actor a la estrella Song Kang-ho. Sin estar entre lo mejor de su obra, este drama rodado en Corea y centrado en un extraño grupo conformado por dos “traficantes de bebés” y una madre que quiere vender al suyo, funciona bastante bien como road movie y dialoga con el resto de la obra sobre familias ensambladas del realizador de Somos una familia, con la que ganó la Palma de Oro aquí en 2018. Es un film que retrata un mundo oscuro pero de un modo amable y hasta, por momentos, cómico.
En tanto, Showing Up, de la directora estadounidense Kelly Reichardt, es una película engañosamente ligera que retrata los conflictos que vive una artista plástica de Portland durante la semana previa a una exhibición de su obra en una galería. Michelle Williams encarna a la escultora en cuestión, una mujer un tanto hosca a la que se le empiezan a juntar una serie de problemas –con la vecina, con su familia– que parecen sencillos pero que le terminan complicando el trabajo y la vida en esos días intensos. De a poco, la película pasa de ser un retrato liviano de una mujer con problemas con su gato o con el agua caliente a convertirse en un drama un poco más espeso, acerca de una artista lidiando con una vida personal y familiar con ribetes angustiantes.
La única de las películas esperadas para el final de la competencia que estuvo muy por debajo de las expectativas fue Stars at Noon, que la directora francesa Claire Denis rodó en América Central en plena pandemia. Es la historia de una periodista estadounidense y un empresario británico que empiezan a ser perseguidos por las autoridades políticas y militares de Nicaragua y de la CIA. Esta mezcla de historia de amor y película de espías es bastante torpe, poco creíble y al final termina sin tener demasiado sentido ni lógica. Una decepción viniendo de una realizadora consagrada que regresaba a la competencia de Cannes por primera vez desde 1989.
Aún con la cierta mejoría de las últimas jornadas y algunos muy buenos títulos previos como los films del canadiense David Cronenberg (Crimes of the Future) o el rumano Cristian Mungiu (R.M.N.), la edición del 75 aniversario de Cannes fue un tanto decepcionante, quizás ligada a la baja producción o a las complicaciones que muchos seguramente tuvieron para filmar durante la pandemia. O, simplemente, a que el festival está demasiado atado a mostrar películas de cineastas consagrados y no toma demasiados riesgos, al menos en su competencia por los grandes premios.
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