El mercado del arte ha resurgido con fuerza este mes en Nueva York, donde las casas de subastas han recaudado 2.800 millones de dólares; los coleccionistas han apostado por la diversidad, premiando con una lluvia de récords a mujeres y afroamericanos, y las ferias se han llenado tras el parón de la pandemia.
El flujo de dinero que se ha movido por la ciudad en mayo deja cifras mareantes, como la del retrato de Marilyn Monroe –Shot Sage Blue Marilyn– del rey del pop art Andy Warhol, que se vendió el 9 de mayo en Christie’s por 195,04 millones de dólares, convirtiéndose en el cuadro más cotizado del siglo XX en una venta pública.
Christie’s ha liderado la recaudación en la temporada de subastas primaverales, recién terminada, con casi 1.444 millones de dólares, a los que han contribuido una retahíla de ventas históricas, entre ellas la fotografía más cara del mundo, Le Violon d’Ingres, de Man Ray (12,4 millones).
La casa rival, Sotheby’s, ha sumado 1.089 millones de dólares, en buena parte gracias a una serie de obras de pintores infalibles como Picasso (Femme nue couchée, 67,5 millones), Monet (Le Grand Canal et Santa Maria della Salute, 56,6 millones) o Rothko (Untitled, en tono marrón sobre azul, 48 millones).
Phillips, la tercera empresa de subastas en Nueva York, y con mucho menor volumen, destacó que su venta de arte contemporáneo fue la mejor hasta la fecha, con 226 millones recaudados, y en concreto brilló un Basquiat de 1982 sin título, con una calavera sobre trazos de colores, que fue comprado por 85 millones.
Artistas más diversos
Mientras tanto, y pese a unas cifras bajas en comparación con las de esos íconos, está ascendiendo en popularidad una nueva hornada de artistas que pertenecen en muchos casos a la época posterior a los 2000, con el denominador común de presentar una mayor diversidad frente a la tradicional hegemonía de artistas hombres y blancos.
En Sotheby’s, el responsable de la subasta de arte de “ahora”, Lucius Elliot, señaló que hay mucho “talento joven” y “hambre por su trabajo”, aunque la jefa de la venta de arte contemporáneo Charlotte Van Dercook dijo que las figuras del siglo XX siguen “marcando el listón” en un mercado que está “más fuerte que nunca”.
Entre los nuevos nombres que más suenan está Ernie Barnes, un ex futbolista y pintor afroamericano cuya obra The Sugar Shack fue objeto de una acalorada puja en Christie’s que multiplicó por 76 su estimación más alta, de 200.000 dólares, hasta los 15,3 millones. Y no fue el único artista que superó con creces las expectativas.
También sucedió con Simone Leigh, ganadora de un León de Oro en la Bienal de Venecia, cuya escultura Birmingham se vendió en Sotheby’s por 2,17 millones; Anna Weyant (Falling Woman, 1,62 millones); Christina Quarles (Night Fell Upon Us Up On Us, 4,5 millones) o Avery Singer (Happening, 5,25 millones), todas mujeres.
Vuelven las ferias
Aparte de las subastas, un grupo de museos se alió con varias ferias y galerías para promocionar una “semana del arte” en la Gran Manzana y “poner de relieve la oferta sin precedentes de eventos y exposiciones del mercado de arte global” que llegaba a la ciudad una vez levantadas las restricciones al turismo en EEUU.
La feria TEFAF, la más exclusiva del mercado, celebró su primera edición presencial después de dos años en Nueva York, en vez de en su ubicación habitual, en Maastricht, (Países Bajos), con casi un centenar de galerías de todo el mundo, que dieron cuenta de las ganas del reencuentro y gasto en el mercado del arte.
“El interés institucional y las compras fuertes prevalecieron todo el tiempo, con algunos de los museos más eminentes del mundo representados en los primeros dos días”, indicó en un comunicado la feria, que describió la situación como “boyante”.
Solo se divulgaron públicamente algunas de sus ventas, y la más alta fue para Ecriture No. 51-79 (1979), del surcoreano Park Seo-Bo, que generó 1,3 millones de dólares, seguida por el dibujo Gladings (Love’s Infinite Causes), de Cy Twombly, por 500.000 dólares.
Otra feria internacional que aterrizó en la ciudad fue Frieze, con una edición de tamaño reducido, que llenó de arte contemporáneo y actual el centro cultural The Shed, y en su primer día las galerías presentes ya registraron “ventas rápidas y adjudicaciones importantes”, con muchas “visitas e interés”, según una nota.
Entre sus platos fuertes estuvo la pintura Do Not Disturb, de Georg Baselitz, que se vendió por 1,2 millones de euros, o dos pinturas de Alex Katz por 700.000 cada una, desgranó la dirección de este evento.
Fuente: EFE.
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