“Camila saldrá esta noche”, una adolescencia entre la política, el patriarcado, el bullying y la marea verde

La directora argentina Inés Barrionuevo dialogó con Infobae Cultura sobre su nueva ficción en la que explora, con una mirada sensible, la problemática adolescente con mundos llenos de contradicciones y estructuras arcaicas

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Trailer de "Camila saldrá esta noche"

La adolescencia es un lugar de conflicto, de revelarse, cuestionar y poner en duda todas las certezas que el mundo adulto planteó durante la niñez. Camila saldrá esta noche, de Inés Barrionuevo, realiza un retrato generacional que mezcla el empoderamiento feminista, las nuevas búsquedas de una identidad propia y los códigos típicos de una época en plena ebullición. También indaga en temas como el aborto, la identidad de género y el abuso.

Esta ficción trae a las pantallas argentinas una coming of age que sale de los clichés de cualquier adulto que quiere retratar la adolescencia. La directora de Atlántida (2014), Julia y el zorro (2018) y Las motitos (2020, codirigida con Gabriela Vidal) vuelve con la historia de Camila, una adolescente que vive los últimos momentos del secundario atravesados por una mudanza forzada, los conflictos con su madre, interpretada por Adriana Ferrer, su militancia feminista y el despertar sexual. Ella se ve obligada a abandonar su colegio público en la ciudad de La Plata para pasar a uno católico de la bulliciosa ciudad de Buenos Aires donde tendrá que vivir injusticias, bullying, pero también conocerá nuevos amigos.

Primer protagónico para Nina Dziembrowski
Primer protagónico para Nina Dziembrowski

La película, que paso por el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y Mar del Plata, cuenta con el papel protagónico de la joven Nina Dziembrowski, hija del reconocido actor Luis Dziembrowski y que la recordamos por su participación en Emilia, de César Sodero. Ella con su hermana menor Martina, interpretada por Carolina Rojas, y su madre van a vivir a la casa de su abuela que está internada en grave estado. Muestra los diferentes choques generacionales entre madre e hija, autoridades del colegio y alumnos; y conflictos entre los chicos que están comprometidos políticamente y también aquellos que vienen de distintos estratos sociales.

Infobae Cultura entrevistó a la directora Inés Barrionuevo para dialogar sobre su última película y sus procesos creativos.

¿Cómo cómo nace la idea de esta película?

— Me llegó un guion, que había quedado acéfalo de dirección, para una película que abordaba el mundo adolescente en un colegio. Fue la primera vez que filmé con un proyecto ya empezado. Al leerlo, propuse algunas modificaciones. Trabajé con el guionista Andrés Aloy en una nueva versión ya que la original estaba más concentrada en el bullying. A mí me interesaba ahondar en las nuevas generaciones, hacer algo más moderno y contemporáneo.

 Inés Barrionuevo
Inés Barrionuevo

¿Qué te atrae del explorar el mundo adolescente abordado también en tus anteriores películas?

— Es un terreno conocido para mí y me satisface un montón trabajar con esta temática. No solo por las historias que se cuentan sino también por lo que significa trabajar con actores y las actrices de esa edad y lo que sucede detrás de cámara con ellos. Tienen una energía muy lúdica que se traslada al rodaje. En este caso en particular, fue un grupo maravilloso de chiques que son increíbles. Se armó una mística en el grupo más allá de la historia que se contaba y siento que también se transmite al ver la película.

¿Cómo encontraste a la protagonista que buscaban?

-— Volví a trabajar con Soledad San Martín que es directora de casting y coach de actores, con ella vengo trabajando desde Atlántida, mi primera película. Empezamos a armar el casting y cuando faltaba muy poco para arrancar a filmar, surge el nombre de Nina Dziembrowski y fue contundente. Me la mostraron y apenas apareció su rostro dije: “es ella”. Es una actriz muy completa, muy fuerte, llena de herramientas y encima tenía la edad del personaje. Cumplió la mayoría de edad durante la preproducción.

¿Tuviste un feedback con los actores adolescentes para adaptar sus formas de hablar y actitudes?

-— Sí, tuvimos reuniones muy florecidas mientras ensayamos. Se armaban debates muy divertidos: me hacían preguntas, me encaraban sin miedo. Era una forma de entrar en confianza. Quería escuchar las ideas que tenían para proponerme. De todos modos, soy bastante respetuosa y sigo mucho el guion. La idea era que ellos se apropien del mismo ya que mi intención no era hacer un documental sobre la nueva juventud, sino ellos interpreten a esos jóvenes traspasados por mi mirada, la de Andrés y la de la dirección. Al principio, fue abrumador enfrentarse a ellos, se reían de algunas cosas que planteábamos y me decían: “¿qué es esto, señora?. Las conversaciones previas sirvieron para que entendieran que era lo que quería hacer y generar un vínculo.

El filme podrá verse desde el jueves 26 de mayo en en cine Gaumont
El filme podrá verse desde el jueves 26 de mayo en en cine Gaumont

¿Cómo fue la construcción de esos de diferentes mundos de Camila? La relación con su mamá, con las autoridades o con sus pares.

Desde el casting hasta los ensayos trabajamos en lo vincular. Cómo era esa madre con esa hija, cómo era ella con sus amigos o con su hermana, siempre en relación a los otros actores. Ella puede ser de repente súper madura en el colegio o frente a sus pares, pero no deja de ser una adolescente frente a su madre. Son cosas que las súper trabajamos en conjunto.

¿Qué pasó cuando tuvieron que detener la filmación por el comienzo de la pandemia?

Estuvimos filmando hasta marzo de 2020. Nos quedaban 15 escenas, cuando un viernes nos dijeron que al lunes siguiente no íbamos a poder hacerlo. Después el gobierno anunció el comienzo de la cuarentena y ahí empezó el periplo que ya conocemos. Pasé por todos los estados emocionales posibles. Estaba viviendo en un departamento en Buenos Aires mientras filmaba, dejé todo como estaba y me vine a Córdoba. Recién volví ocho meses después. Son historias un poco compartidas con mucha gente. En lo particular, acá había una película que terminar. Entré en desesperación por la incertidumbre y la paranoia que había, hasta que logré tranquilizarme y en ese momento, decidí pedir el material y me puse editar. Hice un corte y en las escenas que faltaban ponía placas negras, que eran como dagas en el corazón. Estuvo muy bueno porque a partir de haber montado todo el material empecé a pensar cambios en las escenas que tenía que filmar y se los propuse Andrés. Las reescribimos en función de lo que había montado. Hice de esa debilidad una fortaleza. Fue algo que como directora nunca te pasa, que de repente tengas ocho meses para repensar escenas. Pasé de pensar que era lo peor que me había ocurrido, a pensar que era una oportunidad y así lo tomé.

¿Qué medidas tomaron para que los actores no tuvieran grandes cambios físicos en esos meses?

Se lo pedimos unos meses antes. Pero más allá de los cambios físicos, recuerdo la primera vez que volvimos a reunirnos en un Zoom y vi esas caras, que eran caras de personas que habían pasado ocho meses encerrados, angustiados, se veía una transformación en sus gestos. Creo que a todos nos cambió. Eran como esas fotos de antes y después. Con respecto a la filmación, las escenas que faltaban estaban mezcladas en toda la película por eso era imposible que alguien notara algo. Fue todo muy sutil.

¿Cómo creés que se está viviendo la vuelta a las salas después de la pandemia?

Es difícil porque acarreamos problemas que venían de antes. No sé cómo están los números de audiencia actuales de las películas argentinas pero mis películas siempre han tenido un público reducido en las salas comerciales. Creo que las pantallas de mis películas están en un circuito paralelo o de festivales. Antes era algo que me angustiaba. No tengo un taque americano y sin embargo sumo miles de espectadores que la vieron en festivales y no fue solo un público cinéfilo sino muy diverso. Ya no pienso al espacio de la multisala como un espacio para mis películas. También es una falacia decir que nadie va a ver cine argentino, suele ser una afirmación que muchos se agarran para dar espacio a ciertas ideas muy peligrosas. Para mí, el público está en otro lado, hay que buscarlo y ver cómo llegar a él. Además, las películas no tienen un vencimiento hay otros recorridos que van más allá de las semanas o meses que pueden estar en las salas.

¿Qué cambios ves en la adolescencia que mostrabas en tu primera película Atlántida a estos nuevos que tenés en Camila saldrá esta noche?

Un cambio total. Mi primera película era casi un reflejo de mi propia adolescencia o un poco más atrás porque era una adolescencia de los años 80. En esta película, sucedió algo que me dio mucha adrenalina porque quería que fuese absolutamente contemporáneo y es difícil serlo con tu época, a no ser que seas una documentalista. Lo traté de hacer sin dejar de lado el aparato de la creación o como yo veo a esa adolescencia, no quería que me quede un Frankenstein que no fuese real. Quería rescatar esa perplejidad de los chiques que vengo viendo en estos últimos años en las marchas, en la marea verde y como es imposible dejarlo totalmente plasmado, lo hice como a mí me parecía.

Tuviste un equipo técnico mayoritariamente integrado por mujeres, ¿cómo cambia la manera de hacer cine?

A mí me encantó, fue súper gratificante. Se generaron vínculos más allá del trabajo. Eso me parece increíble y fue muy armonioso. Los equipos femeninos generan una energía suave en el rodaje, que es fundamental, sobre todo en lo que son los equipos más duros como cámara, fotografía o mismo las eléctricas. Son cosas sutiles, cambia el cómo se entra a un rodaje, cómo se pisa una locación o cómo se pone una luz. Nosotras somos diferentes en ese tipo de cosas, le damos cierta suavidad y eso generaba una temporalidad y una manera de filmar especial. Inclusive nos tocó el 8M y se armó un debate muy interesante sobre qué íbamos a hacer, éramos todas mujeres hablando del tema. Algunas fueron a la marcha, otras no, algunas querían parar y otras no porque decían: “esto es por lo que luché, para que los equipos sean mayoritariamente femeninos, entonces no puedo pararle a este equipo”. Fue una discusión que no se podría haber dado si la mayoría del equipo era masculino.

¿Puede verse ahora una mirada federal del cine argentino?

-— Sí, por supuesto. Acá en Córdoba, hay fondos que ayudan a la producción local, tengo entendido que es algo que se está dando en otras provincias como Entre Ríos y Misiones. Esto ayuda a que no solo salgan nuevas figuras, sino que esas nuevas figuras o esos nuevos directores o directoras vuelvan a filmar a sus provincias y no todos se vayan a Buenos Aires. Obviamente, siguen faltando circuitos de exhibición. Para mí, Córdoba es un lugar de resistencia. He pasado temporadas trabajando en Buenos Aires pero siempre trato de volver. Acá tengo mi casa productora y mi socio. Es mi trinchera y no la quiero abandonar. También, me encanta la transversalidad que se crea con los festivales de otras provincias donde puede verse más esa mirada federal.

¿Cómo fue la recepción en otros países y otras culturas?

Me pasó algo muy increíble en un festival en la India. Ahí ganó un premio a mejor dirección y me empezaron a escribir un montón de personas diciéndome cosas increíbles. Para mí, era impensado que en un lugar tan lejano y donde la situación con las mujeres es tan diferente surjan esas preguntas. Todavía me siguen comentando por la música o dónde pueden verla amigos que no llegaron a la función. Fue como un shock, están esos links que hacen que una persona de un país tan lejano conecte con una historia que es supuestamente local. Creo que la película toca fibras sensibles que pueden hacer conmover a gente de cualquier lugar del mundo. Por esa razón, atesoro mucho el rol de los festivales, allí se crea una unión con el público que puede acercarse a charlar y en las salas comerciales no sucede.

* “Camila saldrá esta noche” podrá verse desde el jueves 26 de mayo en en cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA)

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