Witcomb. El nombre aparece una y otra vez en cualquier libro de historia del arte argentino.
La galería porteña, la más antigua del país, encadena una serie de hitos —como haber dado a conocer a Atonio Berni o haber alojado la primera muestra de una artista mujer con la obra de Lía Gismondi, entre otros— que la convirtió en un sitio obligado de las grandes exposiciones.
En la actualidad, con la apertura de una nueva sede, busca recuperar ese espacio en la escena con una serie de proyectos que respeten el legado y, a la vez, darle lugar a los nuevos valores de la pintura con el “desafío de encontrar al ‘nuevo Berni’”.
“El nuevo espacio en Santa Fe al 1100 tiene dos niveles expositivos con un total de 300 metros cuadrados, que pueden ser ampliados a través de un sistema de paneles metálicos en las paredes que se abren como si fuera la tapa de un libro, ampliando así los 180 que tenían en su anterior sede de Rodríguez Peña 1000”, explicó Carlos Calvo, director de Witcomb, a Infobae Cultura.
En ese sentido, Witcomb busca aggiornarse con un sitio “más como las galerías modernas de las grandes ciudades” en vez del “sistema de vidrieras” que utilizaban, en las que se daba “un pequeño pantallazo de los artistas de la galería”: “Teníamos un concepto más antiguo, hoy ya es un recorrido, que tampoco deja de ser pantallazo pero en el que el visitante puede ver alrededor de 100 obras. Tenemos mucha obra y a veces el cliente tiene poco tiempo. No todo el mundo dispone para pasar una tarde y si bien hoy con la tecnología podés tener digitalizadas las obras, pero no es lo mismo. Entonces cuanto más mostrás, más posibilidades de venta. A eso es lo que apuntamos, sabemos que el cliente va a permanecer poco tiempo en la galería y bueno, queremos ofrecerle un panorama de las obras que hay y después, para las que tenemos en depósito, ahí sí acudimos a la tecnología”.
En sus orígenes, allá por 1868, la actual galería de arte fue un estudio fotográfico en Florida al 300, que también fundacional en la historia como la primera del país. Los más de 50 mil negativos que se conservan se encuentran hoy en el Archivo General de la Nación.
“La galería era un estudio fotográfico, que era destinada a la familia patricias, a las personas con recursos, que posaban con las mejores ropas y cuando ese ese negocio empezó a caer, creció la competencia, Witcomb, que estaba 50 años adelantado a todos, se reinventó y con la infraestructura que había armó una galería de arte”, contó Calvo.
Fundada por Alejandro Witcomb (Londres, 1835 - Buenos Aires, 1905), la ampliación a galería de arte se produjo ya sobre finales del siglo XIX, cuando entre 1897 y 1913 el español José Artal organizó exposiciones de “arte moderno” de grandes maestros españoles, a partir de las cuales estableció las bases también de la comunicación social con catálogos detallando que llegaban a críticos, coleccionistas e intelectuales.
Para 1902, el arte argentino ingresa en la escena y por más de siete décadas se convierte en el epicentro hasta su cierre de 1971, en las cuales se desarrollaron aproximadamente 1900 exposiciones. El primero en exhibir sus trabajos fue Martín Malharro, quien introdujo el impresionismo en el país. Eran los años en los que la necesidad de una búsqueda de la pintura con identidad nacional comenzaba a ser un debate, previo al surgimiento del Grupo Nexus, quienes también protagonizaron allí una histórica puesta en 1908, con 99 obras de Ripamonte, Lynch y Collivadino, etcétera.
Un año antes hubo otro hito, la primera muestra de una artista mujer, Lía Gismondi, que repitió en 1909, 1910, 1911, 1912 y 1913, abriendo el camino a otras creadoras como Julia Wernicke, Andrée Moch y Léonie Matthis.
Y las firmas siguieron: Antonio Alice, Carlos de la Torre, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Alberto María Rossi, Rogelio Yrurtia con sus esculturas, el español Julio Romero de Torres, en la que expone por primera vez la —mítica y hoy desparecida— obra La morena de las perlas, y el uruguayo Pedro Figari, por nombrar algunos.
Tuvo también una sede en Rosario, en la que se realizaron muestras de pintura francesa e italiana, pero que sin dudas tiene como gran hito ser la sede de la primera vez de Antonio Berni, en 1921, con solo 16 años y que tras dos pasadas más en el ‘22 y ‘23 llegó al espacio porteño en 1924, catapultando así su carrera internacional.
“Los artistas argentinos son extraordinarios y si bien el talento no es algo que se pueda repetir, por supuesto que nuestro propósito, nuestro desafío, es que el ‘nuevo Berni’ tenga su primera muestra en Witcomb”, dijo.
Las grandes figuras y los nuevos valores continuaron: Raquel Forner, Raúl Soldi, Florencio Molina Campos, Ramón Gómez Cornet, Carlos Alonso, Jorge Larco y ya en los ‘60 con el surgimiento de la nueva figuración, con Rómulo Macció, Ernesto Deira, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega, el pop art, el happening, tuvieron su muestras, como Libero Badii, Antonio Seguí, Juan Grela, Lino Palacio, Vito Campanella, Sakai, Clorindo Testa, Polesello, Pucciarelli, Giula Kósice, y Jorge Macchi.
Para 1970, con los festejos del centenario ya detrás, Witcom realizó 88 exposiciones, pero un año más tarde cerró sus puertas ante el aumento desmedido en el alquiler y los seis meses que debió permanecer cerrada por las reformas que sufría la calle Florida en su camino a ser peatonal.
Sin embargo, en 2014 Jorge Calvo retomó la esencia propuesta por Alejandro Witcomb de dar a conocer la producción local: “Soy coleccionista de arte y entonces empecé a buscar para abrir un local y salió la posibilidad de comprar la marca, que estaba disponible, increíble. La pudimos registrar y la verdad es que eso nos produjo un orgullo y una responsabilidad por la rica historia de la galería, para mantener el legado”.
“Todos los meses, vamos a exponer a un artista en la primera parte de la galería y comenzamos con Milo Locket, un artista que cuando comenzamos a trabajar con él, siete años atrás, tuvimos mucha resistencia de los clientes, que decían ‘Witcomb es clásico, Witcomb es sinónimo de Berni, Castagnino, de los grandes maestros’, pero para mí es un fenómeno social, es la entrada de la primera obra de arte a muchísimos hogares, y ahora los que antes lo criticaban tienen una obra suya, porque le gusta a sus hijos, a sus nietos, los tiempos van cambiando”.
La lista mensual continuará con Juan Carlos Benítez, Guillermo Roux, Vito Campanella, Horacio Politi, Juan Carlos Castagnino, Juan Manuel Sánchez y Carlos Alonso.
“Eso es lo que lo que apuntamos, a seguir manteniendo esa tradición de lo mejor del arte argentino, pero darle lugar a nuevos artistas jóvenes y consagrados. La galería tiene una riquísima tradición en exponer nuevos valores, en difundir el arte y es una filosofía que queremos mantener. Nos interesa modernizarnos, por ejemplo con la mejor iluminación, pero no nos apartamos en el legado principal: difundir el arte argentino siendo fieles a su historia y tratamos de cumplirla a rajatabla”, finalizó Calvo.
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