La figura de Pablo Picasso quedó nuevamente en el centro de la crítica de feministas, en este caso francesas, que en línea con el movimiento #MeToo denunciaron al artista como un “minotauro” y un “genio violento” que destruyó la vida de sus parejas, una crítica que el año pasado realizó un grupo de estudiantes de arte en el Museo Picasso de Barcelona, donde delataron la falta de perspectiva de género de ese espacio cultural respecto de la misoginia del artista.
Esta observación lapidaria sobre el artista está reunida en un podcast creado el año pasado por la diplomada en Arte Julie Beauzac, que ya lleva más de 250.000 descargas, y en el que la periodista Sophie Chauveau abona esa teoría a través de un libro de 2017, muy crítico, llamado Picasso: la mirada del minotauro.
Esa obra denuncia “el control irresistible y devastador del artista sobre todos aquellos que lo amaban”, explicó Chauveau, quien describió a Picasso, que en vida creó más de 45.000 obras, como un “genio” y al mismo tiempo un hombre “violento” y “destructor”.
Picasso estuvo en pareja con ocho mujeres a lo largo de su vida, dos de ellas, Marie-Thérese Walter y Jacqueline Roque, se suicidaron años después de la muerte del pintor.
La nueva directora del Museo Picasso de París, Cécile Debray, consideró que “#MeToo ha astillado al artista y este podcast lo demuestra”, al considerar que “el ataque es, si se quiere, más violento, porque Picasso es la figura más célebre y popular del arte moderno. Un ídolo al que hay que abatir”, consignó la agencia de noticias AFP.
A partir de lo sucedido el año pasado en el Museo Picasso de Barcelona, donde un grupo de estudiantes encabezadas por la artista y profesora de la Escuela Massana y Centro de Arte y Diseño María Llopis denunció, con leyendas estampadas en sus remeras, al artista con la frase “Picasso maltratador”, se inició en esa institución un camino de revisión de la figura del pintor malagueño, a través de un taller titulado “Bajar la líbido al minotauro: confrontamos la masculinidad picassiana”, y se prepara un simposio internacional sobre el tema para el mes próximo.
“Esta reflexión sobre Picasso, y la mirada feminista o femenina sobre su obra es un debate eminentemente actual, que no hay que esquivar y que no se debe caricaturizar”, explicó el director de ese museo de Barcelona, Emmanuel Guion.
Durante esa intervención y a través de una cuenta de Instagram, que fue troleada y luego bloqueada, las activistas españolas denunciaron que la mayoría de las parejas de Picasso “eran artistas cuyas carreras se vieron truncadas al conocer al pintor. Picasso interpretó el papel de Barba azul fagocitando la potencia creativa de cada una de ellas”.
Un ejemplo de esto fue la francesa Dora Maar, “exitosa fotógrafa surrealista cuya carrera se interrumpió al empezar su relación con Picasso. La historia la recuerda como musa del pintor”, dijo Llopis.
“En muchas ocasiones -el creador del icónico y pacifista Guernica- dejaba a Dora Maar inconsciente en el suelo después de golpearla”, como menciona en el libro Picasso: creador y destructor Arianna Stassinopoulos.
Según los expertos, la obra del pintor revela que las mujeres impulsaron las transiciones artísticas de Picasso, influyeron en él para buscar nuevos rumbos que a su vez marcaron la historia del arte contemporáneo.
Picasso conquistó a mujeres jóvenes, pero las acusaciones de abuso “son afirmaciones sin referencias históricas, aproximativas y anacrónicas”, sostuvo Debray.
“Picasso no dio prácticamente ninguna entrevista y con seguridad ninguna sobre su vida personal”, dijo Olivier Picasso, nieto del artista, y sostuvo: “Es a través de las obras que podemos trazar su itinerario afectivo (con), obras más violentas, otras más tiernas”.
En este sentido, es paradigmático el hecho de que Picasso pinta en 1907 un retrato de la coleccionista y escritora Gertrude Stein, quien impulsó a Picasso cuando era un artista de 19 años y desconocido en París. Stein era lesbiana, y su retrato fue un auténtico parto artístico para Picasso.
El profesor estadounidense Robert Lubar, de la Universidad de Nueva York, que participó en cursos del Museo Picasso de Barcelona, elabora una tesis que señala que Picasso no lograba pintar a un personaje demasiado fuerte para él, antítesis de la mujer como objeto de contemplación artística, o de posesión sexual.
Esa lucha de Picasso “revela la ansiosa confrontación del artista (...) con la cuestión de la diferencia sexual” explica Lubar en un ensayo de 1995, considerado uno de los gérmenes de la actual revisión histórica de Picasso.
Pero otros expertos, como el artista y biógrafo Gilles Plazy, sostienen que ese retrato fue simplemente una lucha interna, exclusivamente artística, de Picasso.
El pintor no lograba pintar el rostro de Stein porque sentía que debía cambiar de rumbo, en sus obras. Después de ese cuadro, Picasso pintó una de sus obras más famosas, Las señoritas de Aviñón (1907), un retrato de un grupo de prostitutas que dio paso al cubismo.
Fuente: Télam S. E.
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