Como todos los años, el BAFICI incluye en su programación algunos trabajos de directores que se animan a emprender un paseo por los bosques de la literatura. Desde versiones cinematográficas que, con mayor o menor libertad, se basan en obras literarias de autores clásicos y contemporáneos –de Argentina y del mundo–, a diversos experimentos con esas fuentes e incluso la participación de los propios escritores dentro de tales proyectos o en alguna otra aventura para la que fueron convocados.
En ese terreno mixto comenzó el festival este martes con Pequeña flor, la nueva película de Santiago Mitre, una coproducción filmada en Francia que sitúa la novela homónima del argentino Iosi Havilio en una ciudad gris del Macizo Central del país europeo. Como en La cordillera, su trabajo previo, Mitre se adentra en las sombras de las emociones humanas pero deja esta vez de lado la intriga política para bañar con un poco de sangre y mucho humor negro este thriller psicológico que juega con el género fantástico, el absurdo y la comedia de rematrimonio de una pareja en crisis interpretada por Daniel Hendler –un dibujante rosarino recién despedido de su trabajo– y la indofrancesa Vimala Pons –una madre primeriza que lleva la delantera en el hogar–. Lo extravagante de este relato se cierne en torno a las rutinas que establecen uno y otro mientras la beba descansa en la cuna: José (Hendler) con su vecino –un snob obnubilado por el jazz tradicional de Nueva Orleans y los vinos de alta gama, interpretado por un radiante Melvile Poupaud– y Lucie (Pons) con un excéntrico gurú (el catalán Sergi López).
“Me impactó mucho la novela cuando la leí, tiene un sentido del humor muy extraño y un nivel de juego y de libertad poco habitual en la literatura. Es un relato en la tradición fantástica latinoamericana pero muy actual y condensa una serie de elementos potencialmente cinematográficos sobre los cuales pensé que podía trabajar”, le dijo a Infobae Cultura el realizador, quien adaptó Pequeña flor junto a Mariano Llinás, un colaborador habitual al momento de escribir sus guiones. Aunque la película sigue la senda experimental de la novela de Havilio, escrita en un solo párrafo, también se apropia de esa narración: “Vimos en el libro de Iosi un cine que ya no existe y que juega con una libertad narrativa total. Fue un desafío adaptarlo porque se trata de una especie de monólogo interior, entonces hubo que construir escenas de cero y darles densidad a los personajes para que adquirieran el tiempo presente en que cuenta el cine. Nos tomamos algunas licencias que las conversamos con él y le gustaron”, agregó Mitre. La película agotó entradas pero puede verse online en la página del festival.
Otro autor argentino que se presenta en la edición 2022 del BAFICI es Félix Bruzzone, quien aparece en la pantalla como protagonista de Camuflaje, una nueva versión de su obra Campo de mayo dirigida por Jonathan Perel, que el año pasado fue premiado como mejor director del festival por Responsabilidad empresarial. Aquel documental, con planos fijos, ponía en foco los frentes de fábricas e industrias donde hubo colaboración de ejecutivos en el secuestro, tortura y desaparición de trabajadores durante la dictadura. Ahora, el director sigue al escritor por dentro de Campo de mayo con una cámara en movimiento que no solo pone en imágenes el relato de Bruzzone, sino que suma toda una serie de personajes nuevos que no estaban en el libro y que aportan un testimonio real o inventado sobre sus lazos personales con ese vasto predio militar, desde un agente inmobiliario que de niño exploraba la fauna silvestre del lugar a una chica que junta tierra para luego venderla como un recuerdo para turistas. “Lo que la película cuenta, y ahí está quizás el trabajo de escritura mío, es el recorrido previo que hace el personaje de Félix hasta que decide sacarse las zapatillas. Donde termina, empieza la novela, en ese sentido la pensamos como una precuela fílmica”, le dijo Perel a Infobae Cultura.
“Tanto mis películas como las obras de Félix abordan de forma lateral los temas de memoria y dictadura. Me interesa pensar cómo contar y cómo mapear y habitar con la cámara un espacio que funcionó como un centro clandestino de detención. Qué implica entrar a estos lugares con una cámara de cine y cuál es su función a la hora de narrar el horror o dar cuenta de todo eso que escapa y que no puede ser narrado. Por eso siento que Camuflaje es una continuación muy natural del trabajo que vengo haciendo. La veo como muy propia, aceptando y advirtiendo las novedades que implica esta colaboración con él”, explicó a Infobae Cultura el realizador, que esta vez desdibuja los límites entre verdad y ficción. Y agregó: “En muchas de las narraciones de Félix hay un germen documental de inicio y a medida que las historias avanzan se van volviendo más inverosímiles y salvajes, hasta que uno deja de creer en eso como una autobiografía o un documental y se transforma en una ficción. Yo quería que la película repitiera esa estructura y por eso arranca con la escena quizás más documental que es contar la historia familiar de su madre y de su abuela en compañía de su tía”.
Fuera de cámara, como un narrador extradiegético, el escritor mexicano Mario Bellatin le pone su voz al relato de A little love package, la nueva película de Gastón Solnicki. “Hasta que llegó el día temido, el verdadero fin de una época: la prohibición en Austria de fumar en los cafés. Se pierden así los últimos vestigios de un gran pasado”, con esas palabras comienza a narrar el autor de Salón de belleza y Jacobo el mutante esta historia filmada en Viena, pero que también viaja a Andalucía para seguir de cerca a la familia de Carmen Chaplin, una de las protagonistas de la película, quien padece la indecisión de su amiga Angeliki Papoulia para elegir un departamento en la capital austriaca. Si en la anterior Introduzione all’scuro, Solnicki hacía un duelo por la pérdida de su amigo Hans Hurch, histórico director de la Viennale, en esta vuelve a convocar a Ruy Poças para filmar con impecable fotografía las últimas imágenes de tradiciones que se marchitan, como las luces de neón de los comercios, la vida social de los cafés o la producción comunal de quesos.
La colaboración de Bellatin en A little love package surgió de la amistad con el director argentino. “Él es muy generoso y se abrió a ayudarnos a mí y al montajista Alan Segal en el proceso de escritura de la película, mientras la editábamos (no hay guion). Le pedimos materiales para desarrollar e hilvanar la historia, aunque Mario siempre mandaba algo muy distinto a lo que esperábamos. Sin embargo, sus aportes eran tan buenos que de alguna manera le encontrábamos su lugar en la película”, le dijo Solnicki a Infobae Cultura. Hay una afinidad en ambos por la experimentación con las formas narrativas, que el espectador notará en distintos momentos en los que la voz de Bellatin se altera hasta lo indiscernible. “Algunos materiales fueron grabados en estado de sonambulismo por parte de Mario y quisimos que así quedaran”, dice el cineasta, que tiene en sus planes volver a colaborar con el escritor para su próxima película.
Hay otras dos propuestas argentinas que parten de la literatura en esta edición del festival. Silencio en la ribera, ópera prima de Igor Galuk que se estrena este martes, es un ensayo documental sobre la última crónica de Haroldo Conti, publicada un mes antes de su secuestro y desaparición. La película evoca los días que el escritor habitó la fantasmosa isla Paulino de Berisso con materiales fílmicos de la región y establece un vínculo con el presente de la ribera. Que todo se detenga, de Juan Baldana, presenta a un escritor en crisis y está basada en la novela homónima del poeta y narrador Gonzalo Unamuno. Además se podrá ver en versión restaurada La cifra impar, de Manuel Antín, un clásico del cine argentino inspirado en las ficciones de Julio Cortázar. Su realizador es homenajeado además con uno de los spots que preceden las funciones del festival.
Y hablando de clásicos, llega desde Austria un film de Ruth Beckermann que indaga los misterios de Josefine Mutzenbacher, La historia de la vida de una prostituta vienesa, una novela pornográfica de principios del siglo XX que todavía hoy despierta polémicas y sigue siendo leída en ese país. Por mucho tiempo el texto circuló como una autobiografía, pero actualmente se le atribuye su autoría a un hombre: Felix Salten, el autor de Bambi. En Mutzenbacher, la directora convoca a un casting al que se presentan hombres que leen distintos fragmentos de la novela. Ya dentro del cine mismo, el BAFICI presenta una nueva película del coreano Hong Sang-soo, The novelist’s film, en la que continúa su afición por personajes que escriben, o que desearían escribir, ya que suele mostrarlos en pleno bloqueo creativo pegados a la mesa de un bar. Y seguramente esta lista quede corta, ya que aún hay más para ver, como Zurita y los asistentes, que exhibe la faceta rockera de uno de los poetas chilenos vivos más sobresalientes, o Icare, una fábula animada para chicos y adultos que visita la mitología griega.
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