Desde Calcuta a Nueva York, de Londres o Berlín a Canadá, el documental La piedra en el camino (2021) producida y dirigida por la mendocina Gabriela Nafissi, viene cosechando premios en los más destacados festivales independientes del mundo.
“¿Qué es una mujer?”, fue el disparador que Nafissi dio a los seis escultores convocados a un simposio por el mendocino Fernando Rosas: Juan Del Balso, Daniel Ciancio, Julio Melto, Flavia Robalo y Verónica Fonzo (escultoras argentinas que viven en Pietrasanta, Italia) que a la manera de simposio convivieron por nueve días en la Bodega Monteviejo ubicada en Valle de Uco, Mendoza, mientras esculpían una piedra de mármol travertino de gran tamaño.
El documental abre con una toma aérea de los artistas caminando entre viñedos y con llegar a cordillera de los Andes alzándose imponente por detrás, cada uno hasta la piedra que deberán esculpir. A partir de ahí se registra todo el proceso creativo de principio a fin durante nueve días, intercalando la narración de cada uno de los escultores sobre su experiencia. Todo en tiempo real. De esta manera se asiste en primera fila al proceso creativo de un artista, cómo surge la idea, sus dificultades y angustias antes de llevarla a cabo.
Nafissi es gestora cultural y psicoanalista, estudió en la Academia de Cine de Nueva York y cursó la Especialización en producción de textos críticos y difusión mediática de las Artes en la UNA, y atiende en exclusiva por videollamada a Infobae desde su casa en Chacras de Coria, un pequeño pueblo a 13 kilómetros de Mendoza Capital. “Trato de filmar lo más próximo a lo que está sucediendo, para que sea vívido, cerca de lo real y no tanto a la elaboración simbólica posterior con la obra terminada. Atenta a qué dice el artista de su propia obra. Porque la obra no se puede interpretar, no es un síntoma, no es un lapsus, ni un sueño, la obra tiene otro estatuto. Me interesa dialogar con las interpretaciones que producen los artistas en sus obras y lo que pueden decir sobre el proceso de creación. Se trata de un psicoanálisis implicado y no aplicado al arte”.
Nafissi no parece sorprendida por el éxito del documental. En parte porque sus films anteriores con la misma dinámica de seguir de cerca a los artistas mientras crean fue premiada mundialmente. Escabeaux de elefante (2016), una película que registra la concreción de una escultura conjunta de un elefante, obtuvo el premio Gala del cinema Internazionales di Venezia y Menciones Especiales Arte Non Stop Festival y Madrid Art Film Festival. Signos de artista (2015), obtuvo el premio de oro como cortometraje experimental en Jakarta, Indonesia en el International Film Festival for Women, Social Issues and Zero discrimination.
Desde 2015 Nafissi está a cargo del área de Arte y Cultura de Bodega Monteviejo y el evento Plus + Arte, que se realiza todos los años el día previo al Wine Rock Mendoza. El evento ganó el Oro nacional en el rubro Arte y Cultura de los premios Great Wine Capitals 2017, y el Oro nacional e internacional como Mejor Experiencia Innovadora en 2018.
–¿Cómo surge en vos esta idea de poner una cámara donde un artista está creando?
–Me interesan los procesos antes que al resultado. John Cage decía que el arte debe mostrar el proceso más que el objeto acabado. Por mi formación, me interesa la subjetividad. Mi lugar es el de causar el proceso creativo pero que respete la emergencia de lo singular. Porque si bien es una experiencia grupal, cada uno tiene su voz en el documental, tiene su piedra y la consigna de llegar a una obra. Lacan dice que el artista se anticipa, nos enseña. En el caso del documental nos enseña en este camino que va a hacer con la piedra, pero a su vez movido por una pregunta que viene de otro discurso: qué es una mujer. Pregunta que se viene haciendo la humanidad y no tiene una respuesta unívoca. Un disparador enigmático y provocador. Cuando filmo estoy abierta, sin aferrarme a lo que tengo la cabeza previamente, o a lo que debería suceder.
–Cuando vos ponés al artista al hablar de su obra incomoda y se nota esa incomodidad en el documental, ¿buscás eso de manera intencional?
–Sí, claro y ellos lo dicen en el documental. Cuando hacíamos las entrevistas durante el rodaje, ellos no habían terminado la obra y eso provocaba intranquilidad. Porque además de tener que responder estaban viendo cómo resolvían las dificultades propias del material. Y esa inmediatez gana en la verdad que puedan decir y tocan lo real. Aunque se respeta si no desean ser filmados ni grabados.
–¿Cómo se gesta el documental?
–Primero surgen los proyectos de experimentación artística y luego derivan en lo audiovisual. En este caso la temática de lo femenino venía generando muestras de arte: Dark, dark continent (en alusión a lo oscuro del universo femenino), Una x una (una muestra donde sólo participaron artistas mujeres) y El universo femenino de Tute (en el marco de Plus + Arte). El proyecto de La piedra en el camino resultó de una confluencia con el artista Fernando Rosas que quería hacer un simposio de escultores, que son eventos muy comunes entre los escultores donde se juntan a trabajar mientras conviven durante cierta cantidad de días. Y me pareció interesante aprovechar esa convivencia para seguir trabajando con la pregunta qué es una mujer. Claro que los audiovisuales como producto, permiten que los proyectos después circulen en festivales de cine del mundo.
La piedra en el camino obtuvo el premio al mejor documental en Black Swan International film, en Calcuta y Film Fest International Film en India; Vancouver independent film Festival y Niágara film Festival en Canadá y Hollywood Golden Age en Nueva York, todos durante 2021. Además, fue finalista en Berlín Short Award, entre otros.
Desde la gestión cultural y la curaduría, Nafissi fomenta producciones culturales que enlazan el psicoanálisis con el arte. “Lo interdiscursivo me interesa especialmente”. Y cuenta a Infobae que todo comenzó en 2008 con su libro-objeto Reencarnaciones. “Se me impuso la idea de escribir cuentos que sirvieran para ser reescritos en otros lenguajes. Y lo propuse a diferentes artistas que se unieron al proyecto y funcionó”.
–¿Dónde nace en vos esta vocación de fomentar el arte, de ser puente entre el artista, su obra y el mundo?
–Mirá, en la secundaria había una muestra de artes visuales y ya entonces la profesora me dio la función de generar ideas, era mi función. Y de chica inventaba cosas, buscaba salirme de lo normativo, del para todos. A los siete años, por ejemplo, me pidieron hacer un dibujo y yo al lado le agregué una poesía, que no estaba en la consigna. Siempre trato de torcer la demanda y hacer algo propio.
–El documental está filmado en la Bodega Monteviejo, ¿por qué elegiste esa locación?
–Desde el 2008 que en Monteviejo me fui haciendo un espacio. Vi todo lo que se podía hacer desde lo cultural y la bodega apoyó. No había nada hasta que en el 2015 nace un área de cultura dentro de la bodega con staff propio. Esto permitió hacer proyectos a largo plazo, investigar, profundizar. Además se me ocurrió aprovechar el evento del Wine Rock que se hace todos los años en Monteviejo y atrae a muchísima gente del país y del exterior, y pensé en aprovechar esa movida. Y se crea el Plus más arte que es un día antes del evento donde se muestran las elaboraciones de los proyectos artísticos en curso y terminados. Desde 2019 venimos trabajando en un proyecto grande Un matema poético para la causa artística que convocó a 30 personas entre artistas y psicoanalistas.
–El paisaje de los viñedos es un personaje más en el documental
–Es que desde la gestión cultural me parece fundamental propiciar una locación por fuera de la rutina, transporta y predispone de otra manera para crear, es algo atemporal, en otra lógica.
–Lo que se elige contar hace que el documental funcione como una ficción y crea la sensación de conocer íntimamente al artista. ¿Eso cómo lo lográs?
–Es que hago un recorte, busco una enunciación. La experimentación pura no me interesa. Hay un guion y un marco espacial, temporal. Yo no aparezco en cámara, pero hago intervenciones. Y antes de la convocatoria yo ya tengo armado el dispositivo en mi cabeza. En este caso la piedra tiene que responder a qué es una mujer. Eso pone cierto marco y finalmente el documental termina siendo una obra en sí misma.
–¿En este caso cómo llegaste al documental?
–Fue un proceso largo. Habían fallado unas tomas de drone en 2017 y el proyecto durmió bastante. Hasta que durante la pandemia me acordé de ese material y lo leí de otra manera. Le propuse a Ariel Larriba que es el director de fotografía y realizador audiovisual, retomarlo y lo trabajamos. Se presentó en Youtube porque estábamos en confinamiento, donde conversamos con los artistas que en ese entonces estaban desperdigados por el mundo.
–¿Cómo es la selección y convocatoria a los artistas?
–A esta altura recibo recomendaciones de gente de la cultura y el arte que ya forman parte de esta tarea y no siempre decido sola, intervienen los curadores. En este caso fue la convergencia con la propuesta de Fernando Rosas. También me asesora por mi hermana Meli Nafissi Christiansen que conoce el mundo de las artes visuales y audiovisuales, ella me ha presentado artistas emergentes. Busco unir artistas de trayectoria con noveles, me interesa romper las endogamias tanto disciplinarias como etarias.
–¿Creés que el hecho de que el documental se haya gestado en el interior del país hace que tenga dificultades en la circulación y visibilización?
–Es probable, aún cuesta tener una mirada más federal. Aunque en el arte hay una movida interesante, el espacio para artistas mujeres, en la gestión de provincias e independiente. Yo quiero apoyar eso.
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