40 años del disco “Tiempos difíciles” y la trova rosarina, según Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré

Aquel album que reflejó una generación de magníficos cantautores, fue un fenómeno popular del rock argentino en el año de la guerra de Malvinas. Dos de sus protagonistas recuerdan ese momento y anticipan los shows del aniversario, este viernes y sábado en el Teatro Ópera

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(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré están sentados tranquilamente en la esquina de un bar en Almagro. Una señora les pide sacarse una foto y se va. La escena de una total normalidad no podría haber sucedido en 1982, cuando se editó el disco Tiempos difíciles. El álbum con clásicos como “La vida es una moneda” de un Fito Páez de 18 años, “Mirta, de regreso” de Adrían Abonizio y “Era en abril”, compuesta por Jorge Fandermole a los 16 años, se convirtió automáticamente en uno de los fenómenos musicales del año de la guerra: vendieron 80 mil unidades y el álbum fue elegido por Charly García como disco del año.

Todo eso sucedía, mientras jóvenes soldados, a miles de kilómetros de distancia, en las Islas Malvinas, escuchaban sus canciones durante la guerra con Gran Bretaña. “‘Era en Abril’ y ‘Mirta, de regreso’ sonaban en la radio y recibimos después testimonios de ex combatientes que estaban en un pozo y escuchaban las canciones hasta que se les terminaban las pilas. Muy emocionante. Yo creo que, de todos modos, yo no tenia una visión privilegiada de la situación, también un poco me dejé engañar. Me subí al triunfalismo del momento y sentía que estábamos colaborando en una causa de todos. Fuimos grandes estafados de esa mentira asesina. Lo vivimos con un sabor agridulce, porque internamente nos estaban pasando cosas que ni soñábamos que nos iban a pasar”, dice Baglietto.

En aquella época, el cantante al frente de la trova rosarina no sólo no se podía sentar a tomar un café en un bar, sino que tenía que salir de los recitales escondido en el baúl de los autos. “El éxito fue tremendo. Hacíamos tres shows por día. Había momentos que no sabíamos ni dónde estábamos porque iba manejando Juan (Baglietto) en una break que teníamos. Hasta una vez llegamos un día antes de un show. Todo eso con la contradicción que mientras nos pasaba todo eso los chicos estaban en Malvinas”, dice Silvina Garré.

Canción de Juan Carlos Baglietto: La Vida Es Una Moneda

Cuarenta años después la trova rosarina celebra la edición de Tiempos difíciles, con dos conciertos en vivo en el Teatro Opera, este viernes y sábado. “Una función ya está completa. La otra se viene vendiendo bien”, le dice Baglietto a Silvina Garré que acaba de llegar de Mar del Plata para los ensayos que hace meses vienen realizando junto al resto de la trova rosarina: Adrián Abonizio, Fabián Gallardo, Rubén Goldín, Jorge Fandermole, a los que se sumaron Marco Pusineri en batería y Sergio Sainz en bajo, que formaron parte de la base original del grupo cuando presentaron el disco en Obras el 14 de mayo de 1982.

—¿Sienten nostalgia de ese pasado?

—Juan Carlos Baglietto: No soy un tipo que rememore el pasado o que lo añore. El tiempo también tiñe las cosas de un color que no es el que tuvieron en aquel momento. Pero será también porque nos han pasado un montón de cosas y nosotros nos nos quedamos clavados en eso. Es lo bueno que tiene esta juntada. Nos juntamos a celebrar el presente.

—Silvina Garré: Tenemos un presente que nos trata bien y un hermoso pasado también. Yo lo visito cada tanto o me visita. Me vienen imágenes, alguna cuestión te remite. No tanto del trabajo, sino más de escenas cotidianas, de mis abuelos, de mi casa en Rosario. Me gusta recordar, porque de alguna manera uno ve que ha recorrido un camino largo honestamente y es lindo.

—J.C.B.: Honestamente no tenemos nada de que renegar.

—S.G.: Esas cosas también nos trajeron a donde estamos, a este momento bueno. Es bueno recordar.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

—¿Qué les pasa cuando vuelven a cantar las canciones clásicas?

—S.G.: En realidad en el escenario lo que a mí me sucede es una cuestión que no hay tiempo. Eso está sucediendo en ese espacio sagrado que es el escenario, único, que es distinto a todo. También algo que siento que le pasa al público, y que a mí también me pasa cuando soy público, es que se da un poco lo que dice la canción de Violeta Parra “Volver a los 17″. Cuando escuchas esos temas volvés a estar en ese momento de la vida donde escuchaste esa canción por primera vez y eso te hace bien. Te devuelve esa inocencia, ese fervor, ese estado de ilusión permanente de la juventud.

—J.C.B.: Además, la verdad que la sensación de estar arriba del escenario se la recomiendo a todos porque es terapéutico. El escenario cura. Y además nosotros tenemos un repertorio que no fue hecho con la intención ni de caducar ni de perdurar. Y perduró. No fue hecho para cubrir las expectativas de nadie, ni siquiera de los autores. Las canciones han sucedido. Esta inocencia con la cual abordamos la grabación del primer disco nos dio la posibilidad de no estar contaminados por los vicios del negocio que desconocíamos. No teníamos esos parámetros del medio. Entonces sacábamos carpiendo al que nos decía que los temas no tenían que durar más de tres minutos porque no los iban a pasar por la radio, o que los discos tenían que tener un balance entre canciones rápidas y lentas.

—S.G.: Eso fue genial, porque a nosotros lo único que nos importaba era hacer las cosas bien y hacer buenas canciones, y que hubiera poesía.

—J.C.B.: Sumale a eso nuestro propio momento, totalmente vírgenes. Era la primera vez que entrábamos a un estudio de verdad. Fue la primera vez de muchas cosas y estuvo buenísimo.

—S.G.: Por eso, también, ese vÍnculo especial entre todos nosotros, el vinculo de cariño, el disfrute de seguir cantando juntos, porque hemos compartido toda esa primera vez. También pasa otra cosa con los temas que cantamos. Nosotros hacemos estas canciones no porque la gente quiere escuchar “Era en abril”. Nosotros la disfrutamos mucho cuando las cantamos. No es como si la cantara por primera vez porque la hice millones de veces, pero siempre es diferente: el contexto, el lugar, la respuesta de la gente. No somos una máquina de repetir hits. La gente lo disfruta y nosotros también.

"Tiempos difíciles" (1992) es el
"Tiempos difíciles" (1992) es el primer disco de Juan Carlos Baglietto

—”Era en abril”, uno de los grandes hits de ese disco, no era una historia fácil para cantar: hablaba de la muerte del bebé de una pareja y rondaba la idea del suicidio.

—S.G.: No…

—J.C.B.: No, es verdad pero ahí se combinó nuestra interpretación, la película que se hacía la gente con nosotros alrededor de esa canción porque éramos pareja en ese momento, y se combinaron una cantidad de cosas que hicieron que esa y otras canciones perduraran y tuvieran un impacto directo con la complicidad de la gente. No éramos un producto impuesto. Y eso creo que es el mérito de este combo de situaciones que 40 años después nos permite estar acá.

—S.G.: También depende mucho del talento del autor en esta canción. Es una canción muy poética, que si bien narra una tragedia no tiene golpes bajos. Esta contada la historia, pero con un vuelo impresionante, tan bien hecha la melodía y la poesía. Recordemos que fue escrita por un Jorge Fandermole de 16 años. Es extraordinario.

—J.C.B.: Es un dotado que asomaba, como el caso de Fito Páez que escribió “Puñal tras puñal” con 17 años. Las dos son canciones de tipos adultos, no de adolescentes. Pero si te ponés a pensar que Homero Expósito escribió “Naranjo en flor” cuando tenia 16 años vos decís, hay algo muy especial ahí, en quienes hacen canciones.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

—¿Cómo era su vida en Rosario antes del boom, el aire que se respiraba y el contexto social, cultural, en lo cotidiano?.

—S.G.: Por un lado estaba la represión que te llevaban preso por tener el pelo largo. Me acuerdo de las razzias en los conciertos y que te sacaban en los camioncitos

—J.C.B.: Sí, estaba la imposibilidad de expresarte. A mi me llevaban preso una vez por semana.

—S.G.: Una vez nos llevaron justo antes de ir a un recital de Serú Girán en Rosario.

—J.C.B.: Una convivía con eso, pero a la vez teníamos un refugio personal, mínimamente colectivo en la música que se generaba. Eramos todos conocidos entre sí. Había muchas agrupaciones que se generaban por la necesidad de sobrevivir, no solo de la dictadura, sino de un medio musical que en el mejor de los casos era indiferente. No había espacio para nosotros. De hecho nosotros tocábamos en las peñas. Eramos una especie de artistas inclasificables.

—S.G.: Esos conciertos en las peñas estaban buenos. Fuimos armando repertorio ahí y muchas de estas canciones del primer disco ya estaban. Uno se iba fogueando. Para mí que era tan asustadiza en el escenario eso me ayudó. Juan no, siempre iba al frente.

(Nicolás Stulberg)
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—¿Volvieron a escuchar Tiempos difíciles con el paso de los años?

—J.C.B.: Yo no lo escuché mucho, pero sí en las últimas épocas con la necesidad de escuchar estas versiones para los shows. A mí me sorprende igual como sigue sonando ese disco, a pesar de nosotros. Se ve que caímos en buenas manos porque nosotros no entendíamos mucho de grabar. No envejeció el sonido del disco. De hecho será porque sonaban bastante naturales las voces. Salvo raras excepciones como Los desconocidos de siempre, Serú Girán, o La Máquina de hacer pájaros, no hubo tantos grupos que laburaran vocalmente. Eso también fue una característica distintiva del grupo.

—S.G.: El disco es muy puro en su sonido por eso me sigue gustando tanto. Es el tipo de discos que me gustan. Me gusta la música folk como James Taylor y donde hay guitarras acústicas de nylon. Además estaban con nosotros grandes artistas que sabían como había que tocar una zamba por ejemplo, Manolo Juarez en el piano, el Chango Farías Gomez en el bombo, o Luis Ceravolo en batería

—J.C.B.: Tiempos difíciles fue el último disco que se grabó en el estudio de la EMI con la misma consola que grabaron Los Beatles. Nunca habíamos pasado de 4 canales y encontrarse con ese espacio tan generoso era impactante. Un día pasé por ahí,donde estaba el estudio, en Mendoza y Montañeses. Terminó siendo un templo budista. Entré y donde grabamos las voces, hay un Buda gigante.

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