Estrenar Carniceros de la lírica del poeta y dramaturgo Alberto Muñoz es una verdadera alegría. Sobre todo pensando que el estreno estaba previsto para abril de 2020. Iba a ser el plato fuerte de los festejos por los 25 años de Periplo, Compañía Teatral. La pandemia nos agarró justo en la línea de largada y lo impidió.
En el devenir artístico de nuestro grupo con ya 27 años, cada espectáculo puede verse como un terreno conquistado que, también, genera nuevos interrogantes estéticos y desafíos. Carniceros de la lírica llegó a nuestras manos directamente por el querido Muñoz para que la leamos y eventualmente la montemos. Y fue una feliz coincidencia, ya que con Periplo veníamos pensando en invitar a otrxs artistas a trabajar en un nuevo proyecto. Teníamos necesidad de sumar otrxs cuerpos, otras voces y armar un equipo de trabajo que se vincule con nuestra dinámica de producción y elaboración.
No solo nos llegó Muñoz y su texto, también invitamos al actor Manuel Longueira, que junto a mis compañerxs de ruta artística de siempre, la actriz Andrea Ojeda, el actor Hugo De Bernardi y Julieta Fassone (en este caso como vestuarista), más el equipo técnico/artístico que cuenta con Hernán Bermúdez en la realización escenográfica, Nicolás Wío en el diseño sonoro y asistencia, Marcela Tellería en fotografía y nuestro asistente general Nicolás Strok, es el equipo de trabajo que realmente soñábamos. Dos años después, el entusiasmo siguió intacto. La pandemia fue una pausa activa. Llegado el punto solo fue “chiflar” y ya estábamos todxs “al pie del cañon” para dar vuelta la página. Acá estamos.
Desde el inicio de los ensayos el equipo de talentosos artistas, autor incluido, trabajó muy cercanamente. Un paso a paso colaborativo para arribar al espectáculo. Y fue ésta “relación” la que permitió que el proceso se convirtiera en un verdadero laboratorio de búsqueda que se instaló durante meses en nuestro Astrolabio Teatro.
El texto propone una situación con una trama reconocible y concreta que se desborda de “lo cotidiano” enhebrando otros conflictos aparentemente inmateriales, pero que son los que atraviesan los cuerpos y sustentan los comportamientos en escena. Lo sugestivo es que, en un universo definido y organizado como es el de una carnicería, se abren y encuentran lugar preguntas existenciales o metafísicas que surgen alrededor de una mancha de sangre imposible de borrar, o frente a un enorme dolor que se ubica fuera del cuerpo y sobre la cabeza.
La de Alberto Muñoz es una obra con una alta significación poética, disparadora de imágenes potentes y con una estructura “abierta”. Un texto que nos propuso una “lectura” y una intensa tarea creativa tanto desde el trabajo de la dirección y el de la actuación, como también el de la realización escenográfica, el vestuario y el diseño sonoro, siempre buscando dar consistencia al “universo auto-contenido” que se devela en esta carnicería con las relaciones y conflictos extraordinarios que se presentan.
La puesta tiene puntos de entrada a diferentes niveles de entendimiento y resonancias posibles. El hecho que se desarrolle en una “carnicería” con lo que va sucediendo entre estxs carniceros y su único cliente, es una situación identificable. Lo interesante es que esta situación tan reconocible va desenvolviendo otros lugares que habilitan preguntas sobre el sentido de la vida, los deseos postergados y la posibilidad de acceder a la ansiada gloria.
Fue necesario articular un trabajo actoral corrido del realismo, con componentes del grotesco y el absurdo que permitiera sostener las situaciones planteadas y desarrolle “un sentido del humor” que las atraviese y permita escuchar y ver aquello doloroso que se presenta.
Podemos ubicar a la Carnicería como metáfora del país, con parte de su historia y tensiones. También como espejo de un sistema que en su frenética búsqueda de lo que se define como “productivo” nos encuentra sometidxs, ahogando preguntas que no encuentran lugar. O el deseo que no se desarrolla porque hay que seguir con lo heredado y sus mandatos.
Habla de la carne y del espíritu, de vidas que se esmeran en subir más allá de lo terrestre, pero que terminan hundiéndose en la obsesión por el otrx: de lo que no es el otrx, y de lo que quiere ser unx.
*Diego Cazabat es director de “Carniceros de la Lírica” e integrante de Periplo Compañía Teatral. La obra se presenta en el Teatro del Pueblo, Lavalle 3636; CABA, los viernes a las 20 hs hasta el 06/05/2022. Entrada: $ 1.200 y $ 1.000
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