Una obra “invisible” de Yves Klein superó el millón de dólares en una subasta

La venta de un recibo de 1958 por una obra invisible fue realizada en París por Sotheby´s y adquirida por un coleccionista privado. La casa subastadora la considera un antepasado de los NFT

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Yves Klein
Yves Klein

Yves Klein, el artista francés conceptual que tiene como sello inconfundible el azul IKB como color de sus obras, fue el centro de atención con la venta de un recibo de 1958 por una obra invisible, subastado anoche en París por Sotheby´s en más de un millón de dólares y considerado como precursor de los NFT que en la actualidad permiten certificar la creación de piezas inmateriales.

La obra en cuestión, Zone de sensibilité picturale immatérielle (Zona de sensibilidad pictórica inmaterial), consiste en un recibo firmado por Klein en 1958 que fue adquirido por el anticuario Jacques Kugel al artista el 7 de diciembre de 1959 y que es el que se expone y reproduce con regularidad en las últimas décadas.

Con un estimado entre 280.000 y 500.000 euros (305.000 a 545.000 dólares), la obra fue vendida en 850 mil euros y con precio final de 1.063.500 euros, el equivalente a 1.161.129 dólares. La casa de subastas comunicó que fue adquirida por un coleccionista privado europeo, aunque no se sabe si el comprador abonó con criptomonedas, que por primera vez fueron habilitadas como medio de pago por Sotheby’s.

El recibo de papel subastado es parte de la obra conceptual del artista francés nacido en Niza en 1928 en el seno de una familia de artistas y fallecido prematuramente en 1962 en París, un papel que pertenecía a la colección del asesor de arte francés Loïc Malle, quien lo había comprado hace 35 años, informa Artnews.

La venta de un recibo de 1958 por una obra invisible, subastado anoche en París por Sotheby´s en más de un millón de dólares (Telam)
La venta de un recibo de 1958 por una obra invisible, subastado anoche en París por Sotheby´s en más de un millón de dólares (Telam)

Klein produjo la mayor parte de su trabajo a partir de la década de 1950, y su obra más importante es lo inmaterial, lo que no existe, no se ve”, contaba Daniel Moquay, director de los Archivos Yves Klein, con motivo de la retrospectiva que en 2017 dedicó la Fundación Proa al artista en Buenos Aires.

El creador buscaba liberar al color de la prisión de la línea, por eso se volcó hacia el monocromo como la única forma de pintura que permitía “hacer visible lo absoluto”. También concebía “la obra de arte como un rastro de comunicación entre el artista y el mundo, la verdad invisible hecha visible y sus obras debían ser ´las cenizas de su arte´, huellas de lo que el ojo no podía ver”, destacan desde los archivos que guardan su legado.

Entre 1958 y 1960, Klein va más allá de la definición de arte y muestra espacios vacíos, como el 28 de abril de 1958 con la inauguración de la exposición “El vacío” en la galería Iris Clert de París, cuyo recinto vaciado de todo contenido se revistió de cortinas del llamado azul de Klein (un azul ultramarino saturado denominado International Klein Blue o IKB) en sus ventanas tapadas.

Los espectadores atravesaban una cortina de ese color como pasaje previo al espacio vaciado de objetos que permitía apreciar la “sensibilidad pura del color azul, sin ningún aspecto físico o visible, simplemente la plena potencia del artista, preservada en un espacio por su propia fuerza de voluntad”, explica la casa de subastas.

El azul Klein
El azul Klein

Para Klein, lejos de estar vacía, la galería estaba saturada de “sensibilidad pictórica en estado puro”. La acción se completaba con los recibos y el ritual que acompañaba la “transferencia”, que hacía posible inscribir esta “sensibilidad” en el campo de las artes visuales y permitía a cada coleccionista convertirse en propietario de una de estas “zona de sensibilidad pictórica inmaterial”.

El ritual consistía en quemar el recibo por el pago en oro -utilizado en su sentido de pasaje hacia lo absoluto- por la “obra” frente a testigos elegidos por el artista mientras que el propio Klein arrojaba el oro recibido en el río Sena.

La casa subastadora compara esta acción e invención de recibos como un antepasado de los NFT (Non Fungible Token) actuales que permiten el intercambio de obras inmateriales. A ello se añade que Klein mantuvo un registro de los sucesivos propietarios de las “zonas” como un “blockchain” (cadena de bloques) anticipado.

Para Mitchell F Chan, con la tecnología de blockchain y los NFT se posibilita una nueva mirada y puesta en valor de la obra de Klein como precursor de este tipo de obras inmateriales aparentemente inexistentes con la venta de este recibo que fue conservado.

Los NFT formalizan y automatizan un proceso del que el creador fue pionero con la separación de la obra de arte en un aspecto comercial y otro distinto, convirtiéndose la tecnología actual en un análogo eficaz de algunas de las ideas que hicieron que su obra fuera tan revolucionaria, destaca el especialista en su texto publicado por Sotheby´s .

Klein fue precursor de los happenings en los 60
Klein fue precursor de los happenings en los 60

El acto de quemar el recibo o certificado de compra y arrojar el oro al río, según el artista, “reequilibró el orden natural” entre comprador y vendedor.

Estás “zonas” o “vacíos” son la apoteosis de la búsqueda de Klein para crear una obra de arte que fuera “una percepción directa e inmediata: una asimilación sin ningún efecto, ningún truco ni ningún engaño”, explica Chan, quien refiere que “el artista utilizó el azul como vehículo para su búsqueda de la inmaterialidad y el infinito”.

Esta venta de “arte invisible” tiene como antecedentes más recientes la venta de una escultura inmaterial llamada Yo soy del italiano Salvatore Garau subastada el año pasado por Art-Rite por 18.300 dólares, y exhibida en una plaza, con la entrega de un certificado de autenticidad y recomendaciones sobre su instalación.

Fuente: Télam

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