Un proyecto personal que la fotógrafa argentina Irina Werning inició hace 17 años retratando largas cabelleras de niñas y adolescentes de América Latina, cobró una nueva dimensión en su trayectoria al resultar ganadora del concurso World Press Photo, con imágenes de una niña que prometió cortar su extensa melena cuando pudiera volver a clases, luego de la pandemia, y donde se evoca el paso del tiempo, producto de una espera que parecía interminable.
“Ganar este concurso es como un sueño para alguien que cuenta historias”, dice Werning en referencia al concurso anual de fotografía World Press Photo, de gran prestigio internacional en fotoperiodismo y fotografía documental, con el que fue galardonada en la categoría “Historias”, luego de recoger durante cuatro años una serie de imágenes del cabello de Antonella Bordón, de 12 años, con la iniciativa bautizada como “La promesa”.
En una de las fotos, la niña posa con una pierna en una silla y otra, en una mesa, para mostrar cómo su larga cabellera le llega a pocos centímetros de los tobillos. En otra imagen, Antonella bosteza acostada y rodeada de pequeñas trenzas que parecen crecer como ramas, mientras se abraza a un libro de Castellano; retratada de espalda, aparece con su cabello recogido en pequeños tramos, formando imágenes romboidales; y en la terraza del edificio, el cabello aparece como una enorme frazada que cuelga de una soga de ropa, dejando asomar apenas el rostro de la niña, entre la abundante y majestuosa cabellera.
Con esas fotografías, publicadas por Pulitzer Center, el jurado consideró que las imágenes de Werning reflejaban una forma de resistencia y muestra el valor del cabello a través del mundo.
Hija de padres paraguayos, Antonella, siempre cuidó con suma dedicación su cabello, junto a su madre y su hermana, quienes residen en un departamento muy pequeño de apenas 30 metros cuadrados del conurbano bonaerense, y en el que fue un enorme desafío vivir puertas adentro, durante los casi dos años de encierro en pandemia.
La atracción por las mujeres de cabello largo surgió para Werning cuando fue a Londres, donde vivió durante ocho años y donde trabajó como socióloga, luego de estudiar Economía en la Universidad de San Andrés y de hacer un master en Historia en Buenos Aires. Estas experiencias de vida y de viaje se sumaron a las vivencias de mochilera que hizo viajando a Asia y Medio Oriente.
“Entre los 20 y los 30 años observé mucho el mundo exterior, viajando como mochilera; a los 25 me fui a India, donde estuve dos años, durmiendo en hamacas paraguayas, comiendo lo mínimo y gastando solamente 200 dólares al mes”, cuenta Werning, quien pese a esos títulos logrados, a los 30 años y luego de leer una entrevista al editor inglés Colin Jacobson en The Telegraph, donde describía cómo era la vida de una persona que cuenta historias, decidió dedicarse a la fotografía para iniciar ese derrotero unido a las mujeres de pelo largo.
“En Londres y el resto de Europa es rarísimo ver chicas con pelo largo, por eso entendí que tener el pelo largo era una costumbre muy latina, relacionada con nuestras raíces, con la cultura híbrida e indígena de América Latina”, reflexiona Werning, de 46 años y madre de un niño y una niña.
Cuando la fotógrafa empezó a indagar acerca de esa tendencia sobre todo en las culturas indígenas, descubrió que más allá del cuidado que una abuela ejercía sobre el cabello de una nieta, “había algo de la sabiduría ancestral y de una fuerza invisible relacionada con ritos, que van pasando de una generación a otra, como la creencia de que el cabello es una extensión de las ideas y solo se corta cuando alguien muere en una comunidad”, cuenta.
Con esa información y por curiosidad, Werning inició hace 17 años el proyecto personal “Las Pelilargas”, al que destinó todo su dinero para buscar y fotografiar mujeres de diferentes comunidades latinoamericanas. “Pongo anuncios en los periódicos, en Facebook, dejo anuncios en los negocios de las ciudades olvidadas, confío en el boca a boca y a veces organizo concursos de pelo largo para encontrarlas”, cuenta.
De esta manera dio con Antonella, a quien empezó a fotografiar desde el 2018, continuó en plena pandemia y finalizó la serie de imágenes en septiembre de 2021, compartiendo momentos de alegría e incertidumbre, generados por la pandemia. “Después de fotografiar y jugar con su pelo durante 6 meses en pleno encierro, un día me miró a los ojos y me dijo ‘prometo cortarme el pelo cuando abran de nuevo las escuelas’”, recuerda Werning que le dijo la niña.
Las palabras de Antonella fueron una promesa, una forma de ofrecimiento de su tesoro más preciado al universo para volver nuevamente a la vida escolar y recuperar sus amigos y su rutina de mochilas y pizarrones.
“Tenía desesperación por volver al colegio; los niños encuentran magia porque la buscan, la magia estaba en esta promesa que hizo para poder volver y eso me emociona mucho” manifiesta Werning quien considera que “la pandemia acentuó la desigualdad en los países de América Latina”.
“La educación es reflejo de las posibilidades económicas y, durante la pandemia el acceso a la educación a través de la virtualidad, no fue igual para todos, porque la gente más vulnerable no pudo acceder a la educación”, dice la fotógrafa y afirma: “La virtualidad es buena, pero no llega a la gente que más lo necesita”.
En el caso de Antonella, “la educación era prioridad número uno en su familia, la madre destinó su celular a que su hija pudiera acceder a los contenidos, y eso no sucede en todas las familias, no todos los padres pudieron estar al lado de sus hijos insistiendo para que se conectaran, lo que llevó a la desigualdad”, agrega.
El proyecto por el que resultó premiada junto a otros fotógrafos de 23 países la llevó la semana pasada a la localidad boliviana de Cochabamba, donde las niñas y adolescentes recogen sus largas cabelleras en trenzas. No obstante, la fotógrafa dice que el hábito del cabello largo está desapareciendo debido a la globalización que impone nuevas tendencias: “viajo mucho al norte y los peinados modernos con parte de la cabeza rasurada se imponen, y hacen que los cabellos largos se vayan perdiendo”, lamenta.
La World Press Photo repartió los premios en cuatro categorías: “Foto Individual”, “Historias”, “Proyectos a largo plazo” y “Formato libre”, y este mes otorgará la Foto del Año, que será seleccionada entre los trabajos premiados.
Este 2022, por primera vez otorgó los premios por zonas geográficas, reunidas en Asia, África, Europa, Sudeste Asiático y Oceanía, América del Norte y Central, y Sudamérica, con temáticas que abarcan desde problemáticas derivadas del cambio climático a los movimientos por los derechos civiles, el acceso a la educación y la preservación de la identidad de comunidades indígenas. Estas temáticas estuvieron representadas en 64.823 fotos que fueron presentadas por 4.066 autores de un total de 130 países.
Fuente: Télam S.E.
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