Conocido mundialmente por sus cuadros sobre bailarinas, el pintor francés impresionista Edgard Degas tiene un nuevo capítulo que lo instala en la contienda bélica entre Rusia y Ucrania con el cambio de nombre de su obra Bailarinas rusas, una de las 17 que posee la National Gallery de Londres, que por decisión del museo y ante el pedido de residentes ucranianos en el Reino Unido se llamará ahora Bailarinas ucranianas.
Creado en 1889 por Hilaire-Germain-Edgar Degas (1834-1917), más conocido como Edgar Degas, el cuadro es parte de un estudio que realizó el pintor en la década de 1890 inspirado por las visitas de grupos de baile del Imperio Ruso a París a fines del siglo XIX. Los espectáculos eran una atracción popular dado el interés de Francia por las tradiciones de Europa del Este tras el establecimiento de la Doble Alianza entre Francia y el Imperio ruso de 1894.
Desde 1870 el pintor había centrado su interés en escenas de bailarinas de ballet –entre otros de la sociedad parisina–, por lo que produjo unos 1.500 estudios y obras que abordan este tema.
En el contexto de cancelación de la cultura rusa impulsada por Occidente, el museo londinense que adquirió el cuadro en 1998 “actualizó el nombre de la pintura para reflejar mejor el tema de la obra”, explicó la agencia AFP.
Ya con su nueva denominación, Bailarinas ucranianas, el cuadro muestra a tres bailarinas de los conjuntos folklóricos típicos –rusos o ucranianos– con coronas de cintas y flores de distintos colores sobre sus cabellos, que se corresponde con las danzas relacionadas a los ciclos agrarios.
“Es casi seguro que las bailarinas eran ucranianas y no rusas”, describe la National Gallery como justificación en la descripción del cuadro y se alinea así con el pedido realizado desde las redes sociales por ucranianos que indican que las las cintas azules y amarillas de las coronas son los colores de la bandera ucraniana.
De hecho, el espacio modificó el título después de recibir el pedido y la queja publicada en Instagram de la ucraniana residente en Reino Unido Tanya Kolotusha, autora de frases como “¿Debemos esperar a que Ucrania gane la guerra antes de iniciar un gran cambio en el frente cultural?”.
“Desde que Rusia inició la guerra en Ucrania, pienso en esta obra. Que las bailarinas no sean rusas y que nunca lo fueron –cuestionó Kolotusha–. Rusia/los rusos se adueñaron y se adueñan aun de muchos elementos de la cultura ucraniana”, agrega.
La recuperación de un patrimonio cultural nacionalista por parte de ciudadanos ucranianos, un país que tiene fuertes raíces comunes por su origen eslavo con Rusia, es parte del movimiento impulsado como cancelación de la cultura rusa tras la escalada bélica luego de que la Federación reconociera la autonomía de las regiones de Donbass y Lugansk y lanzara la campaña para “desnazificar” Ucrania.
“Es importante recuperar nuestro patrimonio cultural y nombrarlo correctamente”, afirmó Kolotusha, a la vez que denunció al conflicto bélico como “un ataque contra la cultura”.
Esta batalla cultural que se libra fuera de la zona de conflicto también refleja la posición de la directora del Instituto ucraniano en Londres, Olesya Khromeychuk, quien entrevistada por la revista alemana Der Spiegel acusa a Vladimir Putin de tener “también otras armas”, donde “la cultura y la historia desempeñan un papel predominante en su arsenal”.
“Por ejemplo, cada paso por galerías o museos en Londres con exposiciones sobre el arte o el cine de la URSS revelan interpretaciones deliberadamente falsas o simplemente perezosas que presentan a la región como una Rusia infinita, como el presidente ruso actual quisiera verla”, definió Khromeychuk.
El medio británico The Guardian cita por su parte a un portavoz del museo, que expresó: “El título de esta pintura ha sido un motivo de discusión continuo durante muchos años y está cubierto en la literatura académica; sin embargo, ha habido un mayor enfoque en él durante el último mes debido a la situación actual, por lo que sentimos que era un momento apropiado para actualizarlo”.
El cambio de nombre se enmarca dentro de una tendencia en Occidente a suprimir la cultura rusa que se intensificó tras el ataque de Rusia a Ucrania a finales de febrero.
En esa línea, la Universidad de Milano-Bicocca en Italia, por ejemplo, anunció su intención de dejar de impartir un curso sobre el escritor del siglo XIX Fiódor Dostoievski y centrarse, en su lugar, en autores ucranianos, lo que provocó una reacción de rechazo, hasta que la decisión fue revocada. También la Orquesta Filarmónica de Cardiff eliminó al músico Piotr Tchaikovsky de su programa por considerar al compositor ruso del siglo XIX como “problemático”.
Fuente: Télam S. E.
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