Enrique Avogadro: “Solucionar la jubilación de los bailarines del Colón también necesita del gobierno nacional”

El ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires brindó definiciones sobre la situación del cuerpo de ballet del coliseo lírico, habló de su relación con el ministro de la Nación Tristán Bauer y reflexionó sobre la gestión con la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta a la vista

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El funcionario y el padre de familia. El primer comentario de Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, refiere a la compleja combinación de horarios que cada día elabora para ocuparse de sus hijas pequeñas y a la vez, cumplir con la tarea gubernamental que en su caso, lo lleva a estar en constante movimiento. “A la oficina del edificio de Avenida de Mayo voy en promedio una vez por semana… El resto de los días estoy de gira permanente por toda la ciudad”, le comenta a Infobae Cultura en el preámbulo de una entrevista que repasará buena parte de los temas centrales de su gestión: la asunción de Jorge Telerman al frente del Teatro Colón, los planes del área para 2022, la candidatura presidencial del alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta e inclusive, por qué parece haber terminado la época de los grandes espectáculos gratuitos y al aire libre que distinguieron a Buenos Aires desde los años del regreso de la democracia.

—El tema del verano en la política cultural de Buenos Aires fue el Teatro Colón: la renuncia de Paloma Herrera, sus declaraciones que generaron “ruido” mediático, la salida de María Victoria Alcaraz, la asunción de Jorge Telerman ¿Cómo explica este cambio?

— El Colón siempre genera ruido. A mí me sorprende que hasta la limpieza de la lámpara, convoca a los medios y terminan siendo la tapa de los diarios. Creo que esto sucede muy probablemente por el enorme valor simbólico que tiene como institución. Ahora bien, el cambio en la dirección del Teatro tiene que ver con el fin de un ciclo muy prolongado. María Victoria probablemente haya sido la persona que más tiempo estuvo al frente. Ella es una persona con muchísima experiencia en la gestión pública e hizo un gran trabajo, pero hace ya tiempo que veníamos conversando con ella sobre la posibilidad de hacer un cambio. Hace poco usé la palabra y bastante me cargaron… Pero hablaba sobre “desdramatizar” los cambios. Más que nada porque cuando piensa esos cambios, no se hacen en función de las personas sino del equipo que conformamos. Y que funcione, aportando lo mejor de sí a las tareas que tenemos encomendadas. En ese sentido, insisto en destacar la gestión de María Victoria al frente del Teatro y de Jorge al frente del Complejo Teatral. Son dos personas muy valiosas, cada una con un perfil diferente, sin ninguna duda. Por eso Jorge llega para marcar su impronta.

Y sobre esos “ruidos”, tenemos la decisión muy clara de poder solucionarlos. En particular, respecto al ballet, tenemos la necesidad de que mantenga su excelencia y al mismo tiempo que las personas que allí trabajan, tengan la posibilidad de jubilarse como corresponde, de acuerdo a su actividad profesional. Por eso insisto en esa palabra desdramatizar, porque siento que finalmente es más relevante el equipo que las individualidades.

Avogadro en diálogo con Jorge Telerman, nuevo director del Teatro Colón (Gustavo Gavotti)
Avogadro en diálogo con Jorge Telerman, nuevo director del Teatro Colón (Gustavo Gavotti)

—En paralelo al desarrollo de esta noticia, surgió otro tema, concretamente sobre la injerencia negativa de los gremios dentro del Colón ¿Son una “máquina de impedir”?

—En el Ministerio de Cultura tenemos un equipo muy, pero muy comprometido con el trabajo. A esta altura, después de varios años como ministro y habiendo recorrido todas las dependencias -casi todos los días trabajo desde algún lugar diferente de la Ciudad-, puedo asegurar que contamos con un grado de compromiso muy destacable. Y en la pandemia, eso se duplicó porque mantuvimos al ministerio en marcha y al mismo tiempo, todas los trabajadores, de manera voluntaria, colaboraron con todos los esfuerzos que tuvimos que atravesar en vacunatorios, centros de testeo y demás unidades sanitarias.

Los problemas no tienen que ver con los gremios de ninguna manera. Por supuesto que siempre hay situaciones puntuales donde pueden darse controversias cuando se proponen cambios. Los cambios siempre generan incertidumbre. Pero digamos, en la medida que uno impulse esos cambios con las conversaciones correspondientes, explicando muy bien los fines que se persiguen y siendo empático respecto a la situación de las personas que van a ser sujetos de esos cambios, no hay problemas. Diría que la palabra clave es diálogo. Las manifestaciones que hizo Paloma Herrera pusieron en evidencia una problemática que no es de unos contra otros, sino la necesidad de tener un cuerpo de baile de excelencia. Eso tiene, si se quiere, como condición necesaria que las personas puedan trabajar bien. Y entre otras cosas, trabajar bien es poder jubilarse cuando corresponde. Es un problema que viene de larguísima data, pero que venga de larga data no quiere decir que no estemos dispuestos a resolverlo. La solución involucra también al gobierno nacional.

El ministro Avogadro en un pasillo interno del Centro Cultural Recoleta (Adrián Escandar)
El ministro Avogadro en un pasillo interno del Centro Cultural Recoleta (Adrián Escandar)

—Habiendo pasado dos años de pandemia ya, y con esta situación calma actual ¿Qué balance hace de la gestión durante una época tan especial?

—El ministerio nunca paró. Eso es algo que me llena de orgullo, porque fue una decisión que tomamos desde el día uno, y en ese momento no sabíamos lo que iba a pasar (pensábamos que iban a ser pocos meses). La cultura tenía que seguir muy cerca de las personas porque entendemos desde siempre que la cultura es mucho más que entretenimiento. Es una herramienta para el desarrollo individual y colectivo de las personas y eso implica que para mí siempre fue esencial, esta palabra que se puso de moda durante la pandemia. El lanzamiento de lo que finalmente fue la plataforma Vivamos Cultura inicialmente Cultura en casa, que hoy mirado en perspectiva realmente fue un trabajo fenomenal: tuvimos picos de rating los domingos a la tarde en plena pandemia, realmente asombrosos. Y por supuesto, pudimos acompañar al sector cultural. La pandemia desnudó algo que se sabía, y es el alcance de la enorme informalidad del sector cultural. Por eso el ministerio acompañó en términos económicos, creció mucho el presupuesto de emergencia para subsidios directos al sector. Pero además destaco el diálogo que tuvimos con el sector, de hecho esa fue la tercera pata del plan para atravesar la pandemia, que fue el ir volviendo de maneras innovadoras, originales, sin ninguna hoja de ruta porque se habían quemado todos los papeles. El regreso de la cultura fue una prioridad. Buenos Aires fue pionera en la Argentina, primero en la vuelta a los espacios culturales sin público: una banda o una obra de teatro grabadas en los escenarios para el streaming, generó una nueva conexión con el público o una obra de teatro. Lo mismo con el regreso de espectáculos al aire libre, y después con la vuelta del público a las salas con capacidad limitada y con las sucesivas ampliaciones de aforo. Siento que la cultura de alguna manera demostró su valor, aún en la pandemia, justamente en la necesidad de conectarnos y de encontrarnos.

—¿Cuáles son los objetivos del ministerio para este año, que asoma mucho más “normal”?

—Lo principal es la idea de pensar la cultura como una herramienta para el desarrollo, no solo económico, sino principalmente colectivo. Por eso ponemos especial énfasis en ampliar el acceso a la cultura. Una de las políticas que pusimos en marcha es el Pase Cultural, la herramienta que hoy tienen más de diez mil chicos y chicas de la escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires: una tarjeta cargada con dinero para gastar en cultura, en lo que cada uno quiera. Eso implica que puedan elegir ir a ver una obra de teatro o comprarse un libro, ir a ver una banda, ir al cine. Es una política cultural, pero también educativa, que la estamos impulsando en conjunto con la ministra Soledad Acuña y que busca formar desde la escuela una ciudadanía cultural. Permite igualar oportunidades, pero además nos permite conectarnos con el orgullo de lo que somos y desde ahí ver otras identidades con curiosidad, como una oportunidad y no como una amenaza. Si uno es inseguro con su propia identidad, después tiene dificultades para conectarse con el otro.

Un segundo eje es entender a la cultura como gran motor de desarrollo. Las industrias culturales y creativas de esta ciudad son muy relevantes: alrededor del 10 % de la economía de Buenos Aires está vinculada a ellas. Por eso nosotros venimos llevando adelante un programa muy intenso en el sector audiovisual, por ejemplo. Y en breve vamos a anunciar un sistema de estímulo para que se filme más en la Ciudad de Buenos Aires y darle señales a los grandes jugadores globales de la generación de contenidos audiovisuales. Por un lado porque genera mucho desarrollo económico, pero además porque tener una industria audiovisual propia, sólida, también es fundamental para contar nuestras propias historiasl. Y un tercer eje tiene que ver con esta idea de democratizar a la cultura a través del espacio público, que es una marca que hemos desplegado y que seguimos desarrollando. Y que de alguna manera la pandemia nos obligó a profundizar.

(Adrian Escandar)
(Adrian Escandar)

—2023 será el año de la elección presidencial. Hay concretas perspectivas de que el jefe de gobierno de CABA sea candidato ¿Esto condiciona la gestión en general del gobierno y en este caso particular, del ministerio?

—No lo pienso en esos términos. La instrucción que recibimos siempre de Horacio es tener la mejor gestión posible. Creo que es la mejor carta de presentación, sin ninguna duda. La prioridad es pensar el desarrollo futuro de la Ciudad a largo plazo.

—¿Cómo lleva su relación con la gestión cultural del gobierno nacional, que es de otro espacio político?

—Ni bien asumieron las nuevas autoridades, se vino la pandemia encima y un gesto muy relevante fue encontrarnos, creo que un día o dos antes de decretarse el ASPO, con Tristán Bauer, ministro de Cultura de la Nación y Augusto Costa, que estaba a cargo de Cultura en la provincia de Buenos Aires. Nos parecía que por encima de cualquier diferencia, estaba la responsabilidad de compartir impresiones y entender hacia qué iba a pasar con la cultura en función de la pandemia. Yo tengo una relación de trabajo con los colegas de la Nación, como con el resto de los colegas en diferentes provincias. Por supuesto, tenemos afinidades y cercanías mucho más intensas, probablemente con mis colegas en Jujuy, en Corrientes, en Mendoza o en un montón de municipios, casi 500 que gobierna Juntos por el Cambio. Pero tenemos una responsabilidad como servidores públicos: tener una relación de trabajo. Después podrá haber matices por supuesto, pero me parece importante señalar esa responsabilidad. Independientemente de los diferentes puntos de vista que podamos tener, que los tenemos sin ninguna duda. Pero me parece que el hecho de que funcionarios o funcionarias de distinto color político en el tiempo que les toca convivir, trabajen en conjunto o por lo menos busquen trabajar en conjunto, me parece lo más esperable y ojalá sea algo, insisto, que se torne aburrido en el futuro.

—Última pregunta. Una marca cultural de Buenos Aires, desde 1983, había sido la de los grandes espectáculos gratuitos y al aire libre, en la 9 de Julio notoriamente ¿Eso volverá a suceder en algún momento?

—Tenemos en carpeta algunos eventos de gran envergadura que pronto se darán a conocer. De todos modos, creo que el hecho de no hacer estos espectáculos tiene más que ver con la idea de no saturar con contenidos gratuitos una plaza donde también hay un sector que tiene que trabajar de manera permanente. Un show masivo y gratuito, muchas veces atenta también contra la posibilidad que tienen después los artistas de vender entradas. La saturación de ese tipo de eventos atenta y distorsiona mucho a un sector que termina dependiendo del Estado y eso no me parece para nada saludable. Tenemos una serie de iniciativas de ese estilo, pero diría que están pensadas en función de lo que no abunda: actividades de enorme valor simbólico que asientan su atractivo ahí y no tanto en mostrar un artista al aire libre. Va a haber sorpresas en esa materia este año.

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