Toquinho y sus memorias de Vinicius de Moraes, La Fusa, los 70 y el furor por la bossa nova

Este viernes en el Teatro Gran Rex, el músico brasileño revivirá su mítica asociación artística con el poeta carioca y la cantante María Creuza,. A más de medio siglo de aquel hito cultural, recuerda al autor de “Garota de Ipanema” como “hombre y mito”

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Toquinho
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Según describe la periodista Liana Wenner en Nuestro Vinicius: Vinicius de Moraes en el Río de la Plata (Sudamericana, 2010), en los años 70 circuló una teoría conspirativa que afirmaba que Vinicius de Moraes, Toquinho y María Creuza, entre otros músicos brasileños, eran “la primera línea de ataque de un plan de penetración cultural brasileño en la Argentina”. Bajo el nombre de “Plan Macumba”, el gobierno militar del país vecino había pergeñado una diabólica estrategia para apropiarse del territorio nacional de la mano de sus músicos más prestigiosos. Hasta circulaba un cable de la agencia Latin que afirmaba que “el arma que conquista nuestras mentes, ablanda nuestros corazones y nos roba las divisas es la música del Brasil”.

Si esta conspiración existió, llegó a su máxima expresión en el álbum La Fusa, donde el poeta carioca, acompañado de dos nuevos talentos de su tierra, consagró a la bossa nova como uno de los géneros favoritos del público rioplatense, y a su vez selló un vínculo muy especial con artistas argentinos como Astor Piazzolla y el Cuarteto Zupay. Luego de haberse cumplido 50 años de la edición de aquel disco en 2020 y con la pandemia como razón de fuerza mayor para la postergación, Toquinho -uno de esos nuevas talentos, hoy un hombre de 75 años- vuelve a presentarse en Buenos Aires, este viernes en el Teatro Gran Rex, para versionar una obra que, más que un LP, es uno de los hitos culturales más relevantes de Sudamérica en este último medio siglo.

En 1968 de manera forzosa, la dictadura brasileña jubiló a Vinicius de Moraes de su cargo como diplomático. Por eso se mudó a Punta del Este. Había sido cónsul en Montevideo, por lo que encontró en la paz de la costa del Río de la Plata un lugar seguro donde refugiarse. Dos años más tarde, Oscar “Coco” Pérez y Silvina Muñiz, que habían abierto el primer local de La Fusa en la ciudad uruguaya, lo convencieron de volver a los escenarios, aunque él sentía que estaba retirado. El ambiente íntimo del café concert lo animó a continuar su carrera y ese mismo año se presentó en varias ocasiones en la sede de La Fusa en Buenos Aires, ubicada en el primer piso de la galería Capitol, sobre avenida Santa Fe entre Callao y Riobamba, acompañado de las cantante María Creuza y el guitarrista Antônio Pecci, más conocido como Toquinho, dos jóvenes promesas de la bossa nova. El director del sello Trova, Alfredo Radozsynski, tuvo la idea de captar la magia de una de esas noches bohemias en un álbum, pero como la acústica era deficiente, decidieron recrear la atmósfera de La Fusa en los estudios ION, con público invitado y, como señala el compositor en las notas del disco, lleno de “botellas de whisky y mujeres bonitas”.

Tema del disco grabado en vivo "Vinicius de Moraes - La Fusa", con Toquinho & María Creuza

El registro fue fundamental para la consagración de la bossa nova en todo el mundo, casi como un continuador, aunque en menor escala, del álbum Getz/Gilberto, que le dio fama universal a Vinicius y a Antônio Carlos Jobim. Sin embargo, como señala Toquinho en diálogo con Infobae Cultura, “en Brasil la repercusión no estuvo a la altura de lo que fue el espectáculo ni de lo que el disco merecía”. Para su 50º aniversario, la placa tuvo una reedición allí bajo el título de Vinicius porteño, mientras que en la Argentina salió como Vinicius de Moraes en la Argentina con bonus tracks inéditos.

La Fusa también incluye los grandes clásicos de la dupla compositiva De Moraes-Jobim, como “Lamento no morro”, pero también otras piezas que el Poeta compuso con Baden Powell (“Samba em prelúdio”, “Canto de Ossanha”) y Carlos Lyra (“Minha namorada”).

El verano siguiente, De Moraes repitió la experiencia, pero con María Bethânia en lugar de María Creuza, que acababa de ser madre, y grabaron un segundo concierto, pero en La Fusa de Mar del Plata. En esa ocasión, el repertorio se centró en las composiciones que hizo con Toquinho –una colaboración que se extendió a lo largo de una década y que terminó con el fallecimiento del músico en 1980.

(Archivo Nacional de Brasil)
(Archivo Nacional de Brasil)

Antes de regresar a la Argentina para rendir tributo a ese gran momento de la historia de la bossa nova, Toquinho recordó aquellos conciertos con Vinicius, donde el público caía rendido a sus pies mientras ellos disfrutaban de happenings con la movida bohemia de la ciudad, largas noches en las que artistas argentinos y brasileros confraternizaban hasta la madrugada.

Pasaron 50 años de La Fusa, ¿qué significó ese álbum para vos y para tu trayectoria?

— Aquella temporada en La Fusa resultó inolvidable. Fue el comienzo de mi carrera y la de María Creuza, estimulados por Vinicius de Moraes, y esos shows contribuyeron a nuestra evolución profesional. El éxito del espectáculo, la dimensión del disco que grabamos y que aún está en catálogo, el ambiente alegre y distendido… cada función era una fiesta. Todo esto quedó en la memoria y se renueva en cada presentación en vivo que hacemos hoy.

Vinicius me consolidó como compositor. Después de todo, puedo decir que di mis primeros pasos con uno de los más grandes poetas y letristas de la música popular brasileña, que para ese momento ya era un artista consagrado. Juntos dejamos una extensa obra, más de cien canciones, alrededor de treinta discos y más de mil shows. Todo ese trabajo representó un fuerte estímulo para seguir después de su muerte en 1980. Todavía hoy sigo aplicando lo que aprendí con él.

¿Cómo se gestaron los shows en La Fusa y cómo fue la elección del repertorio?

— En 1969, había hecho en Italia unos solos de guitarra para un disco tributo a Vinicius de Moraes (La vita, amico, é l’arte dell’incontro, de Sergio Endrigo y Giuseppe Ungaretti). En 1970, él necesitaba un guitarrista y, cuando escuchó esa grabación, me invitó a acompañarlo durante la temporada en La Fusa. Los shows fueron un éxito y el disco se volvió atemporal porque contiene clásicos de la bossa nova como “Eu sei que vou te amar”, “Minha namorada”, Samba em prelúdio”, “Garota de Ipanema” y “Se todos fosem iguais a você”, entre otros, mezclados con canciones de Caetano Veloso (“Irene”), sambas tradicionales y una canción mía que compuse con Jorge Ben Jor, “Que maravilha”. La participación de María Creuza representó la voz femenina y la gracia que requería el espectáculo. No fue difícil complacer a la multitud que llenaba el local cada noche.

Vinicius, Maria Creuza y Toquinho (Archivo Nacional de Brasil)
Vinicius, Maria Creuza y Toquinho (Archivo Nacional de Brasil)

¿Cómo fue tocar con una figura tan importante como Vinicius de Moraes?

— Nuestra relación ya comenzó desde el viaje en barco a Buenos Aires. Abrimos el concierto homenajeando a la selección brasileña, que se había consagrado tricampeona en el Mundial de México de 1970. Todo fue muy relajado y Vinicius lo puso fácil con su generosidad al reconocer el talento y las características de sus compañeros de escena. Fue apasionante seguir a ese ícono de la bossa nova al que yo veía como una mezcla de hombre, poeta y mito. En poco tiempo, se convirtió en un amigo con el que discutía detalles del espectáculo y también de la vida.

¿Qué es lo que más recordás de esos shows?

— Aún con la nostalgia y el romanticismo de la bossa nova, la alegría persistió en el escenario y se extendió al público. El ambiente del show se vio reflejado en el relax de los días vividos en Buenos Aires y en las interminables fiestas durante la noche. Era una época en la que predominaba el sonido acústico, sin magia tecnológica, y todo era más espontáneo y transparente. También es destacable el trabajo de los productores y los responsables del sonido, porque todo salió perfecto y quien escucha hoy La Fusa puede sentir que está ahí en el lugar viviendo el espectáculo con nosotros. La grabación captó esa informalidad bohemia entre whiskies y amigos, extendió la popularidad de la bossa nova y al final se hizo más conocida que La Fusa misma.

¿Por qué crees que La Fusa sigue teniendo tanta vigencia y sonando tan bien 50 años después de su lanzamiento?

— Sin dudas es un disco icónico, un trabajo maravilloso. Nunca pensamos que iba a trascender fronteras, pero hoy ese disco se consigue en países como Alemania y Japón, una locura. Cuando entramos a grabarlo lo hicimos profesionalmente, pero con desparpajo. Vinicius sabía lo que podíamos entregar y sacaba lo mejor de nosotros.

Su visita a la Argentina representó un encuentro con artistas argentinos, como Astor Piazzolla y Amelita Baltar. ¿Qué podés contarnos de esas reuniones?

— Conocí a Piazzola a través de la amistad que tenía con Vinicius en la época de los shows en La Fusa. Apareció acompañado de Amelita Baltar y de Horacio Ferrer. Cenamos juntos, elogió nuestra actuación y hablamos de música. Vi algunos de sus conciertos y tuvimos encuentros tanto en el camerino de La Fusa como en Zum Edelweiss, un restaurante que aún existe en Buenos Aires. En 2018, tuve el honor de actuar en San Pablo con el Quinteto Astor Piazzola, con quienes fusionamos la samba, la bossa nova y el tango. El repertorio del espectáculo incluyó canciones como “Aquarela” y “Tarde em Itapuã”, interpretadas en tango, y grandes obras de Piazzolla, como “Adiós Nonino”.

El show en el Gran Rex –cuyo concepto es “El arte del encuentro”, en referencia a una frase del tema de Vinicius “Samba de benção”- iba a hacerse en 2020, pero la pandemia obligó a postergarlo. Ahora, un problema de salud impidió que María Creuza sea de la partida, pero Toquinho promete invitados especiales, además de la compañía de Camilla Faustino, una nueva voz del Brasil que saltó a la fama tras ganar el reality musical Quem Sabe Canta en 2016. Desde entonces, el guitarrista se ha convertido en su padrino artístico y la ha sumado a sus giras.

Toquinho
Toquinho

¿Cómo será el show del 1 de abril?

— Volver a Buenos Aires siempre es un grato reencuentro. Después de todo, fue allí donde conocí a Vinicius de Moraes. Y el Gran Rex es el templo de los grandes conciertos, que siempre me acoge con el cariño de su público. El espectáculo podría considerarse una alusión a La Fusa, así como una deferencia a ese espectáculo, que fue un hito en mi carrera. Habrá clásicos de la bossa nova, composiciones de Vinicius y muchas de mis canciones en guitarra, que se llenan de vigor con la juventud, elegancia y la voz impresionante de Camilla Faustino.

Muchos de los grandes compositores de la época dorada de la música brasileña siguen grabando, como Caetano Veloso y Gilberto Gil, pero a su vez hay nuevos artistas, como quien te acompaña en este recital, Camilla Faustino. ¿Cómo ves la música brasilera actual?

— Siempre he tratado de conservar la jovialidad de los nuevos talentos en mis conciertos. Ya lo hicimos con Vinicius y continuó. Sabiendo elegir, se preserva la renovación. Camilla es prueba de eso. Ella representa el dinamismo de la música brasileña, siempre en ebullición en las más variadas tendencias. Los talentos brotan, solo hay que saber elegirlos.

El año pasado grabaste una canción con el artista de música urbana español C. Tangana (“Comerte entera”, de su disco El Madrileño). ¿Qué se siente tocar en un género musical tan moderno y distinto a lo que siempre hiciste?

— Siempre estoy abierto a nuevas tendencias, priorizando mi técnica y mis conocimientos musicales. Me gustan las asociaciones. Por supuesto, hay cosas buenas y malas en cualquier lado, pero si hay calidad, participo con lo mejor de mi estilo. Esta fusión es saludable y lo que nos saca de nuestra zona de confort es siempre un reto. Lo que importa es la creatividad y la satisfacción con el trabajo realizado.

Si acaso existió la operación “Plan Macumba”, su éxito fue total. De la mano de Vinicius de Moraes, Toquinho y María Creuza, la música popular brasileña conquistó la Argentina, donde se hizo uno de los álbumes más importantes del género por fuera de su país de origen. Sin embargo, el arte del encuentro hizo que esos músicos conocieran a los nombres más importantes del tango y el folklore nacional, por lo que, en realidad, más que conquista, lo que hubo fue un intercambio cultural sin precedentes, que se vio reflejado, por ejemplo, en las versiones de “Vuelvo al sur” de Astor Piazzolla y “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo que grabó años más tarde Caetano Veloso, o en la apropiación que hizo Elis Regina de “Los hermanos” de Atahualpa Yupanqui en su álbum Falso Brilhante.

El próximo 1 de abril, en lo que promete ser una reunión de amigos, Toquinho volverá a subirse a un mítico escenario porteño para recordar La Fusa, pero también para recrear la atmósfera de esos días, donde los artistas intercambiaban ideas y el público disfrutaba de las canciones más bellas del mundo.

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