Andreas Fontana: “Esta película habla de la cultura de la dictadura en una capa social”

El director suizo dialogó con Infobae Cultura sobre “Azor”, un estreno de este 24 de marzo que mira a la Argentina de 1980 desde la perspectiva de un banquero suizo, en cierto modo ajeno al clima opresivo de ese tiempo

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Trailer de "Azor", película de Andreas Fontana

Un banquero suizo llega junto a su esposa a la Argentina bajo la dictadura. Debe reemplazar al representante del banco familiar en el país, un hombre mítico llamado Keys. Corren leyendas y secretos dichos en voz baja sobre este hombre que administraba los bienes de muchos clientes argentinos que formaban la parte más elevada de las clases poseedoras. Yvan De Wiel, el banquero privado llegado de Ginebra, tiene una misión para la que parece no estar a la altura: reponer el orden de su prestigioso banco en la Argentina. Comienza un viaje oscuro, hacia el espectro de Keys y hacia la consiguiente transformación de Yvan, que se realiza entre personas de alcurnia, en salones y fiestas exclusivos y entre cofradías que se reúnen en el Círculo Militar. Para cumplir la misión asignada por la familia banquera en Suiza, Yvan deberá transformarse en uno más entre aquellos hombres a quienes la dictadura no perturba, y al revés, celebra.

Este es el argumento de Azor, el film que se estrena en una fecha emblemática (este 24 de marzo) y que se convierte en un objeto cinematográfico raro, único, que sigue el trayecto –en el año 1980, plena dictadura– que mira al país no sólo en otra lengua, sino que en la lengua de quienes manejan el dinero. La película es totalmente sutil, de modo tal que no cae en groserías panfletarias pero que remarca el horror de ese periodo en el país no tan sólo mediante lo que dice, sino a través de lo que calla o que mira solo oblicuamente. Infobae Cultura conversó con Andreas Fontana, director del film, cuyo guión escribió él mismo con la colaboración de Mariano Llinás y que estará presente para el estreno nacional del film.

 Andreas Fontana, director de
Andreas Fontana, director de "Azor"

Usted nació en Suiza.

–Sí, en Ginebra, en 1982.

Y vivió brevemente en la Argentina.

–Entre 2007 y 2008, pero había viajado varias veces antes. En 2015 comencé a desarrollar el guión de Azor y empecé la investigación en 2016 y me quedé hasta el rodaje en 2021. Luego fui a España un tiempo. En 2015 había comenzado la idea de guión, que era más un documental sobre los bancos privados, un documental con elementos de ficción porque representar algunas cuestiones era imposible: quería mostrar cartas escritas al banquero. Entonces busqué esas cartas, pero en el camino encontré un cuaderno de mi abuelo, que era banquero y viajó a la Argentina en 1980. Mi abuelo era banquero de un viejo banco privado, que era un banco familiar. Viajó para encontrar a una amiga de la familia, pero era un viaje personal, a lo sumo le podía servir para agrandar su cartera de contactos. Empecé a imaginar, entonces, todo lo que no se escribe en el cuaderno. Mi abuelo no hace mención a la dictadura ni a lo que pasa en el país en sus escritos y me parece tremendo. Ese silencio es lo que quería contar.

Esa es una cuestión notable de su película, que no menciona a la dictadura en sí, que aparece solapada, sobreentendida, en diálogos cómplices. En todo caso, el centro del film es este hijo de banqueros que debe reemplazar a un personaje mítico y que debe probarse digno de su linaje.

–Claro, a mí me interesaba la cuestión de la periferia. Ahora podemos decir con contundencia que la dictadura era un hecho central entre el 76 y el 83 del siglo pasado.

Fue un hecho central para la gente, pero para un banquero que viaja casi es un hecho periférico y eso es algo que define bastante bien la mentalidad de ellos. De repente se cambia completamente el punto de vista y se mira todo lo que era una cierta realidad con una mirada muy específica, que tiene también su propio vocabulario, su propio punto de interés, su propia cultura. y me parecía muy interesante que la película hablara de eso, no tanto de la dictadura, sino que de la cultura que la dictadura producía en una capa social.

El filme retrata la historia
El filme retrata la historia de un banquero suizo durante la dictadura

Es interesante ver la empatía con los personajes, o no, de esas características. Por lo pronto, el protagonista es un banquero que viene a hacer negocios en 1980.

–Claro. Es más fácil, creo, empatizar con un niño de 8 años que sufre y me interesaba ver el efecto con unos personajes gordos, viejos, ricos, en la dictadura. Vamos a ver cómo reacciona el público argentino.

¿Cómo se involucró Mariano Llinás a la realización del guión?

–Cuando una primera versión del guión estaba terminada, Mariano se incorporó al tratamiento en Buenos Aires. El guión necesitaba alguien local y yo admiraba su trabajo, así que le pedí que se sumara a este trabajo. Fue una cuestión de intercambios. Él estaba mucho en hoteles presentando La flor en festivales y yo iba con él de hotel en hotel trabajando. Al final trabajamos más los diálogos. Una gran parte de los diálogos viene del trabajo de investigación y se filmaron literales, como esa gente las dijo, y otros los creamos en el trabajo. Mariano (Llinás) para el periodismo es una especie de Keys, así de mítico, pero es justo decir que si bien Mariano fue sumamente generoso, fue la película que se acercó a Mariano por una serie de afinidades estéticas. Y su trabajo fue sumamente valioso.

Keys es un personaje mítico e Yvan va circundándolo en su ausencia, pero en esa búsqueda él mismo adquiere formas que antes le eran ajenas, ¿no?

–Yo creo que Keys es un personaje completamente de fantasía, es un personaje imposible que solamente es una proyección de algún deseo o de algún miedo, una fantasía del cliente del banquero como del espectador. Claro que una fantasía peligrosa tiene una imagen para cada uno. Era un personaje muy interesante para construir. Y dramáticamente imposible de superar por tener una persona a la vez peligrosa y a la vez muy seductora.

El guion de "Azor" contó
El guion de "Azor" contó con la colaboración del cineasta argentino Mariano Llinás

En el casting se ven a actores que quizás no se dedican profesional o permanentemente a la actuación, como Carmen Iriondo o Pablo Torre Nilson, a quien se ve poco en películas y más detrás de cámara, por ejemplo. ¿Cómo hizo el casting?

–Allí convergen dos deseos, el mío que viene de trabajar con un método que borra las fronteras entre realidad y ficción. Aunque, claro, esto iba a ser una ficción. La directora de casting dijo: “Hay que intentar captar esa atmósfera de ellos”. Es difícil actuar para los actores no profesionales, pero hay detalles, pausas, toses o lo que sean esos detalles característicos de ellos que elegimos dejar para que digan sus líneas. No hay papeles de composición. Son personas que dicen sus textos y es importante, a veces este tipo de películas tiende a la improvisación, que no está mal, pero así, ajustando las intervenciones al guión, logramos un tono distanciado. Además son personas ligadas a las clases altas. Cuando Ivan va al Círculo Militar aparece Pablo Torres Nilsson como el sacerdote y hay un elenco de personajes que no son muy fácilmente reconocibles, pero representan bien su papel porque pertenecen a estos ámbitos. En esa escena no hay ni un actor profesional, uno es abogado de negocios, otro era director de una escuela de una universidad norteamericana y así.

En una escena le preguntan a Iván como se siente y él responde: “Supongo que Hernán Cortés también se sentía desordenado”. Es una afirmación que podría ser considerada colonialista.

–Es sincera, ¿no? No eligió otra comparación para su estado.

Su abuelo, Andreas, era banquero, ¿es una tradición familiar?

–Mi madre era profesora de francés y poeta y mi padre escultor, son de un ámbito muy distinto. Yo decidí reanudar algo que se había perdido. Tener un abuelo banquero es algo que yo miro desde afuera y a mí me ven como si fuera una fortuna ambulante, pero de hecho mi abuelo había perdido casi todo su dinero. Entonces las cosas de la vida son así de complicadas.

De algún modo, los desaparecidos “aparecen” en forma de bienes que deben ser lavados por una banca.

–El dinero que salió de los bienes robados de los desaparecidos, que existen realmente en las páginas del Nunca más, fue primero a parar a España, luego a Suiza y después a Andorra. Que el personaje que realice alguna transacción sobre esto sea suizo es una licencia poética.

Ahí vuelve la cuestión de la misión, porque Yves no está seguro de lograr el cometido encargado por su familia.

–Probablemente la mentalidad protestante le exija una ganancia seca, no una ganancia de opulencia, sino de tener. Y no, Yves no la pasa bien en ese trayecto que debe recorrer en la Argentina.

Bertolt Brecht decía que es más honrado robar un banco que fundar uno. ¿Qué piensa de esa frase?

–A mí me gusta otra frase de Brecht que dice que si ves un banquero saltar por la ventana debes imitarlo, porque seguro que hay dinero al fin de la caída. En realidad la frase me gusta más porque es más dinámica y cuenta una historia divertida, por el hombre que sigue al banquero saltando desde un piso alto. Pero digamos que los bancos existen. Y actúan y son legales. Hay que ver si la moral tiene que ver con esa legitimidad. Parece ser que no, ¿no?

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