La inteligencia artificial en calidad de arma de guerra es relativamente nueva. En una reunión con estudiantes en 2017, sin proponérselo, Vladimir Putin dijo: “quien domine la inteligencia artificial dominará el mundo”.
Vaticinando las sofisticadas armas que se utilizarían en el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, la manipulación de datos, el uso de algoritmos y el machine learning tienen una función crucial y contundente a la hora de conducir, manipular y, sobre todo, sentimentalizar la opinión pública. Pero, además, estas herramientas pueden dar vuelta una guerra.
En un principio, los deepfakes —imitaciones falsas de voz y video altamente verosímiles— pueden ser graciosos e inofensivos aunque tengan contenido político. El perfil de TikTok @1facerussia, por ejemplo, muestra deepfakes de Putin en los que rechaza comida de KFC o de McDonalds de manos del presidente de Estados Unidos Joe Biden. A pesar de su tono de parodia, los videos no pretendían pasar por información auténtica. Esto cambió cuando circuló en el canal de televisión Ukraine-24 y luego en Facebook, YouTube, Twitter, VKontakte y otras redes sociales un video de Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, llamando a los ciudadanos y soldados de su país a rendirse ante Rusia.
Las audiencias ucranianas entraron en un estado de desconcierto que llevó a un frenesí virtual. El habla pausada y la inmovilidad corporal del presidente en el deepfake habían intensificado el dramatismo del anuncio y, sobre todo, su verosimilitud. Entre la incredulidad y el desconcierto de los ciudadanos y del ejército, Zelenski tuvo que negar la autenticidad del video. Frecuente usuario de las redes sociales, su desmentida estuvo también subordinada al orden perverso de la era de la desinformación, porque no fue a través de medios oficiales sino en la plataforma Instagram donde publicó su declaración. En simultáneo, el canal de televisión Ukraine-24 denunció que había sido hackeado. El deepfake fue eliminado y las plataformas lo bajaron de las redes sociales, pero los pocos minutos que circuló fueron suficientes para destruir la credibilidad del medio de comunicación. Como tiro de gracia, Ukraine-24 tuvo que acudir a su perfil de Facebook para denunciar el hackeo que ocurrió en su propio canal.
Pero el vaticinio de Putin fue mucho más allá de lo que podía imaginarse en 2017. Los usos bélicos de la inteligencia artificial no se limitan a la difusión de deepfakes y fake news. La semana pasada, la empresa estadounidense de reconocimiento facial Clearview comenzó a brindarle al gobierno de Ucrania libre acceso a su software. En su carta de presentación, la CEO Hoan Ton-That sugirió los usos que el ejército ucraniano le podría dar a la plataforma: identificar agresores o infiltrados rusos, reconocer a los muertos sin usar huellas dactilares, reunir familias dispersas e indocumentadas y desenmascarar fake news. Este último ítem revela un acertado sentido de la oportunidad.
Clearview se volvió una de las empresas más populares en esta técnica por el hecho de aplicar el reconocimiento facial sobre un banco de más de 10 billones de imágenes públicas de distintas plataformas. Una de sus conexiones es la red social VKontakte, la más popular de Rusia. Cada persona de las imágenes de Clearview podría identificarse con suma precisión, en un campo de batalla o en cualquier otro escenario, mediante la técnica de reconocimiento facial. El algoritmo, adaptado al paso del tiempo, conoce el envejecimiento: a partir de fotos de su infancia, podría reconocer a un adulto.
Un dato clave es que VKontakte ganó relevancia especialmente desde comienzos de marzo, cuando Meta (ex Grupo Facebook) hizo una excepción histórica al permitir mensajes de odio contra Rusia y Vladimir Putin en sus plataformas. Esta medida en razón de la guerra embanderó, de un solo golpe, las redes sociales. El gobierno ruso, como respuesta, restringió el acceso a Facebook e Instagram en su país. En este contexto, la herramienta de reconocimiento facial Clearview podría resultar un arma letal para el bando ruso.
Además de la manipulación de datos y el uso de algoritmos altamente complejos, la gran apuesta en el campo de la inteligencia artificial está en la creación de armas inteligentes. Si bien los combates más significativos ocurren en la tierra y no en el aire, Ucrania y Rusia están utilizando drones inteligentes y autónomos. Los drones despegan, aterrizan, se mueven con independencia y utilizan información para esquivar personas, balas y amenazas de alto impacto. Sin necesidad de un piloto que, con riesgo de muerte, comande los dispositivos, la única acción humana es la de disparar desde una base militar protegida.
Mientras que los rusos utilizan drones “kamikaze” que se autodestruyen cuando explotan, en Ucrania combaten con los drones turcos Bayraktar. Considerada el arma favorita de los ucranianos, un soldado compuso una canción con el nombre del dron. La canción se volvió viral, fue traducida, remixada y luego censurada por YouTube. Es un himno que hace del dron Bayraktar una salvación para los soldados ucranianos frente a la gran desventaja que tienen contra el ejército ruso. “El monstruo del Kremlin [Vladimir Putin] está haciendo propaganda / El pueblo se traga las palabras / Ahora su zar conoce una nueva estrella....”: la estrella Bayraktar.
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