Signados por haber nacido en democracia, escritores jóvenes de ficción que abordan el conflicto de Malvinas como Sebastián Ávila, autor de “Ovejas”; Sebastián Basualdo, escritor de Cuando te vi caer; y Nicolás Correa, autor de Heroína: la guerra gaucha, reflexionan sobre el aporte y la impronta que brindan sus miradas de la historia y los desafíos que implica fusionar en la ficción las representaciones de un conflicto bélico con otros temas como el amor, las relaciones familiares y la diversidad sexual.
Hablar de la guerra sin que el tema central sea la guerra. Fusionar el conflicto social y político de Islas Malvinas con las problemáticas que atravesaron las décadas de los ‘90 y 2000, como la despolitización, las disputas ideológicas, el descreimiento social, las juventudes conflictuadas y la visibilización de las diversidades sexuales.
La mirada de las generaciones jóvenes posconflicto propone una amplitud que retira a Malvinas del lugar solemne que ocupaba las ficciones, la despoja del “deber ser” y le brinda una frescura que puede resultar osada (y hasta políticamente incorrecta). Pero siempre, en todo caso, abre el juego y estira los límites un poco más.
En una obra, una chica trans protagoniza una historia de amor dramático y tiene a Malvinas como escenario de fondo; en otra, la historia de un joven adolescente en los años ‘90 que quiere que su padrastro, un excombatiente, lo quiera. Tras años de producciones literarias clásicas y consagradas, como la de Rodolfo Fogwill (Los pichiciegos) o Carlos Gamerro (Las islas), la generación hija de la democracia recupera el conflicto desde nuevos enfoques que cuestionan el status quo de la representación de la guerra y, con cierto desparpajo, se anima a desafiar un poco más.
“Malvinas es un fenómeno horrendo e inabarcable, y por eso la ficción tiene tanta potencia y a su vez un panorama tan abierto por delante. Hablar de la guerra no es sólo hablar del aspecto bélico. A mí me pareció interesante hacerlo desde el plano de los sueños, la realidad psíquica y lo onírico. Lo isleño es lo onírico. Malvinas fue una especie de guerra-ficción, creo que cualquier otro hecho histórico más clásico no admite tanto juego”, explica Sebastián Ávila, autor de la novela Ovejas, que narra el devenir de una patrulla perdida en las islas y fue ganadora del premio novela FutuRock 2021
Sebastián Basualdo, autor de Cuando te vi caer, un libro donde se narra la relación de un joven de 15 años con su padrastro excombatiente, agrega: “Lo mejor que puede pasar con una ficción es tener cierto grado de irreverencia. Pero eso debe estar acompañado de una clara conciencia social, política e histórica. Creo que nosotros tenemos una mirada más emocional sobre Malvinas, en la que aparecen otros valores simbólicos: entramados de secretos, mentiras y lo no dicho.”
La democracia, nuestra bandera
Los autores consultados coinciden en que haber nacido y crecido en democracia constituye un elemento primordial en este fenómeno, aunque se reconocen atravesados por la dimensión afectiva del conflicto y afectados por la ausencia del rol estatal que nunca, en todos estos años, les habló de Malvinas a través de la escuela o la universidad.
En este mismo sentido consideran que la guerra estuvo siempre representada como un hito de “final de la dictadura”, cuando en realidad las dimensiones y complejidades que atraviesan el conflicto por las islas excede a la dictadura y alcanza a dejar múltiples huellas en la democracia.
“Creo que haber nacido sin el estigma de la dictadura ya de por sí nos quita un gran peso, y a su vez Malvinas tiene de por sí un estigma que esta generación quiso, de algún modo, sacarse. El mayor problema es reducir Malvinas a la guerra y reducir la guerra a la dictadura; este es un procedimiento que hizo la sociedad civil en los 90 para exonerar la culpa de haberle dado su apoyo a la dictadura”, explica Ávila.
“Hay una relación afectiva que me movió para abordar Malvinas, pero a su vez tenía un gran desconocimiento de la historia. Nosotros no tuvimos esa formación en la escuela: veíamos a ex combatientes en la calle y en los trenes, pero no nos hablaron de ellos desde el Estado”, agrega Basualdo.
La literatura, entonces, se configura como un ámbito al menos un poco más justo con la guerra de Malvinas, en relación al rol del Estado e incluso de la misma academia: se abordó el tema en cuentos, en novelas e incluso en poesía, en donde aparecen de un montón de formas los planos invisibilizados del conflicto.
“En los años ‘90, aunque ya en democracia, hubo un proceso de desconcientización y despolitización que se profundizó con el menemato, bajo el cual el excombatiente quedó en un lugar roto. Fue un proceso de desarticulación social que ni siquiera hoy, creo, se restablece, porque la derecha se apropió de los simbolismos. Hubo un buen intento durante el kirchnerismo, pero no ha subsanado el dolor”, reflexiona Correa.
La rebelión de la juventud
El futuro es feminista y es, también, de la juventud, que se atreve a pequeñas revoluciones en espacios tradicionales y pone en jaque los límites preestablecidos. La figura del hombre, del macho, valiente y sin miedo se retoma y se cuestiona desde una mirada menos clásica.
Llevando este límite al máximo e incluso generando cierta incomodidad. “Yo puse el culo por la patria”, repite la narradora de Heroína: la guerra gaucha, que irrumpe en un escenario ficcional escrito por varones y protagonizado por varones, para devolvernos una mirada audaz y transgresora del conflicto por las Malvinas. Correa, su autor, tuvo la oportunidad de, tras la publicación de su libro, compartir las vivencias con tres ex combatientes trans de Chaco, Entre Ríos y Santiago del Estero.
“Malvinas tiene la dimensión de ser un motivo patriótico nacional, es una especie de hito en la historia que parece intocable, y creo que hacerle operaciones ya es, de por sí, divertido”, dice el escritor.
“Me parece que los veteranos de Malvinas no nos cuestionan los abordajes que hacemos en ficción porque es justamente eso, ficción. Y me parece que esto nos permite una pequeña rebelión generacional”, acota Ávila.
Basualdo, por su parte, se crió en Villa del Parque, en la Ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia en la que Malvinas estaba muy presente. Su padrastro era excombatiente y su adolescencia estuvo atravesada por la búsqueda de que este hombre lo quiera.
“A los 15 años me metí en la Escuela Naval porque había decidido que yo iba a recuperar las islas para él, estaba convencido de eso. Esa experiencia fue todo un movimiento familiar y fue la base para escribir este libro”, explica Basualdo, que considera que este libro aporta una mirada sobre la problemática existencial de los excombatientes y sus familiares post conflicto.
Nacido en 1983, otro representante joven de esta generación es Cristian Godoy, un escritor cuentista que tiene una mirada de torsiones donde lo real deviene en literatura. En el cuento Una flecha fácil, el autor narra la historia del portero de un edificio que se hace pasar por ex combatiente de Malvinas e inventa historias de falso heroísmo.
El eterno retorno y las deudas pendientes
Si bien se pueden encontrar plumas femeninas cuando se bucea en el tema, como es el caso de la reconocida Patricia Ratto o el de Lara Segade, lo cierto es que hay una falta de mujeres o disidencias sexuales que escriban ficción sobre Malvinas en la literatura contemporánea.
Pareciera que todavía la ficción sobre las islas es un reducto protagonizado por varones y escrito por varones: nada que no pueda extrapolarse a la historia en general. De cierto modo y en muchas temáticas, la literatura corre por detrás de las dinámicas y de la fluidez de los reclamos sociales.
“Hace falta que existan este tipo de narrativas, diferentes, con otros enfoques y abordajes. ¿Qué están escribiendo sobre Malvinas los pibes y pibas de 20 años? Luego, podemos discutir qué impacto real tiene esa obra en la sociedad. Por ejemplo, me interesa saber si ‘Heroína’ puede servir para hablar de la guerra pero también para hablar de la ESI”, reflexiona Correa.
“Pobres los excombatientes”. “Están todos locos”. “Viven reclamando”. En 2022, todavía escuchamos estas frases, como voces exponentes de una tragedia de algún modo fosilizada, en contraposición a otras tragedias que mutan con el paso del tiempo y de la historia. “Malvinas no está cerrado ni creo que lo vaya a estar, por eso hay una especie de eterno retorno. Malvinas es nuestra promesa incumplida”, concluye Ávila.
Fuente: Télam S.E.
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