Que es un buen debut, nadie lo duda. Que es complejo, laberíntico y donde la única certeza es la crueldad con la que alguien fue asesinado, tampoco. Que la novela } silenciosa está ya en las librerías de la región brinda la certidumbre a los lectores de estas geografías de que con solo salir de casa, caminar hasta la librería amiga y posar el índice sobre la primera página brinda la seguridad de poder adentrarse en las oscuridades que ocurren en el psiquiátrico The Grove, de Londres, y sus alrededores. La primera novela de Alex Michaelides, escritor nacido en 1977 en Chipre, es un gran éxito de ventas, con más de cinco millones de ejemplares vendidos desde su lanzamiento británico en 2019, y llega por fin a la Argentina. Michaelides ya publicó Las doncellas, su segunda obra, y le entusiasma conocer qué recepción tendrá en estas costas su creación, ya que Buenos Aires, se sabe, es psicoanalizada como hubiera querido Freud.
Se trata de un thriller psicológico que combina el crimen por el que Alicia Berenson, una artista plástica, había sido encontrada culpable de asesinar a su marido Gabriel de varias heridas de bala disparadas directamente en su cara. Alicia, condenada a pasar sus días internada en una clínica psiquiátrica debido a los desórdenes que habrían desencadenado el homicidio, permanecía en un silencio permanente. Es decir: silencio de permanecer callada cuando la mudez anteriormente no había sido su característica. Un silencio exasperado. Theo Farber, un psicoterapeuta que trabaja en una prestigiosa institución, se obsesiona con el crimen y la mudez de Alicia y decide postular para ingresar a trabajar a The Grove, lugar donde la condenada transcurre sus días junto a otras mujeres criminales con distintos padecimientos mentales. El objetivo de Farber al ingresar al psiquiátrico es convertirse en el terapeuta de Alicia y lograr que hable.
La trama se complejiza con la entrada en escena de psiquiatras oscuros, abogados para no confiar, el misterioso galerista de Alicia o la desordenada vida misma de Theo Farber. El lector será conminado a recordar la tragedia griega de Eurípides, Alcestis, cuya protagonista femenina será sacrificada por su marido para conservar así la propia existencia, pero a quien los dioses le permiten volver a la vida. A su retorno, ella elige la mudez. Eurípides se pregunta (y Michaelides usa como epígrafe de la novela): “Pero, ¿por qué no dice nada?”. Y la atrapante trama comienza a andar.
Infobae Cultura conversó con Michaelides sobre su novela debut que llega a las librerías de Argentina y la región unos meses antes de que se ponga en marcha, si es que los dioses lo permiten, la adaptación cinematográfica de un libro cuyo ritmo e intriga serían deberían convertirse en el objeto de deseo de cualquier director fílmico (una suposición confirmada cuando los derechos fílmicos fueron comprados por Plan B, la productora de Brad Pitt). Y sobre muchos temas más.
–Michaelides, su debut literario es todo un suceso. ¿Sabe cuántos ejemplares fueron vendidos?
–Es difícil decirlo con exactitud, pero se estima que alrededor de cinco millones de libros.
–Pocos primeros libros son así de exitosos. Además, la trama que combina crimen, un psicoterapeuta como el “detective” y una intriga trepidante no fue escrita en su temprana juventud. ¿Cómo fue ese proceso?
–No, la escribí cerca pasando los mediados de mi tercera década. Creo que siempre tuve una mirada, un talento o una facilidad acerca de las tramas. Yo fui guionista durante un tiempo y me encantaba tener historias e ideas. Pero creo que lo que me detenía un poco es que terminaba siendo un poco superficial. Y, sabes, me tomó un tiempo considerable madurar como persona, y decidirme a estudiar psicoterapia y llegar a trabajar en una unidad psiquiátrica. Así que permanecía aprendiendo como lector hasta que, al llegar a los 35 o 36 años, pude comprender que podía escribir algo más profundo. Entonces se planteaba la cuestión de los géneros, que creo que combiné dos o tres en mi novela, porque yo siempre quería escribir una historia de detectives, toda mi vida. Y cuando empecé a escribir La paciente silenciosa me di cuenta de que no sabía nada de detectives o el trabajo de la policía y que ir por ese camino podría ser malo. Entonces me pregunté acerca de lo que yo sí sabía y la respuesta fue: la psicoterapia. Me dije: “Voy a construir un héroe que sea un psicoterapeuta, así puede investigar un asesinato con elementos psicológicos y luego combinar todo a partir de ahí y fue entonces cuando todo se unió en mi cabeza”.
–¿Entonces usted estudió psicoterapia como parte de la investigación de su proyecto literario?
–No. Tal vez estudié psicoterapia porque, antes que nada, fui un paciente terapéutico durante mucho tiempo, alrededor de diez años, y me gustaba mucho. Mi hermana es psiquiatra y me sugirió que tal vez debía estudiar esta disciplina y comencé a estudiar a tiempo parcial. Después comencé a trabajar en una unidad segura para adolescentes, una unidad psiquiátrica para adolescentes, lo cual fue una experiencia increíble. Y simplemente me enamoré mucho de todo el concepto de terapia. Lo que sucedió fue que me di cuenta de que era un escritor, no un terapeuta. Entonces, después de algunos años de estudio, renuncié porque estaba comenzando a atender pacientes en ese momento, y pensé, no puedo hacer esto a tiempo completo porque realmente, en mi corazón, soy un escritor. Encima estaba haciendo una película al mismo tiempo, así que dejé la terapia. Y la película fue una mala experiencia, como cada película que he hecho que ha sido un desastre. Pensé: “Bueno, ¿ahora qué hago? Intento ser terapeuta o escritor”, y pensé que antes de dejar de escribir intentaría escribir una novela. Porque toda mi vida quise escribir una novela y siempre la posponía porque pensaba que era demasiado difícil. Y entonces finalmente decidí sentarme y escribirla. Me pregunté: ¿cuáles son mis experiencias de vida hasta ahora? Me di cuenta de que podría establecer un hecho en una unidad psiquiátrica. Podía la tragedia griega y la política, que son grandes intereses para mí. Novelas policiacas, psicoterapia y todo se unió al unísono. Entonces, no, no fue premeditado durante muchos años. Simplemente sucedió así, orgánicamente.
–Mencionó a la tragedia griega. Usted nació en Chipre, una isla en el mar Mediterráneo, en la frontera entre Grecia y Turquía, que incluso ocupó una parte de la isla en 1974. ¿Hasta qué edad vivió allí?
–Hasta los 18 años.
–Ah, fue nacido y criado en Chipre. ¿Su relación con el inglés de dónde viene?
–Bueno, mi madre es inglesa, mi padre es grecochipriota. Hablaba inglés tanto con mi madre y padre y algunos amigos y con otros en griego. Creo que tuve mucha suerte porque tengo influencias de ambas culturas. Mi madre solía ser profesora de inglés. y nuestra casa estaba llena de libros increíbles: Charles Dickens, Agatha Christie, Margaret Atwood y más. Fue una educación increíble poder leer todos estos libros asombrosos. Y al mismo tiempo en Chipre hay una gran influencia de la mitología griega. Te enseñan las tragedias en la escuela: si en Inglaterra puedes aprender a Shakespeare, en Grecia, en cambio, te enseñan a Homero. Y cuando tenía unos 13 años, me presentaron a Eurípides por primera vez en la escuela. Me cautivaron mucho sus personajes y sus tragedias porque son muy psicológicas, y existían en un tiempo anterior a la psicología. Sin embargo, tiene un verdadero genio para describir con mucha precisión estados extremos de locura, de ira, de celos, de amor. Todas estas cosas que, ya sabes, siguen siendo muy actuales hoy en día. Nos muestra que la gente no ha cambiado mucho como en 3000 años. Creo que lo encuentro muy interesante. Creo que pude combinar estas dos influencias culturales diferentes en mi cabeza, por lo que estoy muy agradecido.
–Es muy interesante empaparse en los mitos griegos que, como dice, hablan sobre la constitución psicológica del yo en las personas.
–No solo en la psicología. Lo que realmente me llamó la atención recientemente y he estado pensando en ello, es que si piensas en Edipo o en muchas tragedias griegas también tenemos historias de detectives. Ya sabes: está el héroe que siempre trata de desentrañar algún tipo de misterio. Al igual que necesita proceder para entender la maldición y luego entender que él mismo es la causa de la maldición en un momento de comprensión del final. Creo que hay un punto en común entre la novela policíaca, la tragedia griega y también la psicología.
–En una entrevista leí que conoció Alcestis, de Eurípides, cuando era muy joven.
–Y en ese momento me molestó mucho. Me molestó por el final, sabes: ella vuelve a vivir después de que muere para salvar a su esposo. Y luego ella es traída de vuelta a la vida y se reencuentra con su esposo, y no le habla. La obra acaba con ella en el silencio. Cuando tenía unos 13 años la estudiamos en la escuela por primera vez y me sentí muy molesto por el final y confundido porque quería algún tipo de explicación. Y luego, a lo largo de los años, supongo que continuó reverberando en mi cabeza.
–En la mayoría de los países del mundo, podría decir, los niños no estudian estos textos griegos.
–A eso me refiero con que tuve suerte. No creo que me hubieran enseñado este tipo de cuestiones en otro país.
–Su madre inglesa enseñaba inglés, ¿su padre a qué se dedicaba?
–Él se dedicaba a la contabilidad. Nada más lejos de los libros.
–Bueno, están los libros contables.
–(Ríe) Cierto. No, mi padre amaba las películas, y había muchas películas en casa. Entonces, tal vez más joven, como a los 10 años, estaba viendo películas de Alfred Hitchcock. Y sigo viendo a Alfred Hitchcock todo el tiempo tratando de aprender de él porque es un genio.
–¿A los 18 años emigró a Inglaterra?
–Sí, fui a Cambridge, estudié inglés. Literatura inglesa. Luego me especialicé en tragedia griega en Cambridge también. Así que tuve que reaprender un poco todas estas tragedias y fue muy útil para mí. Luego comencé como actor. No era muy buen actor. Me encanta estar en obras de teatro y me encanta estar rodeado de gente, pero creo que siempre quise ser escritor, pero no creo que fuera muy maduro. Y creo que para ser escritor debes tener algún tipo de madurez. Sabes, me sorprende la gente que escribe novelas increíbles a los 20 años. Yo tenía 20 años y era un desastre. No podía unir las cosas a mi manera o tener ese tipo de profundidad de comprensión.
–¿Y cómo llegó al cine?
–Fue un accidente. Yo estaba trabajando, en uno de los primeros trabajos que tuve, en una productora de películas. Era algo así como un cadete. Y al mismo tiempo, escribí un guión en mi tiempo libre y luego se lo di al productor de la compañía. Y simplemente le gustó mucho. Dijo: “Hagamos que lo filmen”, pero fue un desastre, muy mal. Y luego me dijo: “Si quieres ser guionista, tal vez deberías estudiar”. Así que fui al American Film Institute en Los Ángeles y tuve la suerte de entrar allí. E hice un Master en Guión. Lo cual fue increíble. Aprendí mucho sobre estructura en el cine y cómo contar una historia y cosas por el estilo. Y luego hice dos películas más, nuevamente, desastres aún mayores. Me encanta estar en un set de filmación, es tan divertido. Pero el problema con el cine es que el escritor es la persona menos importante siempre. El director es el que está a cargo. Muy a menudo veía en el set de filmación algo que había pasado meses escribiendo y que cambiaba así en un segundo sin mi participación. Y era horrible. Ver la película puede empeorar. Y peor y peor todo, entonces todo se puso muy depresivo y pensé: “Bueno, la única forma de salir de esto es hacer algo en lo que tenga un control creativo completo. Y como no soy director, la única forma en que podía hacerlo era escribiendo una novela. Y luego, en la novela, puedo ser el director, el diseñador de vestuario, los actores, puedo hacerlo todo en mi cabeza. Y escribo el libro para mí sin que nadie más reescriba mi palabra, cambiando las cosas”. Porque yo me di cuenta de que era un novelista. Creo que lo supe porque me di cuenta de que era mucho mejor escribir novelas y estaba escribiendo guiones.
–Su novela es muy oscura. El detective es un terapeuta que investiga un crimen en un espacio muy complejo, un psiquiátrico. Y de alguna manera el caso lo afecta personalmente que se involucra de este modo.
–Nunca me interesó cuando quería escribir esta novela, o cualquier novela, crear un personaje como Hércules Poirot. No me interesa tener un detective que no cambia, que es solo un detective. Lo encontraría muy aburrido. Estaba mucho más interesado en tratar de escribir un personaje muy complicado y que estuviera muy jodido. Eso era más interesante para mí que solo un detective.
–Le interesaba de antes el género negro…
–Estaba muy interesado en el noir. El cine de los años cuarenta fue probablemente mi favorito. Hitchcock jugó un poco con eso, pero me encanta el Hollywood noir de la década de 1940, tan increíble y a la vez tan oscuro.
–Noir y psicoterapia es una buena combinación.
–Creo que lo que me interesa, la pregunta que realmente buscaba examinar era si alguna vez podemos recuperarnos de nuestra infancia y las cosas que nos sucedieron cuando éramos niños, y ese era mi verdadero propósito. Porque todos los personajes tienen una infancia muy mala. Y la conclusión a la que llegué, ya sabes, tanto al escribir el libro como en mi propia terapia personal, la necesidad que hay de comprender. Hay una psicoanalista llamada Alice Miller cuyos libros significaron mucho para mí. Ella dijo que no solo tenemos que entender lo que nos pasó cuando éramos niños, sino que también tenemos que entender lo que les pasó a nuestros padres cuando eran niños. De lo contrario, nunca podremos perdonar realmente y nunca podremos superar las cosas. Y por ese medio lo que realmente está diciendo es que necesitamos tener una conciencia masiva. La mayoría de las personas no ve su propia infancia con claridad, o tiene demasiado miedo de mirarla o de pelear y criticar a sus padres o quieren culpar a sus padres. Es todo muy complicado. Entonces, cuando estaba escribiendo el libro, sentí que si tienes la oportunidad de ver tu infancia claramente y comprender lo que te sucedió, tienes una buena oportunidad de superarlo, de lo contrario estás condenado a repetir los mismos errores que tus padres. Así que ese fue un gran interés para mis personajes: muy profundamente defectuosos que están luchando. A menudo me decían, en la primera película que escribí, que los personajes no eran muy agradables. Y pensaba que mucha gente también dijo eso sobre La paciente silenciosa, pero no sé cómo escribirlos de otro modo. Quiero decir: Julia Roberts es un personaje agradable y amo a Julia Roberts. Pero no sería capaz de escribir ese tipo de personajes, me aburriría. Lo que sé cuando conozco gente es que está jodida y complicada, y ese es mi interés.
–Usted sabe que la Argentina y Buenos Aires están muy empapadas en el psicoanálisis.
–Es muy famosa por eso. Todos saben eso, sí.
–Tal vez sea un interés adicional para el lector argentino de su novela. Hay una personaje, Ruth, la terapeuta del personaje principal, sobre la que me preguntaba si hacía psicoanálisis u otra terapia.
–Diría que otra terapia. Yo no diría psicoanálisis. Para mí la diferencia entre el psicoanálisis y la psicoterapia es que el psicoanálisis no promete curarte. Creo que la terapia se trata más de un tipo de enfoque de apoyo para tratar de ayudarte y no creo que el psicoanálisis lo entienda. Nunca he estado en psicoanálisis, pero tengo muchos amigos que lo han hecho cinco veces a la semana. El análisis no se trata de ayudarte, sino de tratar de ver las cosas. Así que pienso, en mi novela, que realmente escribí sobre la terapia en oposición al análisis. Creo que es obvio que están relacionados. Pero creo que tal vez si miraras de cerca a su terapeuta, Ruth, ella me gustaba mucho, pero creo que, obviamente, algo salió mal en esa terapia, porque ella no podía ver con claridad. En realidad. Así que creo que lo que probablemente sucedió es que ella estaba atrapada en su propio deseo de ayudar. Y eso tal vez se lo impidió, y tal vez ella misma necesitaba un poco de análisis, para ayudarla a comprender lo que estaba pasando con las sesiones de terapia. Porque sabes, y luego tengo muchos amigos que son terapeutas, y leyeron el libro, y me dijeron, no creen que un terapeuta se comporte de la manera en que ella se comporta. Y tengo que estar en desacuerdo porque parte de la razón por la que dejé mi formación en terapia es porque conocí a tantos terapeutas que están locos, realmente locos y no ayudan.
Pronto vendrá el film, pero se sabe que una película y un libro son caminos diferentes sobre un terreno similar. Habrá que leer la novela de Alex Michaelides antes de que el terreno oscuro de psiquiátricos, terapeutas, pacientes asesinas y personajes oscuros cobre vida en la pantalla porque ya la tiene en un formato de papel que bien podría volver loco a cualquier lector, claro, en el buen sentido del concepto.
SEGUIR LEYENDO