La convocatoria “Renacer Audiovisual”, una iniciativa conjunta del Ministerio de Cultura y la Secretaria de Medios y Comunicación Público pero llamativamente administrada y ejecutada por el Ministerio de Economía por un total de 2.400 millones de pesos, partió de una declaración de buenas intenciones: “generar producción y trabajo” en la industria audiovisual argentina, muy golpeada en los dos primeros años de la pandemia. También se destaca por el carácter federal de la convocatoria, que permitió la selección de producciones de todas las provincias y/o regiones argentinas.
Ahora en 2022, ya están en marcha o por comenzar unos cuantos de los 81 proyectos seleccionados en las 5 categorías establecidas (Documental Unitario, Serie Documental, Serie de Ficción, Serie de Ficción Histórica y Serie de Animación) y se pagó la primera cuota del total del presupuesto de cada elegido. Las cifras otorgadas van desde los 5 millones de pesos para documentales unitarios de producción provincial o regional, hasta más de 66 millones para series de ficción de coproducción nacional.
Pero las buenas intenciones parecen naufragar por una serie de desprolijidades e improvisaciones, además del galope inflacionario que todo lo consume y en este caso en particular, licúa las cifras estimadas y adjudicadas. Esto es: producciones que estimaron un valor en octubre de 2021, recibieron la primera entrega de ese dinero en febrero de 2022. “Ya no es lo mismo, hay que bajar costos o días de filmación, cantidad de actores etc. etc.”, dice uno de los productores seleccionados.
De fondo, emerge una cuestión central no resuelta: en Argentina, al revés de lo que sucede en la mayoría de los países de América latina, no se generan las condiciones y los estímulos para atraer inversiones de una industria -la que genera contenidos audiovisuales para plataformas de streaming- que vive su “época de oro” en el mundo y que, de concretarse, permitiría el ingreso de los preciados dólares a la economía argentina. “Victoria Alonso, que es argentina y presidenta de Marvel, estuvo en 2019 y me dijo que no quiere venir a filmar a la Argentina por todas las trabas que hay”, le contó a Infobae Cultura un exfuncionario del área.
“Este concurso nació de la idea del ministro de Cultura, que es cineasta, porque es notoria la inacción del INCAA: ¿Por qué habrían de hacerlo si no, cuando ya existe un organismo específico que tiene estructura, expertise y dinero?”, aseguró a Infobae Cultura una fuente bien informada del sector audiovisual. “Los artistas puestos a funcionarios no funcionan”, se escucha en algunos despachos oficiales sobre la gestión de Luis Puenzo. Lo cierto es que la idea de “Renacer” con el aval de la vicepresidenta Cristina Kirchner fue aceptada en Economía, pero este ministerio se quedó con la administración y ejecución de los fondos.
En segundo lugar y tal vez derivado de esta decisión, resultó sorprendente la exigencia de tener que facturar el monto adjudicado. No es lo usual en este tipo de convocatorias culturales: facturar implica pagar IVA por anticipado y por eso es que varias de las productoras ganadoras desistieron del dinero antes de recibirlo. “Los montos eran relativamente bajos y cuando se enteraron que tenían que facturarlo, se bajaron”, revela un productor. “Por eso se dice subió tal suplente. Fue más por una cuestión económica que por un manejo de influencias y/o favoritismos políticos”. Entre los seleccionados, hay varios proyectos de las productoras de jugadores de peso en el mercado local como Nacho Viale, Martín Kweller y Fernando Sokolowicz entre otros.
Para Daniel Pensa, productor de uno de los proyectos seleccionados y vicepresidente 2° de la Academia del Cine, “fue un concurso transparente con un jurado muy preparado, pero lo del IVA es perjudicial”. Y agrega: “¿Cómo hacés con la inflación? Esto escapa a Cultura, tiene que ver con la realidad económica”. Según Fernando Sokolowicz, “Se va notando cada vez más que la Argentina no entra en la selección de festivales, salvo los productos de plataformas globales, y esto tiene que ver con que los números no cierran. Pero olvidándonos lo que está mal, lo entiendo como un impulso. Bienvenido todo proyecto que desde el Estado involucre la identidad cultural, como sucede en la mayoría de los países occidentales”.
Consultados para esta nota dos de los integrantes de los distintos jurados de cada categoría revelaron cuáles fueron los criterios y en ambos casos, negaron cualquier injerencia política en la selecciones. Para la productora Lita Stantic “no hubo ninguna presión de ningún tipo, fue totalmente libre”. Y el cineasta Benjamín Avila detalló: “integré un jurado muy ecléctico y se decidió por valoración de calidad y factibilidad de producción”.
Otro cuestionamiento pasó porque la ventana de convocatoria fue también muy corta, aunque luego se extendieron los plazos. Se pretendió llegar con los pagos antes de las elecciones de medio término pero no sucedió y eso generó descontento. Por último, la condición de “socio” del Estado en la venta de estas producciones al exterior, no parece muy efectiva según opinan desde el sector. “Que el producto sea del Estado, es un problema. Lo que le sirve al productor es ser el dueño para después comercializarlo. Esto no va a pasar con estos proyectos”, afirmó otra fuente consultada.
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