Yente y Del Prete: una historia de pioneros, amor y arte más allá del tiempo

Con más de 130 obras, el Malba presenta “Vida venturosa”, la primera exhibición en conjunto de los precursores del arte abstracto en Argentina, en la que se trazan las confluencias artísticas a lo largo de 50 años de trabajo

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Yente y Del Prete: una
Yente y Del Prete: una historia de pioneros, amor y arte más allá del tiempo

Quemaron gran parte de sus obras, quizá para olvidar su pasado, quizá para, con ese acto simbólico de purificación, poder comenzar una vida y una obra juntos. Yente y Juan Del Prete componen una de las parejas más importantes de la pintura argentina, pero sus carreras atravesaron momentos diferentes, con mayor repercusión de uno u otro según el signo de los tiempos, y hoy por primera vez se las puede apreciar en conjunto en Vida venturosa, la muestra con la que Malba inaugura su temporada de estrenos 2022.

La exhibición reúne más de 130 piezas y abarca un periodo de 50 años de trabajos piel a piel, en el que mutuamente se retroalimentaron y desplegaron, cada uno con sus características, una experimentación artística total, con una enorme cantidad de materiales, formatos y medios: pinturas, esculturas, collages, tapices, dibujos e incluso libros de artistas. Cada uno en lo suyo, pero sin olvidar al otro, en una “soledad de dos” que se despliega en dos grandes núcleos: La unión en la abstracción y Voracidad, que a su vez contienen subtramas que ayudan a comprender la riqueza de esta sociedad artística que hizo su propio camino y alimentó a las generaciones venideras.

Generalmente, cuando se piensa en la obra de Yente y Del Prete la cuestión de la abstracción, el haber sido pioneros en el país, es lo que resalta en las páginas, pero Vida venturosa, la primera puesta de Marita García como curadora en jefe, va más allá y nos presenta una intimidad creativa de manera preciosista, con detalles (y obras) que entrelazan lo afectivo y lo creativo, más allá del canon.

"El abrazo" (1937-1944), óleo sobre
"El abrazo" (1937-1944), óleo sobre arpillera. 100 x 100 cm. de Juan Del Prete

“Queríamos romper sobre todo con ese pionerismo de lo abstracto como lo más consagrado de ambos para poder abrirnos a un conjunto productivo mucho más extenso y mostrar esta idea de que la creatividad en sentido general no tiene porqué ser una cosa individual, sino algo que se puede dar de manera compartida”, explica García a Infobae Cultura.

Eugenia Crenovich, Yente –apelativo familiar yiddish que significa ‘mujer noble’–, nacía en Buenos Aires en 1095, hija de un matrimonio que escapó del actual territorio ucraniano por temor al pogromo, el linchamiento multitudinario de judíos que comenzó en 1881 luego del asesinato del zar Alejandro II. Del Prete nació en Italia, en Vasto, en 1905 y 4 más tarde ya residía en el país, junto a una familia humilde de zapateros.

Cuando se conocieron en 1935 sus vidas estaban en lugares diferentes. Él tenía 38, una carrera con éxitos y polémicas en Argentina y Europa; ella, 30 y apenas había expuesto en Amigos del Arte una serie de dibujos que cuando se los mostró a quien sería su pareja de la vida recibió una crítica feroz: “Son amanerados y a pesar de las muchas rayas, vacíos”.

La exhibición reúne más de
La exhibición reúne más de 130 piezas

Esa honesta brutalidad no destruyó la relación, escribió Yente en Anotaciones para una semblanza de Juan del Prete (Ivan Rosado), una suerte de biografía sobre la vida y obra del artista. Y es que cuando comenzaron a conocerse, él -que fue un autodidacta- tenía un nombre en el mundo del arte, aunque poca popularidad por parte del ambiente academicista, mientras que ella, salvo esa pequeña muestra donde él vio su obra, incursionaba de manera personal, sin participar de los círculos, y aunque como pareja compartieron viajes, encuentros y debates con otros artistas, Yente mantuvo su quehacer para su fuero íntimo hasta el ‘45, cuando presentó su primera individual en la Galería Müller, que no sería la última.

Es interesante en la muestra cómo se va bordando esta relación creativa en los años, ese diálogo en diferentes formates de un mismo lenguaje, con aproximación muchas veces directas y en otras con pequeños detalles, como los piolines que integran muchas de las piezas. Comenta García: ”El piolín es un elemento recurrente en la obra de él, pero también en la de ella y que se convierte con un poco como un elemento identificatorio y un poco también en un guiño de pareja muy evidente”.

El ingreso a las salas es a puro romance, con piezas como El Abrazo, una obra emblemática para la relación, un regalo de él que captura la simbiosis, y otras de besos, encuentrones, uniones, la composición de dos en uno.

Retratos con Yente como protagonista,
Retratos con Yente como protagonista, en la mayoría con la mano en el rostro como metáfora de su intelectualidad

Dos caminos, un destino

Para cuando se conocieron en el ‘35, Del Prete ya era un pintor con un recorrido importante, pero no por eso reconocido o respetado por toda la crítica academicista y muchos de sus pares. Había tenido su taller El Bermellón en vuelta de Rocha a inicios de los ‘20, al mismo tiempo que Victorica y un ya famoso Quinquela, pintando paisajes porteños au plein aire, el cielo y el río, todo sobre cartones que muchas veces abandonaba in situ, pero no es recordado como un pintor del Grupo de La Boca.

En el ‘35 se presentó por primera vez al Salón Nacional y allí despertó rechazos, muchos, y elogios, pocos pero importantes, como el afamado crítico Atalaya, quien para Campana de Palo, destacó que el artista daba “la nota más bella, por la inmarcesible frescura de su visión, la originalidad de su armonía y por la suma de simplicidad de su empastes”. De aquella época se presentan varias de las obras, como introducción a aquello que él era, lo que ella observaba como una visitante más de la muestra, como también las acuarelas que jueguetean con cierto surrealismo que él expuso en Sur en el ‘35.

En el ‘33 Del Petre realiza la primera muestra de arte no figurativo del país, que fue ignorada o atacada por la crítica de manera unánime, lo que le quitó el favor de Amigos del Arte y si bien volvió a exponer en este espacio lo hizo con menos espacio año a año hasta su última muestra en el ‘37.

“Su modernidad no viene por los caminos anchos que otros han allanado y preparado, , es una expresión auténtica de su personalidad, una manera ‘suya’ de sentir y transmitir lo que siente sin ceñirse a fórmulas conocidas ni caer en los fáciles snobismos de vanguardia. Y sin embargo es todo un pintor de vanguardia, el más avanzado de los pintores jóvenes de su generación”, publicaba La Prensa.

Pero Europa llegaría en el ‘29. Berlín y París, donde es apoyado por Butler y Raquel Forner, quien hizo de mediadora para que tuviera su primera individual en Galería Zak. Tuvo ventas y buenas reseñas, pero también críticas por su técnica très lourdes, de empaste pesado, sin mezclar y mucho uso de la espátula. Pero en París comenzó el cambio cuando descubrió el impresionismo, el futurismo y, sobre todo, la obra de Arp y Mondrian, que lo llevaron en dirección abstracta y forma parte del grupo Abstraction-Création Art Non-Figuratif en el ‘32, junto a los nombrados y otros como Delaunay o Calder. “Luego siguieron su camino, con la diferencia de haber vivido ellos en Europa, afirmados por lo que otorga una larga tradición”, escribió Yente.

Yente en el taller de
Yente en el taller de Del Prete, en 1937

Yente había recibido clases de dibujo desde su juventud. Su nivel social le había permitido acceder a publicaciones artísticas, a clases de piano. Para el ‘32 se había recibido en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, publicado caricaturas en la revista mensual de arte y teatro Máscaras, para luego asistir al taller que el catalán Vicente Puig, pionero del modernismo en la región, como a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Santiago de Chile y, también en el país trasandino, al taller de pintura y composición de Hernán Gazmuri.

“Por aquellos años, 37, (la pintura abstracta) era un camino muy poco transitado en Buenos Aires y mal acogido en general. Pero estaba junto a un artista que conocía las luchas hacía años y cuya fuerza me daba coraje y una libertad artística que desconocía antes”, relata Yente, revelando no solo las dificultades que atravesaban juntos, sino también cómo él no se colocaba por encima suyo, sino apoyando el desarrollo natural de la artista.

La muestra recorre 50 años
La muestra recorre 50 años de producción artística

Vida venturosa presenta algunos de los 25 libros de artista que Yene realizó. Son de una belleza sublime, de una delicadeza que expone una mano sinuosa, cálida, imaginativa y también crítica. En uno de ellos, desplegado en las paredes, se recrea a través de dos alter ego una historia de cómo se conocieron, los encuentros fortuitos, la primera visita al taller, etc.

Eran de mundos diferentes, pero espíritus afines, contemplativos de la necesidad del otro. Él, una bestia productiva, que trabajaba maniáticamente, pero lo suyo no eran las palabras, ni defender las obras en los círculos. Ella, a su manera, también fue un animal de trabajo: su obra es tanto aquello que produjo como también el propio Del Prete.

“Busqué resaltar este rol de Yente intelectual del grupo, como un poco la figura que articula mucho de la carrera Del Prete, desde el aspecto administrativo de una carrera de artista, enviar cartas, armar catálogos, bibliografía, organizar libros, todo este desarrollo que también incluía sus libros de artista”, explica.

En ese sentido, Yente era la voz de la pareja en los debates y las tertulias, aunque, cuenta García, no era proclive a la lucha de egos. “Tras revisar su biblioteca noté que era una mujer muy interesada en la religión, en la espiritualidad, una pacifista. Eso también me llevó a darme cuenta que no le interesó participar de la virulencia de estos debates, esta homosociabilidad que tenían los artistas, el nivel de competencia. Hay un texto en el ella dice ‘no tengo alma ni deportista ni de política’. No le interesaba eso de lso enemigos, de los contrincantes, para ella no había allí arte en términos comunitarios”.

Una muestra del ‘39 en Amigos del Arte también es recordada. Allí estaban entre otros Basaldúa, Spilimbergo, Berni, Butler, quienes serían parte del Grupo de París, mientras que en una sala del fondo estaba su obra, figuras y paisajes, generando un debae mediático entre aquellos que buscaban la vanguardia copiando a Europa y él, que lo hacía sin haberse formado, sin siquiera haber salido de su barrio.

Durante los 40s, el surgimiento del grupo Concreto-Invención resalta la figura de Del Petre, y se organizan muestras de otros no figurativos como los Madí, aunque por sus experimentaciones figurativas se lo acusa de traidor. Para los ‘50, sobre todo tras la primera exposición abstracta de Francia en Argentina, el movimiento gana en popularidad y aprobación, por lo que son cada vez más que ingresan a este lenguaje que la pareja ya había navegado como nadie. Aquellos que los rechazaban, ahora exaltaban la bandera de la abstracción.

 Del Prete x 3:
Del Prete x 3: "Circo" (1936), "Retrato de Yente" (1943) y "Tempi moderni" (1967)

Veinte años después, él regresa a Europa, aunque esta vez ella lo acompaña. En la muestra se disfrutan una serie de collages de aquellos viajes, una suerte de bitácora de los tiempos, paseos, recorridos, y una majestuosa Catedral plateada de Yente del ‘63, una de las tantas rareza que Vida venturosa saca a la luz por primera vez en tanto tiempo que cuando se mostraron por útima vez gran parte de los visitantes que la muestra tendrá siquiera habían nacido.

Los retratos collage de sus abuelos de Yente; los de la hermana de Del Prete; los textiles abstractos (que salvo por la tonalidad son los colchones de Minujín); las esculturas tipo dadá de él; las precolombinas de ella. En fin, los detalles que hacen a la exhibición un imponderable porque aún para aquellos que creen haberlo visto todo sobre estos artistas canónicos hay ventanas que invitan a la sorpresa.

Yente x 3: "Composicion con
Yente x 3: "Composicion con curvas" (1947), "Tapiz" (1958) y "Retrato-recuerdo N° 9 (La bobe)" (1973)

Entre los 50s y 60s, con Génova como centro, van por París, Milán, Roma (la única muestra que la tuvo a ella como protagonista) y otras. En aquellos años y hasta el final de su vida él expuso de manera frecuente, en cambio ella debió esperar bastante más. Durante las últimas décadas, la obra de Yente comenzó a tener más espacio en diferentes muestras corales e individuales, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (1998); en la Galleria de Arte Moderna e Contemporanea de Bérgamo, Italia (2002); Fundación Proa (2003), Malba (2009); en la Akademie der Künste de Berlín (2010) y en el Museo Nacional de San Carlos, México (2011), mientras que en 2018 el MoMA compró dos de sus piezas.

Vida venturosa es una muestra que bien recorre gran parte del siglo XX en la figura de dos artista que experimentaron, que hicieron de la creatividad mutua un organismo vivo, mutante y pleno de complicidades sensibles. Una muestra que celebra no solo la historia de una pareja enorme, sino el amor como nexo, como cuerpo de obra, en la vida y en el arte.

*“Yente Del Prete. Vida venturosa” hasta el 27 de junio, en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415, Ciudad de Buenos Aires. Abiertos todos los días -excepto martes- de 12:00 a 20:00. Entradas: General, $600; estudiantes, docentes y jubilados acreditados, $300; menores de 5 años y personas con discapacidad, sin cargo.

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