Antonio Seguí, uno de los más importantes artistas argentinos del siglo XX, murió en Buenos Aires a los 88 años. Desde hace más de 5 décadas desarrollaba su carrera y residía en París. Estaba de visita en Argentina desde hacía unos meses, y previamente había pasado por Córdoba, su ciudad natal. “Tengo necesidad de Argentina, por eso vengo todos los años. Necesito el sol, ir a Córdoba, ver a los pocos amigos que me quedan. Y además es una época que necesito del sol, para cargar las baterías. Necesito alejarme del frío, dada mi edad”, declaró en una de sus últimas entrevistas.
“Se murió uno de los grandes artistas argentinos del siglo XX y lo que va del XXI”, le dijo a Infobae Cultura el director del Museo de Bellas Artes Andrés Duprat. “Era un creador constante, no de un momento. Lo visité en París, poco antes de la pandemia en marzo del 2020 y él seguía trabajando, y así fue en todo este tiempo. Es una característica central de su personalidad artística: un hombre que siguió con sus proyectos hasta el último día. Era super polivalente. Se lo conoce como pintor, pero también fue grandísimo dibujante, grabador y escultor, que abordó distintas técnicas con solvencia, y siempre con una voz propia y singular. Su obra es muy reconocible, como una marca registrada”.
En términos personales, Duprat lo recuerda como un “tipo gaucho” y “100 % cordobés”. “Recuerdo mucho una frase que dijo en una charla. Le preguntaron porque se había ido a París y no había hecho el camino habitual de un artista del interior, que era venirse primero a Buenos Aires. Respondió que hizo eso porque prefería ser un artista latinoamericano en París antes que un cordobés en Buenos Aires”, recuerda Duprat con una sonrisa.
Para Ana Maria Battistozzi “Antonio era una figura espléndida en todo sentido, como artista y como persona. Desbordaba energía. Eso se ve desde muy temprano, con primeros trabajos propios de una estética informalista: hay una obra suya en el Museo de Bellas Artes, Autorretrato de las vocaciones frustradas, que es como un punto de partida, matérica y expresionista. Después se volcó a aquello que más conocemos, con esas figuras apresuradas en un entorno urbano”. Según contó la critica y especialista en arte a Infobae Cultura, Seguí era “alguien con muchas ganas de vivir, de disfrutar de la vida, de la bebida, de los viajes... Esto es importante porque lo define como la antítesis del artista austero, encerrado en su estudio”.
Siempre junto a Córdoba
Reconocía siempre al paisaje y a las vivencias de su infancia como fuentes centrales de su obra. “En mi trabajo, el mensaje ha sido siempre las impresiones de mi infancia en Córdoba. Son producto de la memoria del niño que en algún momento fui”, contó alguna vez. Justamente en noviembre de este año, Seguí tenía previsto hacer una muestra en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), del barrio cordobés Chateau Carreras.
Este centro cultural de la capital cordobesa, inaugurado en noviembre de 1988 y ubicado cercano al estadio de fútbol “Mario Alberto Kempes”, existe en gran medida por su impulso y gestión. En 1984, primer año pleno desde el retorno de la democracia, se realizó el primer Festival Latinoamericano de Córdoba y Seguí dio a conocer su iniciativa de abrir un lugar para acoger las expresiones del arte contemporáneo. Presentó la propuesta a las autoridades del gobierno provincial y encaminó el surgimiento de este centro cultural. También donó al patrimonio cordobés una importante cantidad de obras de arte de su producción y de otros artistas plásticos argentinos, latinoamericanos y europeos, acervo de la colección permanente y actual.
A lo largo de su trayectoria artística, Antonio Seguí realizó más de 200 exposiciones individuales en los cinco continentes, representó al país en la Bienal de Venecia, ganó casi 40 premios internacionales y sus obras forman parte de al menos 90 colecciones públicas del mundo, como el MOMA de Nueva York o el Pompidou de Francia.
Sus esculturas monumentales de la serie La Familia Urbana son un hito urbano de su tierra natal, mientras que otras obras similares se encuentran emplazadas en espacios públicos en Colombia, Francia, Italia, Bélgica, Portugal y Marruecos.
Seguí nació el 11 de enero de 1934 en Villa Allende y está radicado en París desde 1963, donde fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el gobierno, y era miembro de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de Francia.
Formado en la Academia de San Fernando de Madrid y de la Ecole des Beaux Arts de París, Seguí recreó a lo largo de su carrera una completa gama de arquetipos sociales, con técnicas que incluyeron el abstraccionismo matérico, una figuración de corte expresionista y algunos elementos del cómic. Su obra madura se inició a mediados de los `60, con su radicación en París: a partir de esta etapa aclaró su paleta y se valió de recursos propios de la historieta, textos, flechas y señales yuxtapuestas.
Desde fines de los ‘80, sus cuadros se explayaron con tono crítico sobre la degradación de la vida en las grandes ciudades, la contaminación, el hacinamiento, y las consecuencias de la industrialización y los adelantos tecnológicos. Siempre distintas, las figuras masculinas de sus obras pueblan tanto el abigarrado panorama urbano como los paisajes rurales. Sus retratos de aparente sencillez y leve ironía aluden tanto a la alienación de las ciudades como al aislamiento de la vida en el campo.
En su taller parisino solía organizar asados y guitarreadas donde se congregaba la comunidad artística argentina presente en Francia, como Astor Piazzolla o Atahualpa Yupanqui, y por donde llegaron a pasar Marcel Duchamp, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Copi o Mercedes Sosa. “Se nombra a todos esos grandes, claro, pero hay que decir que él nunca perdió la sencillez y siempre fue solidario con todos los artistas. Cuando llegó a París, enseguida tuvo un suceso extraordinario y se convirtió en un artista celebradísimo pero nunca dejó de ser sencillo y humilde. Ayudaba a todo el mundo que caía por la ciudad y estuvo atento al rol que le cabía, incluso en los años aciagos de la historia argentina en los 70. Por ejemplo, siempre colaboraba y estaba activo con las muestras de la Casa Argentina de París. Por su nombre y prestigio, eso un espaldarazo para otros artistas con menos trayectoria”, detalló Andrés Duprat.
La obra más cara rematada en Argentina
En 2019 el óleo “Caja con señores”, de dos metros y medio por tres, creada en 1963, fue adquirida en 224 mil dólares en una subasta, convirtiéndose en la pieza más cara rematada en Argentina. Además pasó a ocupar el 12° puesto entras las obras más costosas de un artista argentino adquirida en un remate en la historia.
“Caja con señores” fue expuesto por primera vez en Alemania en 1969, como parte de la muestra “Antonio Seguí” realizada del 22 de agosto y el 28 de septiembre de ese año en la galería Kunsthalle Darmstadt.
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